El 31 de diciembre de 2022 falleció Benedicto XVI, el papa que ocupaba el penúltimo puesto en la fatídica lista de san Malaquías. Es de sobra conocido que a este obispo y luego monje irlandés del siglo XII se le atribuyen 112 lemas o dísticos muy breves, de apenas cuatro o cinco palabras como máximo, redactados en latín. Cada uno de estos lemas, ordenados consecutivamente, alude de manera alegórica a algún aspecto de la vida, escudo de armas, linaje o carrera eclesiástica de cada pontífice venidero. El paso del tiempo ha sido implacable. La lista ha ido corriendo puestos hasta situarnos en el 111, De gloria olivae (De la gloria del olivo), correspondiente al recientemente fallecido Joseph Aloisius Ratzinger.
Hay pocas fiestas más entrañables que la de los Reyes Magos, esa fecha del 6 de enero en la que los niños de costumbre católica dejan los zapatos preparados para que los mágicos monarcas depositen en ellos sus regalos con nocturnidad y sigilo. Se conmemora así la tradicional llegada a Belén, desde lejanas tierras de Oriente, de los consabidos reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, que acudieron siguiendo la guía de una estrella para adorar al recién nacido rey de los judíos, y agasajarlo con sus ofrendas de oro, incienso y mirra. Pero, ¿de verdad eran reyes?
