Ningún avión se estrelló contra el pentágono.

EL 11 DE SEPTIEMBRE DEL 2001 CUANDO EL ATENTADO TERRORISTA ISLAMISTA DE BIN LADEN Y AL QUAEDA A LAS TORRES GEMELAS DEL TRAVER CENTER DE NEW YORK ,UN AVION DE PASAJEROS «SUPUESTAMENTE «SE ESTRELLO´CONTRA EL PENTANGONO ,PERO CURIOSAMENTE ,DEL AVION DE PASAJEROS, NO QUEDO´ NI RASTRO DE LOS PASAJEROS ,NI DEL FUSELAJE,NI RUEDAS, NI UN SOLO TORNILLO DEL AVION,PERO COMO MUESTRA EN LA FOTO DEL PENTAGONO ;UN AVION DE PASAJEROS NO HACE UN BOQUETE EN UN EDIFICIO DE HORMIGON COMO EL QUE SE MUESTRA EN LA FOTO,Y DE HACERLO,LAS ALAS DEL AVION QUEDARIAN FUERA DEL BOQUETE Y DEL EDIFICIO PRODUCIDO POR LA PERCUSION CONTRA EL EDIFICO.

Impresionante Documental On-Line.

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Sobre el libro de Thierry Meyssan, 11 de septiembre de 2001,
la gran impostura. Ningún avión se estrelló en el Pentágono,

Ediciones La Esfera de los Libros, Madrid 2002

Así se titula, ni más ni menos, la obra de este politólogo francés, defensor de los derechos humanos y presidente de Réaseau Voltaire. Y parece ser que son muchos los que toman en serio su libro, sus argumentos y sus hipótesis. Según he leído en otras reseñas, acaso anda ya traducido a 14 idiomas y, según dice la solapa del libro, en Francia ya supera su venta los 200.000 ejemplares. Tan es así que, por lo visto, no hace mucho un congresista gringo formuló preguntas al gobierno Bush II sobre el 11 de septiembre y sobre las relaciones económicas de la clan Bush con la familia Laden apoyándose en los datos ofrecidos en este libro. Y es que lo que más asombra de esta investigación son sus fuentes: todas oficiales y consultables.{1} Dejando incluso de lado que tomemos en serio las hipótesis que formula, lo cierto es que no está claro lo ocurrido aquél famoso día. Y además, al margen de que nos parezcan asumibles o no sus hipótesis, nunca está de más hablar mal de Bush. Así que cuento un poco lo que cuenta el tal Meyssan.

I. El Pentágono fue atacado por misiles del Ejército de los EEUU

La primera agencia de noticias en presentarse tras la explosión del Pentágono fue Reuters e inmediatamente informó de que un helicóptero había colisionado contra el edificio. Sin embargo, unos minutos más tarde el Departamento de Defensa corrige: se trata de un avión. A eso de las 10h 10′ se hunde el ala del Pentágono. La prensa se mantiene alejada, pero la Associated Press logra hacerse con las fotografías tomadas por un particular desde un edificio adyacente. Horas más tarde, el general en jefe del Estado Mayor Conjunto informa de que el avión suicida era el Boeing 757-200 del vuelo 77 de American Airlines. Esta es la explicación oficial. Sin embargo, todo está confuso, según Meyssan.

Los controladores aéreos{2} afirman que hacia las 8h 55′ el Boeing descendió y dejó de responder a sus órdenes. Sólo se oyó su radio para transmitir la voz amenazadora de un individuo con acento árabe. Luego el avión tomó rumbo a Washington y lo perdieron. Entonces avisaron a la Federal Aviation Administration – FAA y ésta no se dio cuenta hasta media hora después de que se trataba de un nuevo avión desviado y sólo entonces advirtieron al Ejército. «Interrogado el 13 de septiembre por la Comisión Senatorial de las Fuerzas Armadas, el jefe de Estado Mayor Conjunto, el general Richard Myers, fue incapaz de referir las medidas que se tomaron para interceptar al Boeing […] los parlamentarios llegaron a las conclusión de que no se había realizado ninguna acción para interceptarlo.»{3} Para salir al paso de esta situación, al día siguiente, el Comando Norte-Americano de Defensa Aeroespacial (NORAD) comunicó que no había sido informado hasta las 9h 24′, dando entonces orden de interceptación a dos cazas. Pero, curiosamente, no sabían dónde se encontraba el avión y entonces se dirigieron los cazas al norte. Cuando se pudieron dar cuenta ya era tarde. Dice Meyssan: «¿es posible creer que el sistema de radar militar de Estados Unidos fuese incapaz de localizar un Boeing en una zona de varias decenas de kilómetros de radio?»{4}

Vale, admitamos que esquivó a los cazas, pero es de esperar que una vez entrase en el espacio aéreo del Pentágono no iba a ser recibido con globos. El dispositivo antiaéreo del Pentágono comprende cinco baterías antimisiles y cazas estacionados en la base presidencial Andrews.{5} Lo cierto es que esta defensa no actuó. Respuesta del portavoz del Pentágono: No nos lo esperábamos y nadie antes del 11 de septiembre se lo hubiese esperado.

«Para causar los mayores estragos –advierte Meyssan– el Boeing debería haberse estrellado contra el techo del Pentágono. […] En cambio, los terroristas prefirieron estrellarse contra una fachada, aunque su altura fuese sólo de 24m. El avión se acercó repentinamente al suelo, como para aterrizar. Manteniéndose en posición horizontal, descendió casi a la vertical, sin dañar las farolas de la autopista que bordea el aparcamiento del Pentágono, ni siquiera rozándolas […] Sólo una luz del aparcamiento quedó seccionada. El Boeing chocó contra la fachada del edificio a la altura de la planta baja y la primera planta. Todo sin dañar el magnífico césped del primer plano, ni el muro, ni el aparcamiento, ni el helipuerto […] A pesar de su peso (un centenar de toneladas) y de su velocidad (entre 400 y 700 km/h), el avión sólo destruyó el primer anillo de la construcción.»{6} Aquí está la foto: www.defenselink.mil/photos/Sep2001/010914-F-8006R-002.html{7}. Eso sí, después de la peripecia de un piloto que había tomado una pocas clase de avioneta, toca la mala suerte de estrellarse con la parte del Pentágono que estaba en obras. Murió un solo militar.

Si miramos la famosa foto, dice Meyssan, queda claro que el Boeing incrustó contra la fachada del Pentágono exclusivamente su morro y que el fuselaje y las alas quedaron fuera. Más aún, sus alas ni siquiera tocaron la fachada. Por lo demás, tal hipótesis parece venir también confirmada por las palabras del capitán de bomberos del condado de Arlington, Ed Plaugher, en la rueda de prensa del 12 de septiembre.{8} El tal Plaugher, interrogado por un periodista, afirma que no vio ni un solo trozo del avión ni nada por el estilo. Ni rastro del fuselaje. Eso sí, dice que son muchos los testigos que vieron el avión cuando se acercaba. Finalmente, tampoco las cámaras de video-vigilancia del aparcamiento del Pentágono registraron ningún avión desde ningún ángulo. «La versión oficial –sostiene Meyssan– no es más que propaganda. Lo que queda de ella es que ciento veinticinco personas murieron en el Pentágono y que un avión que transportaba a sesenta y cuatro pasajeros desapareció.»{9}

La CNN afirma que «muchas personas que circulaban en coche por la autopista que bordea el Pentágono oyeron el estruendo de un avión que pasaba por encima de sus cabezas. El ruido era tan ensordecedor como el de un caza. No era como el de un avión comercial. Algunas personas afirman que vieron el aparato. Lo describen como un pequeño avión con capacidad para transportar de ocho a doce pasajeros, y no como un Boeing 757.»{10} Daniel O’Brien, controladora aérea del aeropuerto de Dulles, relató a ABC News el comportamiento del aparato, observado desde el radar. Dada su velocidad y sus maniobras –dice– sólo podía tratarse de un avión militar y nunca de un vuelo comercial.{11}

«El artefacto penetró en el edificio sin causar daños importantes en la fachada. Atravesó varios anillos del Pentágono, abriendo un agujero cada vez más ancho […] El orificio final, con una forma perfectamente circular, medía aproximadamente 2’30 metros de diámetro […] Todos estos testimonios y observaciones pueden corresponderse al disparo de un misil de última generación de tipo AGM, dotado de una carga vacía y punta de uranio empobrecido de tipo BLU, guiado por GPS. Este tipo de artefacto se asemeja a un pequeño avión civil […] Produce un silbido comparable al de un caza y puede ser guiado con bastante precisión […] atravesar los blindajes más resistentes y provocar […] un incendio instantáneo que desprenda un calor de más de 2000ºC. En resumen, sólo un misil del ejército de Estados Unidos de América que emita un código amigo puede entrar en el espacio aéreo del Pentágono sin que se desencadene la descarga de contramisiles. Este atentado sólo puede haber sido cometido por militares norteamericanos contra otros militares norteamericanos.»{12}

II. El ataque contra las torres requirió de ayuda en tierra

Desde el primer momento en que la prensa se hace consciente de que no se trata de un accidente, inmediatamente se comienza a reconstruir el atentado, aun careciendo todavía de ninguna prueba. La culpa sería de Bin Laden. Grupos de fanáticos, organizados en comandos de cinco y armados con cúteres dominaron los aviones y los estrellaron contra las torres. El ejército gringo tuvo la suerte de confirmar esta hipótesis cuando descubre en uno de los escondites de Bin Laden, ni más ni menos, una bolsa de cúteres con la que habría entrenado a los secuestradores. ¡Qué suerte! Curioso que Bin Laden se atreviese a no dotar de armas a los secuestradores, cuando, según afirma Meyssan, es posible pasar armas en un aeropuerto siempre y cuando no sean metálicas. Existen pistolas de material sintético que los secuestradores podría haber usado, pero ya se sabe que los fundamentalistas islámicos prefieren degollar a sus víctimas. Ésta, aunque parezca mentira, es la prueba de que los secuestradores eran árabes.

Otras de las cuestiones que quedan si aclarar es cómo fueron identificados los terroristas. De hecho, el ministro saudí de exteriores afirmó en su momento que al menos cinco de las personas identificadas como terroristas no tenían nada que ver con los atentados. Por su parte, el ministro saudí de interior afirma que los norteamericanos nunca les ofrecieron pruebas que inculpasen a sus ciudadanos. Pero lo más impresionante, puntualiza Meyssan, es que si analizamos las listas de víctimas publicadas por las compañías aéreas vemos que en ellas no figuran los supuestos terroristas. Dice Meyssan que si se cuentan los nombres, aparecen 78 víctimas en el vuelo 11 de American Airlines (el de la torre norte); 46 en el vuelo 175 (el de la torre sur); 51 en el vuelo que supuestamente se estrelló en el Pentágono; 36, finalmente, el que se estrelló en Pensilvania. Si se hace referencia a los comunicados de las compañías aéreas el 11 de septiembre vemos que el vuelo 11 llevaba 81 pasajeros; el 175, 56 pasajeros; el vuelo 77, llevaba 58, y el 93 llevaba 38. Luego es imposible que el vuelo 11 transportara a más de 3 terroristas. Y con los otros tampoco salen las cuentas. «¡Más ridículo aún! ¡El FBI afirma haber descubierto el pasaporte intacto de Mohammed Atta entre las humeantes ruinas de World Trade Center! Se trata de un verdadero milagro» –dice Meyssan.{13}

¿Hipótesis de Meyssan? El FBI inventó las listas a partir del retrato robot de los enemigos de Occidente y de Estados Unidos. No sabemos, pues, nada de los terroristas, pero sí existía una pista que, sin embargo, no se siguió. Y es que días antes de los ataques hubo movimientos especulativos en bolsa y alguien salió ganando con los atentados. El FBI renunció a investigar estas pistas y la IOSCO (Organización Internacional del Mercado de Valores) cerró sus investigaciones. Son varias las compañías y los accionistas implicados.

Finalmente, ¿cómo pilotos que sólo han tomado unas pocas clases de vuelo con avionetas son capaces de una proeza como esta? Antes de llegar a Nueva York los secuestradores tuvieron que hacer descender los aviones para poder ver las torres de frente y no desde arriba. Desde el cielo, dice Meyssan, las ciudades se presentan como un mapa y se pierden las referencias. Para estrellarse contra las torres era necesario colocarse a muy baja altitud, pero además, quizás más difícil, situar a los aviones lateralmente, para ser capaces de acertar en el centro de las torres. Cada torre mide 73 m 60 cm. Un mínimo desplazamiento de los aviones de 55m 65cm habría hecho que fallaran. A 700 km/h esta distancia se recorre en 3 décimas de segundo. Sólo pilotos profesionales y, así y todo, con excesivas dificultades, podrían haber logrado esto. Aunque existe otra posibilidad, y es que los aviones hubiesen sido guiados mediante balizas. Es decir, que los aviones, mediante señales emitidazas desde las mismas torres, fuesen teledirigidos. ¡La existencia de una baliza en el World Trade Center es atestiguada por radioaficionados que registraron su señal! Luego, requirieron ayuda en tierra y muy pocos secuestradores a bordo, pues, sólo necesitaban poner el avión en piloto automático.

Meyssan añade, además, que la caída de las torres no permite explicar la caída del tercer edificio, la Torre 7. La hipótesis de una desestabilización de los cimientos fue descartada por la Sociedad Norteamericana de Ingenieros Civiles. ¿Fue dinamitada? El caso es que no se inclinó, sino que se desmoronó sobre sí misma.

III. Golpe de Palacio

Según afirma el propio vicepresidente Cheney, aquel 11 de septiembre, tras los atentados, el servicio secreto le informa súbitamente de que su vida corre peligro y le retira, por la fuerza, a un búnker de la Casa Blanca. Se puso entonces en marcha el protocolo de Continuidad del Gobierno. Congresistas e importantes políticos fueron también evacuados, protegidos y, por supuesto, incomunicados en bases del Ejército. El avión desviado a Washington, al no encontrar las referencias de la Casa Blanca, se espetó contra el Pentágono. Es curioso, dice Meyssan, que el Servicio Secreto sólo piense en evacuar a Cheney a un búnker pero no en activar la defensa antimisiles de la Casa Blanca. Por otro lado, si el peligro eran los aviones, ¿cómo explicar que se trata de proteger la vida del presidente de posibles francotiradores incluso cuando éste ya se encuentra dentro de las bases militares?

Las declaraciones de Cheney a la prensa no pretenden otra cosa que confirmar la versión oficial y hacer que se olviden todas las pistas que indican la posibilidad de una acción interna. Especialmente, que se olviden las declaraciones del portavoz de la Casa Blanca Aire Fleisher y del secretario general de la Casa Blanca, Kart Rover. «La prensa –www.washingtonpost.com, en concreto– de los días 12 y 13 de septiembre afirma que […] el Secret Service habría recibido un mensaje de los atacantes indicando que tenían la intención de destruir la Casa Blanca y el Air Force One. Lo que sorprende es que, según The New York Times, los atacantes dieran credibilidad a su llamada utilizando los códigos de identificación y de transmisión de la presidencia […]»{14} Por si fueran pocos, utilizaron también los de la DEA, el Departamento de Estado, el de Energía, los de la Inteligencia aérea, naval, la de marines y otras muchas. ¡Todos estos códigos sólo se pueden conseguir si existen topos infiltrados! Existirían, pues, en opinión de Meyssan, traidores en los más altos puestos de Estado norteamericano y obligaron al presidente Bush bien a negociar, bien a asumir su ultimátum.

Hay otra razón para admitir la posibilidad de un golpe de palacio. El propio Bush confiesa en Orlando, el 4 de diciembre{15} que vio por televisor aquel 11 de septiembre el impacto del primer avión contra la torre norte y que posteriormente le informaron del choque del segundo. «Esas imágenes no pueden ser las que tomaron por casualidad Jules y Gédéon Naudet. En efecto, los hermanos Naudet estuvieron todo el día rodando en el World Trade Center y su vídeo sólo lo difundió la agencia Gamma trece horas más tarde. Se trata, por tanto –dice Meyssan–, de imágenes secretas que le fueron transmitidas […] Pero si los servicios de información estadounidenses pudieron filmar el primer atentado es porque habían sido informados […]»{16}

IV. ¿y qué pinta Bin Laden?

Bin Laden es el hijo del Jeque Mohammed bin Laden fundador en 1931 del Saudí Binladen Group{17} (SBG), el holding más grande de Arabia Saudí, con negocios en la construcción, ingeniería, telecomunicaciones, edición, …, &c. El SBG posee importantes acciones en General Electric, Nortel Networks y Cadbury Scheweppes. El SBG ha sido durante mucho tiempo contratante exclusivo de servicios del régimen saudí, en especial la construcción y gestión de los lugares santos. Y más importante aún: la familia Laden se ha encargado de la construcción de las bases militares gringas en Arabia y ha sido una de las más beneficiadas con la guerra del Golfo, pues, se hizo cargo de buena parte de los negocios de reconstrucción de Kuwait.

En cuanto al propio Osama Bin Laden, ya sabemos que fue en Afganistán un agente de la CIA en Guerra Santa contra la Unión Soviética (que en paz descanse). Todo esto lo sabemos, y la reseña del libro de Chomsky sobre el 11 de septiembre lo cuenta. ¿Qué aporta Meyssan de nuevo? Pues, que a diferencia de muchos otros, Meyssan piensa que Osama Bin Laden sigue siendo un agente secreto de la CIA. «La CIA siguió recurriendo a los servicios de Osama Bin Laden contra la influencia rusa como hizo contra los soviéticos […] La legión árabe de al-Qaeda fue utilizada, en 1999, para apoyar a los rebeldes kosovares contra la dictadura de Belgrado.{18} Fue operativa en Chechenia al menos hasta noviembre de 2001, tal y como lo atestigua{19} el New York Times.»{20} Y aún cuando ha sido declarado enemigo público nº1 de los EEUU, lo cierto es que la familia Laden sigue teniendo excelentes relaciones económicas y comerciales con la familia Bush. Apoyándose en las revelaciones de este libro, como ya antes dije, un congresista norteamericano hizo preguntas bastante molestas a la administración Bush sobre sus relaciones con los Laden.

Por cierto, ¿alguien, a excepción de Blair{21}, conoce alguna prueba que implique a Osama Bin Laden en los atentados? Al margen de los videos surrealistas de Osama confesándose y jactándose de lo malo malísimo que es, no hay nada.

Son muchos más los datos y páginas web que ofrece este libro. Pero con esto ya hay bastante de muestra. Sean o no asumibles las hipótesis de Meyssan lo que si es inadmisible son las contradicciones en que incurre la versión oficial de la Casa Blanca. Y motivos para creer que la ultraderecha que actualmente gobierna en Estados Unidos sería capaz de organizar una operación así en el interior no faltan. La operación Northwoods de acciones clandestinas contra Cuba realizando acciones terroristas en el interior de Estados Unidos para culpar al Comandante Castro está perfectamente documentada. Actualmente es ya más que claro quienes son los que han salido beneficiados de la guerra contra el terrorismo: la industria militar de alta tecnología y la industria energética. Y finalmente, siempre relaja hablar mal del país sin nombre (EUA).

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