Usted es no nacido

por Alan Watts

Alan Watts

En este instante ustedes no han nacido y no mueren. El usted que está aquí ahora nunca morirá, el usted que muera será totalmente diferente, y así hasta el día en que suceda. Esta idea es similar a la filosofía de Heráclito que dice que nunca se puede entrar dos veces en el mismo río, porque el río es siempre diferente. Tal y como se dice en los antiguos textos budistas chinos:

El sol no se mueve en su curso.
Cada vez que parece moverse
es un sol diferente.

Hoy en día existe una opinión muy popular entre los físicos según la cual no hay nada que se mueva en el universo, sólo hay funcionamiento, sólo existe la pauta, no átomos de tiempo y espacio. El Islam también tiene una teoría al respecto: que Dios crea el universo a cada instante. Al igual que los fotogramas de una película crean la ilusión de movimiento, los universos creados a cada instante crean la ilusión de algo que va existiendo, pero no hay nada que vaya existiendo. La noción de ser una ola, una cresta de agua que se mueve, también es una ilusión, pues el agua sólo va arriba y abajo.

La palabra china wunien, que traducimos como «no pensamiento», significa no permitir que las series de pensamientos se acoplen de tal manera que nos aferren a la cadena de continuidad. Por ello, ser consciente de los cambios es una cuestión de establecer continuidades entre momentos. Alguien podría decir que no hay cambio, que sólo hay instante; también podría dársele la vuelta y decir que no hay instantes substanciales, que lo único real es fluir. Ambos puntos extremos pueden inducir al mismo estado de conciencia. Si por un lado decimos que sólo existe el aquí y ahora, y que eso es todo por lo que hay que preocuparse, nos induciría a un estado de conciencia que sería exactamente el mismo que se alcanzaría por la percepción de que todo fluye y nada permanece, así que descansemos. Ambas situaciones, tanto si nos encontramos en un río fluyendo con él, como si estamos sentados a la orilla dejando que fluya, ilustran la misma sensación, sólo la metáfora es diferente.

En las escrituras budistas pali, en un libro titulado Itivuttak, aparece una frase en la que Buda dice:

Hay un no nacido, no originado, no creado y no formado. Si no fuese así, no habría liberación del mundo de lo nacido, originado, creado y formado.

Esta teoría de lo no nacido aparece en los dos caracteres chinos, fu-shy; el primero es «no», y el segundo «surgir». La idea del aspecto no nacido de nosotros mismos puede resultar extraño para muchos occidentales. Si alguien pregunta: «¿Dónde crees que irás a parar cuando mueras?» Y alguien responde: «No creo que vaya a ninguna parte», un occidental lo interpretaría como «creo que seré totalmente aniquilado, me apagaré como una luz y eso será todo». El significado zen de esta réplica sería: «Cuando muera no iré a ninguna parte porque nunca nací». No se puede morir si no se ha nacido antes, al igual que uno no puede divorciarse si no está casado. Todo es una cuestión de dónde se traza la línea al definir quién y qué somos. ¿Que se traza justo en eso de lo que somos conscientes de nosotros mismos, de lo que la propia consciencia puede discernir? Eso es lo que normalmente llamamos nuestro ego.

La cuestión es, ¿cuánto de nosotros mismos podemos percibir, y quién lo percibe? Ese aspecto nuestro es no nacido en el sentido de que nadie puede nunca aprehenderlo, ni definirlo, ni darle un nombre, y nadie puede configurarlo. Pero ése es el aspecto verdaderamente importante de cada uno de nosotros. En el caso de un iceberg, sólo una séptima parte del mismo aflora de la superficie del agua. En nuestro caso, no es casi nada lo que está a la vista, sólo un poco de atención consciente con la que inspeccionamos el mundo, generalmente de una forma lineal.

Así pues, lo que no sabemos de nosotros mismos, que nunca podemos controlar en la manera en que pensamos que controlamos las cosas voluntariamente, es la parte central y más grande de nosotros. Era la verdad original en la idea astrológica de que cuando se dibuja el mapa del alma de una persona se dibuja el mapa del universo tal y cómo estaba en el tiempo y lugar del nacimiento del individuo. No acostumbro a creer demasiado en la astrología popular, pero esta idea está impresa en ella, que es que el alma no es algo que esté en el cuerpo, sino que más bien el cuerpo es algo en el alma. El alma no es un espectro personal, es toda la red de relaciones que se entretejen entre todo lo que es. El «aquí y ahora» es como un nudo en un sistema de cuerdas que conforman una red de pesca, siendo el alma la red entera. Cada uno posee el mismo alma, pero la experimentamos desde puntos de vista diferentes, en diferentes lugares y en tiempos diferentes. Este alma que compartimos es la totalidad de todo el proceso en marcha y por ello nos mantiene en movimiento también a nosotros.

Cada individuo en particular es una función de la energía como todo. Sea lo que sea que hace que brille el sol, también está encarnado en nosotros. No es algo que le ocurra a usted o a mí por separado. No existe un ego separado que se integre en el proceso. La sensación de ser un ego eseste proceso, y eso significa que el ego no es realmente un ego. Es un montaje. Es una máscara con la que todo se manifiesta. Podríamos decir: «Muy bien, me gustaría controlar todo eso, me siento como si me obligasen. Todo lo que sucede bajo la superficie de mi consciencia no se puede conocer, ni se puede predecir, y no soy yo». Pero eso sería sólo una ilusión. No necesita sentirse como si le obligasen. No hay nadie siendo obligado, excepto todo el sistema en sí mismo. Se obliga a sí mismo, no hay víctimas. Existe la idea de que hay víctimas, la experiencia de ser víctima, pero también es una ilusión. Todo el asunto al completo es una ilusión en el sentido de la antigua palabra latina luderi, que significa jugar. Se juega a estar en la confusión, y sólo podemos saber de verdad lo que se juega cuando también se sabe lo que se juega en la confusión. Alternamos o vibramos entre ambos extremos.

La cuestión es que usted, el usted que realmente está en ello, es no nacido y desconocido. Nunca es un objeto de conocimiento, y no es algo que pueda ser aprehendido porque no necesita serlo. Al igual que el sol no necesita brillar en sí mismo, ni un cuchillo cortarse a sí mismo, ni un ojo verse a sí mismo, o los dientes morderse a sí mismos, lo mismo sucede con todo, este lo-que-sea no necesita aprehenderse a sí mismo, ni controlarse. […]

En el fondo y fundamentalmente, somos lo no nacido. Nunca tuvimos un principio y nunca tendremos un final. No empezamos a ser y nunca dejaremos de ser. Lo que llamamos cosas individuales, movimientos individuales, ondas individuales, son pulsiones en el orden general; van y vienen. Nacen y mueren, y están en marcha siempre. Pero el todo, más allá de estos ciclos de nacimiento y muerte, siempre está ahí; y eso es lo no nacido.

Había un maestro zen japonés en el siglo XVII llamado Bankei Eitaku, que tenía un enorme éxito en trasmitir el zen a personas muy sencillas. Dio mucha importancia a la idea de lo no nacido, y a aprender a confiar en la sabiduría del inconsciente, ese vasto e ilimitado aspecto de nuestra naturaleza que está más allá de nuestro control. Bankei es una notable figura histórica porque fue el roshi de uno de los mayores y más bellos monasterios zen de Kyoto, Myoshinji. Hizo algo muy interesante: no dejó discípulos ni sucesores. Por lo general, un maestro zen trasmite su autoridad a alguien, o a varias personas, y les da el inca, que es su sello de aprobación. El incaconfirma que han alcanzado la iluminación bajo la guía del maestro y que están autorizados a enseñar en su escuela. Pero Bankei no se lo dio a nadie, y ello se considera algo muy admirable. En un poema zen se dice que un hombre sabio:

Entra en un bosque sin perturbar
ni una brizna de hierba, entra en el agua
sin provocar ni una onda.

El dicho se remonta a lo enunciado por el propio Buda en el Dhammapada, sobre que el sendero del sabio es como las huellas de las aves en el cielo, nadie sabe que han estado por allí. Así pues, cuando asistimos a la actuación de un gran artista da la impresión de hallarse completamente tranquilo, como si lo que hace sucediese de manera natural. Cualquier disciplina que haya tenido que seguir, cualquier habilidad, cualquier aprendizaje, no resulta aparente. De igual manera, cuando se construye una casa se alzan andamios. Cuando se finaliza la casa se retiran los andamios y desaparecen. […]

Muchos maestros podrán sentirse orgullosos por el número de discípulos que tengan, pero el verdadero buen maestro no tiene estudiantes. Todos se han ido. No se quedan alrededor diciendo: «Sí, bueno, pertenezco a la sociedad creada por (tal y cual)», ni, «soy miembro de (esto y lo otro)». Los estudiantes de un maestro de verdad no se identifican con eso. Eso es así al extremo de que cualquier maestro religioso que deja discípulos para continuar, acaba con ello. El espíritu original del cristianismo fue destruido completamente por los discípulos de Cristo que lo organizaron, lo propagaron a los cuatro vientos y demás. El maestro de verdad no deja discípulos. Ayuda a todas las personas hasta el extremo de que al ayudarles les hace libres; no se quedan pegados a su alrededor. Y eso es lo que ocurrió con ese hombre, Bankei.

Bankei fue contemporáneo de Hakuin, otro gran maestro zen. Hakuin fue un hombre extraordinario y formidable, pero dejó ocho discípulos que aparecen en los libros como herederos del sello. El zen contemporáneo de Japón desciende en gran parte de Hakuin, pues son sus métodos los que prevalecen. Utilizó el método de estudio de koan que actualmente es usado por la secta rinzai. No hay nada malo con ese método, pero la técnica de Bankei era muy sutil.

Lo que sigue es una charla que dio Bankei a propósito de la mente no nacida:

La mente engendrada y dada a cada uno de nosotros por nuestros padres no es otra que la mente de Buda, no nacida e inmaculada, suficiente para manejar todo lo que nos traiga la vida.

Supongamos que en este mismo instante, mientras me miráis escuchándome, en alguna parte detrás de vosotros, un cuervo grazna y un gorrión gorjea. Sin que exista intención en vosotros de distinguir entre esos sonidos, los oís distintos. Bien, desde ahora vamos a estar en esa mente, y nuestra escuela será conocida como la escuela de la mente de Buda… Todos vosotros sois budas porque el no nacimiento que cada uno posee es el principio y la base de todo.

Entonces, si la mente de Buda es no nacida, necesariamente es inmortal. Porque, ¿cómo puede perecer lo que nunca nació? En los sutras habréis encontrado la frase «sin nacimiento e imperecedera», pero hasta ahora no teníais ni la mínima prueba de esa verdad. En realidad, supongo que, como la mayoría, habréis memorizado esta frase mientras permanecíais ignorantes del hecho del no nacimiento. Cuando tenía veinticinco años comprendí que no nacer es suficiente para vivir y desde entonces, y durante cuarenta años, se lo he estado probando a gente como vosotros.

Bankei está diciendo que todos heredamos la mente de Buda, sin nacimiento e inmaculada, que es «suficiente para manejar todo lo que nos traiga la vida». Pueden sentarse por ahí y preocuparse y prepararse de lo que harán cuando se encuentren en un aprieto, pero automáticamente tenemos una innata capacidad para hacernos cargo de la situación cuando aparece. […]

Jesús dijo algo curioso a sus discípulos sobre el predicar. Les dijo que nunca pensasen antes lo que iban a decir porque en el momento adecuado el espíritu santo se lo comunicaría. En las escuelas en las que forman a los sacerdotes en la prédica, siempre se concentran en la preparación. «Tengan en mente tres puntos: principio, medio y final; y sepan siempre exactamente a dónde van a parar». ¡Obviamente no parecen creer en el espíritu santo! Eso es algo que está muy bien, pero «¡a Dios rogando y con el mazo dando!».

Tenemos una total incapacidad de ser capaces de dejar que las cosas sucedan. Ello no quiere decir que no necesitemos entrenamiento o disciplina, que es algo muy importante, pero cada disciplina que aprendemos, tanto artística como científica, siempre deberá estar subordinada a nuestra espontaneidad . Fundamentalmente, la disciplina siempre deberá estar disponible para algo que no sepamos hacer o controlar. Por ejemplo, he estudiado técnica de escritura y oral durante bastantes años, pero nunca sé qué voy a decir a continuación. Ocurre o no ocurre. Y es así porque está siendo hecho por algo sobre lo que no tengo control alguno. Por eso Sócrates solía decir que no era él quien hablaba de su filosofía sino un ser divino que hablaba a través de él.

Todo el mundo que es creativo a veces tiene la sensación de que existe otro organismo, y de que ellos son simplemente un secretario a través del que se manifiesta ese algo. Del mismo modo, cuando se alcanza un cierto grado de habilidad al interpretar un instrumento musical, se empieza a notar que es el instrumento el que toca. O, cuando se adquiere cierta facilidad al utilizar el pincel, sobre todo al escribir caracteres chinos, da la impresión de que el pincel es un ser encantado que se nos lleva y nos utiliza para escribir los caracteres. Al cantar, a veces se puede sentir como si la canción cantara al cantante. Se trata de la sensación de que sucede por sí mismo en lugar de hacerlo uno. Para eso es exactamente para lo que los chinos utilizan la frase,tzu-jan, «en sí mismo», por naturaleza. Tzu-jan es la sensación del mundo como algo que sucede en sí mismo. Yo no lo hago y, con todo, eso que no estoy haciendo es realmente yo. […]

Cuando Bankei dice «mente de Buda», se trata de su frase particular para designar el inconsciente. No se trata del inconsciente psicológico de Freud y Jung, sino del aspecto total de nosotros mismos, del que somos ignorantes, y que no aparece en la atención consciente porque permanece detrás. También dice que la mente de Buda de cada uno es inmaculada. Tengan cuidado con la palabra «inmaculada». En occidente, en la cristiandad, utilizamos palabras como «pura», «inmaculada», y «sin mácula», para decir asexual. Cuando se dice «bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios», la mayoría piensa que una persona de mente pura es alguien que no dice chistes verdes o que carece de pensamientos lascivos. Puro, cátharo en griego, significa claro. El significado aquí es puro como el espacio, que quiere decir claro como un espejo o un cristal.

Un espejo reflejará montones de basura y toda clase de obscenidades, pero eso no afecta al espejo. Chuang-tzu dice sobre el espejo: «No se aferra a nada, no rechaza nada. Recibe pero no guarda; por lo tanto, nunca se mancha. No tiene color, por lo que puede reflejar todos los colores». La mente de Buda es como un espejo; todo lo que hacemos es reflejo en ella, y todo lo que hacemos se refleja en ella. Si nos preocupamos acerca de un reflejo, podemos estar seguros de extraviarnos. Nuestros pensamientos no están anclados muy profundamente. Aparecen desde los bajíos de la mente. Escribe Bankei:

Recordad que todo lo que veis y oís se refleja en la mente de Buda y es influido por lo que anteriormente fue visto y oído. No es necesario decir que los pensamientos no son entidades. Si permitís que aparezcan, se reflejarán a sí mismos, o cesarán de pronto, como suelen hacer; si no os preocupáis por ellos, nunca os perderéis. Así que dejad que cien, mil pensamientos aparezcan, y será como si no hubiese aparecido ninguno, y siempre permaneceréis tranquilos.

Está diciendo, «entiéndalo», que el pasado que usted recuerda y al que reacciona de una u otra forma, simplemente no está. Gran parte de las discusiones entre las personas son acerca de cosas que no suceden. Son sobre cosas que han sucedido o pueden suceder, pero no sobre cosas que están sucediendo. Resulta absolutamente fascinante, como técnica psicoterapéutica, traer a alguien al presente y decir: «¿Dónde le duele? ―sobre todo si se trata de dolor psicológico―. ¿Dónde está? ¿Cómo es? Dígame, ¿tiene algún problema en este momento?» La gente empieza a buscar y no puede encontrar la maldita cosa.

Es como la famosa historia sobre Bodhidharma y Hui-k’e, su discípulo. Hui-k’e sentía tanta determinación por alcanzar la verdad del zen de Bodhidharma que se cortó el brazo izquierdo y se lo presentó a Bodhidharma diciendo:

Ésta es la prueba de mi sinceridad. Y Bodhidharma finalmente dijo: ―Muy bien, muy bien, ¿qué es lo que te preocupa?.
Hui-k’e respondió: ―No tengo paz en mi mente, por favor, pacifícala.
Y Bodhidharma le dijo: ―Muéstrame tu mente y la pacificaré.
Hui-k’e replicó: ―Cuando la busco no la encuentro».
Y Bodhidharma dijo: ―Entonces es que ya está pacificada.

Fundamentalmente, ésa es la manera de operar zen. Trate de encontrar ese ego con el que tantos problemas tiene, que teme perder al morir. Encuéntrelo, señálelo, sáquelo fuera. ¿Dónde está? ¿Cuál es el problema? Lo buscamos y no podemos encontrarlo porque es una abstracción. Es algo que existe en un mundo de palabras y símbolos, y que no cuenta con realidad física alguna.

Dice Bankei en otro pasaje:

Lo único que le digo a mi gente es que permanezca en la mente de Buda. No hay reglas, ni disciplinas formales. Sin embargo, han acordado entre ellos sentarse en zen, es decir, practicar zazen, diariamente, durante un período de dos barras de incienso. De acuerdo, que lo hagan. Pero deben entender que la no nacida mente de Buda no tiene absolutamente nada que ver con sentarse con una barra de incienso enfrente.

Si uno permanece en la mente de Buda sin extraviarse, ya no habrá satori que buscar. Tanto si está despierto como dormido, será un Buda viviente.

Zazen significa una sola cosa: sentarse tranquilamente en la mente de Buda. Pero en realidad la vida de cada día de cada uno debería ser en su totalidad como sentarse en Zen. Incluso durante el período de sentarse formalmente, hay que abandonar el propio cojín para atender lo que sea. Después de todo, es algo natural. No se puede dormir todo el día, así que nos levantamos; no podemos caminar todo el día, así que nos sentamos en zen. Aquí no hay reglas obligatorias.

Muchos maestros utilizan estratagemas para enseñar y parecen valorarlas por encima de todo. No pueden alcanzar la verdad directamente. Son poco más que ciegos locos.

Otra de sus tonterías es sostener que, según el zen, a menos que se tenga una duda que haya que aplastar, no se es bueno para nada. Claro está que eso fuerza a la gente a tener dudas. No, ellos nunca enseñan la importancia de permanecer en la mente de Buda carente de nacimiento. Harían de ella un montón de dudas; ése es un gran error. […]

Bankei trataba de decir: «Mirad, no existe una forma fija de practicar zen. Todo es práctica zen, todo es meditación. Lo esencial es comprender que se puede depender de ese vasto aspecto de uno mismo del que no se conoce nada. Ésa es la mente de Buda». Lo mismo es cierto con respecto a toda religión y filosofía. Los seguidores de la ciencia cristiana, por ejemplo, dicen que si tenemos fe nos curaremos. Pero entonces la fe se convierte en algo que hay que tener. Bankei no dice eso, y por ello resulta tan importante. Está diciendo que se pueden tener todas las dudas que se quieran, y toda la desconfianza que se quiera en el yo más profundo, pero que no pongamos la fe en ello porque eso no implica la más mínima diferencia. Uno de los caminos dice: para llegar a algo, existe algo especial que debe hacerse, tanto si es algo concreto como si es abandonarse; la otra parte dice: no, no hay nada que debas hacer porque ya lo eres. Ya somos esa cosa funcionando, la energía cósmica danzando en forma de usted. Desde un particular y personal punto de vista puede estar haciendo bien o mal, pero no hay nada que se pueda hacer para hacerlo de otra manera. Es como caminar sobre el suelo y que el suelo le sostenga. Está en completa libertad para suponer que se vendrá abajo en cualquier momento, pero lo cierto es que todavía le está aguantando.

( Extractos del Capítulo 5 de La vida como juego )
http://www.advaitainfo.com/charlas/usted-es-no-nacido.html

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