Orígenes de la diversidad de la población europea moderna

La revista “Nature” acaba de publicar un artículo de síntesis sobre el ADN de 230 individuos, que vivieron en el oeste de Eurasia hace entre 6.500 y 300 años. Se trata del trabajo más completo realizado hasta el momento de esta población, que ha necesitado la colaboración de varios Departamentos universitarios y hospitalarios de medio mundo, así como del apoyo de los responsables de numerosos yacimientos arqueológicos. En la muestra estudiada figuran restos de dos yacimientos de la península Ibérica comprendidos entre 4.200 y 5.900 años. Uno de esos yacimientos, la cueva del Mirador, se encuentra en la sierra de Atapuerca. El yacimiento de esta cueva y el de la cueva del Portalón (también en la sierra de Atapuerca) están aportando una información muy valiosa sobre el genoma de los pobladores del Holoceno de la península Ibérica.

Resto esquelético de una mujer joven en el yacimiento de el Mirador, sierra de Atapuerca, que forma parte del estudio del ultimo estudio en la revista “Nature”

Los 230 genomas han sido comparados con la base de datos que comparten varios laboratorios sobre los cazadores y recolectores, que vivieron en Europa y el suroeste de Asia hace entre 7.000 y 8.000 años, antes de que el la cultura neolítica dominara por completo el paisaje de estas regiones y nos transformáramos en agricultores y ganaderos.

El trabajo publicado en “Nature” contiene números tecnicismos, propios de un ámbito tan complejo como la genética de poblaciones del pasado. Su alcance, como proyecto de largo recorrido y nivel global, trata de conocer más detalles de la compleja dinámica de las poblaciones de nuestra especie en su expansión por el del planeta durante más de 100.000 años. Pero podemos extraer algunas de la conclusiones más interesantes de este trabajo. Por ejemplo, ya se puede afirmar que la base esencial de la población europea actual tiene tres componentes: 1-cazadores y recolectores del Mesolítico, descendientes de los primeros colonos de Homo sapiens que poblaron Europa hace unos 40.000 años; 2- agricultores, procedentes en su mayoría del llamado Creciente Fértil del suroeste de Asia (uno de los centros más importantes del Neolítico del planeta); y 3- pastores de las tribus Yamnaya, desarrolladas en Siberia y la regiones situadas al norte del mar Negro durante la edad del cobre (Calcolítico) y la edad del bronce. La diversidad europea actual (y sus diferentes lenguas) está condicionada por la mayor o menor influencia de estas poblaciones. De ahí que ahora seamos capaces de distinguir a un grupo de escandinavos de un grupo procedente de algún país del Mediterráneo.

Posibles movimientos de agricultores y ganaderos desde el suroeste de Asia hacia Europa durante el Holoceno.

Pero es muy conveniente aclarar que nuestra diversidad también ha estado condicionada por la selección de los alelos de ciertos genes. Esa evolución -que continúa en la actualidad y tal vez de manera mucho más rápida de lo que podamos pensar-, junto con la migraciones y el mestizaje ha sido una fuente muy importante de la diversidad actual de la especie Homo sapiens en todo el planeta. Los principales responsables del artículo de “Nature” han centrado su atención en genes relacionados con la pigmentación de la piel, la estatura, la inmunidad y la intolerancia a ciertos alimentos.  Por ejemplo, en los últimos 7.000 años la selección natural ha posibilitado que seamos capaces de tolerar el consumo de las proteínas de los cereales más comunes: trigo, cebada, centeno y avena. Gracias a ello hemos cambiado nuestro modo de alimentarnos. Ya sabemos que las personas celíacas no toleran esas proteínas y tienen que recurrir a una dieta adecuada libre de gluten. La prevalencia de este problema empieza a conocerse hoy en día, pero puede ser mayor de lo que podemos imaginar. Lo mismo sucede con la intolerancia a la lactosa. Además, esa intolerancia tiene una gradación difícil de cuantificar. El hecho de que cambiáramos la dieta de una manera tan rápida no ha podido recibir una respuesta tan rápida de la selección natural y, además, podemos recurrir a soluciones alternativas a la dieta más común basada en cereales y leche de otros animales.

Por otro lado, el estudio de “Nature” nos muestra una selección muy rápida en la pigmentación de la piel. Una gran mayoría de los genes europeos proceden del suroeste de Asia, por lo que la selección de aquellos alelos que condicionan una piel más clara y proclive a conseguir más fácilmente rayos UV ha sido necesaria en regiones donde apenas luce el sol, una de las fuentes más importantes de vitamina D. La estatura -que tiene un componente ambiental muy importante- también ha experimentado una selección diferencial. Resulta sorprendente que esa selección haya producido un gradiente tan notable entre las poblaciones del norte de Europa, con una mayor influencia de las tribus Yamnaya, y las poblaciones de sur de Europa, que muestran una mayor influencia de los pueblos neolíticos procedentes del suroeste de Asia.

Son solo algunos ejemplos de lo que el estudio del genoma obtenido en yacimientos de cierta antigüedad nos irán revelando en futuros estudios. Los restos esqueléticos de esos yacimientos solo nos habían ofrecido una parte muy pequeña de toda la información potencial que contenían. Es por ello que en próximos años se prestará mucha más atención y un cuidado exquisito en la excavación de estos yacimientos, donde el ADN se extraerá de manera sistemática. Ese ADN es un verdadero tesoro para la ciencia y para todos nosotros. Solo así comprenderemos mejor muchas las cuestiones que nos interesan sobre nuestra diversidad en el lenguaje, la fisonomía y la prevalencia de ciertas carencias genéticas de las poblaciones actuales de diferentes regiones del planeta.

Orígenes de la diversidad de la población europea moderna

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