Señor, ten a bien darme
un alma que desconozca
el aburrimiento, que desconozca
las murmuraciones, los suspiros
y las lamentaciones;
y no permitas que me
preocupe demasiado
en torno de ese algo
que impera tanto, y
que se llama yo…
Obséquiame
con el sentido del humor.
Concédeme la gracia
de entender las bromas,
para que pueda conocer algo
de felicidad, y sea capaz
de donársela a otros.
Amén
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