Adriana – El Arte de Vivir – Jiddu Krishnamurti

PapaNoel+Reno
Krishnamurti
El Arte de Vivir

Parte 1, Capítulo 1

Me pregunto por qué reciben ustedes educación. ¿Lo saben? Tan pronto tienen edad suficiente, sus padres les envían a la escuela, ¿pero saben ustedes por qué van a la escuela? Todo lo que ustedes y sus padres saben es que deben ir a la escuela y educarse.
Ahora bien, ¿qué significa que a uno le eduquen? ¿Alguna vez han pensando al respecto? ¿Significa meramente aprobar exámenes para que más tarde puedan casarse, tener alguna clase de empleo y continuar en ese empleo, les guste o no, por el resto de sus vidas? ¿Es eso la educación?
Asisten a diversas escuelas donde se les educa, o sea, que aprenden matemáticas, historia, geografía, ciencia y demás. ¿Por qué? ¿Se lo han preguntado alguna vez? ¿Es meramente para que después se ganen la vida? ¿Es ése el propósito de la educación? ¿Es la educación tan sólo un asunto de rendir exámenes y poner unos cuantos títulos junto a sus nombres, o es algo por completo diferente?
Si miran a su alrededor, verán en qué espantosa confusión se encuentra el mundo. ¿Ven al pobre que tiene muy poco para comer, que carece de días festivos y debe trabajar día tras día, de la mañana a la noche, mientras los padres de ustedes acuden al club en lujosos automóviles y allí se divierten? Ésa es la vida, ¿verdad? Están el pobre y el rico, los enfermos y los que gozan de buena salud, y en todo el mundo hay guerras, desdichas, toda clase de infortunios. ¿Acaso no deberían ustedes reflexionar sobre estas cosas mientras son jóvenes? Pero ya ven, en sus escuelas no les ayudan a prepararse para afrontar esa vasta extensión de la vida con sus extraordinarias luchas, desdichas, sufrimientos, guerras… nadie les habla sobre todo esto. Sólo les comunican los hechos desnudos, pero eso no es suficiente, ¿verdad?
Por cierto, la educación no está sólo para capacitarles a fin de que puedan conseguir un empleo; es algo que debe ayudarles a prepararse para la vida. Podrán convertirse en un oficinista, un gobernador, un científico, pero eso no es la totalidad de la vida.
Hay toda clase de cosas en la vida. La vida es como el océano. El océano no es sólo lo que vemos en la superficie, ¿verdad? Es tremendamente profundo, tiene corrientes enormes y está atestado con todo tipo de vida, con múltiples variedades de peces, el grande viviendo del pequeño. Todo eso es el océano; y así ocurre con la vida, en la cual hay toda clase de goces, de placeres, dolores, invenciones extraordinarias, innumerables sistemas de meditación y la búsqueda colectiva de la felicidad. La vida es todo eso, pero ustedes no están preparados para ella. En la escuela nadie les habla acerca de todas esas cosas. Hay demasiados chicos y chicas en cada clase, y el maestro sólo se interesa en que pasen los exámenes, no se interesa en el esclarecimiento de sus mentes. Pero la educación, obviamente, no es un proceso de atiborrar sus mentes con información. Si saben leer pueden tomar cualquier enciclopedia y obtener la información que desean. Pienso, pues, que la educación es algo por completo diferente del mero aprendizaje de ciertos hechos y de la aprobación de unos cuantos exámenes.
Vean, mientras tengamos miedo, no estamos educados. ¿Saben qué es el miedo? Todos ustedes saben que temen: los niños temen, los adultos temen, todos temen; y en tanto tengamos miedo, no estaremos educados, careceremos de inteligencia. De modo que la educación no consiste meramente en atestar la mente con información sino en ayudar al estudiante a comprender sin miedo esta gran complejidad de la vida.
Ustedes sienten temor de sus maestros, de sus padres, del hermano mayor, de la tía o de alguna otra persona, ¿no es así? Los mayores tienen el poder de castigarles, de apartarles o de pedirles que permanezcan en su propia habitación; y así, tanto en la escuela como en la casa, se nos educa continuamente en el miedo. Nuestra vida es moldeada por el miedo y, desde la infancia hasta que morimos, estamos atemorizados. ¿Y saben lo que el miedo hace? ¿Alguna vez se han observado cuando tienen miedo, cómo se les aprieta el estómago, cómo transpiran, cómo tienen pesadillas? No les gusta estar con personas que les atemorizan, ¿verdad? Quieren escapar de ellas como un animal que se siente amenazado. Y ya ven, con ese miedo asistimos a la escuela y al colegio, y cogiese miedo dejamos el colegio para encontramos con esta cosa extraordinaria, esta vasta corriente con su enorme profundidad a la que llamamos vida. Me parece, pues, que lo que tiene importancia primordial en la educación es ver que en ella se nos eduque para que estemos libres del miedo; porque el miedo embota nuestras mentes, mutila nuestro pensar, contribuye a la oscuridad, y en tanto vivamos con miedo no crearemos un mundo nuevo. ¿Comprenden de qué estoy hablando, o es algo de lo que jamás han oído antes?
¿Saben?, en el mundo exterior a nuestra propia familia, a nuestro propio hogar, en el mundo que está más allá de Bombay, en Europa, América y Rusia están preparando instrumentos de enorme destrucción. El mundo está pasando por una fase terrible y todos los políticos, todos los gobernantes están muy confundidos aunque digan que no lo están, porque siempre se hallan en guerra, siempre hay alguna clase de infortunio. De modo que el mundo al presente no es algo hermoso, no es un lugar feliz donde vivir; y si a ustedes, que son muy jóvenes, no se les educa correctamente, es obvio que crearán un mundo igualmente infeliz, igualmente desdichado y confuso. ¿No es, por lo tanto, muy importante descubrir de qué modo se les educa a fin de que puedan crear una clase de mundo por completo diferente? Un mundo en el que puedan vivir juntos dichosamente, en el cual no existan el rico y el pobre, ni los grandes políticos que poseen todo el poder, la posición, el atractivo, ni los que carecen de todo privilegio, que nada tienen en la vida y deben trabajar incesantemente hasta que mueran.
Son ustedes los que tendrán que crear un mundo nuevo, no los adultos, porque éstos están haciendo del mundo una confusión espantosa. Pero si se les educa correctamente, podrán crear un mundo nuevo. Está en sus manos, no en manos de los políticos o de los sacerdotes. Si se les educa apropiadamente crearán un mundo maravilloso, no un mundo indio o europeo, sino un mundo que será nuestro, de ustedes y mío, un mundo en el cual todos viviremos juntos dichosamente. Y yo les aseguro que la creación de un mundo semejante depende de ustedes y de nadie más; por eso es muy importante el modo como se les eduque y la clase de maestros que tengan. Si el maestro está atemorizado, tendrá estudiantes también atemorizados. Si el maestro es estrecho de miras, trivial, mezquino y sólo está transmitiéndoles información, entonces también ustedes tendrán mentes muy mezquinas y crecerán sin comprender qué es la vida.
Es, por lo tanto, esencial que se les eduque apropiadamente, lo cual implica que han de desarrollarse en libertad; y no pueden ser libres si tienen miedo de sus padres, si temen a la opinión pública, a lo que podría decir la abuela. Si sienten temor jamás podrán ser libres. Y pueden advertir en las escuelas que los maestros no han reflexionado sobre este problema del temor; porque en el momento en que se ejerce sobre ustedes cualquier tipo de compulsión para obligarles a que hagan algo, ya sea mediante la así llamada amabilidad o mediante un sistema de disciplina, ello crea inevitablemente temor. Si yo soy el maestro y, a fin de hacer que alguno de ustedes estudie, lo comparo con otro estudiante diciéndole que no es tan inteligente como el otro, lo estoy destruyendo, ¿no es así? En nuestras escuelas actuales tenemos exámenes, los cuales engendran temor, y también tenemos sistemas de clasificaciones que implican comparar siempre a un estudiante con otro; por eso se considera importante al chico o a la chica hábil, no al estudiante como individuo. El estudiante que es muy sagaz en sus estudios, que tiene una peculiar capacidad para aprobar sus exámenes, puede ser estúpido en otros sentidos y probablemente lo es.
Poner notas, clasificar, comparar y cualquier forma de compulsión, ya sea por medio de la amabilidad o de las amenazas, engendran temor; y es a causa de que nos hallamos presos en este temor mientras somos jóvenes, por lo que luchamos en medio del temor por el resto de nuestra vida. Los adultos, por su actitud hacia la vida, crean una forma de educación que es meramente una repetición de lo viejo, de modo que no puede haber una manera diferente de vivir. Por eso me parece muy importante que reflexionen sobre estas cosas mientras aún son muy jóvenes. Aunque no comprendan lo que estoy diciendo, deben interrogar sus maestros acerca de esto -si ellos lo permiten- y ver si pueden estar realmente libres de temor. Cuando no temen, estudian mucho mejor. Cuando sientan que no se les obliga a hacer algo, descubrirán qué es lo que les interesa, y entonces por el resto de sus vidas harán algo que realmente aman, lo cual es mucho más importante que volverse un desdichado oficinista porque uno necesita tener un empleo. Hacer algo porque nuestros padres nos dicen que tenemos que hacerlo o porque la sociedad lo exige no tiene ningún sentido; mientras que si aman realmente hacer algo con sus manos o con la mente, entonces gracias a ese amor crearán un mundo nuevo. Pero no pueden crear un mundo nuevo si están atemorizados; por lo tanto, mientras son jóvenes tiene que haber en ustedes un espíritu de rebelión.
¿Entienden qué es la rebelión? A medida que van creciendo desde la infancia a la edad adulta, la vida presiona sobre ustedes en la forma de padres, maestros, tradición, vecinos, la cultura de la sociedad en que se crían, etcétera; todo eso les encierra como en una prisión y les obliga a hacer lo que «eso» quiere, de modo que jamás son ustedes mismos. ¿No es, entonces, fundamental que la educación les ayude a ser libres de modo que puedan pensar y vivir sin miedo y, de esa manera, sepan por sí mismos qué es el amor? Si sus padres les amaran realmente producirían esta clase de educación, verían que fueran ustedes libres para crecer sin miedo, para ser felices. Pero hay muy pocos padres así en el mundo, porque la mayoría de los padres dice que el niño debe hacer esto y no hacer aquello, que debe ser como su padre: un abogado, un policía, un comerciante o lo que fuere.
Es realmente muy difícil comprender estos problemas tan complejos, y a medida que vamos creciendo podemos comprenderlos sólo cuando hay inteligencia. La inteligencia debe llegar a nosotros mientras somos jóvenes, lo cual implica que el maestro mismo debe comprender primeramente todo esto. Pero hay muy pocos maestros que lo comprendan, porque para la mayoría de ellos la enseñanza es meramente un trabajo. No pueden conseguir otro trabajo donde podrían ganar más dinero, por eso dicen: «La enseñanza es un buen trabajo», lo cual significa que no están interesados ni en educarles a ustedes ni en la educación misma.
Por lo tanto, cada uno de ustedes, niño o niña, tiene que averiguar la verdad de todo esto, no pueden ser meramente amansados como animales domésticos. Espero que comprendan de qué estoy hablando, porque todo esto es realmente muy difícil y requiere muchísima reflexión por parte de ustedes. El mundo se está desintegrando, se desmorona, hay guerras, hambre y desdicha; y la creación de un mundo nuevo está en manos de ustedes. Pero no pueden crear un mundo nuevo si en ustedes no alienta el espíritu de rebelión, y no pueden tener este espíritu de rebelión en tanto hay miedo, porque el miedo mutila la inteligencia.
Interlocutor: Yo tengo todo lo que puede hacerme feliz, mientras que otros no lo tienen. ¿Por qué es así?
Krishnamurti: ¿Por qué piensas que es así? Puede que tengas buena salud, padres amables, un buen cerebro; por lo tanto, piensas que eres feliz. Mientras otro, que está enfermo, cuyos padres son rudos y que no tiene un cerebro demasiado bueno, siente que es desdichado. Ahora bien, ¿por qué es esto así? ¿Por qué eres feliz mientras algún otro es desdichado? ¿Consiste la felicidad en tener riquezas, automóviles, buenas casas, alimentación pura, padres amables? ¿A eso es a lo que llamas felicidad? ¿Y desdichada es la persona que no tiene ninguna de estas cosas? Entonces, ¿qué entiendes por felicidad? Es importante averiguarlo, ¿verdad? ¿Consiste la felicidad en comparar? Cuando dices: «Soy feliz», ¿acaso tu felicidad nace de la comparación? ¿Comprendes de qué estoy hablando o esto es demasiado difícil?
¿No has escuchado a tus padres decir: «Fulano de tal no es tan próspero como nosotros»? La comparación nos hace sentir que tenemos algo, nos provoca un sentimiento de satisfacción, ¿no es así? Si uno es hábil y se compara con alguno que no lo es, se siente muy feliz. 0 sea, pensamos que somos felices a través del orgullo, de la comparación; pero el hombre que se siente feliz comparándose con otro que tiene menos es un ser humano de lo más desdichado, porque siempre habrá alguien por encima de él que tenga más; y así prosigue eso una y otra vez. Ciertamente, la comparación no es felicidad. La felicidad es por completo diferente; no es cosa que pueda buscarse. La felicidad llega cuando estamos haciendo algo que amamos de verdad, y no porque lo que hacemos nos dé riquezas o haga de nosotros una persona destacada.
Interlocutor: ¿Cuál es el modo de librarnos del miedo que tenemos?
Krishnamurti: En primer lugar tienes que saber qué es lo que temes, ¿no es así? Puedes tener miedo de tus padres, de los maestros, de no aprobar un examen, de tu hermana, de tu hermano, de lo que podría decir tu vecino; o quizá tengas miedo de no ser tan bueno o tan inteligente como tu padre, quien tiene un gran nombre. Hay muchas clases de miedo, y uno tiene que saber de qué tiene miedo.
Entonces, ¿sabes de qué tienes miedo? Si lo sabes, no escapes de ese miedo, antes bien descubre por qué temes. Si quieres saber cómo librarte del miedo, no debes escapar de él, tienes que afrontarlo; y el hecho mismo de afrontarlo te ayuda a librarte de él. En tanto estamos escapando del miedo no lo miramos; pero en el instante en que nos detenemos y miramos el miedo, éste comienza a disolverse. El propio escapar es la causa del miedo.
Ustedes deben estar hirviendo de preguntas, pero tal vez son tímidos. ¿Puedo yo formularles una pregunta a ustedes? ¿Qué quieren ser cuando sean mayores? ¿Lo saben? Por supuesto, para las niñas es simple, quieren casarse, eso está entendido; pero aun si se casan, ¿qué quieren hacer?
¿Son ustedes ambiciosos? ¿Saben qué es la ambición? Es el deseo de llegar a ser alguien, ¿no es así? El hombre que tiene un ideal y dice: «Voy a ser como Rama, Sita o Gandhi», sigue siendo ambicioso. ¿Son ustedes ambiciosos de algún modo? Entonces, ¿qué es lo que eso significa? ¿Por qué son ambiciosos? Esto puede ser un poco difícil, pero es uno de los problemas de la vida y deben pensar al respecto. Les diré por qué. Todos somos ambiciosos; cada cual es ambicioso a su propia manera. ¿Y saben lo que eso hace? Es la causa de que estemos el uno contra el otro. Estamos siempre luchando por ser ricos, famosos, por ser más hábiles que otros; yo quiero ser más grande que tú y tú quieres ser más grande que yo. Por lo tanto, la ambición significa en realidad tratar de ser algo que no somos. ¿Y qué es lo importante? ¿Tratar de ser algo que no somos o comprender lo que somos? Ciertamente, primero tenemos que miramos a nosotros mismos y empezar a comprender lo que somos.
Vean, casi todos nosotros somos idealistas, y los idealistas son unos hipócritas porque siempre están tratando de llegar a ser algo que no son. Si soy estúpido y me esfuerzo por ser ingenioso, todos piensan que eso es espléndido. Pero una persona estúpida, por mucho que pueda utilizar los trucos del ingenio, no por eso se volverá inteligente. Mientras que si sé que soy estúpido, entonces ese mismo saberlo es el comienzo de la inteligencia, la cual es mucho mejor que el mero ingenio. ¿Comprenden?
Si no soy muy listo, ¿qué es lo que generalmente ocurre? En la escuela me ponen al final de la clase, y es vergonzoso que el maestro haga tal cosa, porque soy tan importante como cualquier otro. Es estúpido por parte del maestro mantenerme al final de la clase comparándome con los estudiantes listos, porque al compararme me está destruyendo.
Pero el comparar es la base de nuestra así llamada educación y de toda nuestra cultura. El maestro está diciendo siempre que debes ser tan bueno como tal o cual estudiante, de manera que te esfuerzas por ser tan listo como ellos. ¿Y qué es lo que ocurre contigo? Te atormentas más y más, te enfermas físicamente, te desgastas mentalmente. Mientras que si el maestro no te compara con nadie sino que dice: «Mira, chico, sé tu mismo. Averigüemos qué es lo que te interesa, cuáles son tus capacidades. No imites, no trates de ser como Rama, Sita o Gandhi; sé lo que eres y empieza desde ahí», si el maestro dice eso, entonces el importante eres tú, no algún otro. El individuo es el importante, y al comparar al estudiante con alguien que es más listo, el maestro lo está desestimando, empequeñeciendo, mostrando que es más estúpido. Es función del maestro ayudarles a descubrir lo que es cada uno de ustedes, y no puede ayudarles a que hagan eso si les compara con algún otro. La comparación los destruye, de modo que no se comparen con otro. Uno es tan bueno como cualquiera. Comprenda cada uno de ustedes lo que es, y a partir de ahí empiece a descubrir cómo ser plenamente, más libremente, más expansivamente lo que es.
Interlocutor: Usted dijo que si los padres amaran realmente a sus hijos, no les impedirían hacer cosa alguna. Pero si el hijo no quiere ser limpio o come algo que es malo para su salud, ¿no debemos impedírselo?
Krishnamurti: No creo haber dicho jamás que si los padres amaran a sus hijos les dejarían hacer exactamente lo que a éstos se les antoje. Ésta es una cuestión muy difícil, ¿verdad? Después de todo, si amo a mi hijo veré que él no tenga motivo alguno para sentir miedo, lo cual es algo extraordinariamente difícil de hacen Como dije, para estar libre de miedo, el niño no debe ser comparado con ningún otro ni debe ser sometido a exámenes. Si amo al hijo le daré libertad, no para hacer lo que le plazca -porque hacer meramente lo que a uno le place es estúpido-, sino libertad en la que pueda cultivar la inteligencia; esa inteligencia le dirá entonces lo que tiene que hacer.
Para que haya inteligencia tiene que haber libertad, y uno no puede ser libre si es constantemente exhortado a volverse como algún héroe, porque entonces el importante es el héroe y no uno. ¿No experimentan ustedes dolores de estómago cuando tienen exámenes? ¿No se sienten nerviosos, ansiosos? Cuando año tras año tienen que enfrentarse a la experiencia penosa de los exámenes, ¿no saben lo que eso les hace por el resto de sus vidas? Los adultos dicen que los niños deben desarrollarse sin temor, pero eso no significa absolutamente nada, se trata meramente de un montón de palabras, porque ellos mismos están cultivando su temor al someterles a los exámenes y al compararles con algún otro.
Otra cosa que realmente debemos discutir es lo que llamamos disciplina. ¿Saben lo que entiendo por disciplina? Desde la infancia se les dice lo que deben hacer, y ustedes tienen que hacerlo alegremente. Nadie se toma la molestia de explicarles por qué tienen que levantarse temprano, por qué tienen que estar limpios. Los padres y los maestros no les explican estas cosas porque no tienen ni el amor ni el tiempo ni la paciencia; dicen meramente: «Hazlo o te castigaré». Así, la educación tal como la conocemos, es la instalación del temor. ¿Y cómo puede ser inteligente la mente de ustedes cuando hay temor? ¿Cómo pueden sentir amor o respeto por la gente cuando están atemorizados? Puede que 14 respeten» a las personas que tienen grandes apellidos, automóviles costosos; pero al sirviente no le respetan, sólo lo patean. Cuando llega un gran hombre todos lo saludan y tocan sus pies, y a eso lo llaman respeto; pero no es respeto, es el temor el que hace que toquen sus pies. Ustedes no tocan el pie del pobre coolie, ¿verdad? Con él no son respetuosos porque él no puede darles nada. De modo que nuestra educación no es nada más que el cultivo o fortalecimiento del temor. Esto es algo terrible, ¿no es así? Y en tanto haya temor, ¿cómo podemos crear un mundo nuevo? No podemos. Por eso es muy importante que comprendan este problema del temor mientras son jóvenes, y para todos nosotros es importante ver que seamos educados verdaderamente sin temor.
Interlocutor: ¿No es importante tener ideales en la vida?
Krishnamurti: Es una buena pregunta, porque todos ustedes tienen ideales. Tienen el ideal de la no violencia, el ideal de la paz o el ideal de una persona como Rama, Sita o Gandhi, ¿no es cierto? ¿Qué es lo que eso significa? Que lo importante no eres tú, sino que el ideal es muy importante. Rama es tremendamente importante, pero no un pobre tipo como tú, de modo que le imitas. Todo lo que les interesa es copiar, ya sea a una persona o una idea. Como dije, un idealista es un hipócrita porque está siempre tratando de llegar a ser lo que no es, en vez de ser y comprender lo que es.
Vean, el problema del idealismo es realmente muy complejo, y ustedes no lo comprenden porque jamás se les ha alentado para que reflexionen al respecto; nadie ha hablado nunca de eso con ustedes. Todos sus libros, todos sus maestros, todos los diarios y revistas dicen que deben tener ideales, que deben ser como este héroe o aquel otro, lo cual sólo hace que la mente sea como un mono que imita o como un disco fonográfico que repite un montón de palabras. Por lo tanto, no tienen que aceptar, sino empezar a cuestionarlo todo y descubrir, y no pueden cuestionar si internamente están llenos de temor. Cuestionarlo todo significa hallarse en estado de rebelión, lo cual implica crear un mundo nuevo. Pero ya lo ven, sus maestros y sus padres no quieren que se rebelen, porque desean controlarles, desean formarles y moldearles según sus propios patrones de existencia; y así la vida continúa siendo una cosa fea.
Interlocutor: Si somos pequeños, ¿cómo podemos crear un mundo nuevo?
Krishnamurti: No pueden crear un mundo nuevo si son pequeños. Pero no van a ser pequeños por el resto de sus vidas, ¿verdad? Serán pequeños si tienen miedo. Podrán tener un cuerpo grande, un automóvil grande, una alta posición social, pero si internamente están atemorizados, jamás crearán un mundo nuevo. Por eso es muy importante que se desarrollen con inteligencia, sin miedo, en libertad. Pero desarrollarse en libertad no significa disciplinarse para ser libre.
Interlocutor: ¿Cuál debería ser el sistema de educación para hacer que el niño no sienta temor?
Krishnamurti: Un sistema o método implica que a uno le digan lo que debe hacer y cómo debe hacerlo. ¿Hará eso que uno no sienta temor? ¿Puede uno ser educado con inteligencia, sin temor, sin ninguna clase de sistema? Cuando somos jóvenes debemos tener libertad para crecer; pero no hay un sistema que nos haga libres. Un sistema implica hacer que la mente se ajuste a un patrón, ¿verdad? Significa encerramos dentro de una estructura que no nos da libertad. En el momento en que confiamos en un sistema no nos atrevemos a salir de él, y entonces el pensamiento mismo de salimos del sistema engendra temor. Por lo tanto, en realidad no hay sistema de educación. Lo importante son el maestro y el estudiante, no el sistema. Después de todo, si quiero ayudarles a que se liberen del temor, yo mismo debo estar libre de temor. Entonces tengo que estudiarles, tengo que tomarme el trabajo de explicárselo todo y decirles lo que es el mundo; y para hacer todo esto tengo que amarles. Como maestro, he de sentir que cuando dejen la escuela o el colegio lo hagan exentos de temor. Si realmente siento eso, puedo ayudarles a que se liberen del temor.
Interlocutor: ¿Es posible conocer la calidad del oro sin someterlo a algún tipo especial de prueba? Del mismo modo, ¿puede conocerse la capacidad de cada niño sin alguna clase de examen?
Krishnamurti: ¿Conoce usted realmente la capacidad del niño por medio del examen? Un niño puede fallar porque está nervioso, temeroso del examen, mientras que otro puede pasar fácilmente porque el examen le afecta menos. En cambio, si usted observa a cada niño, semana tras semana, si observa su carácter, el modo como se comporta en sus juegos, cómo habla, el interés que demuestra, cómo estudia, la comida que come, etc., comenzará a conocer al niño sin necesitar exámenes que le digan de qué es él capaz. Pero nunca hemos pensado acerca de todas estas cosas.
Interlocutor: Señor, ¿cuál es su idea de un mundo nuevo?
Krishnamurti: No tengo ninguna idea acerca del mundo nuevo. El mundo «nuevo» no puede ser nuevo si tengo una idea acerca de él. Esto no es sólo una declaración ingeniosa, es un hecho. Si tengo una idea al respecto, la idea nace de mi estudio y de mi experiencia, ¿no es así? Nace de lo que he aprendido, de lo que otras personas han dicho acerca de cómo debe ser el mundo nuevo. De modo que el mundo nuevo nunca puede ser nuevo si es una creación de la mente, porque la mente es lo viejo. Usted no sabe qué es lo que va a suceder mañana, ¿verdad? Podrá saber que mañana no habrá escuela porque es domingo, o que el lunes estará asistiendo a la escuela nuevamente; pero lo que va a ocurrir fuera de la escuela, qué clase de sentimientos va a experimentar, qué tipo de cosas va a ver, todo eso no lo sabe, ¿correcto? A causa de que no sabe qué va a ocurrir el día de mañana o a la mañana siguiente, cuando eso ocurre, es nuevo. Lo que importa es la capacidad para afrontar lo nuevo.
Interlocutor: ¿Cómo podemos crear algo nuevo si no sabemos qué es lo que queremos crear?
Krishnamurti: Es triste no saber lo que significa crear, ¿no es así? Cuando usted siente algo, puede poner en palabras lo que siente. Si ve un árbol hermoso, puede escribir un poema describiendo no el árbol, sino lo que el árbol ha despertado en usted. Ese sentir es nuevo, es la cosa creativa. Pero eso no puede producirlo, tiene que ocurrirle.
Interlocutor: ¿Deben los niños tomarse seriamente todas estas cosas? Y si lo hacen, ¿estarán libres alguna vez para divertirse?
Krishnamurti: ¿No eres serio ahora? Pero no puedes ser serio todo el tiempo, ¿verdad? No puedes jugar todo el tiempo o dormir todo el tiempo o estudiar todo el tiempo. Hay un tiempo para jugar y un tiempo para ser serio, y esta reunión intenta ser seria; pero si no quieres ser serio, está muy bien, nadie va a obligarte.

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