«¿Estás recibiendo energía negativa de los demás?»

Atardecer

En realidad, la energía no es negativa ni positiva, es simplemente energía. Y dicha energía proviene del TODO, es decir, todos estamos (nos guste o no) inmersos en ella.

En todo caso podríamos hablar de “energía funcional” y “energía disfuncional” o mejor aún, de energía de alta vibración” y “energía de baja vibración”, que serían términos mucho más académicos, hablando en términos parapsicológicos.

Pero sí es cierto que a veces nos rodean personas con “mala onda”, es decir, con energías no-funcionales o disfuncionales para nuestro propio sistema, vibraciones que no corresponden con las nuestras, y lamentablemente, eso nos afecta. Y nos contamina.

¿A quien responsabilizaremos de ello? Por supuesto que lo hacemos con esas personas. ¿Donde encontraremos al culpable de esa desagradable sensación? Fácil y rápidamente, sólo tenemos que ir a asomarnos… frente a un espejo. Allí veremos la cara del culpable…

Y seguramente aquí es donde quien lee va a pegar un salto en la silla y va a sentirse acusado injustamente, reaccionando con una dosis de alerta ante lo que está leyendo. Tranquilo, por favor, ya lo voy a explicar… ¿Me darás ese tiempo?

Bien, gracias. La energía proviene del TODO, si quieres, llámalo Dios, como gustes. La energía entonces nunca puede ser mala o buena, la energía ES. Algo así como que consideres bueno un cuchillo porque te ayuda a cocinar o malo porque puede matar a una persona. Es simplemente un cuchillo y depende de quien lo use y como lo use, sus efectos serán buenos o malos. Recordando que “bueno” y “malo” es una cuestión de la conciencia humana de cada quien, y solamente en este plano.

Entonces, probablemente culparás al maldito viento que te llena la casa de arena cuando dejas la puerta abierta; o culparás a la maldita puerta, sin ponerte a pensar en que si no abrieras la puerta, o si salieras por otra puerta colocada en distinta dirección que la del viento, la situación ya no sería la misma.

En este caso de la energía, es igual. No entra si no le abres la puerta. No llega si vibras más alto. No te afectará… a menos que te sintonices con ella, como si fueras una emisora de radio. Es energía, es vibración, y todo depende de la SINTONIA que emplees.

Por supuesto, si concentras tu atención en fijarte en la persona “que te tira mala onda”, si te enojas porque ves que se comporta de tal o cual manera desagradable (para tu manera de ver), o si le haces el juego y te sintonizas con él/ella y bajas a su nivel… entonces no puedes quejarte: le has abierto la puerta y esa persona, muy satisfecha, entrará por ella, tal como lo hace el viento.

¿La llave? Tanto la Oscuridad como la Luz tienen “llaves”, es decir “procedimientos” o “comportamientos” que dan los resultados que se buscan. ¿Y entonces, cuál es esa llave?

Muy sencillo, dejando de hacerte eco de tales energías “negativas”. Si pudieras aceptar y comprender que esa persona vibra bajo porque no sabe vibrar alto, no conoce, no comprende las ventajas de vibrar alto… entonces te situarías en otro escalón. Y sentirías compasión por ella en lugar de tanto disgusto.

La Oscuridad fue creada con una gran sabiduría, dado que ha sido un desprendimiento del TODO, pero sus sirvientes más bajos carecen de esa sabiduría y sólo entienden de la “receta”, es decir, que hacer daño es su satisfacción, su misión, sin cuestionarla. Esos lastimosos sirvientes oscuros son producto de su ignorancia y de su pobreza espiritual e intelectual.

No te coloques a su mismo nivel, porque entonces… te alcanzarán. Míralos con comprensión, acéptalos, da la vuelta y aléjate de ellos, y si eres capaz de vibrar alto, entonces sólo hazlo y verás como ellos son los que huyen de tu lado. No luches contra ellos, les darás aún más fuerza, porque ellos sólo pueden inspirarte bajas vibraciones.

No les hagas el juego, tienes que tener la sabiduría de comprender que ellos existen porque el TODO se lo permite y por eso, no juzgues que el TODO se ha equivocado, o que el TODO deja que las cosas malas pasen. No estás en condiciones ni siquiera de juzgarte a ti mismo, no eres lo suficientemente consciente para ello, porque aún estás aquí, en la materia, funcionando al 10% de tu conciencia real.

Ignóralos, respira hondo, busca la paz y el equilibrio para que no te alcancen, y si puedes, míralos con amor como a un hermano descarriado. Eso los desorientará y no sabrán qué hacer; la Luz los encandila como a las liebres en la noche. Los paraliza, los deja inertes, incapaces de reaccionar, y en ese caso, sólo atinarán a distanciarse, porque no entienden qué es lo que sucede.

Créeme que casi toda mi vida he luchado contra estas situaciones porque por fortuna me ha tocado estar rodeado de personas “negativas” (desde mi infancia, en mi propia familia), en el trabajo, en la facultad, en la calle.

Personas desagradables que yo mismo he elegido para que me enseñen a vivir. Y a quienes agradezco. He llegado a pensar que nací siendo un imán que atrae esas negatividades, que me persiguen, que me castigan… hasta que comprendí que ellos entraban porque YO LES ABRÍA LA PUERTA.

A cierta persona que estuvo algunos años a mi lado, que siempre se quejaba de las personas que ella decía que eran agresivas (siendo ella misma una persona agresiva), sus Guías Espirituales le dieron una fecha, de hace muchos siglos atrás, pero no le dijeron nada más.

Esta persona quedó desconcertada, porque no supo cual era el propósito de sus Guías al revelarle esa fecha. Rápidamente fui a la computadora e hice la Carta Solar del personaje nacido en esa fecha, y la Carta que salió fue la de alguien con un carácter muy duro, muy agresivo, muy primitivo.

Pedí a esos mismas Guías una imagen para ver quién era el personaje, y allí me apareció un gigantón, de pelo pajizo, rubio, envuelto en un poncho, liderando un ataque con un mazo con el cual destrozaba cabezas en cuanto éstas se ponían a su alcance.

La ferocidad de su rostro, no he podido olvidarla, estaba enloquecido, aullando, luchando, matando personas como se mata moscas. Era una encarnación muy antigua de esta misma persona que se rebelaba contra cualquier muestra de carácter que no fuera de su agrado.

¿La lección? Bueno, no quiso aceptarla, pero fue que todos hemos tenido alguna vez, en algún tiempo, actitudes de baja vibración, no por “malas personas” sino por ignorancia. Yo mismo una vez pude verme horrorizado escuchando a Jesús, sin comprenderlo, pero cautivado e inmovilizado porque Él hablaba algo que yo no entendía bien, pero tenía algo que me atrapaba y me deslumbraba: Su Aura. Desconcertado y deslumbrado, sin comprender… ¿Quién era ese Hombre?

Por supuesto, me espanté de ver a ese personaje primitivo que había sido yo mismo, milenios atrás, con una túnica marrón, pobre y sucia, con sandalias, con pelo hirsuto muy negro y con una barba negra sobresaliente… y ni hablemos de la nariz etrusca que ostentaba, casi una nariz con hombre adherido. Era yo. Ese personaje bruto, ignorante, pobre, de muy lento entender, primitivo… ese pobre infeliz que sin saber, adoraba a Cristo, ése era yo.

Esta inolvidable lección de humildad fue suficiente como para comprender que era necesario que yo pasara por esa etapa de ignorancia, de pocas luces, de primitivismo. Entonces comencé a aceptar que aún haya personas así, en esta época, que están en su camino de crecimiento y no por eso deben ser despreciados, sino iluminados como estaba haciendo el Maestro de Maestros en esa ocasión. Como me estaba iluminando, a ese pobre infeliz de mí.

Ayudados, comprendidos, aceptados. Pero eso no implica que debas fundirte con ellos en sus mismas prácticas y costumbres; si quieren hacerte daño, simplemente acepta, y aléjate, sin reaccionar, porque te estarías pegando a ellos. Si sabes cómo iluminarlos y ayudarlos, hazlo, y si no sabes, busca, porque hoy en día todo está sobre la mesa. Y en Internet.

Puedes bañarte con agua con sal, tres días seguidos, rezar si es que acostumbras, pedir que se abran los caminos, que se aleje el mal de tus cercanías, puedes hacer lo que creas que es necesario, pero siempre tres veces seguidas e invocando al Supremo, al TODO, a tu Dios, a Sus Ángeles para que te protejan. Y cuando te seques con una toalla limpia, déjala para lavar, siempre una toalla limpia cada baño, recuerda: 3 veces ó 9, si es que puedes, pero sin interrumpirlas.

Pero no los odies porque te apegas a ellos y sin saber, odias una parte de ti. No los combatas porque los fortaleces. Simplemente míralos desde el amor y si puedes hacerlo, ruega por que se iluminen (“Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”).

No los desprecies, porque tal vez algún día te suceda lo que le sucedió a esta persona que comento y lo que me sucedió a mí. Y entonces te inundará una profunda tristeza y arrepentimiento, por haber juzgado y condenado. Y sobre todo, te hará muy bien perdonarte y aceptarte, para poder vibrar más alto, tener pensamientos de mayor iluminación, y entonces, tal vez, si pones todo tu empeño en buscar, lleguen a tus manos los Conocimientos Sagrados para ayudarte y también ayudar (no combatir) a estas almas desorientadas hacia subir de vibración hacia la Luz.


Hasta un próximo artículo. Profesor Leo.

www.profesorleo.com.ar
www.elsenderodelser.com

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