Entre pillos anda el juego

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma de su primer pacto de Estado

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma de su primer pacto de Estado

Gonzalo Bareño.- Entre pillos anda el juego. Ese podría ser el resumen de la catarata de sorpresas a la que asistimos el viernes. ¿Qué ha ocurrido para que, en pocas horas, Rajoy pasara de decir esto: «Mi candidatura evidentemente la voy a presentar» a decir que «no tendría sentido» que se presentara? El líder del PP no acabó de explicar ese cambio de parecer, más allá de asegurar que por la mañana se conoció que había una candidatura «que tendría menos votos en contra que la mía». Algo que, en realidad, era sabido desde el mismo día de las elecciones. Por tanto, la explicación habrá que buscarla en otro lugar, justificándola desde el punto de vista de la estrategia política. Y es que, muy probablemente, en realidad Rajoy ya tuviera tomada esa decisión desde hace tiempo. Veamos.

La estrategia de Pedro Sánchez pasaba desde un principio por dejar que fuera Rajoy el que tomara la iniciativa y se sometiera en primer lugar a la sesión de investidura, para que se visualizara su falta de apoyos y su absoluta soledad, al no cosechar ni un solo voto más que los de su propio partido. Desgastado el líder del PP y arruinadas sus posibilidades, sería el momento de presentarse como única opción viable si no se quería ir a unas nuevas elecciones. Mariano Rajoy era consciente de ello, pero no podía arriesgarse a rechazar de antemano y públicamente su investidura, porque eso forzaba a Pedro Sánchez a postularse. Y, en ese caso, muy probablemente el rey le habría encargado intentarlo el viernes. Y Rajoy no tenía nada claro si lo iba a conseguir o no.

Por eso, mantuvo hasta el final que su intención era presentarse. La consecuencia ha sido que, en su cita del viernes con el rey, previa a la de Rajoy, Sánchez no se ofreció ante el monarca a ser investido ni le dijo que creía contar con apoyos suficientes. Le transmitió que solo lo intentaría una vez que Rajoy fracasara. Por tanto, Sánchez salió de Zarzuela sin que el monarca lo postulara para la investidura. Y, ahora sí, Rajoy podía pasar a rechazar abiertamente el ofrecimiento de Felipe VI y tratar de ganar tiempo político.

La nueva sobreactuación de Pablo Iglesias, planteando de antemano un Gobierno de coalición entre el PSOE, Podemos e IU para tratar de romper así los planes de Sánchez de esperar a que Rajoy se quemara, solo sirvió para reforzar la estrategia del líder popular. Resulta obvio que lo que pretende Rajoy es que, antes de que se celebre la sesión de investidura, tenga lugar el sábado día 30 el comité federal del PSOE, en el que, previsiblemente, Sánchez será presionado por los barones, y más después de lo del viernes, para que no pacte con Podemos. Las fuertes contradicciones de los socialistas saldrán a la luz, debilitando notablemente las posibilidades del líder del PSOE y arruinando el pacto con Podemos. Será muy difícil que Rajoy sume más apoyos de los que tiene ahora. Pero, después del viernes, se sabrá al menos que, si él fracasa en la investidura, la única alternativa será la de la repetición de las elecciones. Lo dicho, entre pillos anda el juego.

Entre pillos anda el juego

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.