«Todas las palabras de verdad que hayáis leído u oído remontarán un día a vuestra conciencia. Aunque no les prestarais atención porque en esos momentos teníais preocupaciones más importantes o porque no os eran agradables, estas palabras se os impondrán porque poseen una fuerza: la fuerza que da la luz. Sin que vosotros lo sepáis, se han grabado en vuestro subconsciente, hacen su camino y, tarde o temprano, cuando menos lo esperéis, con ocasión de un encuentro, de un acontecimiento, surgirán ante vosotros, no podréis escapar de ellas.
Diréis: «¿Entonces, estas palabras de verdad no van a dejarnos nunca en paz?» Ello depende de lo que entendáis por paz. Si llamáis «paz» a la posibilidad de dar rienda suelta, sin discernimiento, a vuestros pensamientos, a vuestros sentimientos, a vuestros deseos, que no os extrañe si algunas verdades que habéis oído junto a un sabio, a un Iniciado, vengan a preveniros de que os estáis extraviando. Y hasta os pincharán un poco, os morderán, os tirarán de los pelos y, en este sentido, es verdad, no os dejarán tranquilos. Pero si las aceptáis y tomáis la buena dirección, sólo saborearéis la paz y el gozo.»

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