ROMPEHIELOS

Hoy incluyo el artículo de uno seguidor de este blog, Juan Carlos Pérez, que trata sobre el libro imprescindible de Víctor Suvórov, antiguo militar de la extinta Unión Soviética, y que tras una ardua labor de búsqueda y paciente análisis de informes secretos y memorandums militares, demuestra sin lugar a dudas quien fue el responsable (no declarado públicamente), de la preparación e inicio de la II Guerra Mundial: Stalin. Es un libro que ánimo a que leáis ya que va a cambiar muchas cosas y muchas ideas de lo que pasó entonces. Un abrazo y que disfruteis del artículo, Felipe Botaya

Es una verdad que algunos quieren segar a los demás la historia debajo de sus pies, como si fuera mala hierba que merezca desaparecer. Y eso porque? Pues pongamos dos razones. Primero, porque sin historia, seríamos como miembros de una secta, o como pollos sin cabeza. Y porque la historia, a diferencia de las ciencias naturales, como ciencia social, el sujeto y el objeto de la investigación es el mismo: el propio ser humano. Es por ello que la historia, por muy investigada que esté, siempre se encontrará al albur de intereses, de mentiras, de ocultamientos, de voluntades, y de visiones, políticas, geopolíticas o geoestratégicas. Y, sobre todas ellas, como lo llamó el Cardenal Richelieu, la razón de estado. Pero ante eso, contrapongamos la verdad. Nuestra verdad. La que el tiempo acaba por arrancar de manos de la oscuridad. Y es por ese camino que, por ejemplo, acabaremos sabiendo como empezó la segunda guerra mundial.

Dicen que la segunda guerra mundial empezó el día 1 de septiembre de 1939 cuando Alemania atacó sin previo aviso a una indefensa Polonia, en un ataque de imperialismo alemán de un líder desbocado y genocida. Bien. No estamos aquí para minimizar las acciones del dictador alemán, por todos conocidas. Pero empecemos con un pequeño cuestionamiento. Antes de ese ataque, Alemania, llega a un acuerdo con la URSS, no en Berlín, sino en Moscú, no con Hitler, sino con Molotov, y en presencia de Stalin. Y que preveía un ataque conjunto entre ambos flancos de la URSS y Alemania sobre Polonia. Y la URSS invade Polonia el 17 de septiembre. Su fecha de ingreso en la segunda guerra mundial. Y es que en el último momento Stalin le dijo a Hitler que no estaba preparado. Y la pregunta que hay que hacerse … eso es verdad? O es que quería ceder voluntariamente el papel de malo en la película a Hitler y a la Alemania Nazi? Seguramente sea esto último. Porque si entre 1939 y 1941 atacar a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Finlandia o Rumania no significa estar inmerso de lleno en una guerra, difícilmente podría llamarse de alguna otra manera. ¿Y que estuvo haciendo la URSS en ese período de tiempo?

Si hay un libro que explique la primera guerra mundial con detalle ese es el de David Stevenson, 1914-1918 Historia de la Primera Guerra Mundial. Y no los hechos en los diferentes campos de batalla, que también, sino su implicación en los ámbitos social, político, económico y diplomático. Porque si, todas las guerras tienen todas esas dimensiones. En especial, económica, la gran olvidada, sobre los hechos geopolíticos y geoestratégicos, los más utilizados. La cuestión estriba en que la primera guerra mundial termina con el Tratado de Versalles, en el caso de Alemania. Hay otros con los demás contendientes. Pero, por las razones expuestas por Stevenson, dicho tratado acabó por perder fuerza y vigencia. Y no cuando el señor Hitler alcanzó el poder sino, mucho antes. Y es que, veamos el panorama. Con una Francia devastada, no le interesaba volver a una guerra. Tampoco a un Reino Unido que debía volcarse en su imperio, en mantenerlo unido. Tampoco a los Estados Unidos, que estaban más interesados en cobrar sus deudas, y que fue una de las causas de su entrada en la guerra, aunque al final casi de la misma, y como campo de entrenamiento (por eso impusieron un control directo, y no dentro de unidades británicas o francesas). Fue a Rusia a quien le interesó poner en cuestión el Tratado de Versalles y rearmar a Alemania. Por venganza. Y por interés.

El tratado de Rapallo de 1922 fue el que concretó la cooperación militar secreta. Pero todo ello empezó en un tren sellado provisto por el Kaiser que atravesó una Alemania en guerra para llevar al traidor de Lenin a Rusia, desde Suiza hasta San Petersburgo. Y así poder iniciar una revolución que debilitara a Rusia. Y la sumiera en el caos. Y así pasó. Por la torpeza del Zar, claro. Las causas endógenas no hay que olvidarlas. Lenin traicionó a la Rusia que dirigía en las negociaciones que condujeron al tratado de Brest Litovsk de 1918. Y es que cuando se despejó el humo de la guerra el poso que dejó en la conciencia de los alemanes es que no querían combatir en la guerra que perdieron, en occidente. Y por eso lo de Dunkerke, donde se salvaron todos los ingleses con la sangre de hasta el último francés combatiente. Los alemanes querían volver a combatir en la guerra en la que sí ganaron. En el este. Pero eso debía ser cambiado. Y así se intentó. ¿Como? Ayudando al rearme. Porque si alguien empezó a actuar en favor de una segunda guerra mundial, esa fue Rusia. Tres días después del fin de la primera. Y es que si Rusia, después la URSS hubiera querido la paz, únicamente hubiera tenido que apoyar el tratado de Versalles. E hizo, justamente, lo contrario.

Cuando el mal abate la tierra, a quien detrás viene a derrotar a ese mal se le suele llamar libertador. Aunque sea tan malo como el mal al que combate. Suele acusarse a los Lamas de una dictadura teocrática que había sido inventada recientemente antes de comenzar el siglo XX, y que en los años 50 del siglo XX los chinos conquistaron Tibet para liberar al pueblo tibetano de ese mal, lo cual no quiere decir que sus liberadores soldados de la República Popular de China tenían que ser necesariamente los buenos de la película. Stalin llamaba a Hitler el rompehielos de la revolución. Y es que la URSS dió a Alemania, antes, durante y después de la llegada de Hitler al poder de instrumentos para rearmar a su país y de dirigirlo a destruir las democracias occidentales, con todas sus imperfecciones, para ser fruta madura para ser sujeto de una liberación, al estilo de la que fue objeto la Europa oriental en 1944-45. Nótese el escudo de la URSS. Es la hoz y el martillo sobre un globo terráqueo. Sin fronteras. El ánimo, en el fondo, no era de si la revolución en un país o en el mundo. Stalin y Trotsky tenían el mismo objetivo e ideales. La discrepancia era de métodos y de caminos elegidos. Desde México Trotsky denunciaba todos estos acuerdos entre Hitler y Stalin. Por ello, hubo de ser eliminado en 1940.

Seguramente sea difícil aceptar que, si, Hitler y el régimen nazi fue malo, pero que Stalin y el régimen soviético fue igualmente malo, y que tuvo su papel en la organización e impulso de una guerra mundial, sobre todo en su frente este. Y es que, al final, la operación Barbarroja, más que una operación de Lebensraun (en su libro, Hitler, no habla más allá de Ucrania…) sino de una, diríamos ahora, guerra preventiva. Pues Stalin y la URSS pretendían invadir Alemania en julio de 1941. Así se puede ver, leer, comprobar, con todo lujo de detalles en uno de esos libros imprescindibles para comprender la realidad de la II Guerra Mundial, como comenzó y el papel verdadero de Stalin y de la URSS en la misma. El Rompehielos, de Víctor Suvorov. Seguramente criticable, pero siempre que dichas críticas lo sean con datos y pruebas. Debate de ideas si, desvaríos, ataques e insultos no. La historiografía merece un respeto, y en la Rusia actual no se ha llegado, digamos, a una teoría unificada de lo que se llama como la gran guerra patria. Y Víctor Suvorov en el rompehielos pone la explicación al alcance de cualquiera del porque. Y es que, seguramente, debamos empezar a considerar que tanto la I como la II Guerra Mundial son dos partes de un mismo conflicto, con un interludio en nada pacífico entre 1919 y 1936. Y es que, digámoslo igualmente claro. El Reino Unido quería también la guerra, pero no estaba preparado en 1937, cuando el Pacto de Munich. Necesitaba dos años más para poner a punto su maquinaria bélica. De ahí que ahora salga un documento borrador de un discurso del Rey de Inglaterra de una semana antes de la invasión de Polonia por Alemania acerca de los graves momentos que se estaban viviendo. Sabían lo que venía. O lo intuían.

La II Guerra es una guerra que fascina y fascinará aún a generaciones por venir, porque, entre otras cosas, sus consecuencias nos tocan aún hoy, no sólo en el discurso general, o en las conexiones mentales y periodísticas en sucesos de hoy, sino en relación a asuntos políticos, económicos y sociales. Es por ello que seguirá siendo objeto de estudios y de investigación. Cuanto mejor la conozcamos, mejor para nosotros y para el mundo. A fin de cuentas, es una necesidad humana conocer quien es y de donde viene. Es nuestro pasado. Y la verdad debe ser nuestro legado. Sin prejuicios, siendo conscientes que nadie tiene la verdad absoluta, y que absolutamente todos tienen alguna pieza de verdad, mayor o menor. Es por ello que es recomendable leer a todos y de todo. Por ello, la lectura de El Rompehielos, de Victor Suvorov es un acto imprescindible para comprender al conflicto bélico que sucedió al qué que dijeron debía ser la guerra que pusiera fin a todas las guerras. Y, vive Dios que se equivocaron. Aunque, espero, algún día acierten. Y la paz sea con todos nosotros. Amen.

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