Algoritmos, las reglas secretas de la vida moderna

BBC, iWonder

Sin que nos diéramos mucha cuenta, parte de la vida moderna se nos fue de las manos.

Los algoritmos se ocupan de todo, desde los buscadores en internet hasta los sistemas de navegación y la seguridad de las tarjetas de crédito.

Nos ayudan incluso a conocer el mundo, encontrar el amor y salvar vidas.

En su expresión más sencilla, un algoritmo es una serie de instrucciones -como una receta de cocina- que puede seguirse para resolver un problema específico.

Las instrucciones deben ser bien definidas, ordenadas, finitas y a prueba de dudasde manera que si se siguen los pasos sucesivos se alcanzará el fin deseado.

Puesto así, ¡cuántas veces no nos habría servido tener un algoritmo a mano para salir de un lío!

La increíble variedad de tareas complicadas que las computadoras llevan a cabo se debe a los algoritmos.

Y, entre más esenciales se vuelven las computadoras, más importancia cobran estos conjuntos de instrucciones.

¿Te has puesto a pensar cómo estos silenciosos procesos paso-a-paso, expresados más a menudo en código informático, afectan tu vida?

Un ejemplo masivo

Una de las áreas que los algoritmos han transformado es el comercio.

Desde librerías hasta supermercados, incluyendo a gigantes como Amazon, ofrecen la posibilidad de comprar en línea y, cuando se trata de una empresa grande, todo el proceso está controlado por algoritmos.

La BBC visitó Ocado, un supermercado británico exclusivamente virtual que depende de ellos para mover dos millones de ítems diariamente.

Canastas van y vienen al ritmo y en la dirección trazada por los algoritmos.

La planta de Ocado es enorme, variable y movible.

«La complejidad de todo esto supera al hombre. Es en estos casos que entran en juego los algoritmos», señala Paul Clarke, el director de tecnología de la firma.

Por todos lados, la mano invisible de los algoritmos está presente.

Algoritmos predictores revisan y abastecen las existencias de más de 43.000 productos, anticipando la demanda del consumidor.

Algoritmos para controlar el sistema organizan el tráfico de más de 7.000 canastas que viajan por la planta.

Algoritmos de ruta controlan el movimiento de una flota de más de 1.500 camionetas, chequeando más de 4 millones de rutas distintas por segundo.

Los humanos brillan por su ausencia en gran parte de la operación.

Y la máquina entera tiene que autoadaptarse continuamente. En otras palabras, aprende sola cómo hacerlo todo mejor, pues la gente no puede ayudar: la máquina se tiene que afinar por sí misma.

«En última instancia, los que tienen el control son los algoritmos», reconoce Clarke.

En la vida cotidiana

Buscando

Hay más de 100.000 millones de sitios web en el mundo y sin embargo, usando motores de búsqueda como Google y Bing, conseguimos resultados en fracciones de segundo.

Eso sólo es posible gracias a los algoritmos.

Han transformado nuestras vidas clasificando la vastedad de internet y dándonos resultados relevantes instantáneamente.

PageRank es uno de esos algoritmos.

Funciona dándole a cada página web un valor basado en el número de otras páginas vinculadas a ella y en cuán bien calificadas son esas otras páginas.

Los buenos algoritmos son muy valiosos para las compañías tecnológicas y PageRank fue crucial para que Google tuviera tal éxito.

Y lo que te aparece bajo «también te puede gustar» en sitios como Amazon, YouTube y Netflix, también es obra de los algoritmos.

Son un secreto muy bien guardado pues son los motores de éxito y rentabilidad.

Sin ellos nos perderíamos en la inmensidad del mundo virtual.

Viajando

Es difícil decir qué fue primero: si el aumento exponencial de viajeros llevó a la necesidad imperiosa de crear algoritmos para manejar la situación o si la creación de estos últimos permitió ese aumento de viajeros.

El caso es que asegurarse de que cientos de aviones y miles de pasajeros estén en el sitio indicado a la hora precisa, sin olvidar a la tripulación, el combustible, la comida que se sirve a bordo, el equipaje… todo se ha vuelto demasiado complejo para los humanos.

Pero las computadoras sí pueden ocuparse de la tarea.

Haciendo dinero

Más y más matemáticos talentosos están trabajando en el sector financiero creando poderosos algoritmos.

Tradicionalmente, las decisiones para hacer inversiones se basaban en la investigación y la intuición.

Ahora, con el «trading algorítmico», se conecta un algoritmo directamente al mercado electrónico y las transacciones suceden sin la intervención humana.

En un mercado cambiante y complejo, los algoritmos pueden predecir dónde se puede ganar dinero más rápido y con más precisión que cualquier ser humano.

El futuro de los algoritmos

El futuro es brillante para los algoritmos pues su uso sigue extendiéndose permeando todas las facetas de nuestras vidas.

Pero, ¿podrían llegar a ser tan avanzados como para empezar a hacer mejor que nosotros tareas que siempre hemos considerado como esencialmente humanas?

El arte

Ya han sido usados para crear e interpretar música y arte, así como para escribir.

En ocasiones, los resultados han sido tan buenos que expertos no han sido capaces de diferenciarlos de los originales.

Algoritmos de periodismo ya han sido usados para generar noticias.

«Crystallized Abstraction», obra que la artista Diana Ong hizo con su computador en 2001.

Salvar vidas

Definitivamente juegan un rol en este aspecto y las posibilidades son muchas.

Para mencionar apenas dos, el poder de los algoritmos ya está salvando vidas, apareando donantes con recipientes compatibles de riñones.

Pronto empezarán a ayudar a los neurocirujanos a mapear tumores cerebrales, para que el tratamiento sea más preciso y eficiente.

¿Hay algo que los algoritmos no pueden resolver?

La respuesta es: sí.

Turing investigó, pero las noticias no son buenas.

Y uno de los ejemplos tiene que ver con algo que nos sucede -y desespera- a todos.

Entonces, ¿puede un algoritmo calcular si un programa de computador acabará en algún momento o seguirá funcionando para siempre, provocando que la computadora se congele?

No.

En 1936, el científico Alan Turing probó que ese algoritmo no puede existir. De manera que lo sentimos pero no hay manera de predecir consistentemente que una computadora se va a congelar y ni de evitarlo.

Ctrl – Alt – Supr seguirá siendo -si tienes suerte- la solución.

http://www.24horas.cl/noticiasbbc/algoritmos-las-reglas-secretas-de-la-vida-moderna-1924931

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