Una pequeña edad de hielo pudo cambiar la historia de la Antigüedad

En los siglos VI y VII, la temperatura bajó hasta 4º, afectando a civilizaciones en Europa y Asia

© Wikimedia Commons
El mural recoge el asedio de Constantinopla en 626 por persas y ávaros, expulsados de las estepas por el hambre y los turcos. Su derrota supuso el fin del imperio persa.

La plaga de Justiniano, la invasión de Europa por varios pueblos de las estepas, la caída del segundo imperio persa, la entrada de los turcos en Anatolia, la unión de los tres reinos de China, el inicio de la expansión árabe… Todos son eventos que tuvieron lugar entre el año 540 y el 660 de la Era Común. Ahora, un estudio de los árboles muestra que durante ese siglo y poco se produjo una edad de hielo donde la temperatura bajó hasta 4º en verano y aquel frío pudo ser el marco de tanta historia.

En los últimos 2.000 años se han producido varias anomalías climáticas. Por el lado del frío, la más significativa es la denominada Pequeña Edad deHielo (PEH), que se inició en el siglo XV y acabó a mediados del XIX. Antes, el clima fue especialmente cálido desde la época del Imperio Romano hasta la llegada del Renacimiento. Sin embargo, en esos 1.500 años de clima benigno, hubo un hiato que, aunque más corto en extensión que la PEH, experimentó temperaturas aún más bajas. Los que lo han descubierto lo han llamado LALIA, siglas en inglés de Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía.

«Fue el enfriamiento más drástico en el hemisferio norte en los últimos dos milenios«, dice en una nota el investigador del Instituto Federal Suizo de Investigación, Ulf Büntgen, coautor de una investigación sobre la temperatura en estos 20 siglos. Büntgen es dendroclimatólogo y usa los patrones de crecimiento de los anillos de los árboles para inferir la temperatura. En 2011 ya publicó en la revista Science una investigación del clima del pasado basada en lo que pudo leer en los árboles de los Alpes austríacos. Ahora completa aquel trabajo con la información que le ha arrancado a 660 alerces siberianos (Larix sibirica), el árbol más abundante en el macizo de Altái, en Asia central.

Entre ambas fuentes de datos hay unos 7.600 kilómetros pero también una sincronía que enseguida llamó la atención de Büntgen y sus colegas. LosL. sibirica solo crecen en verano y en su ritmo de crecimiento, los dendroclimatólogos pueden estimar la temperatura estival. Para validar sus estimaciones del pasado, los científicos han usado la evolución de los anillos en el presente, cuando ya había buenos registros de la temperatura.

Con los datos de Altái y los anteriores de los Alpes, los científicos han podido determinar la evolución de las temperaturas del verano en estos 2.000 años dentro de un proyecto aún mayor, que hace unos días mostró cómo las últimas décadas han sido las más calurosas desde tiempos de los romanos.

El actual trabajo, publicado en la revista Nature Geoscience, se detiene más en el frío que en el calor. En los árboles de Altái, los climatólogos encontraron que los veranos más fríos fueron los de 172 y 1821, con temperaturas 4,6º inferiores a la media del final del siglo XX. Ambas fechas coinciden con erupciones volcánicas de gran intensidad.

Pero lo que enseguida llama la atención del gráfico elaborado por los autores del estudio es el pronunciado y sostenido descenso de las temperaturas a partir de 536. Así, la década entre 540 y 550 fue la más fría en Altái y la segunda más fría en los Alpes. Además, desde esa fecha y hasta alrededor de 1660, se dieron 13 de las 20 décadas más frías de todo el periodo estudiado.

© Past Global Changes International Project Office
Gráfico con la evolución de la temperatura durante LALIA en los Alpes (azul) y Altái. Abajo, correlación de eventos históricos.

El origen de LALIA no está escrito en los árboles, pero sí en el hielo. Un estudio publicado en Nature el año pasado determinó las erupciones volcánicas de los últimos 2.500 millones de años las erupciones volcánicas midiendo la ceniza volcánica atrapada en cilindros de hielo extraídos en los dos polos. Una de las más intensas se produjo en 536. Le siguió otra cuatro años mas tarde, en lo que hoy es El Salvador. Y aún hubo una tercera, cuya ubicación se desconoce, en 447. Las dos primeras crearon, según los registros en el hielo, verdaderos inviernos volcánicos, con una capacidad de reflejar la radiación solar aún mayor que la de la erupción del Tambora en 1815.

La sucesión de erupciones volcánicas, según los autores, se vio reforzada con las corrientes oceánicas, la expansión del hielo y la coincidencia en el siglo VI de un mínimo solar. La consecuencia fue el descenso sostenido de las temperaturas. De hecho, esas décadas registraron un gran retroceso de las tierras dedicadas a la agricultura y el pastoreo.

En la segunda parte del estudio, Büntgen se rodea de historiadores lingüistas y naturalistas para relacionar LALIA con la historia de los humanos. Es muy sugerente comprobar como al poco de la primera erupción, estalla una de las mayores epidemias de peste, la plaga de Justiniano en lo que entonces era el Imperio Romano de Oriente. En Asia central, donde los pastos dependen de ligeras variaciones de temperatura, se sucedieron grandes movimientos de poblaciones turcas y rouran que desestabilizaron toda Eurasia. Al este, acabaron con la dinastía Wei e, indirectamente, ayudaron a la unificación de China. En el oeste, llegaron hasta Constantinopla, empujando a los pueblos que se encontraban cada vez más al oeste.

Durante LALIA también entró en declive el imperio persa de los sasánidas. En la península arábiga, las temperaturas más suaves pudieron aumentar el régimen de lluvias y, con ellas, la disponibilidad de pastos para alimentar los camellos sobre los que se expandieron los árabes a partir de la Hégira de Mahoma.

«Con tantas variables, debemos ser cautos con la causa ambiental y el efecto político, pero fascina ver cuánto se alinea el cambio climático con las grandes convulsiones que se sucedieron a lo largo de diferentes regiones«, comenta Büntgen. También deja claro que la historia no se puede escribir sin tener en cuenta fenómenos climáticos como LALIA.

Comentario: Desde SOTT, solemos reiterar que los cambios planetarios, de hecho, son factores fundamentales en el desarrollo histórico. Más aún, muchas veces, estos cambios planetarios pueden ser consecuencias de fenómenos cósmicos que trastornan, o transforman, el clima terrestre, causando aumentos en las erupciones volcánicas (que enfrían la Tierra), actividad solar anómala (que también altera las temperaturas terrestres) y otros fenómenos climáticos extremos de todo tipo.

Si se toma un tiempo para revisar nuestras diversas secciones de noticias, ¿qué es lo que encuentra? Al parecer, se puede ver a simple vista que vivimos en tiempos de fenómenos climáticos extremos, acompañados de un aumento significativo de bolas de fuego (meteoros) que visitan la Tierra(incluyendo tres eventos de impacto tan solo en lo que va del 2016. Vea aquíaquí y aquí) y la visible convulsión y caos en lo que respecta a la actividad humana en el planeta… además de virus cada vez más patógenos y mortíferos. ¿No estamos acercando a otro período similar a los mencionados en el artículo de arriba?

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El polvo cometario está cargado eléctricamente por lo que a su vez también puede ser la causa de que la rotación de la Tierra se haga un poco más lenta, como se ha observado en Venus y Saturno. Tal desaceleración de la rotación podría ser responsable de la reducción de la fuerza del campo magnético del planeta, exponiendo el planeta a más radiación cósmica peligrosa y estimulando aún más el volcanismo.

Más actividad volcánica significa que más humedad se evapora, y más polvo y COse lanza a la atmósfera. Combinado con una alta atmósfera más baja y más fría que se carga con polvo cometario (es decir, «humo de meteoros«) a partir del aumento significativo de los cometas que llegan al interior del sistema solar en los últimos años, esperen ver extremos climáticos aún mayores de lo que ya hemos tenido que enfrentar en los últimos años. Finalmente, un umbral puede ser alcanzado, momento en el que las fuertes lluvias se convierten en fuertes nevadas y las condición de era de hielo se establecen a largo plazo.

Decimos «eventualmente», pero estén atentos, un inicio súbito de una Era de Hielo global sucedió muy rápido la última vez.

Para profundizar más, recomendamos el libro Earth Changes and the Human-Cosmic Connection [Cambios planetarios y la conexión humano-cósmica] es el tercer tomo de la serie «La historia secreta del mundo«. Una lectura imprescindible para todo aquel que esté buscando comprender las señales de nuestros tiempos.

fuente:http://es.sott.net/article/44471-Una-pequena-edad-de-hielo-pudo-cambiar-la-historia-de-la-Antiguedad

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