Como tratar con personas dificiles o gente tóxica

Hay distintas formas de lidiar con personas complicadas o tóxicas que se mueven alrededor de uno, en este artículo se abordan algunos de estos temas:

Estrategias. Aprenda algunos recursos útiles para lidiar con la gente ‘tóxica’ del entorno. No permita que alteren su bienestar emocional.

En casa o en la oficina, incluso en un aula de clases o en su círculo más íntimo de amistades, de seguro hay alguna persona con la cual relacionarse no es tarea fácil. Es que existen personas que con solo saludar, transmiten una carga de energía positiva, y otras que obligan a poner en práctica la paciencia, ya que son capaces de dañarle el día a cualquiera.
“Es gente que influye en nuestros estados de ánimo, con actitudes o predisposiciones negativas. Se las considera personas ‘tóxicas’ porque enrarecen el entorno”, explica el doctor Eduardo Santillán, especializado en Neuropsicología Crítica.

SON LOS ‘VAMPIROS EMOCIONALES’
De hecho, algunos expertos las clasifican como ‘vampiros emocionales’, “por su gran capacidad de absorber la energía positiva, el buen humor de las demás personas, y dejarlas deprimidas o amargadas”, comenta la psicóloga Gina Fabre.

“Son seres infelices, llenos de sentimientos de culpa y vergüenza, de temores y dolores. Tienen prejuicios y son agresivos porque sienten un malestar”, detalla la psicoterapeuta Glenda Pinto.
Eso los vuelve egoístas, manipuladores, tremendamente demandantes, hostiles e histriónicos. “Salvo en el caso de que se padezca algún trastorno de personalidad, un individuo que le roba la energía positiva a otro, es porque no desea felicidad, alegría y sosiego para los demás. Razón por la que intenta desmotivar a todo aquel que se muestre positivo ante él”, recalca Santillán.
De ahí que es todo un ‘campeón’ para dar críticas destructivas o encontrarle ‘peros’ a las cosas. Esas son sus mejores armas, considera Fabre.

VARIOS ESTILOS, UN MISMO OBJETIVO
Y es justamente por estas herramientas, que se pueden diferenciar a los distintos tipos de ‘tóxicos’ que hay en un grupo social: el criticón, el pedante, el narcisista, el beligerante, la víctima, el descalificador y agresivo verbal, y el chismoso. Al menos 7 prototipos según Bernardo Stamateas, autor del libro ‘Gente tóxica’; pero todos tras un mismo fin: “solazarse desestabilizando a la gente con la que se relacionan”, afirma Santillán.
UN ‘CENSURADOR’ INTOLERABLE
Empecemos por el más común y difícil de tolerar: el ‘criticón’. “Es aquel que suele usar frases como: ‘yo nunca haría lo que tú hiciste’. Cree poseer un manual que describe cómo se deben hacer las cosas. Es un censurador, se comporta de forma maliciosa para ganar poder y control sobre las personas que lo rodean”, enfatiza Pinto.
¿Cómo tratarlo? Si bien a nadie le gusta que lo critiquen, reaccionar agresivamente no es la mejor estrategia. “Si responde con brusquedad probablemente iniciará una discusión. Y si reacciona pasivamente y está siempre de acuerdo con las críticas, conseguirá que se deteriore la ‘imagen’ que las otras personas tienen de usted, y se le bajará el autoestima”, advierte la psicóloga.
No hay nada como la amabilidad para confrontar a un criticón. “Lo recomendable es escucharlo y pensar que nada de lo que diga, le va a afectar”, indica la máster Lorena Cuadrado, especialista en alteraciones de la conducta emocional.
Si le parece necesario, puede decirle con mucha
naturalidad, que usted sabe lo que hace y por qué lo hace; sin embargo, le agradece su opinión. “Véalo como equivocado, no le guarde rencor, para así no salir intoxicado”, sugiere Santillán.
DOS ‘TÓXICOS’ CON MUCHO EGO
Tan dañinos como el criticón, pueden resultar el pedante y el narcisista, dos clases de ‘tóxicos’ que aunque en menor proporción, habitan en la sociedad actual. “El pedante lo que quiere es controlar el autoestima de los demás, y hacerles sentir que no valen nada, para así él poder brillar y ser el centro de atención”, puntualiza el doctor.
Este tipo de personas buscan que sus semejantes se sientan inhábiles, desactualizados, poco asertivos. “Y no es que sean eruditos, simplemente su ignorancia es atrevida y prepotente”.
Si tiene que tratar a diario con un prepotente, emplee la broma como herramienta para relacionarse, y ponerle un alto a la vanidad. “El humor ayudará siempre que no parezca burla o una forma de exclusión”, dice el psicólogo Óscar Nieto.
Sin embargo, cuando se trata de un narcisista, que es muy parecido a un pedante, pero con un ego mucho más reforzado; esta estrategia no surte el mismo efecto. “Si usted debe convivir con un narcisista, lo primero que debe saber es que no hay que relacionarse emocionalmente con él. Por lo demás, deberá tener mucha paciencia para de vez en cuando, escuchar las historias sobre sus grandes logros”, manifiesta Glenda Pinto.
Cuando se sienta a punto de explotar, aplique la técnica de liberar tensiones: inhalar y exhalar para poder pensar antes de responderle. “Es la mejor de las estrategias”, recomienda Gina Fabre.
LOS PROTOTIPOS MÁS PELIGROSOS
Funciona también para tratar con personas beligerantes y con descalificadores o agresivos verbales. No obstante, aplicarla frente a estos tipos de ‘tóxicos’, los más peligrosos de todos, no es una tarea fácil. El beligerante invita a pelear constantemente y provoca hasta que caigan en su juego, y para muchos no explotar es muy difícil.
“Con respecto al beligerante, a menudo se escuchan expresiones como: “no lo aguanto”, “me hace la vida imposible”, “me pone los nervios de punta”. Afirmaciones que aunque parezcan desmesuradas, no dejan de ser representativas. Revelan una situación que puede acabar por desquiciarlos a todos”, agrega la psicóloga Pinto.
¿Qué hacer en estos casos? “En primera instancia, mostrarse cordial y firme. Mirándolo a los ojos, con cabeza erguida y en tono de voz estable, recordarle el respeto que ambos merecen”, recomienda la especialista Lorena Cuadrado.
Si la relación es cercana, y no implica posiciones de diferencias jerárquicas, se puede aplicar la ternura como técnica para apaciguar al beligerante, pues detrás de su ‘máscara’ agresiva, esta persona oculta su hipersensibilidad. “Con ternura y amor, incluso se pueden ayudar a sanar heridas del pasado, que pueden haber desencadenado esta actitud en esa persona”, añade Óscar Nieto.
Pero si se trata de un agresivo verbal, experto en humillar y descalificar, lo mejor será optar por la indiferencia. “En este caso es imprescindible que comprenda que no debe permitir que las expresiones verbales agresivas, sarcásticas e irónicas de esta persona, afecten su sensibilidad. En realidad debe condolerse de ese ser que malgasta su energía y creatividad en procurar hacerle daño a los demás. Es digno de nuestra pena o lástima. No olvide usted que quien lo agrede, le demuestra su debilidad, ya que se ha dejado vencer por sus inseguridades”, resalta el neuropsicólogo, Eduardo Santillán.
El no reaccionar ante el ataque del agresivo verbal, hará que este se confunda, pues lo mínimo que él espera es que usted se moleste, o llore.
“Pero si cree que no puede permanecer indiferente y prefiere responder al sarcasmo, sea asertivo y exprese cómo se siente”, aconseja Pinto.
En la mayoría de las relaciones con personas ‘tóxicas’, el diálogo es una opción. Aunque en muchos casos puede que no dé resultado, al menos sabrá que ha intentado hacer que la otra persona note su error, e intente cambiar su actitud y ser mejor.
UNA VIDA CARGADA DE TRAGEDIAS
Frases como: “todo me pasa a mí”, “soy muy infeliz”, “mi vida no tiene sentido” y “me quiero morir”, evidencia a una personalidad ‘tóxica’ denominada como “la víctima”. Aunque en ella no haya malicia, pues su intención no es hacer daño a las demás personas; tratarla resulta muy ‘contaminante’, pues su energía negativa contagia. Son personas que buscan aprobación y aceptación fuera de sí mismas, porque no tienen un concepto real de su valor personal, es decir, tienen poca o ninguna autoestima, carecen de verdadero aprecio y amor por sí mismas, de ahí que no creen merecer algo bueno”, describe Pinto.
Sentir pena o lástima por estas personas equivale a reafirmar en ellas su incapacidad de defensa personal, su minusvalía. Tratar de protegerlas implica asumir la responsabilidad de sus vidas y dejarlas más indefensas y dependientes de quien las protege. “La mejor manera de tratarla es recargándose de alegría, de energía positiva y entusiasmo para al interactuar con esta ‘víctima’, poder transmitirle su energía positiva sin esperar que cambie de inmediato”, dice Cuadrado.
Ayúdele a desarrollar el autoestima, pero si nota que con reiterados esfuerzos esa persona no cambia, “aléjese cortésmente”, anota Santillán.
EL ‘DIME QUÉ TE DIRÉ’
Y haga lo mismo con un chismoso. Que las palabras que intercambien sean las necesarias. “Háblele claro, de forma educada dígale que no desea escuchar más comentarios. Si tiene que seguir tratándolo, procure cambiarle la conversación de inmediato, e inicie con una plática que sea saludable. Pídale que traiga buenas noticias”.
Para la psicología, la envidia es el origen del chisme, agrega Pinto. Y por eso este prototipo es de los más contaminantes. Tome medidas pronto.
ACTIVE SU ESCUDO ‘ANTITOXICIDAD’
¿Notó que tiene más de un ‘tóxico’ cerca? La famosa escritora americana Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”.
“La toxicidad de un comportamiento dependerá de cuánta influencia tengan determinadas personas en su vida. Alguien negativo, puede llegar a afectar mucho a una persona y en nada a otra. Este resultado está dado por dos aspectos fundamentales, primero: qué tan importante es la relación con esa persona; y segundo: por cuánta autoestima y seguridad personal posee el individuo que recibe esa conducta negativa o interactúa con ella”, indica la psicóloga Glenda Pinto.
La única persona que decide hasta dónde pueden influir los comentarios, actitudes o pensamientos ajenos, “somos nosotros. Y si alguna vez usted se sintió triste, desanimado, irritable o con el estado de ánimo muy variable; es porque le dio ese poder a otros”, revela Cuadrado.
Piense y actúe siempre en positivo. “Aliméntese mental y espiritualmente con factores incentivantes y éticos. No permita que nadie manipule su mente, ni sus procesos emocionales y psíquicos”, exhorta el especialista Eduardo Santillán.
Nadie tiene la suficiente capacidad como para ‘malograr’ su esencia. Blíndese ante todo mal.

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