Aida. Pangénesis de Darwin, la historia oculta de la genética y los peligros de los transgénicos

Traducción por el blog Noticias de abajo.

La Dra. Mae-Wan Ho nos descubre una historia fascinante de la genética, expurgada de la Ciencia oficial, y también nos habla de por qué la modificación genética es tan peligrosa.

Lo que dice la Ciencia oficial sobre la genética y su desmoronamiento

La historia de la genética moderna comienza con la identificación por parte de August Weismann del germoplasma como el material hereditario, y el redescubrimiento de las unidades hereditarias de Gregor Mendel, los genes, que controlan las características de los organismos, así como las reglas de la herencia que llevan su nombre. Thomas Hunt Morgan cartografió las cadenas lineales de genes presentes en los cromosomas. La frenética búsqueda del material genético culminó con el descubrimiento de la doble hélice de ADN, lo que explicaría todas las propiedades que presenta el material genético. El ADN se replica fielmente y pasa sin grandes cambios a la siguiente generación, aunque pueden darse raras mutaciones aleatorias, controlando las características de los organismos mediante la codificación de proteínas, y sometidas a recombinación de acuerdo con las normas elaboradas por Mendel y Morgan.

Francis Crick estableció el dogma central de la Biología molecular, que la información genética pasa en una sola dirección del ADN al ARN y a la proteína, lo que se convirtió en el paradigma dominante de la Genética molecular a partir de 1950 hasta mediados de la década de 1970. Se estableció así un ideología de determinismo genético que sirvió, 0 más bien echando una mirada hacia atrás, para trazar una progresión lineal de los avances históricos, algo que daría validez a las teorías del presente. A esto me refiero cuando hablo de la Ciencia oficial.

Pero poco después de que comenzara a mediados de la década de 1970 la Ingeniería genética, los genetistas empezaron a encontrar excepciones y violaciones a todos los principios de la genética clásica y a su dogma central. En contradicción directa con el concepto de un genoma relativamente estático, con cadenas causales lineales que emanan de los genes al organismo y al medio ambiente, descubrieron un diálogo constante entre los genes y el medio ambiente. La retroalimentación del medio ambiente no sólo determina qué genes se activan, en dónde, cuándo, por cuánto tiempo, sino también las marcas que producen movimientos y cambios en los mismos genes. A principios de 1980, el genoma fluido hace su aparición, convirtiendo en obsoleto el determinismo genético ( Para más detalles véase [1, 2] «Ingeniería Genética, ¿sueño o pesadilla?», y «Viviendo con un genoma fluido«, publicaciones de ISIS).

En los años posteriores, y sobre todo desde que se anunciase la secuenciación del genoma humano, la versión oficial aún se hizo más insostenible [3 ] ( véase «La muerte del dogma central» y otros artículos de la serie, SiS 24).

Las evidencias de la compleja trama que se forma entre los organismos y el entornos nos obliga a replantear no sólo la genética, sino incluso la misma evolución [4, 5] «Herencia epigenética-¿Qué genes recuerdan?«, SiS 41; «Reconsideración del desarrollo y la evolución«, SiS, estudio preliminar). El fenómeno de la herencia epigenética, que indicaría que una experiencia durante un período crucial de la vida de un individuo puede influir en las generaciones posteriores, es nada menos que la herencia de los caracteres adquiridos, un mecanismo de la evolución atribuido a Lamarck. Lamarck fue objeto de burlas y escarnio por parte de la corriente oficial, lo contrario de lo que le ha ocurrido a Darwin, cuya teoría de la evolución mediante la selección natural ha permanecido con una veneración incondicional hasta hoy en día. ¿Es erróneo lo dicho por Darwin?

Las tendencias lamarckianas de Darwin

Como todo estudiante de la evolución sabe, Darwin suscribió la herencia de los caracteres adquiridos como un importante mecanismo subsidiario de la selección natural. Fueron sus seguidores, los neodarwinianos los que se opusieron de forma vehemente a ella [5]. Y desde la publicación por primera vez de El origen de las especies en 1859, Darwin volvió una y otra vez sobre esta idea.

En 1868, Darwin propuso la teoría de la Pangénesis para dar cabida a la herencia de los caracteres adquiridos. Sugirió que todas las células de un organismo arrojan diminutas partículas, o gémulas, que circulan por todo el cuerpo y se transmiten a la siguiente generación a través de las células germinales, transmitiendo de esta manera las características de los padres a sus hijos. Y si las células de los padres sufren cambios durante el trascurso de su vida, estos cambios también se transmiten a su descendencia.

El primo de Darwin, Francis Galton, diseñó una serie de experimentos de transfusión de sangre en conejos con diferentes pigmentos para poner a prueba la teoría de la Pangénesis, o en todo caso comprobar la existencia de las gémulas, pero no encontró ninguna evidencia de ellas, y la teoría se abandonó en gran medida.

Durante la última década, los genetistas han descubierto importantes cantidades de ácidos nucleicos que circulan por el torrente sanguíneo, que son absorbidos por las células y transportados al núcleo, donde se integran en el genoma celular (véanse [6, 7] Últimos descubrimientos sobre el Genoma Fluido, SiS 15; Intercomunicación mediante los ácidos nucleicos, SiS 42). Estos ácidos nucleicos se parecen sospechosamente a las gémulas darwinianas.

Liu Yongshen, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Henan, Xinxiang, China, describe la teoría de la Pangénesis de Darwin con cierto detalle y realiza una revisión tanto de los datos históricos como de los más recientes que la apoyan, haciendo referencia a los fascinantes hallazgos de las transfusiones de sangre que han sido expurgadas de la versión oficial. Llegó a la conclusión de que [8] «se debe realizar una revisión de la teoría de la Pangénesis de Darwin antes de que desarrolle una teoría genética completa».

La Pangénesis de Darwin y la genética Michurinista

Darwin reconoció que las células se multiplican por división, conservando su naturaleza, lo cual explicaría la herencia celular. Pero no pudo explicar fenómenos tales como los efectos del uso y el desuso ( otro de los mecanismos de evolución de Lamarck), la herencia de los caracteres adquiridos, la hibridación del injerto ( híbridos creados por injerto), que requería de algunos medios de transferencias de las características hereditarias. Otros fenómenos que también necesitaban explicación eran el de la variación, el desarrollo, la regeneración y la reversión (atavismo), que requerirían de la influencia de la herencia para provocar un cambio, aunque permanecerían en estado latente hasta que fueran activados.

Darwin propuso que las células no sólo se multiplicarían por división celular, sino que también serían capaces de deshacerse de partículas diminutas (las gémulas) que las permitiría autorreplicarse, se moverían por todo el cuerpo, podrían sufrir modificaciones en respuesta al medio ambiente, y serían capaces de permanecer en estado de latencia. Además, las células se desharían de las gémulas a la largo de su desarrollo, y estas gémulas podrían entrar en los brotes y en las células germinales y de esta forma influirían en el desarrollo de la progenie. Si las células de una parte del cuerpo se sometieran a cambios como resultado de modificaciones ambientales, lanzarían gémulas modificadas que también se podrían transmitir a la descendencia, dando cuenta así de la herencia de los caracteres adquiridos, y muchos otros fenómenos.

Las gémulas liberadas por las plantas serían transferidas en el injerto y se incorporarían a las células germinales y meristemas (puntos de crecimiento) del injerto, lo que provocaría cambios heredables en el injerto y en su progenie. Esto explicaría la hibridación del injerto, y la teoría de la genética Michurinista (véase más adelante).

Las gémulas, como las semillas y las esporas, podrían transmitirse en estado latente, lo que permitiría que una determinada característica se expresase después de varias generaciones. Por lo tanto, la reversión se explicaría como resultado de que las gémulas en estado latente se volverían activas con el tiempo. Una reserva de gémulas en los tejidos podría dar lugar a la regeneración de las partes perdidas y las malformaciones podrían deberse a que las gémulas llegan a un destino incorrecto de la descendencia. El hecho que las mutilaciones no se

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Ivan Vladimirovich Michurin (1855-1935)

transmitan por herencia se explicaría por la presencia de suficientes gémulas de las generaciones anteriores. Las características que aparecen sólo en ciertas etapas del desarrollo se explicarían como resultado de las interacciones entre las células en desarrollo y las gémulas.

Pero por encima de todo, Darwin vio la teoría de la Pangénesis como una explicación de cómo se pueden producir variaciones cuando actúa la selección natural. Y en este sentido, estaba más cerca de Lamarck [5].

Ivan Vladimirovich Michurin (1855-1935) fue un distinguido genetista ruso y horticultor, cuyo trabajo fue muy apreciado y reconocido por Lenin. Después de su muerte, Michurin fue utilizado por Lysenko en una campaña de propaganda social y de política represiva bajo Stalin. Michurin fue aclamado como el auténtico seguidor de Darwin, responsable de la «productiva Biología Michurinista Soviética», en contraposición a la «infructuosa genética capitalista Weismannista-Morganista-Mendelina» de Europa Occidental y [9] Estados Unidos. Esto no supuso ninguna contribución real de Michurin a la Biología, profundizando aún más el estigma asociado al lamarckismo.

Desde el punto de vista científico, Michurin fue fiel a Darwin, y del mismo modo que Darwin creyó en el papel determinante de la selección natural y sostuvo la importancia del medio ambiente y la herencia de los caracteres adquiridos de Lamarck. Michurin desarrolló nuevos árboles frutales, más de 300 nuevas especies. Su jardín de árboles frutales fue muy admirado por Lenin, siendo galardonado con la Orden de Lenin y la Orden de la Bandera Roja del Trabajo [9].

Hibridación interespecífica por transfusión de sangre

Francis Galton no puedo encontrar evidencias de que la transfusión de sangre de conejos blancos a conejos grises y viceversa pudiese cambiar el color del pelo de las crías, algo que era de esperar si las gémulas estuviesen presentes en la sangre. Sin embargo, posteriores experimentos produjeron resultados positivos, aunque de ello no quiso enterarse la corriente oficial de la Genética.

Inspirado en las investigaciones de Michurin sobre la hibridación mediante el injerto de plantas, el biólogo ruso P. M. Sopikov ( П. М. Сопиков) comenzó a realizar investigaciones a partir de 1950 y hasta bien entrada la década de 1970 sobre el efecto de las transfusiones sanguíneas.

En el primer experimento, la sangre del gallo Black Australorp fue transfundida a gallinas White Leghorn, que luego se aparearon con gallos White Leghorn [10]. Se inyectaron de 2,5 a 3 ml de sangre por kg de peso dos veces a la semana durante dos meses y medio, antes de que pusieran los huevos fertilizados, cuando estos huevos eclosionaron, algunos pollos de la progenie tenían algunas plumas negras en su plumaje blanco.

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P. M. Sopikov

Un experimento similar se realizó con donantes White Leghorn y receptores Black Austrolorp. Aparecieron plumas blancas en un plumaje que de otro modo habría sido totalmente negro en la progenie. También se produjeron otros cambios. En comparación con las aves de pura raza, experimentaron un aumento de la masa corporal, con un cuello y un tronco de gran tamaño, las patas más largas y una pigmentación anormal en las patas. El color de la cáscara de huevo de algunas gallinas White Leghorn participantes en el experimento parecía el de las gallinas Black Australorp.

Estos cambios se hicieron más patentes en cada generación sucesiva. En la tercera generación, las aves tenían el plumaje blanco, o blanco con plumas negras, de color gris claro o negro como el de los donantes.

La sangre de los gansos Chuvash inyectada en las gallinas de la raza White Leghorn y la de los patos Khaki Campbell como receptores o la de los pavos Bronze turkey en receptores de la raza White Leghorn, tuvo como resultado la aparición de unos caracteres anormales en la progenie. La propia transfusión de sangre aumentó la viabilidad, la productividad, la eficiencia reproductiva y la masa corporal de los receptores y de su progenie, eliminando los efectos adversos de la endogamia, facilitando la hibridación entre especies, del mismo modo que la hibridación mediante injerto en las plantas.

Las razas White Leningard y Black Leningard fueron desarrolladas por transfusión de sangre entre White Leghorn y Black Australorp a lo largo de tres generaciones, seguido de un proceso de cruzamiento y selección. Un tipo de ave White Leningard, con machos que pesan de 4 a 5 kg y hembras de 3,3 a 3,5 kg, se desarrollo del mismo modo.

Los hallazgos de Sopikov fueron confirmados por otros muchos investigadores soviéticos. Las noticias de los éxitos alcanzados por los biólogos soviéticos llegaron a los genetistas de otros países. Experimentos similares se realizaron en Francia, Suiza y otros países, con resultados parecidos. Por ejemplo, la sangre de un gallina de Guinea se inyectó a pollos de la raza Rhode Island Red, dando lugar a una progenie de la primera y segunda generación con grandes cambios en la cantidad y distribución de la melanina en el plumaje [11]. La transmisión de las modificaciones continuó hasta la séptima generación después de una única serie de inyecciones de sangre de la gallina de Guinea. Sin embargo, algunos investigadores no lograron cambios heredables mediante la transfusión de sangre. De los 50 estudios sobre transfusión de sangre recogidos por Liu [8], 45 dieron resultado positivo y sólo 5 dieron resultados negativos.

Entonces, ¿por qué Dalton no encontró estos efectos en sus experimentos? Liu sugiere que podría ser por las incompatibilidades de grupos sanguíneos, o bien porque el volumen de sangre transfundida pudo ser insuficiente. Los glóbulos rojos de las aves son nucleados, mientras que los glóbulos rojos de los mamíferos no lo están, lo que reduciría la cantidad de ADN presente.

El ADN induce transformaciones hereditarias

Como ya es bien conocido dentro de la historia de la Genética, Avery, Macleod y McCarty fueron los primeros en describir la transformación de las bacterias por ADN ajeno, en 1944 [12], proporcionando así la primera prueba de que el ADN era material genético, y no las proteínas, como entonces se creía mayoritariamente.

Algo que se ha olvidado en la versión oficial es que posteriormente se consiguió inducir cambios heredables en el pato de Pekín utilizando ADN del pato Khaki Campbell. Por otro lado, el tratamiento de los patos receptores con el ADN de los eritrocitos no solamente inducía una hibridación en la progenie, sino que también afectaba a los padres receptores [13]. La mayoría de las aves tratadas y su descendencia desarrollaron una serie de caracteres (pigmentación del pico, morfología de las plumas, forma de la cabeza, conformación del cuerpo y su tamaño), y aparentemente se parecía a la de los donantes. Las modificaciones heredables de caracteres morfológicos en los patos, como resultado de la inyección de ADN y ARN de otras razas de patos, también fue algo que consiguieron otros investigadores [14].

En 1995, investigadores japoneses informaron de que una única inyección intravenosa en ratones preñados de un plásmido (son moléculas de ADN extracromosómico circular que se replican y transmiten independientes del ADN cromosómico) modificado genéticamente para expresar un gen ajeno en un complejo de lipoproteínas era suficiente para transferir el gen a los embriones [15]. Unos años más tarde, investigadores alemanes [16] demostraron que el ADN viral o un plásmido bacteriano inyectado a los ratones durante la gestación podía ser detectado en las células de los fetos y en los recién nacidos.

En la última década, los genetistas han descubierto cantidades sustanciales de ADN y de ARN que circulan por el torrente sanguíneo y las células del líquido circundante [7]. El ADN circulante se une a los receptores en la superficie de las células vivas y se recoge y es transportado al núcleo, incorporándose así al genoma. La facilidad con la que se recogen los ácidos nucleicos por parte de las células vivas es algo que resulta muy explotado en los experimentos de terapia génica, y pone de relieve los potenciales peligros de las enormes cantidades y diversidad de ácidos nucleicos modificados genéticamente que son liberados al medio ambiente y en nuestra cadena alimentaria [17] (Deslizándose a través de las normas de regulación, publicación de ISIS/TWN).

Cambios en el entorno inducidos al ADN y el ARN transmitidos a través de las células germinales

Los numerosos experimentos realizados con las aves, así como con las bacterias, mostraron que el ADN de los donantes que se inyecta al torrente sanguíneo de los receptores puede de hecho transformar al receptor y a su descendencia, comportándose como las gémulas de Darwin. En consecuencia, también sería de esperar que cualquier cambio que se produzca en el ADN y el ARN que circula por el torrente sanguíneo produzca transformaciones en el individuo y su descendencia.

Ahora sabemos que los cambios en el medio ambiente pueden inducirse tanto al ADN como al ARN, algo que forma parte del desarrollo normal, especialmente destacado en el caso del sistema nervioso central y del sistema inmunológico, donde se ha realizado un gran esfuerzo de investigación [18] (véase Reescribiendo el texto Genético en el desarrollo del cerebro humano, SiS 41). Un importante mecanismo es de la edición de ARN inducida por entornos específicos, que altera sistemáticamente los mensajes genéticos transcritos del genoma, cambiando la secuencia de bases, creando así nuevas proteínas, nuevas especies de ARN que regulan la expresión de conjuntos completos de genes. El ADN del genoma de las células puede ser reescrito por transcripción inversa a partir del ARN alterado como resultado de experiencias específicas en el entorno. Por lo tanto, en el curso de la vida de un organismo, la dotación de los ácidos nucleicos puede cambiar de acuerdo con las experiencias vividas. Estos cambios se comunican constantemente a otras células del cuerpo a través del sistema circulatorio. También pueden ser transmitidos a las células germinales, influyendo así en la siguiente generación. Los ácidos nucleicos circulantes pueden pasar a través de la placenta a las células de los embriones [15, 16]. También hay evidencias de que las células del esperma pueden coger los ácidos nucleicos circulantes y transferirlos al óvulo durante la fertilización [19, 20] (Herencia epigenética a través de las células de esperma, la dimensión lamarckiana en la evolución, Sis 42).

Transferencia horizontal de genes negada por los promotores de los transgénicos

¿Cuáles son las implicaciones de estos hallazgos, ahora que la teoría de la Pangénesis de Darwin ha sido restablecida al lugar que le corresponde dentro de la historia de la Genética?

En la década de 1990, me encontré con algunos colegas que estábamos batallando en solitario para advertir a las Agencias de Regulación y a la comunidad científica acerca de los peligros de la transferencia horizontal de genes a partir del desarrollo desenfrenado de los organismos modificados genéticamente, los transgénicos [17, 19] (Tecnología genética y Ecología genética de las enfermedades infecciosas, publicación científica de ISIS).

Un enorme peligro inherente a los transgénicos es que se favorece la transferencia horizontal de genes y la recombinación. Hay muchas razones para sospechar que esto es algo que está ocurriendo (véase [20]Transferencia horizontal de genes a partir de los transgénicos: Cómo ocurre, SiS 38), de los cuales sólo voy a mencionar dos. En primer lugar, la modificación genética consiste en hacer combinaciones sintéticas artificiales de secuencias de ácidos nucleicos que no se han dado con anterioridad en los miles de millones de años de evolución. Estas secuencias recombinantes son un mosaico con muchas similitudes a una amplia gama de especies, incluyendo bacterias y virus patógenos, siendo por tanto más propensas a favorecer la transferencia horizontal de genes y la recombinación. En segundo lugar, las construcciones transgénicas están diseñadas para invadir genomas, es recombinogénico. Esto los hace inherentemente inestables y más propensos a moverse de nuevo una vez integrados, y hay pruebas de esta inestabilidad de los transgénicos [²1] (Líneas transgénicas inestables y por lo tanto ilegales y con derecho a protección, SiS 38), y la transferencia horizontal de ADN transgénico [20].

La transferencia horizontal de genes y la recombinación no sólo dan lugar a la aparición de nuevas bacterias y virus que causan enfermedades, sino que los genes marcadores de resistencia a los antibióticos también se extienden con el ADN transgénico, convirtiéndose en intratables algunas infecciones. La integración de ADN ajeno a las células puede alterar los genes, causar cáncer, y reactivar los virus latentesque se encuentran en todos los genomas.

Estos potenciales peligros adquieren un nuevo significado a la luz del ADN y el ARN que circula por el torrente sanguíneo y los fluidos extracelulares de los individuos sanos y enfermos, y la facilidad con que las células lo recogen [7, 17]. La modificación genética es de hecho más peligrosa que el desarrollo intencional de agentes biológicos, simplemente porque sus riesgos son subestimados por médicos e investigadores [22] (No hay Bioseguridad sin seguridad en la biotecnología, SiS 26). Deben limitarse estrictamente y restringirse su uso a los laboratorios. No es necesario en ningún caso liberar transgénicos al medio ambiente.

No es solamente la teoría de la Pangénesis de Darwin debe ser rehabilitada en el bicentenario de su nacimiento [este artículo fue escrito en el año 2009, bicentenario del nacimiento de Darwin]. Toda la historia de la genética y su continuidad con la epigenética, necesita ser reescrita para poner fin a los abusos y los malos usos de una materia que pone en peligro a la sociedad.

Traducción por el blog Noticias de abajo.

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