Un Poderoso Ejercicio para Controlar la Mente y Crear la Vida que Deseas

cómo controlar la mente

Hay un hecho muy curioso respecto a la mente: por alguna extraña razón estamos convencidos de que debemos utilizarla para pensar en lo que nos está pasando.

Fruto de esta creencia, utilizamos la mente para narrar lo que estamos viviendo, como si fuéramos comentaristas deportivos. Si nos duele el estómago, por ejemplo, empezamos a pensar: “qué dolor que tengo”, “qué mal que me encuentro”, a ver cuándo se me pasa “, etc.

Y así con todo.

Esto tiene unas consecuencias bastante negativas, porque como te comentaba en algunos artículos recientes, la mente es la herramienta que crea la realidad. Así que, si la utilizamos sólo para pensar en lo que nos está pasando, nos quedaremos atascados viviendo siempre las mismas situaciones una y otra vez.

Utilizar la mente de esta manera, pues, no es nada recomendable. A no ser que tengas especial interés en vivir algunas determinadas experiencias repetidamente, claro. Pero normalmente, este no suele ser el caso.

Si queremos vivir una vida plena, dinámica y rica en experiencias nuevas e interesantes, el mejor camino es aprender a pensar, no en lo que nos está pasando, sino en lo que queremos que nos pase. Debemos aprender a controlar la mente para decirle qué queremos que piense. Debemos pensar deliberadamente en cómo queremos que sea nuestra vida.

Hoy me gustaría hablar de cómo lograrlo. No es fácil, pero tampoco es tan difícil como creemos.

Y te propondré un pequeño ejercicio para facilitarlo aún más.

Cómo Controlar la Mente

La idea básica para controlar la mente es muy simple: decidir cómo quieres que sea tu vida y pensar deliberadamente en ello.

En la práctica, sin embargo, hacerlo no es tan fácil como decirlo. No estamos nada acostumbrados a elegir conscientemente lo que pensamos, y se nos hace difícil.

Pero aparte de la falta de hábito, lo que realmente lo complica es un hecho mucho más simple: no siempre tenemos claro qué queremos que nos pase. Es decir, el problema no es sólo que cueste pensar en lo que queremos, sino que no sabemos qué queremos.

Piensa un momento en ello: ¿tienes claro qué quieres vivir los próximo años? No me refiero a si sabes más o menos hacia dónde quieres que vaya tu vida, sino a si sabes exactamente lo que quieres. ¿Sabes exactamente cómo quieres que evolucione tu vida profesional? ¿Sabes exactamente dónde quieres vivir? ¿Sabes exactamente qué experiencias quieres tener?

Es muy posible que la respuesta sea “no”. Seguramente sabes que quieres estar bien, pero no has decidido conscientemente qué quieres vivir exactamente.

Y, claro, si no sabes qué quieres exactamente, no puedes pensar en ello.

Imagínate alguien que quiere construir una casa sin haberla diseñado primero. Simplemente comienza a poner ladrillos uno encima del otro confiando en que al final quedará bien. ¿Crees que lo conseguirá? Es evidente que no. Para poder hacer una casa, primero hay que planificarla.

Pues con tus sueños pasa lo mismo: para poder hacerlos realidad, primero debes diseñarlos.

Así pues, el primer paso para controlar la mente es decidir, con tanto detalle como puedas, qué vida quieres tener. Tienes que decidir claramente qué quieres para poder decirle a tu mente qué debe pensar.

Tú eres el arquitecto de tu vida, y tu mente es la obrera que la construye. Si el arquitecto no tiene un plan, la obrera no puede hacer nada bueno.

Decide la Vida que Quieres Vivir

Así pues, tu objetivo número uno debe ser tener muy claro cómo quieres que sea tu vida: dónde quieres vivir, qué trabajo quieres hacer, cuánto dinero quieres ganar, qué tipo de relaciones quieres tener, etc.

Para conseguirlo, te propongo un ejercicio muy sencillo: coge una hoja de papel y divídela en cuatro partes (digo cuatro por decir un número, pero pueden ser tres, cinco o quince; como quieras).

En cada parte, escribe un título que haga referencia a un área de tu vida: salud, vivienda, vida profesional, pareja, hijos, amistades, vida espiritual, etc. Elige las más importantes para ti, y elige tantas áreas como quieras. Cuatro está bien para empezar, pero si quieres hacerlo con más, pues más.

Una vez lo tengas, medita un rato sobre cómo quieres que sea tu vida en cada ámbito que has elegido, y escríbelo en el papel. Si una de las áreas que has escogido es vivienda, por ejemplo, piensa en cómo quieres que sea exactamente el lugar donde quieres vivir. Si otra de las áreas es la pareja, piensa en qué tipo de relación sentimental quieres tener. Y ponlo por escrito.

Es muy importante que lo hagas con tanto detalle como puedas, pero tampoco hay que forzarlo más de la cuenta. Por ejemplo, si tienes ganas de irte a vivir al extranjero una temporada, pero te da igual dónde, no hace falta que te fuerces a pensar en qué país quieres visitar. En cambio, si el país concreto sí es importante, entonces escríbelo.

Es posible que te cueste un poco y que algunas cosas no las tengas del todo claras. Es normal, nos pasa a todos. Si quieres, puedes dejarlo reposar un poco y terminarlo otro día. O también puedes hacer una primera versión provisional, e irla perfilando más adelante.

Lo más importante es que, sea hoy o sea dentro de unos días, termines con una lista bastante concreta de cómo quieres que evolucione tu vida. Así, a partir de ahora ya sabrás en qué debes pensar.

Cuando lo hayas hecho, verás más claro por qué aún no tienes la vida que deseas: simplemente no la habías definido con claridad. Eras un arquitecto sin plano.

Cómo Construir la Vida que Deseas

Una vez tengas tu lista, tu principal tarea en la vida será pensar en ella. Siempre que tengas un momento, piensa en la vida que quieres: piensa en el tipo de relación sentimental que quieres tener, en la casa donde quieres vivir, en el trabajo donde quieres trabajar, etc.

Se trata simplemente de hacer un cambio de chip: en lugar de pensar en lo que te está pasando, piensa en lo que quieres que te pase.

Hasta ahora era muy difícil, porque no habías definido claramente qué quieres, pero ahora ya puedes hacerlo. Ahora tienes una lista que dice claramente hacia dónde debes dirigir tus pensamientos, y la puedes usar como guía. Siempre que te despistes, cógela y vuelve a pensar en ella.

Evidentemente, no es fácil. De hecho, es prácticamente imposible conseguirlo de un día para otro. Por esta razón, es mucho mejor planteárselo como un objetivo a medio plazo. Es como salir a correr: el primer día te cansas mucho, el segundo también y el tercero parece que siempre estarás igual y que lo de correr no es para ti. Pero si tienes un poco de perseverancia, el cuarto ya te cansas un poco menos, y el quinto aún menos. Y al cabo de unos días más incluso empiezas a disfrutar.

Pues el proceso para aprender a controlar la mente es el mismo. Al principio es frustrante porque parece que no avanzas, pero con voluntad y paciencia, poco a poco se va mejorando.

Es un pequeño esfuerzo que vale la pena, porque la recompensa es la vida que deseas.

Y la alternativa… la alternativa ya la conoces, ¿verdad

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