La luna tiene un importante peso en nuestra forma de ser. Su influencia, a través de su ciclo, queda plasmado en nuestra capacidad mes a mes.

Como ya mencionamos anteriormente, para la Medicina Tradicional Tibetana el comportamiento y la actitud con la que afrontamos nuestro día es la segunda causa más influyente en nuestra salud. Ese comportamiento hace referencia a tres formas de enfoque: el diario, el mensual y el estacional. Tras haber visto el primero de ellos (El sol, guía de nuesto día), nos centraremos en el segundo.

Nuestra actitud y capacidad mensual vienen regidas por el ciclo de la luna, que tiene un fuerte impacto en nuestra mente y en nuestra energía física, a través de la energía interna del cuerpo, por medio de su influencia en la energía flema.

Las distintas fases de la luna permiten dividir el mes en cuatro periodos: una zona oscura, un zona de crecimiento, una zona de decrecimiento y una zona de fuerza energética.

En primer lugar está la zona oscura. Durante este período no se ve la luna,  la energía que transmite la luna es pequeña y afecta a nuestro ánimo, que está algo decaído e influye en nuestra capacidad de llevar a cabo actividades. La flema, nuestro equilibrador de ánimo está bajo, y nuestra energía viento domina. Nuestro carácter fluctúa. Es así importante prestar atención a la dieta y al descanso. Es un periodo en el que se debe cuidar el cuerpo a través de los masajes, mantenerlo en calor, y la mente centrada en el estudio y la meditación.

En la zona de crecimiento, la luna empieza a verse, está cada vez más clara. Su influencia en nosotros aporta una energía mental buena, menores cambios de ánimos y mayor estabilidad. La energía flema va aumentando y se empieza a equilibrar la energía viento. Se debe continuar, sin embargo, siendo cuidadosos con la dieta y el descanso, y aportando equilibrio al viento.

Durante la zona de fueza energética la luna está llena. Nos sentimos con grandes capacidades físicas y psicológicas. Sin embargo, la energía fría en nuestro cuerpo también está en aumento, lo que puede conllevar problemas de sueño y digestivos. Se debe ser cuidadoso en la dieta, evitar el exceso de alimentos fríos y dulces así como la tendencia a la indolencia o la pereza, por el aumento de nuestra energía fría que nos aporta una mayor tranquilidad y paciencia.

Tras este período comienza la zona de decrecimiento, la luna pierde fuerza y nuestra estabilidad decrece, nos cambia el humor y nos sentimos más irritables, más estresados e impacientres. De nuevo el viento aumenta y con él, la influencia de la energía bilis que nos hace estar más alterados. Es de nuevo momento de atender a la dieta y al equilibrio mental a través de la meditación o del ejercicio.

Y de nuevo se vuelve a la zona oscura, para retomar el ciclo.

Podemos ver todo el ciclo en este esquema, donde se muestran las fases en un calendario lunar.

Es importante hacer referencia al impacto del ciclo lunar en el caso de enfermedades relacionadas con el viento.  Hay una serie de días en los que la influencia de la luna aporta un especial riesgo. En esos días, aquellas personas que sufran problemas de Alzheimer, Parkinsson, estrés, depresión, etc. deben ir acompañadas y tener especial cuidado.

El ser conscientes de esta influencia nos ayuda a entender la evolución de nuestra energía interna, para así adaptar nuestra actitud y comportamiento con el objetivo de vivir una vida equilibrada y saludable.

La luna, nuestro reloj mensual