¿Estamos hechos de retales genéticos?

l modelo multiregional tuvo que incluir como premisa necesaria el intercambio genético ininterrumpido entre todas las poblaciones humanas de África y Eurasia. Solo así era posible conseguir que nuestra especie surgiera en un territorio tan enorme, sin mostrar apenas diferencias entre todas las poblaciones del planeta. El modelo del origen único de Homo sapiens en África, en cambio, rechazó de entrada la posibilidad de un intercambio genético entre poblaciones ubicadas en territorios muy alejados. El desarrollo de la paleogenética, que ha permitido conocer la secuencia genómica de los Neandertales y de otras poblaciones del pasado, también ha certificado la existencia de hibridaciones entre los miembros de nuestra especie y los de otras especies extinguidas ¿Significa eso que hemos de volver a considerar el modelo multiregional? No necesariamente, pero tenemos que replantearnos nuestro modo de entender las especies humanas del pasado.

Resultados de la comparación del ADN mitocondrial de los homininos de los Sima de los Huesos. Imagen publicada en la revista Nature en 2013. A finales de 2015, el estudio del ADN nuclear ha demostrado una relación muy estrecha de estos homininos con los Neandertales.

Resultados de la comparación del ADN mitocondrial de los homininos de los Sima de los Huesos. Imagen publicada en la revista Nature en 2013. A finales de 2015, el estudio del ADN nuclear ha demostrado una relación muy estrecha de estos homininos con los Neandertales.

Benjamin Vernot (Departamento de Ciencias Genómicas de la Universidad de Washington) ha liderado a un equipo de científicos, que publican en la revista Science (17 de marzo de 2016) sus resultados sobre el estudio del genoma de más de 1.500 humanos actuales de procedencias diversas. Entre ellos figuran 32 individuos de Melanesia. Este territorio incluye un conjunto de islas situada al norte de Australia, que forman parte de los actuales estados de Papúa Nueva Guinea, Solomon, Vanuatu y Nueva Caledonia. Si bien los eurasiáticos llevamos aproximadamente un 2% de genes procedentes de nuestra hibridación con los Neandertales, los melanesios incluyen, además, entre 2 y un 4% de genes procedentes de los Denisovanos. Vernot y su equipo no descartan que el genoma de los Denisovanos se encuentre en otros grupos humanos, del mismo modo que otros investigadores ya están hallando en nuestro genoma secuencias procedentes de otras especies extinguidas, todavía por determinar. Quizá estamos ante la punta del iceberg de lo que aún tendremos que conocer.

La primera reflexión nos lleva a considerar si en el Pleistoceno pudieron producirse hibridaciones continuas, como preconizó el modelo multiregional. Aquí juega un papel importante la densidad demográfica. Las poblaciones del pasado estuvieron casi siempre pegadas a sus territorios y solo se desplazaban si faltaban los recursos. La densidad de las poblaciones humanas también era muy baja. Aunque las hibridaciones entre homininos distintos fueran posibles, mi opinión es que ocurrieron de manera muy esporádica. En cambio, la expansión imparable de nuestra especie tuvo que producirse gracias a un crecimiento demográfico muy significativo. Este crecimiento habría conllevado una probabilidad más alta de intercambio genético, no solo con los Neandertales (que dominaban buena parte del Eurasia), sino posiblemente también con otros grupos. En esta reflexión también hay que considerar el tiempo de divergencia genética. ¿Cuanto tiempo ha de transcurrir desde que se produce la divergencia para que la hibridación con descendencia fértil sea posible? Sabemos que la divergencia entre la genealogía de nuestra especie y la de los Neandertales sucedió hace unos 650.000 años, quizá en el límite de lo posible. Ante esta perspectiva, el intercambio genético entre los miembros de nuestra especie y los individuos de la especie Homo erectus todavía tendrá que ser demostrada. Utilizando una expresión del propio Svante Pääbo, los humanos modernos estamos hechos de retales genéticos de todas las especies que nos han precedido, sin olvidar por supuesto que muchos genes son exclusivos de nuestra especie. En este tema, el futuro se antoja apasionante.

Entrada de la cueva de Denisova, Montes Altai, Siberia.

Entrada de la cueva de Denisova, Montes Altai, Siberia.

Por otro lado, nos seguimos preguntando por el origen de los Denisovanos. ¿No se les habrá dado un protagonismo excesivo? Por el momento los conocemos solo por una falange y un par de dientes, que han proporcionado una secuencia genómica muy completa. Los Denisovanos hibridaron con los Neandertales y también con los miembros de nuestra especie. ¿Lo hicieron también con los Homo erectus de Asia? Sabiendo que la genealogía de los Neandertales tuvo sus raíces en Eurasia, que esas raíces pueden llegar a los 700.000 años de antigüedad y que los miembros de esta especie tuvieron un enorme éxito evolutivo no puede extrañar que llegaran hasta los montes Altai, en Siberia, en repetidas ocasiones. Los llamados “Neandertales clásicos” son únicamente el resultado final de la evolución de una genealogía muy longeva. Los primeros Neandertales tenían un aspecto más primitivo y no cabe duda de que llegaron a ocupar buena parte de Eurasia. Quizá hibridaron con las poblaciones residentes durante su expansión demográfica. No sería pues de extrañar que los Denisovanos formen también parte de esa genealogía. Como decía antes, es posible que se haya dado demasiada relevancia a estos humanos, cuyo aspecto desconocemos. Si llevaban ADN mitocondrial de los homininos de la Sima de los Huesos, que ya sabemos forman parte de la genealogía Neandertal, ¿por qué no incluir a los Denisovanos en este linaje humano? Como en la reflexión anterior, el tiempo nos dará la respuesta.

reflexiones-de-un-primate.blogs.quo.es

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.