Aida. ¡La Conciencia! En unos más desarrollada que en otros

Nuestros cinco sentidos captan el entorno y los fenómenos que a nuestro alrededro puedan ir ocurriendo, transmiten al cerebro esa información y, éste clasifica los datos y conforma esas experiencias del cuerpo material en una red enmarañada de neuronas y nervios que lanzan señales luminosas y “archivan” para el recuerdo todo la información que le llega. Sin embargo, en todo esto, existe un fallo: Nuestros sentidos, no son perfectos y, no pocas veces, se envía información equivocada de lo que podemos estar presenciando o sintiendo.

Nuestra estrategia para explicar la base neuronal de la conciencia consiste en centrarse en las propiedades más generales de la experiencia consciente, es decir, aquellas que todos los estados conscientes comparten. De estas propiedades, una de las más importantes es la integración o unidad. La integración se refiere a que el sujeto de la experiencia no puede en ningún momento dividir un estado consciente en una serie de componentes independientes. Esta propiedad está relacionada con nuestra incapacidad para hacer conscientemente dos cosas al mismo tiempo, como por ejemplo, estar ahora escribiendo este comentario para ustedes y al mismo tiempo mantener una conversación sobre el Universo con mis amigos.

Otra propiedad clave de la experiencia consciente, y una que aparentemente contrasta con la anterior, es su extraordinaria diferenciación o informatividad: En cada momento podemos seleccionar uno entre miles de millones de estados conscientes posibles en apenas una fracción de segundo. Nos enfrentamos, pues, a la aparente paradoja de que la unidad encierra la complejidad: el cerebro tiene que afrontar la sobreabundancia sin perder la unidad o coherencia. La tarea de la ciencia consiste en mostrar de qué manera la consigue.

    Estando el mismo mundo… ¡Cada cual tiene y vive en su propio mundo!

Los últimos pensamientos sobre la mente y la conciencia están centrados en el constructivismo y nos viene a decir que cada cual, se fabrica su propia realidad, y, al hilo de ese pensamiento se me vienen a la mente algunas lecciones de neuropsicología y lo que es la integración bajo tensión, me explico:

Algunas de las indicaciones más sobresalientes de la ineludible unidad de la experiencia consciente provienen del examen de ciertos fenómenos patológicos. Muchos trastornos neuropsicológicos demuestran que la conciencia puede doblarse o encogerse y, en ocasiones, incluso dividirse, pero que nunca tolera que se rompa la coherencia. Por ejemplo, aunque un derrame cerebral en el hemisferio derecho deja a muchas personas con ese lado del cuerpo paralizado y afectado por una pérdida sensorial completa, algunas personas niegan su parálisis, un fenómeno que se conoce como anosognosia.

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     Cualquier trastorno de nuestros cuerpos nos pueden llevar a vivir una vida totalmente diferente a la que viven los demás

Cuando se le presentan pruebas de que su brazo y su pierna derecha no pueden moverse, algunas de estas personas llegan incluso a negar que se trate de sus extremidades y las tratan como si fuesen cuerpos extraños. Otras personas con daños bilaterales masivos en la región occipital no pueden ver nada y, sin embargo, no reconocen que estén ciegos (síndrome de Antón).

Las personas con cerebro dividido ofrecen una demostración más de que la conciencia siente horror por los vacíos o las discontinuidades. Las personas con hemi-inantención, un complejo síndrome neuropsicológico que se suele dar cuando se producen lesiones en el lóbulo parietal derecho, no son conscientes del lado izquierdo de las cosas, a veces incluso de toda la parte izquierda del mundo.

Pongo estos ejemplos para que podamos ver la complejidad de lo que el cerebro encierra.

Asisto con otras muchas personas a un mismo lugar para escuchar y ser testigos de una conferencia. Tal reunión dará lugar a una multitud de pensamientos, los suyos y los míos, algunos mutuamente coherentes, otros no. Son tan poco individuales y recíprocamente independientes como son un todo coherente. No son ni lo uno ni lo otro: ninguno de ellos está separado, sino que cada uno pertenece al ámbito de los otros pero además al de ninguno. Mi pensamiento pertenece a la totalidad de mis otros pensamientos, y el de cada uno, a la totalidad de pensamientos de cada uno…los únicos estados de conciencia que de forma natural experimentamos se encuentran en las consciencias personales, en las mentes, en todos los yo y tu particulares y concretos… el hecho consciente universal no es “los sentimientos y los pensamientos existen”, sino “yo pienso” y “yo siento”. De ahí, sin lugar a ninguna duda surge, la idea de que cada cual, dentro de su mente, se inventa su realidad del mundo que le rodea.

Es un buen reflejo de la arrogancia humana el hecho de que se hayan erigido sistemas filosóficos enteros sobre la base de una fenomenología subjetiva: la experiencia consciente de un solo individuo con inclinaciones filosóficas. Tal como Descartes reconoció y estableció como punto de partida, esta arrogancia es justificada, por cuanto nuestra experiencia consciente es la única ontología sobre la cual tenemos evidencia directa. La inmensa riqueza del mundo fenoménico que experimentamos -la experiencia consciente como tal- parece depender de una nimiedad del menaje de ese mundo, un trozo de tejido gelatinoso del interior del cráneo. Nuestro cerebro, un actor “secundario” y “fugaz” que casi ninguno llega a ver sobre el escenario de la conciencia, parece ser el guardián del teatro entero. Como a todos se nos hace dolorosamente obvio cuando nos vemos ante una escena de desgracia humana, en un ser querido cercano, supondrá una agresión al cerebro y puede modificar permanentemente todo nuestro mundo.

De ahí, el hecho cierto, de que las sensaciones tales como los sentimientos o el dolor, inciden de manera directa, a través de los sentidos, en nuestra consciencia que, como decimos, siempre es particular e individualizada, nadie podrá nunca compartir su consciencia y, sin embargo ésta, estará también siempre, supeditada al mundo que la rodea y de la que recibe los mensajes que, aún siendo los mismos, cada cual nos interpretará a su manera muy particular y, al mismo tiempo, dentro de unos cánones pre-establecidos de una manera común de ver y entender el mundo al que pertenecemos.

Amigos, tenemos una jungla en la cabeza, y, su enmarañada ramificación es tan descomunalmente compleja que, de momento, lo único que podemos hacer es ir abriéndonos camino a machetazos de la ciencia que, sin duda alguna, finalmente nos permitirá deambular por esa intrincada selva que llamamos cerebro y que es la residencia de nuestras mentes.

Lástima que muchos tengan una conciencia acomodaticia y la gran facultad de apartar aquellos recuerdos que siendo negativos para él, derivados de sus malas y deshonestas acciones, la puedan desechar para evitar la molestia de estar sintiendo, continuamente, esa voz que les grita: ¡Qué has hecho! ¿Como pudiste causar tanto dolor?

emilio silvera

Un comentario en “Aida. ¡La Conciencia! En unos más desarrollada que en otros

  1. La consciencia; consciente, subconsciente, inconsciente.
    La voluntad, dice hay quien maneja mi barca que a la vereda me lleva.
    Cuales el propósito de la vida saber a dónde tienes que llegar y con qué o con nada si no te gusta lo que quieren que te lleves. Y no lo quieres para nadie.
    Cuál es ese propósito poseerlo todo y a todos, imponerles nuestras ideas nuestras trampas para que nuestros hijos continúen el camino (mal camino mi camino, camino de rosas camino de flores).
    Soy de los que considera que las flores no se las come ni el burro más inteligente, cebada a ser posible fermentada y algún cardo borriquero, hortalizas de la Huerta de Ríos o ver duras.
    Pasándolas duras se aprecia a los que las pasan ídem y se entiende de cuál es el problema de quien nos las hacen pasar así.
    Y ese problema se queden con él pues para salir del perjuicio que me causan, tendría que cargar a mi burro con él.
    Lo reventaría y no completaría el sentido de mi vida. Esa carga no la podrá llevar a ninguna parte y a esperar si me dan otro burro.
    En algún momento me dirán que ya vale de burros.
    En otra dos veces que recuerde el burro le entregado sin ninguna carga y esta va a ser igual
    En la próxima sin burro, no me quieran hacer llevar la carga de otro. No abarque tanta carga que tiene los burros de los demás y el suyo reventados.
    (Ves a ese, no ve ni tres en un burro), no toméis el ejemplo de el ni le ayudéis a llevar la carga.
    El burro que os han puesto es para llevaros en esta vida y aquí, como mucho que le guie uno que le lleve donde coma mejor y de vez en cuando tenemos que bajar de el para que descanse.
    Si la próxima que no va a ser no vería que aquí todavía hay que ir montado en un burro, seria por que en los colegios y después las gentes mayores de esta sociedad nos enseñarían algo de esto y no lo que cuando empecé en el colegio me sonaba a chino.
    De las trampas que me han enseñado no he puesto en práctica ninguna, sé que son para atraparme a mí.
    Aunque me tengan siete meses sin cobrar y me muera de hambre hasta que salgan los juicios, para el incumplimiento de contrato por falta de pago, ya echo el propósito de mi vida aquí de las personas buenas sacaras algo bueno de las malas y llevan la maldad dentro. Coacciones insultos amenazas y la ruina.
    Prefieren gastárselo en abogados con cientos talvez mil afectados más los obreros que admitir que se han equivocado, el perjuicio que han causado a los que consideran sus vasallos y criados. Y quieren seguir adelante.
    Que les lleven la mercancía y ellos pagar lo que consideren o no pagar nada.
    Les ampara la ley de la trampa y si no quieres entrar en ella y colaborar, a esperar la justicia divina.
    Para mi llegara un poco antes del ocho de el nueve del dos mil dieciocho.
    Hasta entonces contare lo que vea y compruebe y lo que no me borraron de la memoria.

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