Cuentos de diversas culturas para un mundo diverso (animaciones)

«Aquí dejo mi historia, para que otro la lleve» dicen colocando las palmas en el suelo, en algunos lugares del continente africano cuando terminan un cuento.

«Hay una historia entre vosotras, quien la busque la encontrará…» comienzan diciendo las mujeres imazighen, y lo terminan así: «Y me puse el calzado nuevo, y anduve de aquí para allá, y se me rompió»
«¡Contemos cuentos! ¡Los cuentos pasan!» dicen en Benin antes de una narración.
Los cuentos nos cogen de la mano y dirigen nuestra atención a recovecos, a rincones de estos países en los que quizá, jamás, nos podríamos adentrar. A fuerza de leer y oír cuentos de todo el mundo hemos ido aprendiendo cómo es la selva, cómo se vive en el desierto, cuán traicioneros pueden ser algunos animales y algunos hombres, pero también cuán generoso es el género humano en cualquier rincón del mundo. Dice León Felipe:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
Cuando Añá apagó las fogatas, Tupá creó los isondúes. Un relato guaraní en el que el fuego y los bichitos de luz tienen algo en común.
El mito de la Abuela Grillo, cuenta que en un principio, la abuela de los ayoreos era un grillo llamado Direjná. Era la dueña del agua, y donde ella estaba, también estaba la lluvia. Sus nietos le pidieron que se fuese. Cuando lo hizo, todo fue calor y sequedad. La abuela Grillo decidió vivir en el segundo cielo y desde allí es capaz de enviar lluvia cada vez que alguien cuenta su historia.

Los ayoreos son cazadores-recolectores nómadas actualmente reducidos a unas pocas comunidades en Bolivia, Paraguay y el norte Argentina.

Canción en Idish con un trabajo de animación espectacular de arena, de Sally Heckel.

«En cada adulto hay un niño del recuerdo, como en cada niño hay un adulto de esperanza. Allí duermen todo el tiempo…»
Luis Salvador Efraín Salazar Arrué, más conocido por su pseudónimo Salarrué, fue un salvadoreño que nos hizo soñar con sus cuentos de cipotes y demás obras. El encanto de los Cuentos de Cipotes reside esencialmente en su pretensión de reproducir el lenguaje coloquial de los niños salvadoreños, un lenguaje que es ya urbano y callejero.
«El cuento de cipotes es la magia que provoca al adulto que hay en el fondo del niño, para consolar al niño que hay en el fondo del adulto»
Malaika es una niña africana, princesa de una manada de elefantes, que vive sobre el lomo de su padre Komba. En el largo viaje por encontrar los bebederos de agua, Malaika entenderá que la memoria es la clave de la supervivencia de los elefantes.

El viaje les deparará peligrosos cazadores a su acecho, días de sequía y bebederos sin agua; pero también un maravilloso encuentro con los sagrados Baobabs, misteriosos árboles de la sabana, que crecen al revés. Un corto de Lizardo Carvajal.

«The Potter», El alfarero, es un corto de animación del estadounidense John Burton, para entender un proceso de enseñanza. Los protagonistas son el alfarero hechicero y un joven aprendiz que desea desarrollar el oficio. A través de esta historia, observamos cómo con la ayuda y la guía de un maestro, el alumno va adquiriendo conocimientos que le permiten desarrollarse por sí mismo.
Filme basado en un cuento popular africano, Karabá es una malvada bruja que domina un poblado en el corazón de África. Kirikou es un niño pequeño, al que pocos toman en serio por su escaso tamaño, pero que es el único que consigue recobrar algunas cosas que la bruja había robado. Es también el único miembro de la tribu que tiene valor para enfrentarse con ella. Es tan listo que nace solo del vientre de la madre y se baña solo.
«Los niños y niñas necesitan cuentos para entenderse y entender el mundo», dicen en Potopoto. Potopoto es el barrizal que se crea en época de lluvias en África, y también el deseo de una madre Ecuatoguineana que procura reconstruir las historias que le contaban sus abuelos y abuelas en su comunidad «frunciendo el ceño para hacer memoria».
 “Me llamo Alejandra Evui Salmerón Ntutumu y mi sueño es poder crear un mundo de fantasía inspirado en los cuentos africanos que mi madre me contaba cuando era niña. Mi propósito es despertar la imaginación de los niños y niñas recuperando los cuentos olvidados de la comunidad afro de habla hispana para que los más “peques” tengan referentes más diversos. Potopoto es el fango típico de la época de lluvias en Guinea Ecuatorial. Un lugar que llama para ensuciarnos las caras y volver a ser niños. Los libros son demasiado blancos, tenemos que ensuciarlos con potopoto. ¿Nos ensuciamos?”
Así, Potopoto se convirtió en el primer libro infantil ilustrado de cuentos multiétnicos de Guinea Ecuatorial en español para niños de entre 4 y 8 años y un proyecto cultural que apuesta por la diversidad (étnica, funcional, de género…) y el reconocimiento de los pueblos ‪afro:
Y desde Potopoto me llegó este precioso cuento de Abdul Ndadi, de Ghana, que nos advierte que, «sankofa», «un árbol sin raíces no se puede sostener».
En el corto se pueden ver símbolos visuales adinkra, que son comunes en varias culturas y civilizaciones del oeste africano, como el «sankofa», símbolo de la importancia de volver al pasado, o las espirales que lleva la tortuga en su caparazón, o «adinkrahene», símbolo de grandeza, carisma y liderazgo. Creados originalmente por la etnia Ashanti de Ghana y los Gyaman de Costa de Marfil, cada símbolo adinkra tiene un significado propio, y también un nombre y un proverbio asociado.
Y mucha, mucha sabiduría.
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2016/05/cuentos-de-diversas-culturas-para-un.html

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