Las historias secretas tras la muerte de Víctor Jara

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Ya pasaron 42 años del asesinato de Víctor Jara en el Estadio Chile, el mismo que hoy lleva su nombre. Fueron 44 balazos los que el 16 de septiembre de 1973 terminaron con ls vida de uno de los artistas más importantes de la historia Chile, luego de cuatro días detenido y torturado, después del golpe militar. Y aunque los detalles de su muerte aún no son del todo claro, y a que todavía no se identifica a los responsables directos de su asesinato, varios testimonios ayudaron a reconstruir el caso.

Victor Jara

Según publicó el periodista Andrés del Real para el sitio La Tercera de Chile, recién en 1990, la Comisión Rettig determinó que el músico fue acribillado con 44 disparos. Había sido detenido el 11 de septiembre de 1973 en la ex Universidad Técnica del Estado (UTE).

Pocas horas antes de su asesinato, Jara escribió su último manuscrito, conocido como Estadio Chile. Lo hizo aprovechando un momento en el que el resto de los detenidos escribía mensajes a sus familiares. «Cuando estábamos en eso, Víctor me pidió la libreta que yo tenía. Se puso a escribir, pero de pronto llegaron dos conscriptos, se lo llevaron y fue la última vez que lo vimos. Ahí soltó las hojas y yo me quedé con ellas», contó a La Tercera Boris Navia, abogado y ex jefe del Departamento de Personal de la UTE.

El rescate de la última composición del artista significó toda un logro, que incluyó un par de copias redactadas en cajetillas de cigarros, y terminó llegando a manos del fallecido periodista Camilo Taufic y de algunas esposas de los músicos de Quilapayún, que llevaron el texto al exilio europeo camuflado en una cápsula de remedio.

El año pasado, el documental Víctor Jara N° 2547 -de la directora Elvira Díaz– permitió conocer a otro héroe anónimo de este caso: Héctor Herrera, el hombre que identificó y ayudó a sepultar al músico, luego que sus restos fueran arrojados a unos matorrales en los alrededores del Cementerio Metropolitano. Así, evitó que el cantautor quedara como un detenido desaparecido

Herrera, un antiguo funcionario del Instituto Médico Legal, reconoció los restos del cantautor y fue de manera clandestina a la casa de Joan Turner para decirle que su marido estaba allá. Luego, la ayudó a enterrarlo en el Cementerio General.

Los vecinos de la calle Clotario Blest, en Lo Espejo, también tuvieron una participación clave en las horas posteriores a que el cuerpo de Jara fuera arrojado allí. Como Mónica Salinas, quien incluso se atrevió a declarar ante la justicia y fue la primera testigo ocular en la identificación de los restos, evitando que al autor  fuera un NN más en Chile.

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