El precio que pagan unas mujeres para que otras tengan la piel suave

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¿Cuál es el precio de tener una piel suave? Algunas personas gastan un montón de dinero en productos de belleza que contienen manteca de karité (shea butter).

Pero no mucha de esa materia prima llega a las viudas de una pequeña comunidad agrícola en el norte de Ghana, que procesan las nueces a partir de las cuales se hace la pasta para hidratar la piel.

Después de cinco días de cosecha, machacado, tostado, molido y cocinado, Rebecca Atornyege, de 65 años, gana ocho cedis (unos US$2) de la venta de la manteca de karité en el mercado.

Su producción es la principal actividad comercial en Anateem, donde los cultivos son duros en la estación seca, llamada Harmattan, que puede durar hasta ocho meses.

Atornyege tiene que mantener a su familia con la producción y venta de manteca de karité, que ha sido dominio exclusivo de las mujeres durante generaciones.

«Nuestras madres nos enseñan cómo fabricarla», dice.

«Cuando éramos niñas, nuestras madres solían ir a la selva, recogían las nueces, volvían a casa a machacarlas y las molían antes de freírlas para hacer la mantequilla”, relata la mujer.

«Solíamos hacer la molienda y cantar al hacerlo. Eso es lo que hemos aprendido del proceso”.

Atornyege inició la asociación de ocho mujeres que se ayudan mutuamente en Anateem en la preparación la mantequilla para el día del mercado.

El día que la visité, otras cuatro se reunieron con ella y con su nieta adolescente mientras separaban las nueces de karité para quitar las malas y lavar el resto.

En los últimos años, ha habido un aumento en la demanda de manteca de karité, un ingrediente que no solo se usa para productos para la piel, sino también en confitería y farmacéuticos.

Un estimado de tres millones de mujeres de Ghana tienen un pequeño ingreso con la manteca de karité, pero Atornyege no quiere que su nieta sea una de ellas.

«Esta manteca de karité que estamos haciendo va a ser vendida para pagar sus gastos escolares y comprar sus libros”, dice.

«Mi sueño es que ella sea exitosa… como una médico o una enfermera. No quiero que sufra de la manera en que yo estoy sufriendo”.

«Su padre era un borracho y no podía cuidar de ella, así que me hice cargo de ella para que fuera a la escuela. Si ella se convierte en una médico, estaría muy orgullosa de ella y se ocuparía de mí».

Abuso, celos y brujería

Sus palabras ponen de relieve los problemas que enfrentan las mujeres en una comunidad donde los hombres parecen estar notoriamente ausentes.

Los que están a la vista toman la siesta a la sombra de un árbol mientras a la distancia las mujeres muelen los frutos secos y cantan al ritmo del mortero de madera sobre una piedra de granito.

Las mujeres dicen que los hombres nunca ayudan y a menudo se emborrachan con las ganancias y se hacen abusivos.

Iddi Zakaria trabaja en la Red de Manteca de Karité de Gana, con sede en Tamale, una organización sin no lucrativa que trabaja para mejorar el sector.

«La violencia a la mujer, violación de sus derechos y asaltos ocurren”, dice Zakaria.

«Las mujeres ven vulnerados sus derechos económicos. Ser una esposa significa que toda decisión debe ser aprobada por el hombre. Si vas en contra de eso hay un precio a pagar».

Los celos también son un problema.

«También hemos visto casos de mujeres que son expulsadas por las comunidades que las acusaron de brujería… creemos que las comunidades se ponen celosas de su éxito”, explica Zakaria.

«Fui testigo en un pueblo donde estábamos reunidos productores de karité para organizar una cooperativa de cómo el marido llegó y ordenó a su esposa que se fuera, y ella tuvo que hacerlo».

Serpientes ocultas

A pesar de estas dificultades, Zakaria dice que hay una gran cantidad de activismo entre las organizaciones de la sociedad civil destinadas a empoderar a las mujeres.

Star Shea, un negocio social iniciado hace cuatro años, tiene como objetivo ayudar a la producción rentable para las mujeres que trabajan en las cooperativas.

Las enseñan a mejorar las técnicas tradicionales, desde la recolección de las nueces, las etapas de procesamiento de la mantequilla de calidad y el empacamiento.

Pero Anna Perennic, directora ejecutivo de Star Shea, dice que nunca será una gran mina de oro mientras las mujeres estén limitadas.

Una mujer puede hacer 30 kilos de nueces después de caminar kilómetros para recogerlas, pero el calzado no los protege de las serpientes venenosas ocultas en la selva.

Nunca se enriquecerán, a menos que trabajen para una pequeña fábrica o cooperativa establecida por empresas como The Body Shop, lo que les permite trabajar todo el año, dice Perennic.

La temporada de karité va de abril hasta agosto, y a veces las mujeres compran nueces sobrantes.

A pesar de ser una industria multimillonaria, «en realidad nadie quiere pagar tres veces el precio» para un producto que se utiliza como equivalente de la mantequilla de cacao.

Durante mi visita, Atornyege y sus amigos produjeron tres recipientes pequeños con un valor de US$23, pero solo lograron vender US$2.

«La manteca salió buena. Estaba feliz y espero sacar alguna ganancia para comprar comida», Atornyege.

Una parte la van a usar para el hogar como jabón y pomada, pero el resto van a tratar de venderla nuevamente en el próximo día de mercado, junto con su siguiente lote.

«Estoy triste y no sé qué haré en casa».

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