¿TE ESTÁN MANIPULANDO?

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¿TE ESTÁN MANIPULANDO?

Posiblemente tu respuesta inmediata sea contestar que no, incluso pensar que el que se deja manipular por otro es que no tiene personalidad. Pero, la verdad, es que no es fácil darse cuenta de que estamos siendo víctimas de la manipulación y mucho menos reconocerlo.

Podemos encontrar a personas manipuladoras en el trabajo, entre nuestros amigos, en la familia…La relación con estas personas nos confunde profundamente, ya que no estamos seguros de lo que está sucediendo, y nos sentimos culpables (por pensar mal de ellos) y al mismo tiempo víctimas. Suele producirse un círculo vicioso en el que nos sentimos heridos por una persona e intentamos alejarnos de ella; pero a la vez nos sentimos incomodos y culpables, y volvemos a intentar, de nuevo, un acercamiento. Al final la relación resulta agotadora.

Pero, ¿cómo es posible que no nos demos cuenta de que alguien nos intenta manipular? Hay varias razones para ello:

  • La manipulación no es obvia. Puede ser una amenaza velada o una sugerencia dada con un tono de voz aparentemente afectuoso. Nos hace sentir mal, nos sentimos atacados, pero no tenemos pruebas objetivas en que basar nuestros sentimientos.
  • Las tácticas usadas por los manipuladores.  A través de la amenaza, la crítica o la inhibición consiguen su objetivo: aprovecharse de nosotros.
  • Usan nuestras debilidades e inseguridades. Saben que botón presionar, cuándo y con qué fuerza (y no tienen escrúpulos en hacerlo).
  • Nuestras creencias sobre la naturaleza humana. Tendemos a dudar sobre lo que nuestro instinto nos dice, y además, a culparnos por atrevernos a creer que alguien pueda ser tan malvado.

¿Cómo llega el manipulador a tener tanta influencia en nosotros? El manipulador establece un vínculo emocional con su víctima, creando una relación asimétrica: el manipulado quiere al manipulador, y éste simplemente se deja querer. Son incapaces de sentir amor (maduro) por nadie que no sean ellos mismos.

El “arte” del manipulador consite en hacer creer con palabras en la imagen que desea que se tenga de él. Frecuentemente, se crea la ilusión de que es superior a los demás y se convence de ello.

Sospecha de que pueden estar intentando manipularte, si en tu relación con alguien:

  • Te sientes culpable por algo que otra persona hace o dice. Suelen proyectar su propia incompetencia, y es muy posible que: te haga aparecer como culpable de sus acciones (“por tu culpa me veo así”); culpe a otras personas de su malestar (“éste…me está amrgando la vida”); simule renunciar a sus objetivos (“se sacrifica por ti”); te ignore, pase tiempo sin dirigirte la palabra o ni siquiera te mire (porque le has hecho algo).
  • Te amenaza (normalmente de forma velada). Algunos indicios de ésto pueden ser: te hace saber lo mal que lo estás tratando; se enfada con frecuencia (y si le preguntas qué le pasa, te responde que nada); es impredecible anímicamente (una veces se enfada muy intensamente y otras se ríe ante el mismo motivo); si cuando hablas con él sientes una irritación inmotivada (puede ser indicador de muchas cosas, pero también de resentimiento acumulado por amenazas).
  • Te critica. En este caso, también proyectan sobre nosotros sus fallos, inseguridades y temores. Sus críticas son siempre destructivas, pero también cargadas de culpabilización y amenaza. Generalmente, también difíciles de demostrar o refutar. Algunos ejemplos son: hacen juicios sobre tú valía (“me has defraudado”); atribuyen etiquetas con facilidad (“eres un machista”); miden por distinto rasero (cuándo tú lo haces está rematadamente mal pero cuando ellos lo llevan a la práctica es hasta positivo); cuando algo sale mal son expertos en detectar qué fue lo que no funcionó y pregonar a los cuatro vientos que ellos ya lo sabían (no hay que esforzarse mucho para comprobar que antes de que sucediera no tenían ni idea de lo que iba a pasar).
  • Tienen el don de la adivinación. Sólo ellos saben lo que los demás están pensando, y exigen que los demás sean de la misma manera. Y si no es así…pues el problema es del otro. Te atribuyen el poder de leer sus pensamientos (“no me entiendes”); te imponen su punto de vista, dan por sentado que eso es lo que piensas (“tú sabes muy bien que ….”); conocen las intenciones y deseos de todo el que le rodea (“mi cuñada nunca me ha tragado, lo sé muy bien”); lo dan todo por supuesto (“deberías haberlo sabido, has cometido un error imperdonable”).
  • Saben mejor que yo lo que me conviene (que suele ser lo que les conviene a ellos). Se dedica a dictaminar lo que debemos hacer los demás (“eres un inútil, lo que realmente hay que hacer es…”, “la verdad sólo tiene un camino y es…).
  • Generan sentimientos muy intensos cuando los conocemos. Se comportan de forma “excesivamente” simpática en nuestros primeros contactos. La simpatía actúa como generador de proximidad emocional. Son amables y dispuestos a ayudar, incluso pueden adelantarse a tus necesidades “obligándote” a aceptar un favor que ni siquiera habías pedido para que te sientas en deuda con ellos.
  • Creen que son los demás quienes tienen que resolver sus problemas (los de ellos). Es muy habitual que tomen una actitud pasiva. Es muy difícil que acepten que son ellos quienes tienen que resolver sus propios problemas. Su inseguridad es tan grande que no pueden asumir el riesgo de equivocarse, y resuelven este problema haciendo ver a los demás que son ellos quienes tienen que esforzarse para alcanzar metas (las del manipulador). Son personas que evitan todo lo que supone una cierta novedad. No hacen algo porque les da miedo, pero lleva al otro a hacerlo.
  • No conversan. Cómo no pueden aceptar un “no” por respuesta, imponen su punto de vista o se callan. Si se plantea una conversación que no les interesa, la cambian. Se calla también cuando se les plantea una elección que no le conviene. Responden a las preguntas con una devolución. En una relación de pareja se niegan a hablar de sentimientos.
  • Se hacen las víctimas. De esta forma consiguen generar sensación de duda y culpabilidad en la otra parte, autodesprecio e incluso miedo de sí mismos. Cuando quieres darte cuenta del engaño ya es tarde. Hacen ver que son víctimas injustas de una sociedad, una familia, un grupo de amigos… Se quejan de que todo el mundo se aprovecha de ellos. Te recuerdan lo mucho que se sacrifican por ti, que han renunciado a una vida maravillosa para estar contigo… Pero recuerda, las verdaderas víctimas no se quejan, no pueden hacerlo.

Es posible que después de leer lo anterior, te puedas hacer la pregunta de ¿soy un manipulador?, está claro que todos en algún momento nos hemos hecho la víctima, hemos criticado a alguien, hemos querido que los demás adivinarán lo que nos sucedía, etc. En este sentido, quiero resaltar que hay una diferencia entre ser y hacer, no hay que confundir jamás entre la manipulación que es un mero comportamiento pasajero con la personalidad manipuladora. Un manipulador no es una persona “como las demás”, convierte las técnicas de manipulación en el modo predominante de relacionarse con los demás, es un “profesional” de la manipulación, son esos individuos que se aprovechan de una relación estrecha y afectuosa para satisfacer sus necesidades, sin importarles en absoluto los sentimientos de la otra persona.

Por otra parte, te puede surgir la duda de: “me estoy dejando manipular si sigo el consejo de alguien”, ¡Claro que no! No hay nada malo en tomar una decisión que no tienes muy clara siguiendo la sugerencia de alguien que merezca tu confianza y respeto, el problema viene cuando no te dejan opción ni escapatoria, y adviertes que el mayor beneficiario de tu decisión es él y no tú.

     Una vez que sabemos que es la manipulación, quienes son y cómo se comportan, lo que nos queda es aprender cómo hacerles frente. Existen una serie de requisitos emocionales que puedes entrenar a diario para prevenir la manipulación y convertirte en una persona autónoma:

  • Escúchate a ti mismo. Presta atención a las señales de tu cuerpo, aunque no entiendas muy bien qué significan, fíate de ellas. No te desautorices, observa e interpreta. Aprende a conocerte.
  • No des más crédito a las opiniones de los demás que a tus propias impresiones. Recuerda que quienes te rodean pueden estar tan manipulados como tú.
  • Entrénate en desobedecer. O, en todo caso, utiliza la obediencia crítica, no la obediencia ciega o automática. Reflexiona y aprende a decir que no cuando sea necesario.
  • Fuera la culpa y autoexigencias de disponibilidad. Empieza a pensar que no eres egoísta o una mala persona sólo porque no te “entregues” siempre al cien por cien.
  • Sé valiente. Para tolerar el vacío social, el abandono o la oposición del manipulador cuando no respondas con una actitud sumisa.
  • Controla tus emociones. Aprende a contenerlas (sin descargarlas, reprimirlas ni inhibirlas), mientras decides cómo utilizarlas.
  • Sé receptivo. Aprende a escuchar, abre los ojos. Comprende lo que hay más allá de las palabras de la persona que te controla.
  • Sé asertivo. Practica los cuatro pasos básicos de una respuesta asertiva, que te permitirán defender tus derechos sin agredir:
    1. Observa y define claramente cómo te manipulan.
    2. Expresa objetiva y honestamente lo que sientes o has sentido ante esa manipulación.
    3. Responde por qué sientes o reaccionas así.
    4. Comunícale al otro la conducta que habrías preferido por su parte, o bien propón una alternativa de cooperación.
  • No pretendas cambiarle. Eres tú quién tendrá que cambiar tu modo de comunicación con el manipulador.

 

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