CUANDO LA VERDAD MOLESTA.

Decir la verdad y demostrarla muchas veces molesta. Siempre hay quienes no quieren creerla, saber de ella o reconocerla, bien sea por sus intereses personales o bien sea porque se les pueda derrumbar toda la estructura ideológica que se han ido montando a través de los años, tratando de hilar la coherencia de su pensamiento con la incoherencia de las actitudes propias o de los grupos a los que pertenezcan. Cuando el individuo se somete al grupo, en la mayoría de las ocasiones pierde su propia capacidad crítica y se llena de contradicciones que los despistan y lo separan del pensamiento coherente propio de su condición. La condición de grupo puede causar estragos ideológicos en la persona y en su desarrollo intelectual.
Es condición del ser humano el «resistirse a reconocer y a asumir» verdades, culpas, causas, tendencias, etc. Pero cuando este tipo de posicionamientos se convierten en patológicos el individuo cae en el enorme error de convertirse en orgulloso/a, lo cual lleva a la sinrazón y al caos, al mal entendimiento y a los conflictos absurdos.
La verdad es algo que muchas veces no va en las palabras sino en lo que, soterradamente, quienes suscriben los textos pretenden decir en los mismos. Es por ello que no basta con dejar de ser analfabeto estructural para poderla ver claramente la realidad literaria, sino que es necesario dejar de ser analfabeto funcional para poder darse cuenta de todo lo que el contexto expresa. Y eso ya es una cuestión diferente. No es lo mismo una palabra en un marco blanco que la misma palabra en un marco negro, puesto que según el color del marco, la palabra podrá significar una cosa u otra. Pero nos resistimos a reconocerlo, desconozco el motivo o la razón, lo cual debe provenir a deformaciones en nuestras relaciones sociales que influyen en nuestra psicología…. somos extremadamente incrédulos debido al individualismo al que estamos sometidos en nuestra vida cotidiana.
Cuando leemos algo, debemos dejar al margen siempre las ideologías y los prejuicios y utilizar la imaginación y la razón para analizar las palabras y lo que realmente se desprende de ellas. Nos sorprenderíamos mucho de la cantidad de errores que cometemos mientras leemos un texto, simplemente por leerlo mal, por no saberlo interpretar correctamente, por desviar el pensamiento de lo que el autor pretende decir y meter siempre cuñas personales en la interpretación de lo que se lee.
El sentimiento que nos produce lo que leemos, cuando acabamos de hacerlo, es el resto que nos queda para analizar lo expreso. Es por ello que antes de emocionarnos con la visión de unas siglas, unas palabras, un mensaje, un artículo o un libro, debemos analizar lo que nos ha sugerido tanto en razón como en emoción una vez hayamos terminado de leerlo y analizarlo. Luego podremos sacar una conclusión más acertada y objetiva de todo. La literatura, sobre todo, nos debe ayudar a ejercitar la imaginación, el razonamiento y la libertad de pensamiento porque nos amplía las distancias de la mente dándonos una visión más amplia y exacta de las cosas y nos abre puertas infinitas en el horizonte de nuestro pensamiento.
Saludos Cordiales.
José Ramón Chávez
http://politicadelalma.blogspot.com.es/2009/09/cuando-la-verdad-molesta.html

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