La Inteligencia Emocional… ¿Para qué sirve?

Inicio

inteligenciaEmocional

“No hay que tener miedo.”
“No llores. Los hombres no lloran.”
“Estar triste no sirve de nada; es una pérdida de tiempo.”

¿Te suenan estas frases?
Me he pasado casi 40 años esforzándome, trabajando duro, para mantener las emociones a raya, para tenerlas “bajo control” y “estar bien” a pesar de ellas.

¿Eres tan ingenuo o ingenua como yo lo he sido?

Sólo al sumergirme en el mundo de la Inteligencia Emocional he aprendido que, por mucho que me empeñe, las emociones van por libre y no se pueden controlar.

Esta idea me supuso al principio incredulidad… después un gran mazazo… y por último, un enorme susto. ¿Cómo que no voy a poder fingir que no estoy triste… si llevo años haciéndolo y se me da fenomenal? Seguro que a ti te pasa algo parecido… ¿Cuántas veces te han dicho, ese día que estabas tan hech@ polvo… después de la bronca con tu pareja… que estabas radiante y especialmente ocurrente? ¿Cuántas veces has estado muert@ de miedo por dentro ante una situación que no controlabas… y con unos cuantos gritos has hecho creer al mundo que dominabas el asunto? ☹

Las emociones son una reacción de nuestro cuerpo, genuina, espontánea… Así que escapan al control. Puedo disfrazarlas, disimularlas, negarlas… Pero no puedo controlarlas. Aunque me haya gustado creer que lo hacía.

Hasta hace bien poco no me llevaba bien con mis emociones. Sentía que aparecían siempre sin ser invitadas, de forma inoportuna… y tenía que dedicar un montón de tiempo a maquillarlas…
− Colores y nerviosismo eran mis compañeros de viaje cuando hablaba con un caballero que me atraía… y ponía toda mi energía en que no se notara con una pizca de distancia y dos toques de chulería.
− Lagrimones de rabia e impotencia rodaban por mi cara cuando alguien me trataba injustamente… y como era incapaz de decirle al otro asertivamente que me había hecho daño, optaba por una buena bronca… en vez de expresar mi dolor.
− Me sudaban las manos al hablar en público… y compraba cuantas cremas había en el mercado para disimular este “pequeño inconveniente”.
Cada una de estas reacciones tenía -y tiene- su origen en una emoción que guarda una importante y vital información para mí. Y, aunque parezca una paradoja, su objetivo final, en cada momento, es ayudarme, avisándome, como un piloto del salpicadero de mi coche, de que algo pasa, algo a lo que he de prestar atención… si no quiero meterme en líos.

¿La frase anterior te parece una exageración? Yo sólo puedo compartir mi experiencia contigo:comprender mis emociones, gracias a la Inteligencia Emocional, ha cambiado mi vida. De forma muy positiva, claro!! ☺
Hoy todos hemos oído hablar de la “Inteligencia Emocional». Primero llegó al ámbito de la empresa. Y desde allí se fue colando hasta nuestro día a día cotidiano. Los más curiosos hemos cotilleado por Internet y hasta hemos leído algo del supuesto padre de la criatura, Daniel Goleman. En realidad Goleman no fue el creador del concepto, pero sí quien lo difundió. En la Escuela Humanista nos gusta su definición:
“Capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlos y compartirlos con los demás” (“Emotional Intelligence”, 1995).
Pero… más allá de las definiciones técnicas, académicas… ¿qué supone la Inteligencia Emocional en nuestra vida? Mi maestro Paco Yuste lo explica magistralmente con una gráfica metáfora: el descenso de aguas en kayak.

Imagina que estás haciendo el descenso de un río de aguas bravas en kayak: Parece que lo importante es mantenerse erguido, no volcar… y no tragar demasiada agua, ¿no? Pues tu vida podría verse de la misma forma: el objetivo de tu vida podría ser avanzar… pese a los obstáculos que llegarán… sin caerte, sin golpes…

kayak

Vale. Y… ¿cómo trasladas la metáfora a tu vida?
− Tienes el kayak: ese valioso instrumento que nuestros padres, y la sociedad en general, de forma bienintencionada, nos ha hecho creer que cuanto más grande sea, mejor será la travesía. Más éxito tendremos. Así que desde pequeñitos nos fijamos un objetivo claro: tener un kayak lo más grande posible. Barco grande, ande o no ande: cole, universidad, cursos, másters y cualquier formación que nos ayude a saber más y “ser alguien en la vida”.
− Y luego tienes las palas. Las palas que son las que dirigen el kayak hacia donde quieras ir… y las palas que te ayudan a recuperar la posición… cuando vuelcas. Porque en la vida, como en el descenso del río… hay veces que vuelcas… A pesar de lo grande que sea tu kayak!!

La Inteligencia Emocional es a tu vida lo que las palas al kayak. Lo que te permite avanzar hacia lo que realmente quieres (tu meta) y no simplemente moverte a merced de la corriente. Lo que te permite mantener el equilibrio ante los remolinos o turbulencias (las dificultades de la vida) que, como las meigas, “haberlas, haylas”. Las palas son el recurso que te permite, cuando tu vida -o el kayak- da un vuelco, recuperarte.

El kayak es tu inteligencia racional, ésa que reside en el hemisferio izquierdo (lógica, análisis,…). Es muy útil en nuestra vida. Imprescindible incluso, porque nos ayuda a mantenernos a flote, a SOBREVIVIR. Los remos, las palas, son tu inteligencia emocional. La que te permite DIRIGIR y gobernar tu vida, ELEGIR TU RUMBO Y AVANZAR HACIA ÉL.

Y tú… ¿Cómo vives tu vida?
¿Sobrevives… o eliges rumbo? ¿Cueces o enriqueces?

Piensa bien la respuesta… porque te dará información sobre el siguiente paso que has de dar…

¿Quieres un kayak más y más grande? La oferta de cursos teóricos y sesudos es infinita…

¿Quieres unos remos sólidos… y aprender a manejarlos? ¿Quieres elegir destino y avanzar hacia él… a pesar de las dificultades… que las habrá?

Si te inclinas por las palas… has llegado al sitio adecuado. ¡Bienvenido a la INTELIGENCIA EMOCIONAL!

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.