La democracia: orígenes, antropología y democracia real.

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“La democracia puede encontrarse con la misma facilidad en los consejos de las aldeas de África del sur y la India”. 
«Creo que el verdadero origen del espíritu democrático —y más probablemente de muchas instituciones democráticas— reside en aquellos espacios de improvisación que se encontraban fuera del control de los gobiernos y las iglesias organizadas.»
David Graeber, antropólogo.
Pensamos que sabemos lo que es la democracia pero, ¿es así? El antropólogo y activista estadounidense David Graeber reflexiona sobre los orígenes de la democracia.
«La democracia no se inventó en la Grecia antigua. Por descontado, la palabra «democracia» sí se inventó en la Grecia antigua, pero lo hicieron personas a las que no les gustaba mucho aquello» (Ninguno de los autores de la antigua Grecia que nos han llegado estaban a favor de la democracia).

«En realidad, la democracia nunca se inventó, ni tampoco surge de una tradición intelectual especial. Ni siquiera se trataba de una forma de gobierno. En el fondo, no es más que la creencia en que los humanos son fundamentalmente iguales y han de poder gestionar sus asuntos colectivos de forma igualitaria, usando los medios que parezcan más propicios.»
«En este sentido, la democracia es tan vieja como la historia, como la misma inteligencia humana. Nadie puede apropiársela. (…) uno podría argumentar que emergió en el momento en que los homínidos dejaron de pelear entre sí y desarrollaron capacidades comunicativas para abordar colectivamente los problemas comunes. Pero esta especulación carece de valor. La cuestión es que las asambleas democráticas han tenido lugar en todos los tiempos y lugares, desde la seka balinesa hasta el ayllu boliviano, empleando una variedad infinita de procedimientos formales, y surgiendo siempre que un numeroso grupo de personas se reunía para tomar una decisión colectiva en base al principio de que todas las personas que participaban tenían el mismo derecho a intervenir.»
(Ejemplos por todo el mundo de estos procesos aquí)

La democracia es algo que emerge “cuando hay un variado grupo de participantes libres de una omnipresente autoridad preexistente, procedentes de tradiciones muy diferentes y con una necesidad urgente de improvisar algunos medios para regular sus asuntos comunes”.

Un ejemplo contundente son los piratas: «La composición de las tripulaciones solía ser extraordinariamente heterogénea, incluyendo británicos, franceses, holandeses, españoles, suecos, nativos americanos, afroamericanos y decenas de africanos que habían sido liberados de un barco de esclavos, que, muy probablemente, tenían un conocimiento directo de instituciones democráticas, desde los things (consejos) suecos hasta las asambleas de las aldeas africanas, pasando por las estructuras federales de los nativos americanos, personas que, de repente, se encontraban en unas condiciones en las que tenían que improvisar medios de autogobierno en ausencia de forma alguna de estado.”.

Los asentamientos de la frontera norteamericana improvisaron formas democráticas de autogobierno muy parecidas a las de los piratas: «al igual que los barcos piratas, estaban lejos del alcance de los estados. (…) los colonos adoptaban los cultivos, las ropas, las medicinas, las costumbres y los estilos de guerrear de los indios americanos. (…) Pero lo más importante es que los historiadores han señalado los temores que había entre los líderes de las comunidades coloniales y el ejército de que sus subordinados comenzaran a imitar también las actitudes indias de igualdad y libertad individual. Una “indianización” por la que socavaban los principios de la disciplina, la jerarquía y la formalidad que debían gobernar las relaciones entre amos y siervos, hombres y mujeres, o jóvenes y viejos.

Si la historia fuera ciertamente escrita, creo que el verdadero origen del espíritu democrático —y más probablemente de muchas instituciones democráticas— reside en aquellos espacios de improvisación que se encontraban fuera del control de los gobiernos y las iglesias organizadas.«Pero la tradición occidental convencional ve la “democracia” como un concepto privilegiado aplicable correctamente solo a la Atenas de Pericles, la Inglaterra de 1688 y la Filadelfia de 1787.

«Evidentemente, es una tendencia peculiar de la historiografía occidental afirmar que este es el único tipo de democracia que merece tal nombre. Se nos dice que la democracia se originó en la antigua Atenas, que fue un invento griego, al igual que la ciencia y la filosofía. ¿Se supone que hemos de creer que antes de los atenienses nunca se le ocurrió realmente a nadie, en ninguna parte del mundo, reunir a todos los miembros de su comunidad con el fin de tomar decisiones conjuntas basadas en la consideración de que todos tenían igual derecho a hablar? Eso sería ridículo. (…) Sin embargo, se supone que estos procedimientos, cualesquiera que hayan sido, no pudieron haber sido “democráticos”, propiamente hablando.
La verdadera razón es que NO VOTAN. 
Esto es, ciertamente, un hecho interesante. ¿Por qué no votan? Una y otra vez, a lo largo y ancho del planeta, desde Australia hasta Siberia, comunidades igualitarias han preferido alguna variante del proceso de consenso. ¿Por qué?
La explicación que propongo es esta: es mucho más fácil, en una comunidad con relaciones cara a cara, averiguar lo que la mayoría de los miembros de esa comunidad quiere hacer, que averiguar cómo convencer a aquellos que no están de acuerdo.
La toma de decisiones por consenso es típica de sociedades en las que no había ninguna forma de obligar a una minoría a aceptar la decisión de la mayoría, bien porque no había estado con el monopolio de la violencia, o porque el estado no tiene nada que decir sobre las formas locales de tomar decisiones. Si no hay ninguna forma de obligar a aquellos que no comulgan con la decisión de la mayoría a someterse a esta, entonces lo último que uno querría hacer es realizar una votación: una contienda pública en la que alguien será considerado perdedor. La votación sería el medio más adecuado para conseguirhumillaciones, resentimientos, odios, en última instancia la destrucción de las comunidades»
¿Entonces puede un sistema de gobierno que dispone de un extenso aparato coercitivo para obligar a aceptar una decisión que parece sensible sólo a los sectores más poderosos y abandona a la mayor parte de los ciudadanos, ser realmente democrático?
«El científico canadiense Francis Dupuis-Déri ha trazado cuidadosamente el uso de la palabra «democracia» por parte de grandes figuras políticas de EEUU, Francia y Canadá durante los siglos XVIII y XIX y ha descubierto el mismo patrón en todos los casos: se emplea casi exclusivamente como un término de oprovio e insulto. Los revolucionarios franceses menospreciaban la «democracia» casi tanto como los estadounidenses. Se identificaba con la anarquía, la falta de gobierno y el caos licencioso.»
«Andrew Jackson, en 1830, fue el primer candidato a la presidencia en presentarse como undemócrata, etiqueta con la que quería transmitir que iba a defender los intereses de la gente de a pie frente a los poderosos. Jackson y sus aliados eran muy conscientes de que su uso de democracia se asemejaba mucho a lo que hoy llamaríamos marketing político.Tuvo un éxito tremendo. Diez años después, todos los candidatos de todos los partidos políticos se autocalificaban de «demócratas». Dando que en todas partes ocurrió lo mismo, donde el sufragio se había extendido lo bastante como para que las masas de ciudadanos pudieran votar, el propio término de democracia cambió también, de forma que el elaborado sistema republicano que las élites políticas habían creado con el propósito decontener los peligros de la democracia, quedó etiquetado de «democracia», sentido con el que seguimos usando hoy el término.»
Cuando los padres fundadores hablaban de democracia, estaban pensando en un sistema de gobierno que se remontaba al mundo antiguo de sociedades igualitarias. Por el contrario, los ciudadanos parecían verlo, explica Graeber, como «la capacidad de que un simple granjero o comerciante se dirigiera a sus superiores con dignidad y respeto.»
La democracia mayoritaria solo puede emerger cuando se dan dos condiciones:1. Una creencia de que las personas deberían tener igual derecho a hablar en las tomas de decisiones colectivas, y
2. un aparato coercitivo capaz de imponer esas decisiones.Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, ha sido extremadamente inusual que se den las dos condicionessimultáneamente. Donde existen sociedades igualitarias, es también habitual que se considere erróneo imponer la coerción sistemática. Y donde ha existido una maquinaria de coerción, los que la controlan nunca han pensado que estaban imponiendo algún tipo de voluntad popular.»

«De hecho, más que difundir la democracia por todo el mundo, los gobiernos “occidentales” han estado entrometiéndose en las vidas de pueblos que han estado practicando la democracia durante miles de años y, de una u otra forma, diciéndoles que la supriman»

“El consenso es un intento de crear una política fundada en el principio de razonabilidad”. Requiere la capacidad de escuchar a aquellos con perspectivas diferentes. El tipo de cosa que hace la gente ordinaria que tiene que encontrar una solución a un problema común al sentarse y hablar unos con otros como iguales; algo muy diferente de la “racionalidad” de los “maniático realistas” que son totalmente acríticos consigo mismos sobre los sesgos reales de sus supuestamente neutrales y autoevidentes formas de hacer las cosas.

Larry Gambone, investigador de la historia de las ideas políticas, aclara:

«La democracia representativa, tal como existe en el parlamento y el congreso, aislarealmente a la gente. Una vez cada cuatro o cinco años tienen sus cinco minutos de democracia, emitiendo su voto para un grupo u otro, grupos sobre los que no tienen ningún control. Mientras tanto, la gente ha sido sometida a un bombardeo propagandístico 24 horas al día y siete días a la semana por parte de los medios de comunicación. Esta embestida azuza y refuerza los temores, ansiedades y prejuicios de la gente. En una situación de aislamiento, tanto en casa como ante la televisión y, más tarde, en la sala de votaciones,es más probable que la gente vote en contra de sus propios intereses debido a temores y prejuicios instintivos»

«No resulta difícil ver por qué los dominadores odian la democracia directa. Porque su poder de dominación se eclipsaría rápidamente. La afirmación que hace la derecha a veces según la cual la democracia directa es una forma de tiranía es fácil de entender. Les parece una tiranía porque ellos ya no tienen el control y no pueden decirnos qué hay que hacer.

Nuestra libertad es despotismo para ellos. 
Su libertad solo puede descansar en nuestra servidumbre.»

Fuentes:
David Graeber, «Somos el 99%»
David Graeber, «Fragmentos de antropología anarquista»
Larry Gambone, “Why the Dominators Hate Direct Democracy”, Porcupine Blog, 25 de mayo de 2014.http://porkupineblog.blogspot.com/2014/05/why-dominators-hate-direct-democracy.html

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