UN EJERCICIO DE PERCEPCIÓN TOMADO DE LAS ENSEÑANZAS DEL ALQUIMISTA Y EGIPTÓLOGO RENÉ SCHWALLER DE LUBICZ EN EL CUAL SE OCULTA TODA UNA VISIÓN METAFÍSICA Y MATEMÁTICA DE LA CREACIÓN, O DEL PASO DE LA UNIDAD HACIA LA DUALIDAD.

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Todo en el mundo moderno contribuye a pervertir la percepción, pero si queremos realizar nuestros destinos, debemos encontrar una cura. Debemos hablar abstractamente en términos de funciones, pero debemos percibir el gesto concreto viviendo el hecho cósmico.

-René Schwaller de Lubicz

En el tercero de estos ejercicios de percepción espiritual proponemos la visualización de la «espiral esférica», un paradójico ejercicio de percepción que el alquimista René Schwaller de Lubicz enseñó a Andre VandenBroeck,  quien fuera su aprendiz durante una temporada en 1959 y 1960.  El ejercicio no es sólo una práctica concreta, si bien refleja la forma en la que la abstracción metafísica se vuelve concreta, comprende también un ejercicio de pensamiento y una reflexión sobre la naturaleza de la percepción que busca sintonizar el instante creativo del cosmos.

En una de sus lecciones, el también egiptólogo le dijo a su pupilo:

Los ciclos son la única forma de vencer al tiempo y al espacio. Así es, la única forma de vencer a estos dos es en su propio terreno. Y la conciencia cíclica lo coloca ahí. El tiempo no es como un río que fluye y en el cual no puedes bañarte dos veces. El tiempo es una espiral, y el espacio también, una espiral esférica. ¿Puedes imaginarte una espiral esférica? ¡Inténtalo!

Este es el fundamento de la práctica: ver una espiral esférica, una espiral en 3D. Schwaller agrega que percibir esta espiral esférica es importante porque es la «más justa representación del espacio-tiempo, abstraída del flujo y de la extensión infinita que nos conduce a lo factual». Esto presenta un gran problema puesto que, nos dice, la espiral esférica no puede imaginarse «debe percibirse formándose en el espacio».  VandenBroeck escribe que su instrucción concluyó así:

Con un giro de las manos  y brazos que se acercó más que mil imposibles palabras a evocar esta doble hélice, que se hacía no-lineal y ganaba dimensiones moviéndose en sentido opuesto al enrollar el borde de su espacio en sí misma. Cuando después de meses me pareció que mi visión del espacio-tiempo estaba mejorando, siempre fue en el sentido de este asombrosamente mágico gesto.

Así que tenemos este desafío de percibir una espiral esférica y no tenemos mucha información práctica sobre cómo hacerlo, y la información que tenemos es ciertamente enigmática, como si fuera un acertijo en el centro de la conciencia. Y esto es exactamente lo que Schwaller buscaba, una forma de pensamiento a-racional, ligada a lo que llamó, siguiendo al la ciencia sagrada del Egipto faraónico, la «inteligencia del corazón».

004-loxodromiaPercibir la espiral esférica es ciertamente un enigma, pero tenemos algunas pistas, algunas piezas del rompecabezas pueden ayudar como inspiración pero que ciertamente no lograrán conformar la imagen completa, puesto que ésta es algo que debe surgir en el espacio, en la percepción como presencia viva.

Aaron Cheak, en su ensayo sobre Schwaller,  Agent of All Transmutations, incluido en su Alchemical Traditions,sugiere que esta espiral esférica nos enfrenta con una paradoja (¿aquella de la eternidad y el tiempo, que es una imagen aparentemente móvil de la eternidad?) Nos dice que esta figura es como el «tornillo de Arquímides» que «aparenta evolucionar y sin embargo no lo hace, el concepto de Schwaller de la piedra [filosofal] encarna la paradoja de progresar y al mismo tiempo permanecer igual», esto es una «coincidencia de ‘la simultaneidad del ser y el devenir'». Para entender esto debemos mencionar la idea de Schwaller de que la evolución no es más que el intervalo aparente de la Conciencia de regreso a su Causa, es decir, a sí misma. Schwaller le dice a VandenBroeck:

Hay una visión pertinente a cada momento cósmico particular… el momento presente, tal como lo defino en mi libro, es de hecho la eternidad. Sabemos que todo se está creando cada momento, y todo también se pierde [cada momento]… La Obra [alquímica] no es el descubrimiento de una técnica… es la percepción de un proceso existente. Es la percepción la que es objeto de estudio y oración.

Esta imagen entonces, de la esfera espiral, debe estar relacionada con la paradoja de que el momento presente es la eternidad y que todos los instantes son la cosmogénesis a la vez que la disolución del mundo. En otras palabras existe un movimiento creativo, una evolución y sin embargo, la unidad de la Conciencia permanece inmóvil como el Uno de Parménides.  Aaron Cheak explica:

Es importante mencionar que el tornillo de Arquímides que evoluciona y sin embargo permanece igual es la imagen detrás  de las varias alusiones que Schwaller hace a la incomprensible espiral esférica (l’incompréhensible spiral sphérique). Para entender la naturaleza de la espiral esférica, primero debemos comprender que las formas geométricas bidimensionales ordinarias se resuelven fácilmente en sus equivalentes tridimensionales: un círculo se vuelve una esfera, un cuadrado un cubo, un triángulo una pirámide tetraédrica. Pero la espiral no es una forma cerrada. Es una forma abierta, evolutiva… Una espiral en tres dimensiones es otra cosa –una esfera que es al mismo tiempo un vórtice o hélice, esto es, un volumen evolucionando dinámicamente hacia fuera y hacia dentro al mismo tiempo. Es la forma que une el centro estíptico a su expansión volumétrica a través de «líneas de fuerza que van del centro a la perifera en forma de una espiral» [palabras de Schwaller]. Esta fue la forma paradójica que Schwaller intentó asir a través de la visualización. Debe enfatizarse que esto no fue meramente un modelo de especulación cosmológica, sino un preciso intento de intensificar la conciencia al expandir sus parámetros formales a través de una experiencia dinámica de la estructura absoluta de la realidad que subyace todas las formas geométricas y fenoménicas.

Archimedes_screwCheak aquí toma de la descripción que hace el mismo VandenBroeck, en el momento climático de su biografía de Schwaller, cuando una tarde en el estudio de su maestro su campo de visión fue reemplazado «por un volumen de naturaleza cíclica cuyo movimiento se vuelve sobre sí mismo y sin embargo progresa al mismo tiempo (de alguna manera similar al tornillo de Arquímides, una figuración en la que reconozco sin esfuerzo una perfecta espiral esférica». VandenBroeck entra entonce en un estado de conciencia muy particular, comparable con el estado hipnagógico (el momento antes de dormir), arrastrado por las palabras cadenciosas y llenas de metafísica de Schwaller. Es una especie de alucinación o epifanía matemática: «Arriba de la cabeza, está la luz clara y me doy cuenta que puedo seguirlo con gran atención y sin embargo continuar mi contemplación de una función abstracta, la función de la fisión binaria, la función creativa de phi… Tantas cosas más caben en este momento, abundante más allá de lo que se puede decir… En este contexto, el lenguaje distorsiona el componente temporal del evento; la temporalidad y la sucesión en sí mismas son engañosas, cuando sólo el silencio y la inmovilidad representan adecuadamente la experiencia creativa». Este es el estado de percepción hacia el cual se dirige la práctica de las espiral esférica, uno cuyo realidad y «permanencia más allá de la presencia irracional, existe solamente a través de inscripción experiencial en los huesos principales del cuerpo». Un percibir que hace tan nítida y significativa la experiencia que se inscribe en nuestros huesos, en el polvo que seremos.

Entramos aquí en el aspecto más esotérico de la obra de Schwaller de Lubicz y necesitaríamos extendernos más de lo pertinente en este espacio para explicar cabalmente su teoría de la sal fija y la palingénesis. Simplemente diremos que la visión de la evolución de la conciencia de Schwaller mantiene que ciertas experiencias perceptuales que van más allá de lo aprehendido por la inteligencia cerebral logran inscribirse literalmente hasta los huesos, en lo que llamó una sal fija indestructible. Así la conciencia se fija en los huesos, en la sal, y continua su evolución en la tierra como un polo atractor.  Dice VandenBroeck:  «La importancia de la percepción es asegurar la cualidad de la experiencia y garantizar su inscripción en la sal, que a su vez propiciará una forma más evolucionada en una siguiente encarnación». En su Templo en el Hombre, Schwaller explica que «sólo la conciencia que es registrada en el elemento permanente subsiste después de la muerte corpórea» (este elemento permanente es la sal o una ceniza que soporta toda decadencia).

Más allá del profundo esoterismo de esta noción, que Schwaller liga a «la sal de la tierra» que se menciona en los Evangelios, hay una profunda belleza simbólica e intuitiva en estas aseveraciones. Solamente nos llevamos de la vida aquello que realmente logramos percibir con todo nuestro ser, aquello digno de inscribirse hasta el tuétano: la luz de la experiencia, en su profundidad, se vuelve indestructible (quizás en esto podemos encontrar alguna similitud con el cuerpo diamante (vajra) del tantra tibetano, algo que ha sugerido Cheak).  Schwaller explica su «metafísica de la percepción»:

La materia no puede más que expresar la conciencia. ¿Por qué crees que insisto en este esfuerzo de percepción? ¿Por qué el esfuerzo de percibir aquello que yace claramente más allá de la norma actual, como es el caso de la espiral esférica? Porque mientras tu percepción permanezca común y corriente, se mantiene una comprobación de objetos, una interpretación psicológica de eventos. No estarás dando un paso hacia una conciencia más amplia, no inscribirás nada, no lograrás ganancias evolutivas salvo aquellas que el tiempo mismo consigue a través de interminables ciclos, a través de lo que los egipcios llamaban «Osiris». Las ganancias no son ganancias personales, por supuesto, son ontogenéticas, son la evolución de la sal debido a la inscripción de la experiencia. Lo que es inscrito, esta modificación de la base mineral, es permanente; comparable a ella, el materia genético es simplemente frágil.

 *          *       *

luxor-templemancrpPara concluir debemos mencionar que Schwaller de Lubicz en sus importantes aportaciones a la egiptología teorizó que el templo de Luxor fue construido en su conjunto como la imagen de un hombre –lo que llamó el Antropocosmos. Un hombre que es a su vez la imagen del universo. Schwaller notó en diferentes construcciones, que conformaban la anatomía de este «templo del hombre», la proporción áurea, φ (phi). Existen indicios de que los egipcios conocían el también llamado número áureo. Como sabemos la proporción áurea puede observarse en la naturaleza y en ciertas obras de arte, habiendo llegado a ser signo de la armonía.

Esto es importante puesto que en la naturaleza ocurren espirales que se aproximan a la espiral de oro, esto es, una espiral logarítmica cuyo factor de crecimiento es la proporción áurea. Para Schwaller la proporción áurea «preside sobre la armonía de la Naturaleza como el principio de la escisión original, y al decir que ‘preside’, me refiero a una presencia incesante». Esto nos lleva a la importante observación de que los egipcios tenían una teología matemática, donde los neters (los principios divinos) eran también funciones numéricas. Fundamentalmente, nos dice Schwaller, lo que se expresó en la teología egipcia, en los símbolos y en los mitos, era el «paso del Uno al Dos», lo cual constituye «el acto creativo», así todo lo que observamos no es más que la escisión de la Unidad en la Dualidad en un proceso en el que sin embargo mantiene su unidad, esto es similar a la imagen del tornillo de Arquímides que  «evoluciona y sin embargo permanece igual».

En su obra principal El Templo del Hombre, Schwaller expone su gran idea de que φ es la función matemática de la creatividad que se manifiesta como un cosmos múltiple; y por ello los animales y los vegetales crecen bajo esta proporción. «El decreto es crecer. Ahora bien, todo crecimiento está hecho de la escisión de los elementos. Así ‘crecer’ significa proceder a través de la duplicación –1,2,4,8– en otras palabras, dividir». Para resumir:

Phi es la función creativa; la creatividad (o el crecimiento) se expresa como división, el paso del Uno al Dos, y sin embargo en la dualidad persiste la unidad, «por un poder inmanente a la Unidad».  

La espiral es la imagen del tiempo; en reiteradas ocasiones Schwaller señala que el «tiempo es Génesis», este Génesis o este «acto creativo» es la función de φ que se imprime en la naturaleza como una armonía y en los patrones del crecimiento (división) animal y vegetal se desdobla como una espiral; así la espiral es la estela numérica de la creatividad manifiesta.  

La forma de la espiral esférica, que evoca movimiento, en realidad es un progresar permaneciendo igual; el cosmos evoluciona hacia su raíz, es un moverse hacia un un origen inmóvil del cual nunca se separó.

Así entonces podemos conjeturar que la espiral esférica es una manifestación formal, concreta, de este principio universal de división, que es el acto creativo, es decir la proporción (armonía) con la que se divide a sí mismo el Uno para crear el mundo (el Dos). Asimismo es el contacto o ligamento de la Idea, de lo Absoluto, de lo Trascendente con la forma concreta (puesto que sólo así se puede conocer la Unidad, lo Absoluto…) La espiral es la expresión, la imagen, el eco visual de la Unidad (que persiste) en la dualidad, es decir el espíritu; imagen también del movimiento de separación que en realidad es una evolución hacia la Causa.

 Twitter del autor: @alepholo

Ejercicios de percepción espiritual 1: la restrospección de Pitágoras

Ejercicios de percepción espiritual 2: el ejercicio budista de recordar «esto es un sueño»

Citas:

Alchemical Traditions, Aaron Cheak

Al-Kemi: Hermetic, Occult, Political, and Private Aspects of R. A. Schwaller de Lubicz).

The Temple of Man, René Schwaller de Lubicz

 

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