«El Emperador: nunca debes entregar tu poder» Leo.

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El Arcano Nº 4 del Tarot, El Emperador, representa “como personaje” a un hombre menor de 50 años, con autoridad, con cierto poder, con una ubicación social en la que puede ejercer su influencia. Tiene mando, tiene independencia, todos lo escuchan y le obedecen por naturaleza.

En el caso de representar “una actitud” (en lugar de considerarse como personaje) puede estar representando tanto a un hombre como a una mujer, con poder sobre su propia persona, con independencia, con decisión personal. En cualquiera de los dos casos, este Arcano está representando la disponibilidad de la energía propia sin permitir la influencia exterior.

Asimismo nos está comunicando un mensaje: No debemos entregar el poder que nos corresponde por derecho propio, a otra persona, a otra entidad, a cualquier otro elemento exterior. ¿Qué significa esto? Él es El Emperador y se ha ganado el derecho de decidir y de ser escuchado.

Con esto me estoy refiriendo a que no deberíamos delegar la responsabilidad que nos corresponde asumir, a otra persona; por ejemplo, que otro decida por nosotros, que otro se haga cargo de elegir nuestro camino y nosotros limitarnos a seguirlo, que otro piense por nosotros y nos diga lo que “es mejor para nosotros”.

Eso está bien cuando se trata de alguien de corta edad, delegando su responsabilidad a sus padres, pero todo el tiempo puedo ver a seres adultos permitiendo que otros decidan por ellos. En ese caso, si se le tiran las cartas, veremos que El Emperador que los representa, aparece en posición invertida y eso no es lo que les corresponde, lo que les conviene, lo que les beneficia.

Hay muchos casos cotidianos que si no los observamos bien, los pasaremos por alto. Por ejemplo, elegimos por votación a un representante y luego, nos desentendemos del asunto dejando que él decida por nosotros, muchas veces a su conveniencia y no a la nuestra. Y puede que sus intereses no coincidan con los nuestros.

Sería el caso de un ciudadano que se limita a emitir un voto, pero que luego no controla que aquel a quien votó haga lo correcto en beneficio de quien está representando. Eso es un caso típico; hemos delegado la responsabilidad, la autoridad, el poder, a alguien que decide por sí mismo sin que lo afecte si su decisión va en contra de quien lo ha votado.

Pero, eso sí, luego nos sentiremos damnificados y pediremos la cabeza de aquel que ha decidido por nosotros; lo consideramos responsable siendo que fuimos nosotros quienes le hemos entregado nuestro poder, sin condiciones. Lo mismo pasa en una familia: alguien es posible que “asuma el mando” y decida unilateralmente por todos, sin contemplar los intereses individuales.

No podemos responsabilizar al otro si nosotros le hemos concedido el poder ilimitado y no controlamos su accionar. Algo así como el dicho popular: “¿Quién tiene la culpa, el chancho o el que le da de comer?”. El Emperador invertido nos está señalando que estamos sujetos a las decisiones unilaterales de otro, ese otro que hace uso del poder que le hemos concedido.

Una cosa es que le hayamos encomendado una función; la otra es que le hayamos entregado nuestro poder. En este último caso, es como si le hubiéramos firmado un cheque en blanco, dejando a su decisión que él/ella escriba la cifra. Esto lo vemos permanentemente en las noticias: que Fulano o que Mengano hizo esto o aquello y, ¡Horror!, ¡Ahora lo descubrimos!

Entregamos nuestro poder cuando no reclamamos lo que nos pertenece, cuando no pedimos explicaciones ni rendición de cuentas; cuando no participamos del evento y dejamos que sea otro/a quien tome las decisiones según le parezca, a su gusto y necesidad (pero no a la nuestra). Eso es inmadurez, es irresponsabilidad, es apatía, es desentenderse y resulta malo para ambas partes.

En tal caso, luego no tendremos derecho a reclamar; tal vez tengamos derecho legal, pero no lícito ni ético, que son cosas distintas y muchas veces más importantes que lo legal. Si no controlo en qué ambientes se mueve mi hijo/hija, por ejemplo, luego no tendré derecho a sentirme defraudado cuando me sea reclamado que me haga cargo de los daños, morales o materiales.

El Arcano de El Emperador, entonces, en la tirada, nos indicará si estamos siendo responsables con nosotros mismos, si estamos en plena posesión de nuestro poder; o si sale invertido, entonces, estamos cometiendo el error de depender de quien no deberíamos y en tal caso, será necesario identificar qué porción de nuestro poder estamos entregando a ciegas.

La tan conocida y hasta cómica frase de “la culpa la tiene el Gobierno”, nos está diciendo que en el momento apropiado para exigir la corrección, estábamos mirando para otro lado. Cuando crecemos y echamos “la culpa” de todas nuestras desgracias a nuestros padres, por ejemplo, no estamos siendo responsables con nosotros mismos ni tampoco justos con ellos.

Eso está evidenciando que no hemos crecido, que no hemos madurado, que no hemos alcanzado el status de El Emperador derecho, como corresponde. Que aún no hemos comprendido que debemos ser responsables por nosotros mismos, que debemos hacernos cargo de usar nuestro albedrío y nuestro poder con la prudencia y el equilibrio que corresponde.

La novia o la esposa que se queja de que su pareja la maltrata, está entregando su poder, porque de otro modo, el maltrato no existiría. Hubo un punto en el que la situación debió imponer los límites y dicho punto fue pasado por alto. Debió conversarse, negociarse, reclamarse, pero nunca dejarse pasar. El que dejó pasar tiene tanta responsabilidad como el que pasó.

El empleado que protesta porque dice que su patrón no lo respeta, está entregando su poder. Los padres que se lamentan de que no pueden controlar a sus hijos, están entregándoles el poder. Lo mismo sucede cuando el dueño se lamenta de que su mascota le rompe las cosas de su casa. O también el ciudadano que se lamenta que sus gobernantes lo han estafado y perjudicado.

En todas estas situaciones hay una entrega indebida de poder a la otra parte. Los niños, desde muy pequeños (y también las mascotas) tienen gran intuición para detectar cuando los mayores dejan un vacío de poder e inmediatamente se abalanzan para conquistarlo y obviamente, luego no estarán dispuestos a devolverlo, porque sienten el derecho de haberse apropiado de algo que los demás abandonaron.

Y lamentablemente, tienen razón. Niños que se comportan mal, evidencian padres irresponsables. Mascotas revoltosas y caprichosas, evidencian dueños que no saben poner límites. Empleados que no cumplen sus roles como corresponden evidencian una dirección incompetente. Sin embargo, la tendencia es decir: “¡Estos niños! ¡Esta mascota! ¡Estos empleados! ¡Estos funcionarios!…” ¿O no es así?

Lo mismo pasa en los países: “¡Éstos gobernantes! ¡Éstos empleados estatales!” Allí, en todos estos casos, se representa el arquetipo de El Emperador invertido. El Emperador invertido tanto representa al abusado, como al abusador… Para reconocer ambas situaciones se emplea el mismo Arcano. ¿Qué nos está indicando ésto? Que ambos tienen un porcentaje equivalente de responsabilidad.

Hace muchos años, tras una desastrosa separación, tirada tras tirada, día tras día, El Emperador invertido me perseguía. ¿Qué me estaba señalando? Que yo no era dueño de mí mismo, que aún permanecía dependiente de la situación, aunque dicha situación ya estaba disuelta. Un año entero estuve haciendo pruebas y pruebas, ensayando distintas actitudes y verificándolas mediante el tarot para ver si habían dado resultado.

En esa situación desesperante, durante ese año, inexorablemente me representaba El Emperador invertido, hasta que por fin logré asumir la actitud apropiada que inmediatamente se reflejó en que en la siguiente tirada, El Emperador volvió a salir derecho, como era lo que correspondía. ¿Qué fue lo que descubrí? Que mi error fue confundir sentimientos con entrega de poder, siendo que no tienen porqué ser equivalentes.

En otras situaciones más difíciles, sin embargo, me había negado a entregar el poder a otras personas y los resultados fueron excelentes. Por ejemplo, en una situación en la que tenemos miedo, estamos entregando nuestro poder. Eso no nos garantiza que las consecuencias van a ser atenuadas, muy por el contrario.

Cada vez que entregamos nuestro poder, los resultados son inexorablemente desastrosos. Lo vemos hoy en Argentina, lo vemos en Cuba, lo vemos en Venezuela, lo vemos en México… y pronto lo veremos en EEUU. Anoten por allí esta predicción, la hago hoy, 14 de julio del 2016.

Cualquier pueblo desubicado que entrega su poder (representado por El Emperador invertido) dará lugar a los abusos de un gobernante irresponsable (también representado por El Emperador invertido) porque ambas partes son necesarias para que se dé esa situación.

O ponemos las cosas en su lugar o rompemos con la situación si no se puede negociar, pero no esperemos que concediendo el poder a la otra parte, las cosas van a mejorar; esto lo evidencia El Emperador derecho cuando por justicia permanecemos en el lugar que nos corresponde, aún lamiéndonos las heridas. Las heridas sanarán, pero ese poder ya concedido va a ser muy difícil de recuperar.

Entonces, seamos justos con nosotros mismos y NO LO CEDAMOS; estemos atentos a no caer en la tentación de creer que si lo cedemos las cosas van a mejorar. Esto nos llevaría al desequilibrio y todo desequilibrio tiene funestas consecuencias, que va a costar mucho revertir.

Como consejo entonces, El Emperador nos señala: “¡Mantente derecho!” o lo que es lo mismo, NO CEDAS TU PODER. Porque después, cuando te des cuenta y lo quieras recuperar, vas a necesitar el doble de inversión de la que hubieras hecho si te hubieras mantenido en posición derecha y tendrás el doble de problemas, sin duda.

Por ejemplo ¿Cuál es la diferencia entre un roedor de montaña y un lobo? ¿Qué pasará si cada uno de ellos cae en una trampa? ¿Cómo reaccionará si es atrapado?

El lobo de la estepa se mordisquea la pata y la corta, a pesar del dolor, con tal de no quedar inerte en la trampa del cazador; tal vez morirá desangrado o de hambre (o no), pero libre y ya no en la trampa. El cazador deberá hacerse cargo de su frustración; el lobo no renunciará a su libertad y a su dignidad, aunque le cueste la vida, que de todas formas, sería lo que le espera de mantenerse esperando en la trampa.

Entonces… ¿Qué eliges ser? ¿Como el lobo o como el ratón? ¿El Emperador derecho o El Emperador invertido? Es tu decisión y es tu consecuencia; tú decides si retienes tu poder o si lo entregas “a la buena de Dios”. Es tu responsabilidad.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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