«Antes de vencer al enemigo, es necesario vencer primero el miedo que nos inspira» Alejandro Jodorowsky.

El placer de pensar
Paco Bou – planosinfin.com

Salí a caminar. Como un aroma repulsivo sentí emanar el miedo de la mente de cada persona que vi. Ondas oscuras se extendían en todos los periódicos y revistas, los televisores derramaban miedo, los neo místicos deliraban sobre el 2012, feos comerciantes vendían bunkers con capacidad para encerrarse en ellos 10 años en caso de una próxima guerra atómica, los bancos con sus cómplices polìticos amenazaban con el derrumbe de una crisis, un astrónomo casi paralítico nos prevenía de la peligrosa agresividad de los extraterrestres. Este ambiente nocivo me hizo recordar una de mis fábulas pánicas:

Había una vez una bolita que vivía muy contenta en su curva simplicidad. Apareció una gigantesca máquina de complicado mecanismo. Se acercó a nuestra amiga y con saña espetó: “¡Soy una estructura construida para atacar bolitas! ¡Ven a posarte en mi plataforma A!”. La esfera no sabiendo lo que era el miedo se colocó en el sitio que le indicaban. La maquina repitió como loro una parte de su manual: “¡Al colocarse la víctima sobre mi plataforma A, tiembla de miedo y pone en movimiento mi guillotina B que la extermina!”… Al terminar su comunicado, se dio cuenta que nada había sucedido. La bolita, tan tranquila como si estuviera en su madriguera, no se movía. La máquina vociferó una orden: “¡Vamos, tiembla como todas las bolitas indefensas!”. El pequeño ser lanzó un pfff de desprecio. Si la máquina hubiera tenido rodillas, sobre ellas se hubiera puesto para implorar: “Si no tiemblas no puedo ponerme en marcha y como estoy hecha sólo para destrozar bolitas, si no lo hago dejo de tener significado”… Nuestra amiga, demasiado inteligente para ofrecerse como víctima, no tiritó. La quieta situaciòn pareció hacerse eterna. Vino el invierno y con él copiosas lluvias. Las gotas resbalaron sobre la superficie curva de la pequeña esfera, pero penetraron profundamente en los mil recovecos de la máquina y ahí anidaron. El mecanismo, oxidado por falta de uso, terminó desmoronándose. La bolita se fue a rodar, feliz como siempre.

La mayor parte de los tiranos basan su dominio en las reacciones de sus víctimas. Para lo cual, por todos los medios, propagan condicionamientos de terror.
Pero cuando llega el momento en que la mayoría se pone de acuerdo y cesa de actuar en la forma prevista, los imperios se derrumban… Es necesario que continuamente nos hagamos conscientes de nuestras reacciones para ver hasta qué punto son normales o producto de sutiles propagandas. Antes de vencer al enemigo, es necesario vencer primero el miedo que nos inspira… Interiormente lograremos la perfección cuando dominemos el miedo a ser destruidos por el cambio.

***

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.