Aida. Súper bananas transgénicas: denuncian biopiratería y falta de ética

ANASTASIA GUBIN – LA GRAN ÉPOCA

Súper bananas transgénicas: denuncian biopiratería y falta de ética

Bananas rojas de Metepec, México. (Wikimedia Commons)

La súper banana genéticamente modificada que proyectó la Universidad de Queensland en 2005, avalada con US 10 millones de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates, está en una fase de creciente protesta de parte de los estudiantes y graduados de la Universidad del Estado Iowa (ISU), por más de un centenar de prestigiosas organizaciones internacionales, centenares de científicos y personalidades de todo el mundo, y la sostenida oposición de los agricultores africanos de ceder sus terrenos a las transnacionales y aumentar la contaminación de sus pueblos, con costosos pesticidas.

Esto ocurre después de que en febrero pasado, estudiantes graduados de la ISU entregaran 57,309 firmas con una petición para terminar con la experimentación en humanos al Colegio de Agricultura y Ciencias de la Vida de esa casa de estudios, donde Queensland realiza estas pruebas; y luego que los miembros AGRA Watch ofrecieran el mismo documento a la sede de la Fundación Bill y Melinda Gates, en Seattle.

La súper banana genéticamente modificada que proyectó la Universidad de Queensland en 2005 es avalada y financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates. (Dave Thompson - WPA Pool /Getty Images)

La súper banana genéticamente modificada que proyectó la Universidad de Queensland en 2005 es avalada y financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates. (Dave Thompson – WPA Pool /Getty Images)
La súper banana genéticamente modificada que proyectó la Universidad de Queensland en 2005 es avalada y financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates. (Dave Thompson – WPA Pool /Getty Images)

De acuerdo al equipo de Agra Watch, “el estudio no se lleva a cabo de manera transparente, y miembros de la comunidad del ISU no han recibido respuestas sobre el diseño de la investigación, los riesgos, la naturaleza del consentimiento informado dado por los interesados, y la generalización del estudio”.

El Dr. David Schubert, un biólogo molecular del Instituto Salk para Estudios Biológicos, concluyó que lo que hace la Universidad de Queensland y la ISU, “es poco ético e inmoral, sobre todo porque hay varias variedades de plátano de origen natural que son seguras y tienen niveles más altos de beta caroteno que las variedades modificadas genéticamente”, según el reporte de AGRA Watch, una campaña de la asociación internacional Community Alliance for Global Justice, que defiende a los campesinos del proyecto Green Revolution in Africa (AGRA), subsidiario de la Fundación Gates, al cual se opone.

Los genes de este plátano genéticamente modificado, según la asociación, se toman de un banano existente, que hoy se cultiva en Papúa Nueva Guinea, por lo que el proyecto de la “super banana”, fue definido como “un claro ejemplo de biopiratería” por el equipo de AGRA Watch, según declaraciones recogidas por The Ecologist.

Bananas. (Foto: Daisy De Los Angeles / EyeEm)
Bananas. (Foto: Daisy De Los Angeles / EyeEm)

Un estudio publicado por la Universidad de Queensland destaca que aislaron los genes de la banana F’ei, proveniente de Papua Nueva Guinea, de color rojizo anaranjado, que se caracteriza por su alto contenido de caroteno. Bananas similares existen en el resto del mundo, refiere el biólogo David Schubert, destacando que estas son resistentes a plagas y pueden cultivarse localmente.

De hecho la Fao, en su artículo de febrero de 2016, destaca que son bananas “deliciosas”, y que contienen alrededor de 200 veces más carotenoides, la provitamina A (7 124 microgramos por 100 g de plátano fresco) que el popular plátano Cavendish blanco (con sólo 38 microgramos por 100 g de plátano dulce). Además tienden a ser resistentes a muchas plagas y enfermedades y requieren poca atención.

Bananas Fe'i en la cultura de Haití. en una pintura de Gauguin. (Wikimedia Comons)

Bananas del tipo Fe’i en la cultura de Haití en una pintura de Gauguin. (Wikimedia Commons)

Los plátanos transgénicos se basan en la variedad Cavendish, que domina el comercio internacional y dejan de lado a las producciones locales nacionales de banana. Sigue un modelo similar al fracasado arroz dorado, también con el argumento de solucionar el hambre, agregando betacaroteno.

El biólogo David Schubert explicó que hay que considerar que el “beta caroteno está químicamente relacionado con compuestos que se sabe que causan defectos de nacimiento y otros problemas en los seres humanos”. Esto sucede cuando se da a niveles tóxicos, en una dieta desbalanceada.

Según el especialista, el cuestionamiento va también a los “productos químicos tóxicos” que resultan de probables subproductos de plantas de ingeniería genética en general.

“Puesto que no hay pruebas de seguridad del plátano o de cualquier otro OMG, haciendo un ensayo de alimentación en las personas, especialmente a las mujeres, no se debe permitir”, agregó.

Mujeres vendiendo plátanos en Kampala, Uganda, el 28 de noviembre de 2015.(ISAAC KASAMANI / AFP / Getty Images)
Mujeres vendiendo plátanos en Kampala, Uganda, el 28 de noviembre de 2015.(ISAAC KASAMANI / AFP / Getty Images)

Un informe británico de Global Justice Now emitió un reporte titulado “Gated Development”, donde detalla que “las grandes empresas se benefician directamente, en particular en los ámbitos de la agricultura y la salud, como resultado de las actividades de la fundación Gates”, en proyectos como la super banana y otros desarrollados en África, sin contemplar las necesidades de los pobladores y el daño ecológico.

El equipo de agricultura AGRA Watch señaló a su vez que en Uganda hay otras variedades de banano que sirven como un elemento básico en las dietas. “Los ugandeses tienen el derecho a tener acceso a alimentos sanos, nutritivos y culturalmente apropiados”, aclaró.

Cuando la Universidad de Quensland anunció el 6 de junio de 2014 que comenzó “el primer ensayo en humanos del mundo de la banana enriquecida con pro-vitamina”, lo justificó diciendo que “se espera elevar la salud y el bienestar de millones de ugandeses y otros africanos”.

James Dale. (Universidad deQueensland)
James Dale. (Universidad de Queensland)

La Asociación Africana AFSA, en una carta pública enviada por sus abogados a Wendy S. White, que dirige las pruebas en humanos en la Universidad de Iowa, y a su director Review Board, explicó que además del problema ético y de salud, irónicamente el consumo de monocultivo de banana transgénica causaría una baja más pronunciada de vitamina A en los africanos, pues no se estaría privilegiando la alimentación variada del resto de las verduras y frutas ricas en vitamina A, que son esenciales para la salud humana a través de la ingesta diaria de vitamina A y otras necesidades de vitaminas y minerales.

“Estos cultivos desvían los recursos que debían ir hacia soluciones agrícolas más adecuadas a nivel local. Si efectivamente el objetivo de los involucrados en la promoción del proyecto es realmente combatir la deficiencia de vitamina A, entonces seguramente deben promover el consumo de más de las diversas frutas y alimentos, como las patatas dulces, que son ricas en vitamina A y que se encuentran en abundancia en África”.

Abogados de la AFSA reunieron la firma de más de un centenar de asociaciones, acompañadas por cartas redactadas previamente por científicos que denuncian los peligros de los productos genéticamente modificados, con una petición para poner fin a las pruebas de alimentación humana. Centenares de otros científicos se oponen a estos experimentos.

“No hay consenso en que los cultivos transgénicos son seguros para el consumo humano”, señalaron los científicos desde el inicio de la recolección de firmas. “La mayor parte de la investigación llevada a cabo por científicos independientes sobre los cultivos transgénicos contradice directamente los resultados de los estudios patrocinados por la industria de biotecnología que dicen no hay evidencia de riesgo o daño”.

Universitarios y la dimensión ética

Ahna Kruzic, Angie Carter y Rivka Fide destacaron en el blog Foodfirst, en julio pasado, que los estudiantes del ISU tienen el privilegio de hacer preguntas y merecen la oportunidad de participar en un diálogo científico.

“Este privilegio nos obliga a hacer preguntas difíciles sobre las dimensiones éticas de este proceso de investigación de plátano GMO, así como sus impactos y otras alternativas viables”.

De hecho estas preguntas ya fueron redactadas el año pasado por los estudiantes graduados del ISU, y los temas que abarcan cuestionan “cómo se llevó a cabo el estudio” y “los efectos potenciales que los plátanos GMO podrían tener sobre los sistemas alimentarios de Uganda”.

Bananas en un árbol. (Spaces Images)
Bananas en un árbol. (Spaces Images)

“Las preguntas no son acerca de si el uso de la biotecnología es moralmente correcto o incorrecto, o si los investigadores son personas buenas o malas. En su esencia, estas preguntas son acerca de los impactos sociales, económicos y ambientales que este tipo de investigación tendrá sobre gente real en lugares reales. El hambre y la desnutrición no son sólo los desafíos biológicos, sino problemas sociales enraizados en la desigualdad”.

Los funcionarios de la ISU respondieron que la investigación ayudará a salvar vidas, pero los universitarios sostienen que estas afirmaciones “son prematuras y una cortina de humo para desviar preguntas de los estudiantes. Estas afirmaciones no se hacen en manera aterrizada”.

Las preguntas fueron las siguientes:

¿De qué manera la nutrición de los plátanos GMO impacta en el hambre en Uganda, o cómo afectan en ello la ISU y/o la Fundación Bill y Melinda Gates?
¿Cómo se determinó que la tecnología es una intervención culturalmente apropiada?
¿Quién será el propietario o el que controle esta tecnología en su desarrollo?
¿Cómo es que las universidades públicas deben estar implicadas en la biofortificación GMO y su experimentación?

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