«¿Es una utopía el Regreso al Hogar; cuál es nuestro verdadero Hogar?» Emilio Carrillo (entrevista) 5/9.

EL CIELO EN LA TIERRA.
Reproducción parcial de la entrevista efectuada a Emilio Carrillo por Emma Vázquez publicada en Regreso al Hogar:
regresoalhogar.com/2016/06/08/entre-vista-desde-emilio-carrillo

Dada su extensión, su divulgación en este blog se realiza en nueve entregas.

EMILIO CARRILLO

Si para «Recordar» quién soy es necesaria la dualidad y para «Olvidarme» es necesario estar en Unidad, en ese AMOR INCONDICIONAL, ¿es una utopía el Regreso al Hogar de manera eterna ya que todo es un proceso cíclico de experimentación (recuerdo-olvido-recuerdo-olvido)? Entonces, si somos impermanentes, si nuestro principio es a la vez nuestro final, si nunca nos quedamos “en casa”, ¿cuál es nuestro verdadero Hogar?

Nuestro verdadero Hogar es el Aquí-Ahora. El Hogar no es un espacio físico, no es un sitio donde tengamos que estar, no es ni siquiera una especie de sentimiento o emoción. El Hogar es el momento presente. ¿Por qué? Porque el momento presente es la vida. El pasado no es la vida. Lo fue cuando fue presente, pero ya no lo es. El futuro… ni siquiera alguna vez ha sido real. La Vida es nuestro Hogar. Es elemental, pero desde la mente esto te tambalea. La vida es vivir viviendo el momento presente.

La gente empieza a hablar contigo y mantienes una conversación con ella, pero te das cuenta que, de pronto, esa persona se ha ido. Hay un momento de la conversación que ya no está ahí. Sí, está ahí aparentemente, pero no lo está porque alguna cosa que has compartido le ha llevado mentalmente a un recuerdo de “no sé qué” y ese pensamiento la ha situado en otro lugar. Y tú, estando delante, te has convertido en invisible para ella.

La gente va por la calle y sí, está aparentemente en la calle, pero es sencillo darte cuenta que no lo están. Las personas cuando pasean, por cualquier plaza, por cualquier calle de cualquier ciudad, están ausentes, sumidas en sus pensamientos, en otro lugar. Nada más que hay que mirarlas a los ojos. Esas personas no están ahí. Vete a saber dónde están: en el trabajo, peleándose con la pareja… No están ahí.

Esto es totalmente absurdo. Lo consideramos normal cuando no lo es. Es frecuente, pero no es normal. Hay cosas frecuentes que son profundamente anormales; y hay cosas normales que son muy infrecuentes. Vivir en ese mundo absurdo de la mente, de estos vaivenes que acabo de comentar, es frecuente, pero profundamente anormal. El Aquí y Ahora es la vida.

Entonces, cuando la gente me habla del Hogar, del Amor, de “no sé qué”, de “no sé cuanto”… ¡Vive, vive! Es la vida. ¿Qué es lo que somos? ¿Tú qué eres? ¿Yo qué soy? Ese conductor al que hago referencia lo podemos llamar de muchas formas: consciencia, espíritu, alma, amor, energía. Pero, realmente, ¿qué es, más allá de los nombres que le queramos dar? Es Vida: vivo, existo, soy.

El Aquí-Ahora, el momento presente, tiene dos dimensiones: la dimensión que podemos denominar superficial y la dimensión que podemos llamar subyacente.
La dimensión superficial del momento presente es aquella parte del momento presente que va cambiando de momento en momento. Tú y yo llevamos ya una hora aproximadamente hablando y de momento en momento han ido cambiando las cosas: mi postura, la mano, el movimiento de cabeza, las palabras que he utilizado, tu movimiento… Sin embargo, el momento presente tiene una dimensión subyacente: aquello que de momento en momento no cambia, aquello que es inmutable, aquello que no varía, aquello que era, es y sigue siendo igual de momento en momento. Aquello que cuando tú y yo nos sentamos a iniciar la conversación estaba ahí y de momento en momento sigue estando sin cambio. Y cuando terminemos esta conversación y cerremos Skype, seguirá estando.

Y la pregunta que hace la mente es: ‘¿Y qué es eso que no cambia? ¿Qué es eso que permanece inmutable? ¿Cuál es el contenido de la dimensión subyacente del momento presente?’. Muy sencillo. El hecho de que yo vivo. Yo vivía y existía cuando comenzamos esta conversación. Yo vivo y existo en cada momento que se ha ido desplegando nuestra conversación. Ahora, en este momento presente, vivo, existo, soy. Y cuando terminemos, vivo, existo, soy. Y, además, como la muerte es un imposible porque es el coche “el que muere”, pero el conductor nunca muere, eso significa que por los siglos de los siglos Yo Soy: vivo, existo, soy… fuera del tiempo y del espacio. En cada momento, eso no cambia. La dimensión superficial sí, cambia mucho. Pero Yo no.

Cuando percibimos esto, podemos percatarnos igualmente de lo siguiente. Cuando te das cuenta de que Tú Eres, que Yo Soy y sigo siendo de momento en momento, te percatas de un hecho que a la mente la distorsiona tremendamente. Y es que la vida existe porque yo existo. Si yo no existiera, tú no existirías. Si yo no existiera, los demás no existirían. Si yo no existiera, la vida no existiría. Ante esto, ¿qué es lo que nos dice la mente?: ‘No Emilio, no. Estás equivocado. Si tú no existes, el mundo continúa existiendo. Si tú no existes, la vida sigue’. Pues no. Eso es una falacia mental. Si yo no existo, tú has dejado de existir. Te has diluido. Tu presunta existencia es un juego mental. Si yo dejara de existir, la vida entera dejaría de existir conmigo. Mi existencia es infinita y eterna.

En los textos antiguos, por ejemplo en la Biblia cristiana, a la divinidad se le asocia al Yo Soy. Y muchas corrientes conscienciales más recientes (Saint Germain, por ejemplo) insistieron mucho en el Yo Soy. Esto es el Yo Soy. El Yo Soy es percatarte de lo que tú eres, de que existes, de que vives, de que tú eres la vida. Y la vida está en el momento presente, en el Aquí-Ahora. No está en el antes ni en el después. Éste es tu Hogar. Y tú y yo, Aquí-Ahora, estamos compartiendo esta charla por Skype encarnados en seres humanos. Éste es nuestro Hogar: el aquí-ahora, la vida. No hay otro Hogar. No hay un sitio donde ir, al que llegar.

Por supuesto que de momento en momento, tú y yo, que no cambiaremos nunca (vivo, existo, soy), estaremos en muchos sitios. Y hemos estado en muchísimos sitios. Y en otros mundos, en otros planos… Pero ahora la vida es ésta. Puede ser incluso que seamos multidimensionales, pero tú y yo ahora la consciencia que tenemos es de este momento aquí y ahora. Y éste es nuestro Hogar. Este espacio sagrado de libertad. Este sitio que está siempre lleno de Amor y donde puedo moverme en libertad y decidir y modular (salvo que los sistemas de creencias y los viajes mentales por el tiempo me tengan aturdido) la frecuencia vibracional de las actitudes con las que vivo las experiencias cotidianas y las acciones que derivan de esas actitudes.

Una persona que ha profundizado mucho en la práctica del Aquí y Ahora es Eckhart Tolle. Voy a utilizar dos palabras que, a modo de mantra, se pueden tomar de la obra de Tolle para no olvidar lo que estamos compartiendo, para que esté presente en tu vida. Y son dos palabras muy sencillas traducidas al castellano: alerta y espacio.

¿Qué es eso de alerta? No olvidar lo que eres. No olvidar que existes. No olvidar el Yo Soy. Eso es estar alerta. En tu vida pasan cosas. Unas, tu mente las califica de placenteras. Otras, de turbulencias. Vale, ahí están. Incluso en tu cuerpo físico puede aparecer la enfermedad, el dolor o el placer. Eso va a ir mutando. Eso va a ir cambiando. De momento en momento va a haber cambios. ¿Qué es lo que no cambia? El hecho de que vivo, existo, soy: tu Yo Soy. Eso hace que te conviertas en observador. Esa alerta, te lleva a que veas que tu Yo Soy es una cosa y lo que va cambiando es otra. Y a que no te identifiques con lo que va cambiando, con tu yo físico, mental y emocional, que va cambiando de momento en momento. Tú eres otra cosa. No te identifiques con lo que cambia. Date cuenta que lo que realmente eres es lo inmutable. Y cuando en tu vida ocurran cosas, tranquilo. No pierdas nunca la quietud, la calma de tu Yo Soy. Forma parte de la lógica de la vida. Tú mantente alerta. No te confundas. Vive la experiencia, claro que sí, plenamente, aceptánsola en su integridad, pero no te identifiques con ella.
Tú estás en el hecho de que existes, en el hecho de que vives y de que esa existencia no tiene tiempo y se va desplegando en un momento presente continuo que es lo Eterno.

La segunda palabra es espacio. ¿Qué significa? Darte cuenta de que Yo Soy es el espacio en el que la Vida se produce, en el que la vida acontece y se desenvuelve. La vida sin mí no existiría. Y a partir de ahí, yo interacciono con la vida y empiezo a adquirir una percepción de la vida muy distinta porque la vida ya no es distinta a mí. Yo Soy y la vida, a su vez, soy yo porque la vida se está desplegando en mi existencia.

La gente habla de que somos co-creadores, de que podemos crear la realidad… No es que seamos co-creadores, es que la vida soy yo. Es algo mucho más que co-crear. Es algo mucho más íntimo, muchísimo más directo. Y lo más espectacular de esto es que desde este Yo Soy alerta y este Yo Soy espacio, puedo afirmar con toda legitimidad que la vida existe porque yo existo y que la vida es porque Yo Soy. Pero con la misma legitimidad puedes decirlo tú. Cada ser vivo lo puede decir.

Esto es espectacular. Cuando me di cuenta de esto, del Yo Soy y del espacio en cuanto a que yo soy la propia vida, tuve un tiempo donde me sentí solo, muy solo en el sentido emocional. Hay una parte consciencial de la soledad que es magnífica, que es la Edad del Sol, que yo llamo. Son las dos palabras que forman la soledad: Sol y Edad, la edad del Sol. Pero yo estoy refiriéndome aquí-ahora al mundo emocional: la soledad tal y como entendemos desde el mundo de las emociones. Me sentí solo porque digo, vamos a ver: Yo Soy. Yo existo. Siempre (entendiendo por siempre esa eternidad de un momento presente continuo). Y la vida es mi propia existencia. Yo soy el contenedor de la vida y la vida soy yo. No hay más. ¿Dónde está la gente? ¿Con quién me relaciono? ¿Con quién interacciono en realidad? Emma está ahí porque yo te estoy creando a ti. Tú eres yo. Entonces, emocionalmente tuve una serie de turbulencias, de sentirme solo. Hasta que me di cuenta de que no, de que Emma está viviendo lo mismo que yo. Entonces es como si el Yo Soy de cada uno y la vida que cada uno estamos haciendo posible por el hecho de que existimos, se empezara a relacionar con eso mismo que están viviendo los otros. Tú estás en mi vida porque yo te he creado, pero yo estoy en tu vida porque tú también me has creado. Y estoy en la vida de mucha gente como tú estás en la vida de mucha gente.

Esto es francamente divertido porque me he dado cuenta de que yo estoy en la vida de mucha gente, pero en la vida de cada uno soy distinto porque cada uno me ve de una manera determinada que es diferente según cada cual. Mis seres queridos me ven, sí, pero cada uno me ve a su manera. En función de su estado de consciencia, en función de cómo son, ven de mí cosas distintas. No me ven exactamente igual. Por expresarlo matemáticamente sería como una especie de esfera donde cada punto es la esfera entera. Yo puedo verme como punto, pero no soy un punto, soy la esfera entera. Y lo más maravilloso es que tú también eres un punto y eres, igualmente, la esfera entera.

Y aquí-ahora, en lugar de sentirme solo, lo que me veo es absolutamente acompañado y en una vida que es francamente divertida porque es una vida que yo estoy viviendo, que depende enteramente de mí y que yo percibo. Y sé que la que están viviendo los otros depende enteramente de ellos, aunque no se den cuenta ni por asomo alguno.

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