Los relatos del viejo Antonio y la psicología popular

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Las personas tratamos de dar explicaciones racionales a las conductas de otras personas. A su vez, al hacerlo, actuamos como psicólogos, aunque la mayoría de las veces como malos psicólogos. Practicamos lo que se viene a llamar psicología popular.

Una psicología contaminada por todos los heurísticos de los que nuestra mente se vale y extraída en la mayoría de los casos de un número muy pequeño de experiencias. Esta pequeña cantidad hace que sean insuficientes como para realizar un ejercicio inductivo y generalizar las conclusiones que, para nosotros y en nuestras circunstancias, fueron válidas.

El león interior

Cuenta uno de los cuentos que lleva como personaje principal al viejo Antonio, anciano con gran capacidad a la hora de dar consejos, que este cazó un león de montaña. Mientras estaba curtiendo la piel relata: “El león es fuerte porque los otros animales son débiles. El león no mata con las garras o los colmillos. El león mata con la mirada. El otro animal mira en mirarlo el león, mira el miedo. Y, en el miedo que mira que lo mira el león, tiene miedo”.

León

Cuenta que existe un animal que no mira lo que el león ve y no tiene miedo. Topo llaman a ese animal. Dice que el topo se quedó ciego de mirar hacia dentro, en vez de hacia afuera como los demás hacían. Esta práctica era habitual de los dioses por lo que, como castigo, le obligaron a vivir bajo tierra.

La moraleja de esta historia no es otra que quien se mira al corazón no ve la fuerza del otro y es capaz de enfrentarle sin miedo.

Después de relatar la historia, el viejo Antonio es preguntado sobre cómo mató al león, si miró hacia su corazón o que tipo de nacida de su psicología como cazador utilizó. Él responde que no se acordó del corazón, sólo miró por la mirilla de su escopeta.

Después de regalar la piel del león, el viejo Antonio le dice a su compañero: “Te la regalo para que nunca olvides que al león y al miedo se les mata sabiendo a dónde mirar”.

La psicología popular

Este relato, sacado de boca del viejo Antonio y de la pluma de Subcomandante Marcos, nos da un ápice de esas incorrectas interpretaciones que realizamos en nuestra cotidianidad. Cuando relató la historia muchos pensaban que lo esencial era mirar hacia dentro, a uno mismo, y sacaban interpretaciones de ello tomando como ejemplo situaciones propias. La conclusión que sacaron era que para matar al león el viejo Antonio se miró a sí mismo, pero no.

Al final, la moraleja real resultó incomprensible en primera instancia, no era mirarse a uno mismo, sino saber a dónde mirar. No podemos dejarnos guiar por interpretaciones, e intentar generalizar la parte de conocimientos de psicología que ha nacido exclusivamente de nuestra experiencia.

Hemos de ir más allá y buscar otras posibles interpretaciones alternativas que puedan guiar los actos de las demás personas, entender su psicología desde la ciencia. Como suele decirse, en un ápice de hipocresía, haz lo contrario de lo que pienses y acertarás.

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