Lo más valioso de la vida no es lo que tenemos, sino a quién tenemos

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Las personas que realmente nos importan; ese es nuestro verdadero hogar. Lo más valioso de nuestra vida no se mide en posesiones materiales, sino emocionales.

Puede que se nos olvide, o que en determinados momentos no le demos demasiada importancia a este hecho pero, al final, todo termina siendo más sencillo cuando alguien nos acompaña.

Da igual que sean otras personas o que seamos nosotros mismos, tener un corazón emocional rico en amor y amistad es lo verdaderamente significativo al cabo del tiempo.

Con el tiempo aprendes a valorar la satisfacción que produce querer, tener un hombro en el que llorar y unos brazos con los que ofrecer calidez.

Querer y valorar a los que nos rodean es la base del crecimiento

El patrimonio emocional lo conforman aquellas relaciones satisfactorias, sanas y recíprocas con las que sembramos el camino de nuestra vida.

Los amigos y la familia tienen distinta relevancia en las distintas etapas vitales que conforman nuestra evolución, nuestro crecimiento emocional.

Cuando entiendes eso sabes que no hay nada más allá de las relaciones que debas buscar.

Según vamos cumpliendo años, el dinero, el trabajo o esa silueta perfecta dejan de tener tanta relevancia en la lista mental de cosas imprescindibles que todos elaboramos en algún momento.

La lista de prioridades, lo más cambiante de nuestra biografía

Nuestra actitud la determinan nuestras prioridades. Esta es la razón por la cual, cuando echamos la vista hacia atrás, pensamos algo así como: ¡Cómo hemos cambiado!

Somos personas y, por definición, somos seres cambiantes que aprendemos y desaprendemos en todos los ámbitos de nuestra realidad.

Las distintas vivencias nos hacen darnos cuenta de lo efímera que es la vida, por lo que, poco a poco, valoramos más la experiencia de conectar de manera especial con los demás, de vincularnos afectivamente y de tener alguien con quien reír, llorar o lo que haga falta.

Necesitamos la unión social para sentirnos completos y, por ello, acabamos por darnos cuenta de que hay algo que el dinero nunca podrá comprar. Porque no somos ricos hasta que no tenemos PERSONAS dentro de nuestro yo interior más íntimo.

“Hay personas mágicas. Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser.

Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas. Pero, cuando las descubres, ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo.

No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte que, si te toca una vez, lo hace para siempre”.

–Autor desconocido–

Hay  “personas mágicas” rodeándonos por todas partes

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Las “personas mágicas” son aquellas con las que conocemos la felicidad. Esas que nos ayudan a volar, a brillar y a descargar nuestra mochila emocional de esas piedras innecesarias que acumulamos en el camino.

Con ellas compartimos hogar, complicidad, permanencia. Vínculos sanos, claros en contenidos, que dibujan bellas formas de relación con nosotros y con nuestro entorno.

Sus miradas sinceras aligeran pesares y nos ayudan a deshacernos de los obstáculos que se nos presentan. Son relaciones que nos ayudan a ser más conscientes, más sensibles y más hábiles emocional y socialmente.

Porque solo a través de la conexión emocional que establecemos aprendemos la importancia de sintonizar, de escuchar, de dar lugar a lo que el otro quiera decir, de establecer buenas relaciones, de tener en cuenta a los demás, de construir intercambios fluidos y eficaces.

Una vez más, sin duda, la clave está en abstraernos de necesidades intrascendentes y tomarnos tiempo para establecer contactos íntimos.

Porque forjar uniones nos engancha a la vida, nos anima a ser mejores y a destapar esas sombras que oscurecen nuestro día a día.

Es maravilloso tener cerca a personas de sentimientos sinceros con las que poder forjar una amistad libre de egoísmos, hipocresía y malos sentimientos.

No es que esto sea fácil pero, en realidad, todos acabamos con la sensación de que lo realmente importante es permanecer en un lugar que se convierta en hogar gracias a las personas que te rodean.

Así que ama y guarda, como oro en paño, a aquellas personas significativas que recorran tu vida. Solo a través de tu patrimonio emocional podrás vivir desde el bienestar todos los días de tu existencia.

Mejor con Salud

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