La enseñanza y la identidad espiritual

por Georgi Y. Johnsonscience and nonduality
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Un error muy popular en torno a los maestros espirituales es que su trabajo está completo: son libres, felices y están en paz y ya no necesitan sufrir. El buscador espiritual puede ser impulsado por la fantasía de este logro. De hecho, la celebración de la libertad dentro de la totalidad es desplazada por una agenda para liberarse de la totalidad.

Sin embargo, a pesar de la proliferación de las experiencias de despertar y de las enseñanzas espirituales y no-duales, la vida no termina con el despertar personal. El despertar de la naturaleza ilusoria de la identidad separada podría ser un punto destacado en la auto-liberación, pero no es un punto final en la danza de la individualidad dentro de la unidad.

Cuando los límites del yo separado se disuelven, también lo hacen los límites en torno a la felicidad separada, el sufrimiento separado y el logro separado. El sufrimiento es todavía parte del todo humano, pero después del despertar, puede aflojar su control. Por consiguiente, la evitación del sufrimiento y los vientos del miedo ya no tienen que ser factores decisivos en el mundo de la forma.

El despertar espiritual y la fluidez de la identidad

El despertar implica la ruptura de una estructura de identidad. En este sentido, parte de la falacia de la identificación es realizada, mientras la luz en la fuente de toda identidad brilla a través de la rotura. Sin embargo, al igual que el cuerpo continúa moviéndose a través de sus estaciones y el recibo de la luz todavía tiene que ser pagado, así también el proceso de identificación continúa.

El despertar no significa estar libre de la identificación, más de lo que significa el instante de la evaporación del cuerpo físico. Después del despertar, la identificación simplemente tiene la posibilidad de ser más fluida, menos controladora, menos probable que te quedes atrapado en las ideas, deseos, necesidades, pretensiones y la auto-defensa. La identificación sucede en cada momento de percepción. Cuando un maestro y el estudiante se miran entre sí con inocencia, el maestro se convierte en el estudiante y el estudiante se convierte en el maestro. Si por el contrario, el maestro mira su reflejo en los ojos del estudiante, o viceversa, se quedan atrapados en una forma de narcisismo.

Si la identidad es fluida, cuando nos fijamos en una flor, nos convertimos en la flor, en toda su erizada y perfecta imperfección. No hay nada entre nosotros y la flor. No permanecemos como el «humano» mirando a la «flor». La flor absorbe nuestra consciencia y el «yo» se revela como inseparable del «yo» de la flor. Esto es lo que podríamos llamar la identificación natural: no nos quedamos atrapados en ella. La fluidez viene con la facilidad de moverse hacia afuera hacia todas las cosas, y volver de nuevo a la identidad transitoria de una forma separada en un cuerpo separado. «Es totalmente satisfactorio recoger cosas, y experimentarlas», dice el maestro espiritual Russel Williams. «Pero también hay que ser capaz de dejarlas de nuevo en su lugar.»

Los problemas con la identidad y la identificación se producen cuando se pierde la fluidez, cuando nos apegamos a una forma de identidad que se convierte en fija y nos recreamos con la imaginación con el fin de satisfacer algún propósito personal, como una necesidad de seguridad; un deseo de escapar del dolor o de la responsabilidad; un miedo al rechazo; o la ambición de llegar a ser superior al conjunto. A menudo, estas causas de apego tienen sus raíces en inconscientes formas de trauma: una insoportable sensación de división de la totalidad.

«No es suficiente cubrir con una capa de ‘Oh bueno, todo es igualmente una expresión de la Conciencia y por lo tanto nada importa’ sobre nuestras creencias y sentimientos», escribe Rupert Spira. «Este tipo de pensamiento superficial es uno de los refugios más seguros para el aparente yo separado de quienes han añadido una capa de espiritualidad a su personaje.»

«Después de una experiencia espiritual», dice Unmani, «puede haber un reflejo de ponerle una etiqueta como algo conocido. Y entonces puede haber una sensación de contracción, que se siente casi doloroso, físicamente. No siempre reconocemos esta contracción, porque hemos pasado la mayor parte de nuestras vidas viviendo en esta contracción, donde creemos que sabemos lo que ‘yo soy’, cuando sin esta contracción, yo no sé realmente lo que soy.»

Psicología espiritual

El maestro espiritual y psicólogo John Welwood ha llamado a esta ilusión el «bypass espiritual»: «Creo que hay básicamente una herida», dijo Tami Simon de Sounds True, «… esta es la herida en torno al amor y ser desconectado del amor, y esta es la herida definitiva».

«He visto a mucha gente utilizar el bypass espiritual para alejarse de sí mismos», dice el Dr. Gabor Mate, «de modo que la llamada búsqueda espiritual, o la búsqueda de la experiencia trascendental, y la auto-definición como un buscador espiritual, puede ser una forma de evitar el contacto con sus yoes más verdaderos, aunque se esté haciendo en nombre del contacto con su yoes más verdaderos». Esta fórmula psico-espiritual del «buscador», se podría aplicar igualmente a la psicología del «encontrador».

Como parte de la familia humana en su estado actual, todos estamos, en cierto grado, formados por y viviendo el trauma de la desconexión, dando lugar a una adicción a la creencia en un yo separado. Esto actúa en nuestro proceso de auto-realización mucho después de una experiencia de despertar, con independencia de si somos estudiante o maestro; orador u oyente, escritor o lector.

En la fuente y desde un nivel más profundo de la realidad, no hay ningún estudiante y no hay ningún maestro. Maestro-alumno es una dualidad transitoria de formas co-dependientes, que en última instancia surgen para satisfacer las necesidades de la totalidad. La identificación con la forma del maestro o del estudiante es parte de la fluidez de la identificación. Sin embargo, al igual que con toda identificación, puede complicarse, o incluso ser perjudicial, cuando se pierde esa fluidez. La ilusión nace con la fijación de la vida en una idea de lo que creemos que se «supone» que es.

En una reciente Satsang en Portugal, alguien le preguntó a Mooji sobre el rumor de que él es un Dios viviente. Él ingeniosamente indicó que la creencia de que uno es Dios, así como la creencia de que uno está separado de Dios, son ambas, en cierto sentido, una blasfemia. «Tú puedes creer que eres Dios», dijo, «Pero no va a ser agradable».

Yo Soy el Universo (y tú no)

En la raíz del trauma del yo separado hay una división evidente en la consciencia misma, entre el que ve, y la forma que quiere ser vista. La sensación de ser visto (y afirmado con atributos positivos) es fundamental para una forma infantil de permanecer en la unidad. Sin embargo, el anhelo que nace de la falta de esta afirmación desde el exterior puede continuar durante toda la vida física.

En su raíz, puede haber un narcisista interior que exige un suministro constante de afirmación con el fin de mantener la ilusión del yo separado superior. Aunque el trastorno narcisista de la personalidad (NPD = Narcissistic Personality Disorder) es oficialmente una enfermedad mental (incluso se obtienen sentencias reducidas por asesinato), cada ser humano alberga el potencial de la patología narcisista en algún grado.

Después del despertar, (después de que las formas de identidad y de la personalidad son reconocidas como temporales y relativas), la tentación de volver a identificarse con la forma del maestro espiritual puede ser fuerte. Sin embargo, es una forma que de por sí está llena de tentación narcisista cuando el trauma profundo comienza a emerger. Con una especie de traumatismo del yo separado, la necesidad de identificarse y enredarse con la nueva imagen y estatus del individuo iluminado separado puede ser abrumadora.

Los rasgos narcisistas incluyen: amoralidad (disfrazada espiritualmente como sabiduría no dual – estando más allá de lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto); sentimientos exagerados de auto-importancia (el significado urgente del mensaje espiritual, y el mensajero); necesidad excesiva de admiración (un hambre insaciable de más estudiantes o discípulos); una falta de empatía (la pretensión de estar libre del sufrimiento, y un juicio implícito sobre quienes no lo están); grandiosidad (una sensación de legitimación y la expectativa de un tratamiento especial); explotación de los demás en beneficio propio (las tres trampas del sexo, el dinero y el poder); celos de otros (y la preocupación por los celos de otros hacia sí mismos); y la dificultad de asumir la responsabilidad (el mundo entero es una ilusión).

Los líderes de una secta (o culto) suelen tener entre siete y ocho rasgos narcisistas patológicos. Según el experto en sectas Bob Pardon: «La religión está hecha a medida de sus fantasías. ¿Qué mejor manifestación que ser como Dios?» Sin embargo, entre la pureza del Buda y los horrores de Charles Manson, hay infinitos matices de gris.

Después del despertar, hay una pasión para llevar la misma liberación de la identificación falsa a los demás. Los más valientes expresan esa pasión y comienzan a enseñar, directamente a partir de su propia experiencia. En esto, hay una dedicación de servicio a las necesidades de la totalidad. Puede tener una gran belleza, dentro de un surgimiento de la consciencia colectiva desde más allá de las restricciones de la forma. Su poder se encuentra precisamente a través de la gran diversidad de formas de enseñanza y de maestros espirituales.

Sin embargo, en el fondo, cada enseñanza individual es inseparable de una comunidad espiritual en expansión, una red de luz más allá del control de cualquier punto de unión o desunión. Cada perspectiva enriquece el conjunto; cada perspectiva es preciosa, inviolable e inseparable de la totalidad. Darse cuenta de esto es parte del proceso de maduración espiritual en el que estamos, juntos.

Tal vez la misma psicología está surgiendo tanto en la enseñanza como en la ciencia espiritual. «La individualidad sólo es posible si se desarrolla a partir de la totalidad», dijo el gran físico David Bohm. «El egocentrismo no es individualidad en absoluto».

«El cuerpo-mente es como una habitación. Está ahí, pero no necesito vivir en ella todo el tiempo.»
– Nisargadatta Maharaj

Georgi Y. JohnsonGeorgi (Georgina Yael Johnson) ha estado involucrada con la curación, la enseñanza y la meditación durante la mayor parte de su vida. Actualmente trabaja como terapeuta no-dual y lleva a cabo talleres en todo el mundo sobre la curación espiritual y la conciencia con su pareja Bart ten Berge.

Georgi es autora de I AM HERE – Opening the Windows to Life & Beauty, que ofrece un mapa de navegación hacia el mundo interior a través de las tres capas de la consciencia, la conciencia y la vacuidad.

Licenciada en Literatura en Oxford, Georgi vive actualmente en Israel con sus siete hijos… Más información en: http://perception.inner-growth.org

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