“¿Cómo responder a las crisis?” Leo (3/3).

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Las fases de las crisis son claramente identificables y resulta muy útil comprender en cual de ellas nos encontramos, para saber qué nos espera a continuación. Voy a describir un caso supuesto para ejemplo de las diferencias entre las fases que se viven en cada crisis.

FASE 1: en este momento todo parece ESTAR EN ORDEN, tal vez hayan sucedido hechos menores, pero por una cuestión de tolerancia, uno los deja pasar por el bien de la convivencia (si es una pareja, un grupo social, un trabajo) o bien porque no puede vivir en alerta todo el tiempo.

Nos decimos que todos los días suceden cosas raras y sin embargo, al final, nada tienen que ver con uno. Pensamos que es mejor que no nos pongamos nerviosos ni pongamos nerviosos a los demás. Sin embargo, la crisis ya ha comenzado, pero no hemos tomado conciencia aún de su inicio irreversible.

FASE 2: ocurre ALGÚN HECHO PUNTUAL que no podemos pasar por alto, que nos alerta y que no deberíamos ignorar. También puede ser que, al igual que el mito del avestruz que esconde la cabeza bajo la arena, nos neguemos a reconocerlo porque el hacerlo nos obligaría a reaccionar y a salir de nuestra amada Zona de Confort.

A esta etapa (la crisis ya está en pleno desarrollo) la podríamos denominar como NEGACIÓN. Si no lo veo, no me molesta; si no me molesta, no me duele; si no me duele, no necesito reaccionar. Y si me duele un poco, bueno, que no me importe tanto, ya pasará. Pero, en resumen, prefiero negar su existencia (o su importancia) y mirar para otro lado.

FASE 3: ya no puedo ignorar las señales. “De pronto” todo se está volviendo un caos y eso ME ENFURECE, porque debo abandonar mi tan adorada Zona de Confort y movilizarme hacia ponerme en guardia ante las circunstancias, que ya no puedo negar ni esconder. Algo está pasando y eso me perturba.

Me enojo contra eso que está por allí afuera molestándome o contra el mundo que parece estar en mi contra. Mi adorado almohadón de mi Zona de Confort comienza a enfriarse porque me he visto obligado a levantarme a ver qué es lo que sucede y eso me fastidia, me inquieta y me pone muy molesto.

Me pongo en situación de emergencia y comienzo a buscar por mis alrededores los posibles causantes de que yo haya tenido que abandonar mi Zona de Confort, causas que por supuesto para mí están FUERA DE MI PERSONA y que pienso que necesariamente deben pertenecer al entorno porque yo estaba muy tranquilo en mi confortable almohadón, sin molestar a nadie y por lo tanto también esperando que nada ni nadie me moleste.

Pienso: ¡Pobre de él o de ellos cuando los encuentre, ya verán lo que significa despertar al león cuando duerme! Me da mucha rabia y me desespero porque no encuentro las causas, aunque doy por sentado que están allí afuera, necesariamente cerca, aunque todavía no las puedo localizar.

El ELEMENTO AGRESOR resulta sumamente evasivo y, aún cuando logre localizarlo, me resulta muy difícil aceptar su existencia, y de lograr reconocerlo, me siento imposibilitado de contrarrestarlo.

FASE 4: me agota esta búsqueda o esta lucha desenfrenada e infructuosa. Mi almohadón ya está helado. No sólo el mundo está en mi contra sino que parece que también los Cielos, pero sin embargo, allí afuera no puedo resolver nada. Aunque estoy seguro que allí afuera tiene que estar el motivo; son los otros los responsable, yo no tengo nada que ver, yo estaba descansando tranquilo.

Sin embargo, veo que el problema se agudiza. Entonces se me ocurre la idea salvadora: NEGOCIAR con quien quiera que sea que me está causando esta crisis. Ya he identificado sin dudas que se trata de una crisis, aunque no sé bien de qué se trata. Pero, si dejan de molestarme, entonces dejaré de estar furioso y haré tal cosa o no haré más tal otra, con tal de que me dejen retornar a mi confortable almohadón.

FASE 5: ya hice la tal cosa y dejé de hacer la tal otra, pero sin embargo, el caos continúa, cada vez peor. Ya no sé qué hacer ni donde buscar. Me siento DEPRIMIDO. Ya hice todo lo que he creído que debía hacer. No puedo más, me rindo. Voy a recostarme nuevamente en mi almohadón de mi Zona de Confort, a ver si se calma. Pero no se calma; bueno, no sé qué otra cosa hacer.

Me enrosco en mi Zona de Confort, me encierro y me tapo bien, que el caos siga afuera, yo YA NO QUIERO SABER NADA, que pase lo que Dios quiera. Si se cae el techo, y bueno, mala suerte. Déjenme dormir. Si alguien puede parar el mundo, que me avise, así me bajo, porque no quiero jugar más. Puede ser que esté encerrado y tal vez, deprimido, pero no puedo hacer nada. ME RINDO.

FASE 6: el batifondo sigue afuera de mi almohadón. En cualquier momento se me viene encima. No me importa, la vida exterior ya no me interesa. Que pase lo que quiera pasar, ya hice todo lo que se me ocurrió que podía hacer. Ya me cansé de luchar. ACEPTO que las cosas sean así… ¿Qué otra me queda? Me resigno a lo que sea que el destino me traiga. En todo caso, me voy más hacia el fondo de la cueva, por las dudas.

Sí, está bien, puede que sea cierto que algo debo haber estado haciendo mal. Tal vez algo no funciona bien DENTRO DE MI. Debo tener un tornillo suelto o un cable pelado que hace cortocircuitos. Es evidente que no estaba haciendo las cosas correctamente, que por ese camino era lógico que todo terminara así. Sin duda, he fallado, así no funcionan las cosas, por lo visto. Debo ir pensando en cambiar, en buscar el Plan B, antes de que sea tarde.

FASE 7: ya me doy cuenta de que no soporto permanecer en este almohadón y esta frazada, no parece haber otra solución que PROBAR CON EL PLAN B. ¿Cómo no me di cuenta antes? Me voy a afeitar, me voy a cortar el pelo, voy a bañarme para quitarme todo este olor a viejo, me voy a arreglar bien y voy a salir a probar el Plan B, después de todo… ¿qué más me puede pasar que ya no me haya pasado? Voy a intentar con otra estrategia, porque con la otra anterior ya veo que no funcionó.

Es verdad, me equivoqué, pensé que era por ahí, pero no. Ahora voy a probar por este otro camino, con esta otra cosa, con esta actitud nueva, ya no con miedo puesto que no tengo nada que perder, voy a desafiar a este mundo inmundo, ya va a ver quien soy yo.

Ahora me doy cuenta de que estaba equivocado, pero ya comprendí. Crisis, ¿adonde estás, que quiero darte tu merecido? No está… ya se fue. Está bien, la próxima vez no me va a agarrar durmiendo.

Caramba, afuera ha salido el sol… ¡y qué lindo color tienen las plantas y el pasto después de la tormenta! ¡Y qué lindo es vivir más allá del almohadón, cuántas cosas distintas hay, no me había dado cuenta!

Y así… se viven las FASES DE LA CRISIS. La crisis busca un cambio en nosotros, cuanto antes nos demos cuenta y antes nos decidamos a hacer el cambio, antes pasará la tormenta. Tenemos que indentificar las fases, antes de que sea demasiado tarde, porque cambiar vamos a tener que cambiar, por las buenas o por las malas… entonces, mejor cambiemos por las buenas y cuanto antes mejor; así sufriremos menos.

Pero… ¿Y qué pasaría si en lugar de ser objetos pasivos de las crisis, nos plegamos a ellas? Es decir, ¿Cómo resultará si aprendemos a FLUIR con ella…? Me refiero a DARLE LA BIENVENIDA, A ACOMPASARLA… ¿El techo se cae? Bueno, pues ayudémosle a que se termine de caer de una buena vez así podremos construir un techo nuevo, lo antes posible, evitando que se nos caiga encima.

– ¿Te quieres ir de mi lado, mi amor? Bueno, respeto tu decisión, pero permíteme que te abra la puerta, así lo haces cuanto antes. Te ayudo con tus maletas y cuídate, ve por la sombra… Y si quieres llévate eso que es mío, pero lo que nunca dejaré que te lleves es mi paz ni mis sueños ni mis sentimientos ni mi persona.

– ¿Qué pretendes, enfermedad…? ¿Quieres hacerme sufrir? Bueno, pues YA me dispongo al cambio, harás que se muera el otro que era yo antes, pero el yo de ahora no, porque ahora soy otro distinto, otro nuevo, otro mejor, otro más sano. Mata al otro, al viejo “yo”, si quieres, ya no lo necesito más.

– ¿Qué quieres, problema de trabajo? ¿Que cambie? Pues cambiaré. ¿Estás a gusto ahora? Bien, mejor para los dos. ¿No estás a gusto? ¿Quieres echarme a la calle? No te preocupes, échame, igual ya me estaba por ir, yo merezco algo mejor, y por mí… te puedes guardar tu trabajo donde no te da el sol.

A veces, ante la crisis, es mucho mejor perder (con el tiempo nos vamos a dar cuenta de que no hemos perdido, sino al contrario) que negociar o luchar en su contra, porque nunca le ganaremos en su terreno.

Conclusiones:
1Conociendo las Fases de la Crisis, hay que buscar identificar en cuál de ellas estamos, para saber cuál es la siguiente y que no nos tome por sorpresa. Cuidado porque en el medio está nuestra salud, tanto física como emocional. “En caso de emergencia, paras y piensas”.
2La Crisis necesita “cambios”. Busquemos hacer todos los cambios que podamos, no sólo cambiar de peinado; sobre todo, en lo personal, en lo interno, en la actitud, en el comportamiento, en la visión de las cosas.
3 Apoyemos a la Crisis en lugar de luchar por permanecer como antes; ella ganará de cualquier forma. Con nosotros o a pesar de nosotros; al alma no le importa si perdemos medio cuerpo porque no queremos cambiar. TENEMOS QUE CAMBIAR. Es asunto de vida o muerte; la crisis se lo toma en serio, no es broma.
4Tomemos decisiones CUANTO ANTES, así sufriremos menos.
5Identifiquemos el rumbo de la Crisis y acoplémonos a ella, aprendamos a FLUIR en lugar de resistir. Localicemos lo que la crisis necesita que hagamos y acoplemos nuestros esfuerzos a ella.
6Esto no significa tirar nuestra vida a la basura, seguramente eso no será necesario, pero busquemos el cambio en lugar de resistirnos; la Crisis busca CAMBIOS, no destruirnos. No le servimos muertos, nos busca renovados. Pero si nos resistimos, nos hará sufrir horrores.
7 Tengamos absoluta tranquilidad y confianza en que luego viene algo mejor y para ello, debe irse algo obsoleto, algo que ya no nos está sirviendo, sea un trabajo, una pareja o simplemente una forma de pensar. Una CRISIS representa una OPORTUNIDAD y una oportunidad es una nueva posibilidad de vida, de alegría, de bienestar.

Cuando realicé el seminario para Facilitador en Hipnosis Regresiva, año 2001, el profesor, Phd Stephen Gilligan (EEUU) nos dijo en sus primeras enseñanzas: “Qué bueno que estás en esa crisis; eso te convertirá en mejor persona”. Cuando lo escuché no lo entendí y hasta me pareció una locura, pero después me di cuenta que yo no entendía nada sobre la crisis en ese momento.

La crisis es parte de la vida y no podemos luchar contra la vida si queremos seguir perteneciendo a ella. La Crisis quiere algo mejor para nosotros, ella sabe regular los tiempos. Debemos reconocerla, aceptarla y ayudarla, porque ella es nuestra mejor amiga, aunque no lo entendamos así en su momento.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

¿Cómo responder a las crisis?
1-(http://selenitaconsciente.com/?p=264073)
2-(http://selenitaconsciente.com/?p=264440)

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