Adriana – El poder de la vista, sus desequilibrios y la búsqueda de la armonía sensorial

Pablo Rego
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La vista es un don maravilloso del que, los que tenemos la fortuna de disponer de ella, hacemos uso y muchas veces abuso. El mundo humano es cada vez más visual y la fascinación que nos causa el poder ver poco a poco ha ido limitando otras áreas de la percepción que nos impiden captar o percibir ciertos aspectos de la realidad que nos rodea.

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El poder de la visión es capaz de proyectar a la mente a gran velocidad hacia el futuro, adelantándose a los acontecimientos. Cuando una secuencia tiene huecos que no vemos, nuestro cerebro los completa con imágenes creadas a partir de los datos que ya tiene. Cuando vemos a alguien, alimentamos con su imagen nuestro prejuicio. Y cuando es momento de sentir las experiencias en el cuerpo, gracias a la vista creamos una realidad ficticia previa que inhibe sentidos como el tacto, el olfato o el oído.

La vista está relacionada con el hígado y éste a su vez con la emoción ira. Cuando alguien se enfada, internamente está creando una alteración del equilibrio energético en el hígado. Y, si observamos a nuestro alrededor, los ojos son un testimonio claro del efecto que puede producir esa misma emoción en nuestra conducta.

La irritabilidad, el prejuicio, el enojo entran en muchas ocasiones por la vista. Y, de la misma manera, hay colores que captamos con los ojos, como el verde, que sosiegan el hígado moderando su flujo de energía.

Una sucesión de imágenes irritables crearán enojo, mal humor y alterarán el sistema nervioso. Síntomas típicos que suceden al mirar una hora de noticias en la televisión, en donde las imágenes más habituales crean desde inquietud hasta enojo, ira y mal humor.

El mundo moderno y la vista
Desde hace siglos los humanos venimos creando inventos tecnológicos que requieren la fantástica estructura de nuestro sistema de visión. En los últimos tiempos la utilización de este sentido se ha ido exacerbando creando una excesiva relación cotidiana con los ojos.

Hace siglos era la literatura o los periódicos; unas décadas más tarde han sido el cine y luego la televisión los inventos que más utilizaban la vista como sentido para interactuar con nuestro ser. En la actualidad los ordenadores, y cada vez más los teléfonos celulares o móviles requieren del uso de los ojos mucho más que, por ejemplo, el tacto o el oído.

Pero no es sólo esto. En las grandes ciudades el ritmo ha ido en aumento. El tráfico, el movimiento de las personas o la publicidad son cada vez más intensos, todo se mueve deprisa y los estímulos visuales se multiplican exponencialmente, creando una alteración cada vez mayor de nuestro cerebro, del sistema nervioso y muy posiblemente de nuestro hígado.

Conflictos invisibles

No es la vista el único sentido que está exacerbado y excesivamente bombardeado por estímulos. Obviamente el oído también y las vibraciones que se producen en nuestro entorno, ya sea por el movimiento creado por vehículos o máquinas de todo tipo o por las microondas que sacuden nuestros organismos de manera casi inconsciente, afectando los demás sentidos. Pero la vista, cuya fuente de información es la luz, corre con la ventaja o desventaja de ser el sentido que trabaja a mayor velocidad con un elemento que se mueve muy rápidamente.

Esa luz que entra a toda velocidad por los ojos, crea estímulos en nuestro cerebro y genera gran cantidad de datos que la mente convierte rápidamente en imágenes virtuales multiplicadoras de la realidad. De esta manera y por el sólo hecho de la hiperactividad del sistema de la visión humana, el sistema nervioso se ve alterado.

Más allá de que vivamos en un entorno tranquilo o en medio de la gran actividad de las ciudades, los humanos de este tiempo estamos sometidos a todo tipo de estímulos ya que en cada rincón del mundo puede encontrarse hoy un televisor, una computadora u ordenador o un teléfono celular o móvil.

Tomando consciencia de esta situación podremos llegar a comprender que dejar descansar la vista es una muy buena idea. No es nada nuevo que para relajarnos siempre comenzaremos por cerrar los ojos, pero es muy interesante comprobar que si hacemos ciertas actividades con los ojos cerrados o tapados, alcanzaremos un mayor grado de percepción de la experiencia.

Actividades que se pueden hacer con los ojos cerrados o tapados.

-La relajación profunda de Yoga, por ejemplo, propone cerrar los ojos para poder percibirnos más profundamente. Hay mucho de la práctica de Yoga que puede hacerse con los ojos cerrados.

-Escuchar música con los ojos cerrados. Los amantes de la música lo hacen para dar prioridad el sentido del oído sin que el poder de la vista resulte una distracción.

-Darte un masaje y permanecer con los ojos cerrados o tapados. Así la vista no participa y se da prioridad al tacto utilizando aceites y aromas.

-Comer con los ojos tapados (organizando previamente lo que vas a ingerir). Así permites que el olfato y el gusto sean protagonistas. También puedes compartir la experiencia.

-Danzar en una habitación diáfana. Es una gran experiencia taparse los ojos y dejarse llevar por la música. O bailar sin música -¿por qué no?- inhibiendo la vista.

-Hacer el amor. Muchos traumas, como las disfunciones sexuales, se deben a la fuerza de la mente y a la excesiva creación de imágenes que se anticipan y reemplazan a la realidad. El encuentro íntimo con el otro sin utilizar los ojos será de gran ayuda, no sólo en el momento de la relación sexual propiamente dicha, sino en los preliminares, cuando puedes compartir unos masajes, algo de comida, escuchar bonita música o danzar, hasta llegar naturalmente al contacto cada vez más profundo. Sin pensar en recrear arquetipos o típicas escenas de películas, sin las prisas de la luz, sin el uso de imágenes superficiales. Cuando no está la luz presente, el cuerpo crea mayores niveles de serotonina, necesaria para la excitación sexual.

Por supuesto que son sólo algunas ideas que buscan señalar los muchos sitios o circunstancias en los que podemos descansar del sentido de la vista para que los otros sentidos formen parte de la percepción de nuestra experiencia. Poniéndonos creativos podremos hacer muchas otras cosas, seguramente, con los ojos cerrados, tapados o vendados, y siempre serán un descanso para la vista, el sistema nervioso o los órganos internos que se nutren de los ojos.

Se trata de comprender la relación entre la vista y el estrés moderno. Se trata de tomar consciencia de que la tecnología puede sernos útil, igual que la vista, siempre que mantengamos su utilización en un marco favorable para nuestra salud y nunca en desmedro de ella.

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