Puigdemont apuesta por Israel y Margallo bloquea el consulado honorario en Cataluña

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José Antonio Sánchez Molina, un conocido abogado barcelonés con lazos con el judaísmo y alejado del nacionalismo catalán, fue elegido a principios de año, por la embajada de Israel en España, cónsul honorario en Barcelona. Nueve meses después de esa designación, sigue esperando el visto bueno del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, para abrir el consulado y desempeñar su nueva tarea.

Un portavoz de la embajada de Israel confirmó la “solicitud de apertura de un consulado honorario” que encabezaría Sánchez Molina, y el Ministerio de Asuntos Exteriores aseguró que, pese a la demora en acreditarlo, “no había problema alguno”. El desenlace favorable “está a punto de ser comunicado” a Israel, recalcaron fuentes autorizadas de Exteriores.

El Estado hebreo ya tuvo un consulado honorario en Barcelona, aprobado mediante una orden firmada por el rey Juan Carlos el 8 de junio de 1994, e inagurado con pompa por Jordi Pujol, entonces ‘president’ de la Generalitat. Lo dirigió el judío melillense David Melul Benarroch hasta su dimisión, en 1997, por razones personales. Israel tardó entonces solo siete semanas en obtener la autorización para su apertura. Hoy en día, cuenta con dos consulados honorarios en Andalucía y Extremadura.

“El episodio consular es uno más de los constantes roces entre una Generalitat en manos de los nacionalistas, que aspiran a concitar simpatías y más tarde el reconocimiento de una hipotética república catalana, y Asuntos Exteriores, que trata, con cierto éxito, de cercenar ese empeño de los independentistas”, señalan fuentes diplomáticas españolas.

Los nacionalistas confían en que el Estado israelí les proporcione créditos cuando pierdan el respaldo del Banco Central Europeo

De todos los escenarios en los que se desarrolla ese pulso, quizás el catalano-israelí sea el más movido. A juzgar por las declaraciones de los dirigentes de la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), hoy en día reconvertida en Partit Demòcrata Català (PDC), Israel es la principal potencia con la que cuentan para que les eche una mano si llega esa incierta transición hacia la independencia. Confían en que otros países, como las repúblicas bálticas, les tratarán con cordialidad, pero no tienen el mismo peso.

Said Alami, periodista palestino afincado en Madrid, recuerda que al recibir a la prensa, en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1992, Jordi Pujol declaró que se sentía “sionista”. Casi un cuarto de siglo después, en mayo de este año, Artur Mas, su sucesor al frente de Convergència, insistía en la misma línea. “Como en Israel, en Cataluña también hay un pueblo determinado a ser libre”, declaró al recibir un premio de la Associació Catalana d’Amics d’Israel (ACAI) y de la Comunidad Israelita de Barcelona con motivo del Yom Ha’atzmaut (festividad de la independencia de Israel).

Tres amigos del nacionalismo

Mas hizo de telonero, el 23 de septiembre, en la Universidad de Barcelona, de Víctor Terradellas, presidente de la fundación CATMón, dedicada a promover el reconocimiento internacional de Cataluña. Terradellas impartió una conferencia sobre los “aliados naturales” de la Cataluña nacionalista. Citó en primer lugar a Israel, en segundo a EEUU –cinco congresistas derechistas se han pronunciado a favor de la autodeterminación catalana— y, por último, a Alemania.

Los ayuntamientos catalanes independentistas abandonan la Red de Juderías Españolas, pero no arrastran a Barcelona

“A EEUU se confía en seducirlo con la ayuda de Israel y de su ‘lobby’ judío”, explica un antiguo colaborador de CATMón que pide que no se publique su nombre. “En cuanto a Alemania, los convergentes tienen en mente repetir una jugada como la que protagonizó el canciller Helmut Kohl”, añade. En diciembre de 1991, el democristiano Kohl arrastró a la Unión Europea a reconocer la independencia de Eslovenia y Croacia, desmembrando así a Yugoslavia y generando la guerra en los Balcanes.

En un buen número de documentos elaborados por los nacionalistas para preparar la transición, el Estado hebreo figura en lugar destacado. “Entrar en contacto con los servicios de inteligencia de Israel para conocer su organización y su seguridad” es uno de los objetivos del futuro servicio secreto de Cataluña, la Agència Nacional de Seguretat, según desveló en primicia El Confidencial y denunció Ciudadanos en el Parlament.

Exteriores bloquea la apertura de un consulado honorario en Barcelona. Margallo pidió al embajador que no hiciese guiños a los nacionalistas catalanes

En otro informe, revelado por El Confidencial en 2015, se señala que los miembros de la futura fuerza aérea catalana deberán estudiar en Israel, que es el país “que mejor formación puede brindar”. La Generalitat tiene firmado desde hace un lustro un acuerdo de cooperación científica con la Agencia Industrial Israelí para la Investigación y el Desarrollo (Matimop).

¿Sustituirá Israel al BCE?

Los nacionalistas confían incluso en obtener una ayuda de Israel para que una Cataluña recién independizada no esté asfixiada. El juez Santiago Vidal, sancionado por el Consejo General del Poder Judicial por colaborar en la redacción de una constitución catalana, reconoció, por ejemplo, en una entrevista con el ‘Periòdic Delta‘: “No podremos acudir al Banco Central Europeo para financiar las deudas porque todavía no seremos miembros de la Unión Europea”. La solución “es queotro Estado solvente, y estamos hablando de Israel y Alemania, nos haga de banco durante un tiempo”, añadió. En círculos nacionalistas se especula, sin mucho fundamento, sobre un crédito-puente israelí de unos 20.000 millones de euros.

Israel no ha sido del todo insensible, al menos en un primer momento, a los cantos de sirena que emanaban del Palau de la Generalitat y de Convergència. Una hipotética república catalana sería uno de sus más fieles aliados en Europa. Mas lo demostró en el viaje que le llevó a Israel en noviembre 2013, cuando aún era ‘president’. Recorrió Jerusalén Este, una ciudad ocupada a ojos de la comunidad internacional que los mandatarios extranjeros no suelen visitar. Además, no mantuvo contacto alguno con representantes palestinos.

“De forma consciente o inconsciente, Mas ayudó a legitimar la ocupación”, se lamentó entonces Xavier Abu Eid, portavoz de la Autoridad Palestina. Ocho meses después de aquella visita, Convergència logró, con la ayuda del Partido Popular, que el Parlament rechazase una moción que abogaba por reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. “Ya me gustaría que los palestinos gozásemos de los mismos derechos que los españoles que residen en Cataluña o el País Vasco”, comentó entonces a este periodista Musa Amer Odeh, embajador palestino en Madrid.

Un embajador en el Parlament

Alon Bar (Sasa, 1957), que entonces era embajador de Israel en España, proclamó su neutralidad en el conflicto entre Gobierno y nacionalistas catalanes, algo que no agradó a Exteriores. “Prefiero no expresarme sobre el debate de la independencia”, declaró cauteloso, en 2013, a una cadena de periódicos. “Sé que hay muchos catalanes que piensan que Israel es un modelo”, añadió.  El embajador aceptó comparecer en dos ocasiones, en mayo de 2012 y junio de 2013, en la Comissió d’Acció Exterior del Parlament de Cataluña, como si se tratase del parlamento de un Estado.

El ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo (i), y el exembajador de Israel en España Alon Bar. (EFE)
El ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo (i), y el exembajador de Israel en España Alon Bar. (EFE)

En todo ese acercamiento del nacionalismo a Israel, una franja dinámica de la comunidad judía en Cataluña ha jugado un papel relevante. En la Assemblea Nacional Catalana, una organización civil que impulsa la independencia, hay una sectorial judía y ninguna musulmana, aunque el peso demográfico de esta comunidad en Cataluña multiplica por 50 al de la hebrea. L’Associació Catalana d’Amics d’Israel se adhiere además a las manifestaciones nacionalistas, empezando por la Diada. Su presidente, Toni Florido, repite con frecuencia: “Sé que Israel no será hostil a lo que decida el pueblo de Cataluña”.

Esa visita de Mas a Israel, en 2013, supuso el primer aldabonazo para el Gobierno español sobre las intenciones de los convergentes. Se movilizó para quitarle realce; para impedir que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, recibiese a Mas, García-Margallo llamó a Alon Bar; el expresidente José María Aznar contactó con el propio Netanyahu —mantiene una estrecha relación con él—, e incluso el director del Centro Nacional de Inteligencia, el general Félix Sanz Roldán, intervino ante Tamir Pardo, en aquel momento su homólogo del Mossad (servicio secreto israelí), según fuentes diplomáticas y otras afines al exjefe del Gobierno español. Hasta se pidió al magnate judío estadounidense Sheldon Adelson, que entonces proyectaba su Eurovegas en Madrid, que intercediese ante Netanyahu, al que le une una gran amistad.

Netanyahu accedió en el último momento, pero no así el entonces presidente, Shimon Peres, que se mantuvo en sus trece. Ante sus interlocutores españoles, alegó que había recibido a otros presidentes autonómicos y no había razón alguna para cerrar la puerta a Mas. Evitó, eso sí, colocar una señera en el lugar donde se hizo fotos con su huésped. “Israel es claramente un compañero de viaje elegido por Cataluña”, le dijo Mas a Peres, un jefe de Estado sin apenas poderes.

El embajador israelí Daniel Kutner. (EFE)
El embajador israelí Daniel Kutner. (EFE)

Daniel Kutner (Buenos Aires, 1955) sustituyó a Alon Bar como embajador israelí en España en agosto de 2015. Antes de que presentase sus cartas credenciales ante el Rey, García-Margallo ya le recibió a principios del otoño. Cataluña monopolizó aquella conversación. El ministro recalcó la “deslealtad” hacia el Estado de los nacionalistas y le pidió que no les hiciese guiños como su predecesor.

Por si no le había quedado claro, Kutner recibió varias llamadas cuando, en vísperas de la campaña electoral de diciembre de 2015, efectuó su primer viaje a Barcelona. Miembros del Gobierno español le expresaron su preocupación. Temían que los dirigentes nacionalistas con los que tenía previsto entrevistarse pudieran aprovechar su presencia para tratar de demostrar, justo antes de las elecciones, la simpatía de Israel por su causa. Al final, Kutner canceló todas sus citas con políticos catalanes, incluidos los no nacionalistas, y solo se reunió con la delegada del Gobierno, María de Llanos de Luna Tobarra. También descartó entonces proponer a alguna personalidad con perfil nacionalista como cónsul honorario —se barajaban los nombres de Lluís Bassat, Carles Vilarrubí o David Madí— y optó por el letrado Sánchez Molina.

Cena secreta con Puigdemont

A lo largo de los 14 meses que lleva en España, Kutner solo cometió una ‘infidelidad’ a García-Margallo. Aceptó, a mediados de abril pasado, la invitación del ‘president’ Carles Puigdemont para cenar en secreto —“en privado”, según fuentes de la Generalitat— en su sede de la plaza Sant Jaume. A causa de su carácter privado, las fuentes oficiales de la Generalitat rehusaron comentar lo tratado en ese ‘sopar’.

Aquella cena discreta —la llegada de Kutner no figura en la agenda de visitantes del Palau de la Generalitat— es reveladora de las disensiones que suscita en el nacionalismo el empeño convergente por estrechar lazos con Israel. El embajador israelí estuvo acompañado de su segundo, el ministro consejero Yinan Cohen, pero junto a Puigdemont no se sentó el ‘conseller’ d’Afers Exteriors de la Generalitat, Raül Romeva. Le sustituyó su número dos, Aleix Villatoro i Oliver, de Esquerra Republicana de Catalunya, secretario general del departamento que encabeza Romeva.

Romeva declinó explicar a este periódico los motivos de su ausencia, pero un antiguo colaborador suyo da por descontado que el exeurodiputado de Iniciativa per Catalunya, que tan crítico se mostró en el Parlamento Europeo con la ocupación israelí de Cisjordania y el hostigamiento a Gaza, rehusó sentarse frente a un representante de Israel. Tres meses antes, su amiga, la monja y activista nacionalista Teresa Forcades, había sido expulsada de Israel nada más desembarcar en el aeropuerto de Tel Aviv. Un portavoz de Romeva recalcó, sin embargo, a este periodista que la relación entre la Generalitat y el Estado hebreo es “muy cordial”.

El 'conseller' de Exteriores, Raül Romeva. (EFE)
El ‘conseller’ de Exteriores, Raül Romeva. (EFE)

A las autoridades israelíes les preocupa la animadversión de la izquierda catalana, sea nacionalista o no. El diario ‘Maariv’ de Tel Aviv publicó, en febrero pasado, cables enviados por las embajadas israelíes sobre el movimiento civil Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que pretende castigar a Israel por la ocupación. “El fenómeno (…) en España es molesto e inquietante, pero en el pasado se circunscribió a pequeñas ciudades”, señalaba un cable diplomático, muchas de ellas catalanas. “Cuando llega a Barcelona y se propaga entre cargos electos, el asunto adquiere un nivel muy diferente”, advertía.

Kutner ha frenado el acercamiento israelí al nacionalismo catalán, pero este sigue adelante con su desconexión del resto de España, también en el ámbito turístico-cultural. Cuatro ayuntamientos catalanes en manos de los independentistas, Girona, Tortosa, Besalú y Castelló d’Empuries, anunciaron en julio pasado su salida de la Red de Juderías de España, cuya sede estaba en la capital del gironés, para fundar la suya propia. Intentaron arrastrar a Barcelona, el único municipio catalán que aún es miembro de esa asociación, pero la alcaldesa Ada Colau se resistió.

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