Aida. Una mente agradecida es una mente descansada

por Grupo M Contigo SL

Para conseguir un cambio positivo en tu mente es importante que destierres las frases negativas y sepas encontrar el lado bueno de cada situación que se te presente

Una mente que es capaz de agradecer todo lo vivido, sentido y cada cosa acontecida a lo largo de su ciclo vital es una mente que, a su vez, se permite estar en equilibrio y relajada.

Cada uno de nosotros contamos con una historia exclusiva y muy particular. No obstante, hay momentos en que nos dejamos llevar por un especie de caos personal donde dejamos a un lado nuestras prioridades hasta olvidar esa necesitada paz interior con la cual llegar a agradecer algo.

Es necesario reflexionar sobre este aspecto tan importante de nuestro crecimiento personal. El ser agradecidos es esa habilidad mediante la cual llegar a aceptarnos a nosotros mismos y todo el camino transitado hasta el momento.

Quien no posee una mente agradecida lamenta sus carencias, cada error cometido, cada fracaso experimentado.

Somos todo lo que hemos vivido, un libro maravilloso y complejo que debemos leer con agradecimiento para seguir escribiendo mejores capítulos gracias a esa sabiduría obtenida.

Te explicamos cómo llevarlo a cabo.

La mente que sabe agradecer y poner paz entre el ruido interior

Entendemos ruido mental como esos mecanismos psicológicos que nos hacen obsesionarnos por el pasado, que alimentan esas actitudes limitantes que repiten una y otra vez el “yo no puedo”, “tenía que haber hecho esto”, “tenía que haber dicho aquello”, o “yo no voy a ser capaz de…”.

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De algún modo, todos estos procesos internos son aspectos que cada uno de nosotros hemos vivido algún momento.

El estrés o la ansiedad que se mantiene durante varias semanas o meses en nuestro interior generan ese ruido mental que, poco a poco, hace que se desdibuje nuestra capacidad para serfelices

Para encontrar el equilibrio interno.

Veamos más datos a continuación.

Ante una situación de estrés nuestro cerebro cambia

Una estructura relacionada directamente con nuestro mundo emocional es la amígdala cerebral. Es una estructura pequeña, pero muy poderosa.

  • Está ligada a ese instinto de supervivencia como es el miedo, y a ciertos neurotransmisores de gran impacto en nuestro organismo y nuestra conducta  como son la dopamina, la adrenalina, los glucocorticoides o la noradrenalina.
  • A mayor estrés, la amígdala está más activa y libera altas cantidades de esos neurotransmisores que van a generar en nosotros la imposibilidad de descansar, las ganas de huir, una mayor preocupación y mayor cansancio físico, que llega casi al agotamiento.
  • Un factor que debemos tener en cuenta es que una mente dominada por los efectos de estos neurotransmisores implica una imposibilidad de conectar con nosotros mismos.
  • Ello se debe a que la amígdala está vinculada con la corteza prefrontal, esa área donde se ponen en marcha nuestras decisiones, nuestra capacidad de reflexión y de análisis.

A más estrés, menor capacidad de inferir datos para analizar en calma nuestras necesidades y establecer prioridades.

Es algo sutil y muy complejo.

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Aprender a agradecer para encontrar la calma mental y la felicidad

¿Cómo conseguir agradecer lo que soy y lo que tengo, si lo que siento ahora es tristeza, miedo o desesperación? Ese es el principal problema que solemos tener antes de poder dar el paso hacia la calma interior.

Por ello, es necesario empezar a propiciar pequeños pero poderosos cambios.

Te gustará saber que nuestra mente y, en consecuencia, nuestro cerebro, tiene una capacidad excepcional que a veces pasamos por alto: la neuroplasticidad. 

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Basta con cambiar conductas, iniciar nuevos hábitos de vida y aprender a pensar de otro modo para que nuestro cerebro establezca nuevas conexiones, se fortalezca, acumule reserva cognitiva y nos permita conectar con nuestra esencia, con nuestro ser. Toma nota de cómo hacerlo.

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  • Elimina de tu pensamiento el “tiempo condicional”, es decir, a partir de ahora quedan prohibidas frases como “si yo hubiera hecho esto”, “si yo tuviera aquello”, “si esta persona hiciera o me dijera aquello otro”.
  • Aprende a hablar contigo mismo en presente: “¿Qué es lo que me pasa?”, “¿qué es lo que necesito?”,  “yo puedo hacerlo”, “yo quiero”, “yo deseo”, “yo veo”, “yo siento”.
  • Ahora, siembra tu mente de pensamientos positivos. No temas hacerlo ni creas que por fomentar el positivismo eres menos responsable u objetivo.

Ver la vida en positivo es la capacidad para ponernos las gafas de la felicidad y tratar la miopía del miedo, de la inseguridad.

  • Ahora, agradece cada cosa que tienes, que te envuelve, que te define. Aprende a valorar lo que forma parte de ti en lugar de lamentar lo que no tienes, lo que ha pasado o lo que aún no ha ocurrido.

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Quien es capaz de agradecer respira en paz y en tranquilidad.

Intenta ponerlo en práctica, fomenta esa calma interior con la cual unir tus partes rotas y recordar lo hermoso y valioso que eres.

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