«Las entidades tenues del jardín» Leo.

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En una quinta donde yo vivía hace unos 30 años atrás, cerca de Buenos Aires, tenía un espacio muy grande donde había sembrado plantas con flores y algunos árboles, casi todos pinos de hoja muy fina. Con el tiempo fueron creciendo dando un aspecto muy agradable y constituyéndose en un parque donde solía pasar muchas de las tardes a la sombra de mis queridos árboles.

De a poco fui observando que una parte del parque se veía lozano, con plantas que no paraban de crecer, así como los pinos iban creciendo totalmente verdes, en invierno y verano, mientras que en la otra, hasta el mismo pasto del suelo parecía estar ralo, detenido en su crecimiento, mostrando sectores donde difícilmente había continuidad y donde el crecimiento era lento comparado con la pujanza del otro sector del gran jardín.

En ese momento no supe por qué, siendo que yo dedicaba más tiempo regando al sector ralo que al más verdoso. Por supuesto, me sentía mucho más cómodo pasando las tardes en el sector más frondoso, donde inclusive había colocado una pileta de natación para pasar mejor el caluroso verano. Hasta llegué a pensar que allí terminaría mis días, tanto era lo que disfrutaba de esa sombra y de la alfombra verde que cubría el suelo, contrastando con la verdosa/amarillenta superficie del otro sector.

Mis esfuerzos en este último sector parecían no dar resultado, los pinos del cerco crecían raquíticos y casi a punto de secarse a pesar de tener cuidado permanente. No podía entenderlo, pero incluso este sector del jardín se llenaba de hormigas coloradas que atacaban furiosamente a las flores, dejando las plantas peladas de la noche a la mañana. A pesar de todo, este parque era mi lugar soñado, construído por mis propias manos, tras años de esfuerzo y dedicación ya que había comprado el terreno lleno de yuyos y por completo carente de cuidados.

Las situaciones de la vida hicieron, con los años, que yo debiera abandonar esta propiedad, que tanto amaba; fruto de una estafa, la perdí irremediablemente, lo que me generó una tristeza enorme que me llevó muchos años superar y que aún en sueños, a veces suelo recorrer.

Dado que en esos momentos participaba muy activamente como radioaficionado, había montado una torre con antenas para mis equipos en un sector de la propiedad, que utilizaba también en forma comercial para comunicarme con mi equipo de vendedores. No existían las redes sociales, por lo que tenía mi grupo de amistades a través de la radio; tampoco existían los celulares, por lo que me comunicaba con mis vendedores en forma radial.

Al poco de tener que mudarme de región y abandonar forzadamente esa propiedad, mi casa que había levantado ladrillo por ladrillo, realizando sus conexiones eléctricas, de gas y de agua en forma personal, cayó en mis manos una información que primero sólo me causó curiosidad, pero que a medida que iba profundizando, comenzó a darme respuestas sobre lo que había sucedido en aquella propiedad.

En el lugar donde yo había montado la torre para la antena, todo se estaba secando; en la otra parte, todo reverdecía. Donde estaba la torre, sin saberlo yo había construído una pirámide formada por las riendas de la torre y en ella se había instalado una Salamandra, un ser de Fuego, que consume todo lo que está a su alcance (y yo notaba que me estaba consumiendo a mí, a mi energía vital) y por eso también fue que en cierto momento, se prendió fuego la instalación eléctrica.

En la zona verde, en cambio, ahora entiendo que habitaban las Entidades Tenues, y ellas eran las que hacían que creciera de esa forma rápida el pasto y las plantas, así como que toda clase de pájaros, inclusive colibríes, hacían del lugar su patio de juegos. Ya he hecho comentarios en otros artículos sobre las Salamandras, en éste lo haré sobre las Entidades Tenues, que en el principio se creían que eran Hadas porque se les veían dos pares de alas, pero recordemos que estos seres pueden asumir distintas formas.

En realidad, pertenecen a la Tribu de los Duendes (Sutil-Tierra-Sutil-Aire) que se ocupan de polinización y fructificación de las plantas, protegiéndolas cuando llueve y atrayendo a los pájaros para que ayuden a transmitir el polen; esto durante la primavera y el verano, ya que en el invierno se refugian bajo la tierra o en los troncos huecos de los árboles.

Suelen formar colonias como las Abejas, que también son Elementales, y se organizan para tareas especializadas; algunas personas los han logrado ver con ropas de colores similares a las plantas que cuidan. No hay que dejarse confundir por su vocación de servicio; poseen una gran fuerza que es fundamentalmente energética y además son muy celosos de las plantas que cuidan, estando en condiciones de matar a quien las destruya.

Algunos de estos Elementales se comunican con el hombre en los períodos en que no trabajan, ya que cuando lo hacen se concentran en su tarea y danzan ciertos rituales, que si son interrumpidos, los enloquecen reaccionado con violencia y cambiando su estado sutil hacia cierto grado de materialización en el cual pueden ser vistos con mayor claridad. Pueden corporizarse como insectos o mariposas de formas extrañas.

Habitan en distintos lugares de la cordillera y aún en la provincia de Buenos Aires, pero también en algunos países de Europa, de donde son originarios. En general, producen un campo energético tan intenso a su alrededor que éste alimenta a las plantas de una manera notable, favoreciendo su expansión y crecimiento.
Ésa es la vocación de servicio a la Naturaleza de las Entidades Tenues del jardín.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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