(DDLA) «Las cabezas de hidra»

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En la mitología griega, la Hidra era un despiadado monstruo marino (por eso las leyes marítimas que nos rigen) de varias cabezas, cuya cantidad variaba entre unas pocas y más de cien según el caso. Sus cabezas eran de aliento venenoso y poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada. Pueden encontrar mucha información sobre Hidra en Internet. No es mi intención hacer un estudio o desarrollo mitológico de su representación, sino mostrarles la verdadera Hidra, aquella que se oculta y muestra la cabeza que cada uno necesita y quiere ver, la Hidra que dominó por milenios a las masas envenenándolas con su aliento fétido de palabras envueltas en bocadillos de fe, fe que venden por unas monedas al sufriente y necesitado, exigiendo a cambio su total veneración y sumisión.

La institución religiosa, sea la que sea, es el órgano de dominio de masas más importante y efectivo que existe y existió desde el comienzo de la humanidad como sociedad.
Antes que existiera la sociedad como la conocemos, antes de la institución y la religión antigua y moderna, existía la creencia por instinto y sentir, uno creía en aquellas fuerzas de los mundos superiores que lo asistían y ayudaban, se creía en la naturaleza y el espíritu de las cosas, en el fuego, el sol, la luna, la tierra, los animales, las plantas, en la vida misma que nos contenía en su vientre, en definitiva, se creía en los objetos y no en los sujetos, pues los objetos eran el fin, y los sujetos el medio. No necesitábamos de nada ni nadie que nos dijera como proceder, creer o pensar. Ya hablé mucho sobre las religiones del Demiurgo y sus múltiples facetas, pero nunca hablé de las religiones del hombre, las instituciones creadas específicamente para un único fin, el de envenenar y destruir el espíritu para quedarse solamente con el alma, delicioso manjar de los dioses para consumir.

En estas cosas hay que ser muy claros y cautos, pues el arquetipo implantado es tan fuerte y profundo, que se transforma en nuestro particular paradigma de eternidad,
el temor que nos produce el sólo hecho de pensar que si violamos de alguna forma ese arquetipo, estaríamos condenados y expulsados a los infiernos del olvido y la finitud de nuestra alma.
Por tal motivo, no hay que confundir institución religiosa o religión, con creencia y sentir.
No voy a escribir y contar la historia de las religiones, tampoco su formación y transformación social en “instituciones espirituales”, pues sería algo ridículo darle valor histórico a una farsa armada para el dominio y la manipulación. Me limitaré a explicar cómo funciona esta hidra de múltiples cabezas que se autogenera en más y más cabezas según quieran destruirlas. Primero fueron las religiones antiguas que todavía no eran instituciones, luego la primer institución formada para un fin determinado fue la Judía, luego romanos, luego católicos, después todas sus ramificaciones, evangélicas, ortodoxas, calvinistas, musulmanas, y sus reflejos orientales que no nombraré para no entrar en conflicto con los seguidores de la occidentalización de lo oriental, pero que entran en el mismo cronograma de dominio y manipulación por ser institucionales.
Toda filosofía o religión que se enmarque dentro de un cuadro institucional, es producto del ego del hombre y no del espíritu del Ser, pues supedita a todos los demás a sus respectivos estatutos y leyes, producto de su subjetiva interpretación de las creencias que representa.

El santo padre de cualquier institución religiosa, no es ni santo ni padre ni nada que se auto proclame, y sin embargo millones se arrodillan frente a su persona o imagen, como si fuera el REY del mundo. Por mucho menos crucificaron al que dijo ser un hijo de la creación y no pidió nunca que compraran su fe, sólo transmitió su verdad para mostrar que todos la tenían. Muchas veces leo los comentarios o juicios de valor de aquellos que ponen en duda, con todo su derecho, lo expuesto en los artículos, y me digo, esta gente se horroriza por lo que puedo decir, y le cree a un representante de la institución religiosa cualquier estupidez que diga. ¿Qué diferencia hay entre un sujeto montado en un trono que todos veneran y un sujeto que nadie conoce y transmite su verdad, para que uno sea creíble y respetado y el otro negado y vapuleado?
La diferencia es Hidra y su aliento venenoso.

Hidra funciona por medio del inconsciente colectivo mediante el centro motor, es un acto reflejo del centro emocional luego de ser programado con el arquetipo del paradigma de crimen y castigo.
Si cualquiera llegara a poner en duda a Hidra, sería automáticamente condenado por la fuerza arquetípica que representa, y otra cabeza suplantaría el faltante emocional del sujeto, reteniéndolo junto a Hidra con otra de sus caras. Como Hidra trabaja de esta manera, no hay nadie que escape a su dominio y manipulación.
Hidra se adapta a las circunstancias particulares del sujeto y generales del objeto de una forma increíble, y como el ave fénix, siempre renace de sus propias cenizas.
Aún los que no contiene Hidra en su regazo, están supeditados a sus normas y leyes que son las normas y leyes de la Demoniocracia que nos gobierna y de la que formamos parte.
Por tal motivo no es suficiente que caiga una o varias de sus cabezas, sea la que sea, sino que muera Hidra en su totalidad, y la única forma que muera es destruyendo su alimento, quemando su medio de propagación por medio del fuego del Dragón, para que sus cabezas no vuelvan a crecer, transmutando el inconsciente colectivo en consciencia colectiva (https://selenitaconsciente.com/?p=264575), de esta manera, no tendrá medio de propagación y caerá por su propia ceguera al no poder regenerar sus cabezas.

Hidra fue concebida por las sombras para y por el ego, utiliza el amor como yelmo para ocultar su verdadero rostro, y el sufrimiento como espada para combatir a sus enemigos con la culpa, su escudo sin embargo, es el temor de sus feligreses, que protegen a Hidra pese a toda aberración que haya cometido en nombre de un dios que no existe más que en el inconsciente colectivo de sus propios seguidores.
Hidra está herida, ha perdido masa crítica y agoniza.
El Opus Dei no permitirá que esto suceda y pidió nuestra sangre para volver a Hidra a la vida. En su desesperación intentará recuperar la inconsciencia que le sustrajeron a sus feligreses, y le ofrecerán un pacto a cambio de su salvación. Si usted es tentado por Hidra, no acepte, no permita que una de sus cabezas lo atrape, resista que la victoria está cerca y la gloria ya habita en nuestro corazón.

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