Aida. Valorar lo marginal: Permacultura

por Huerto de Urbano

borde con plantas

“No pienses que estás en el buen sendero sólo porque hay muchas pisadas”.

Si le pregunto a Ud. por lo “marginal”, al menos aquí en Chile, de seguro le dará inmediatamente una connotación negativa. Lo marginal se relaciona con algo periférico, fuera de lo establecido, algo socialmente mal visto, fuera de las convenciones, poca cosa; algo decadente que se aferra, apenas, desde las orillas.

Nada bueno, en definitiva. Uno de los principales objetivos de nuestro taller de medio ambiente, a través del huerto escolar que desarrollamos junto a los alumnos, es intentar trascender lo meramente “medio ambiental” y entregar nociones más amplias que los muchachos puedan relacionar con su vida cotidiana. Hemos mencionado que la naturaleza representa para nosotros una escuela en sí misma y en realidad no resulta complicado encontrar ejemplos si se presta atención. De hecho uno de los primeros postulados de la permacultura es justamente ese: Observar. Sólo eso. Reconocer patrones y detalles. Sólo así podremos lograr un entendimiento acabado de las cosas. Parece simple, pero el prestar atención a cosas que no nos parecen relevantes resulta todo un desafío, particularmente para una generación de jóvenes habituados a estímulos de otro tipo.

ejemplo-de-bordeAsí es como encontramos uno de los fenómenos más notorios en el mundo natural: el de los bordes. Parece obvio pero en la vida todo está constituido de márgenes. Y en una escala mayor, en el borde de dos bioregiones o ecosistemas por ejemplo, tenemos lo que se conoce como un ecotono, una zona de transición, un borde que al unir dos o más sistemas crea nuevas condiciones que resultan particulares y beneficiosas para un nuevo número de especies. El borde de un bosque que da paso a una pradera es un ejemplo clásico. Una liebre se puede esconder en la arboleda y, al mismo tiempo, tener una perspectiva privilegiada del prado, identificando así posibles amenazas para ella. El borde costero es otro caso emblemático. Mar adentro, en las profundidades del océano, podemos encontrar verdaderos desiertos ecológicos, por la falta de luz. Esto se va revirtiendo a medida que nos acercamos a la costa, la luz logra llegar al fondo y tenemos una proliferación de especies, que se benefician tanto del dominio terrestre como marino. Del borde.

Esto nos lleva a otro importante principio permacultural: usar los bordes y valorar lo marginal. En el caso de nuestro huerto escolar los bordes son literalmente cuatro paredes de un patio interior y las tratamos de aprovechar de la mejor manera posible. Construimos angostas y largas camas de cultivo junto a ellas. Un muro de cemento puede almacenar e irradiar el calor recibido del sol y toda planta creciendo junto a el se verá beneficiada. Así que nosotros también. Se puede aprovechar además para sistemas de cultivo vertical, optimizando así el uso del espacio. En definitiva, vemos los bordes como un lugar de oportunidades, no como una limitante.

borde con plantas

Ahora bien, en nuestro afán de entregar herramientas que trasciendan lo medioambiental, reflexionamos junto a ellos sobre como lo marginal tiene una connotación negativa, y de cómo abundan los ejemplos de que eso no es siempre así. Ya sea la visión periférica para un artista marcial, un muro abandonado para un artista visual o la historia del rock and roll, que es la historia de lo marginal hecho popular, donde se mire encontramos ejemplos del borde como un lugar de oportunidades. Sólo basta con prestar atención.

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Sin importar a qué nos dediquemos el día de mañana, el prestar atención, aprender a observar y escuchar, a sentir, nos resultará de gran utilidad a la hora de hacer, de proponer, de crear.

Pareciera ser que el prestar atención es la fuente de toda ciencia y de todo arte. Como escribió el pintor inglés John Constable: “No vemos nada hasta que lo entendemos”. Y recordar que lo más común, obvio o popular no es necesariamente sinónimo de lo mejor.

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