En 1944, cuando era un niño de diez años, Newton Anderson estaba alimentando el horno de carbón en la casa de sus padres. Por casualidad dejó caer un trozo de carbón sobre el suelo del sótano y se rompió por la mitad, revelando que contenía una campana en su interior.
Entre 1963 y 1964 un hombre llamado Boris Bilas llevó la campana al Departamento de Geología de la Universidad de Delaware en Wilmington, donde fue estudiada. Ellos confirmaron que la campana había sido hecha a mano. Más tarde el Dr. John Morris del Instituto para la Investigación de la Creación analizó el artefacto en el laboratorio de la Universidad de Oklahoma, allí un análisis de activación nuclear determinó que la campana es principalmente de bronce y reveló que contiene una mezcla inusual de metales, diferente a cualquier producción de aleaciones modernas conocidas.
Han pasado varias decadas y hasta ahora nadie sabe realmente quien fabricó esta campana y como llegó a estar incrustada dentro del carbón
Muchos especulan que podría haber existido una civilización que sufrio un gran cataclismo hace millones de años atrás, y una de sus campanas, fue enterrada con una masa flotante de escombros vegetales que más tarde se convertiría en carbón y que finalmente terminaría, millones de años después, en la carbonera de Newton Anderson.
El descubrimiento de la campana presenta un grave problema para las escalas de tiempo evolutivo.
¿Cómo es posible que se pueda encontrar una campana de bronce incrustado en el carbón que se formó antes de que los dinosaurios siquiera evolucionaran?