LO QUE LA CRISIS SECESIONISTA HA PUESTO DE MANIFIESTO

… y que es, sencillamente, que, aunque la nación española sobreviva al intento de expropiar una parte de su territorio, salvará su integridad territorial pero no su soberanía, secuestrada por una oligarquía corrupta hasta la médula y arrebatada a los ciudadanos, rehenes de cantos de sirena no menos eficaces que los creados por los independentistas, e incapaces de exigir soluciones a un poder despótico y omnímodo que silencia toda voz discordante. Como en Fuenteovejuna, el latrocinio económico y moral tiene responsables: todos a una.

España es un espejismo, una pésima obra de teatro con malos actores y espectadores dormidos en la platea.

El régimen de la segunda restauración borbónica en España no es democrático. Clara e inequívocamente. No porque le falte algún detalle o dos, sino de raíz. El pueblo vota, pero no decide nada, no opina, vive cautivo de las castas parasitarias económica y política y, lo que es peor, es responsable último de lo que éstas decidan y garante con su hacienda personal de todos los desmanes que esas castas perpetren. Mientras no haya democracia en España, todo lo que hemos visto, vemos y veremos serán esperpentos. Nos ceñiremos a los esperpentos vistos en la crisis de legalidad catalana:

Esperpento primero, como demuestra una grabación de la Guardia Civil, los empresarios, de forma sistémica, pagaban comisiones al PP para obtener contratos a precios competitivos que luego modificaban en revisiones de precios (que se doblaban como mínimo) al ejecutar los contratos, retribuyendo nuevas comisiones a la hora de cobrar las certificaciones de obras o servicios. Exactamente lo mismo que sucedía en Cataluña con la CiU de Pujol. Por eso, el Gobierno colabora a escondidas con los independentistas mediante inacciones y actuaciones de calculada torpeza, porque está siendo chantajeado descaradamente. Rajoy es no sólo corrupto, sino perjuro ante los tribunales de Justicia. Y no sólo sigue en la presidencia del Gobierno, sino que volvería a ser electo mayoritariamente si se convocaran generales ahora mismo.

Esperpento segundo, los catalanes ya no respetan ni la Ley ni al Estado que dice que intenta imponerla, al comprobar que todos sus actos, cortes de fronteras o paralización de infraestructuras estatales (como autovías y ferrocarriles) quedan en la impunidad. Por lo que esa clase de intervenciones irán en aumento. El Estado no existe si, cuando un problema es aún pequeño, no actúa con contundencia. Cuando el problema crece, se masifica, es ya imposible detenerlo, sea en España o en cualquier otro país, democrático o no.

Esperpento tercero, los responsable del independentismo salen de la cárcel en cuanto dicen que, ahora sí, van a acatar la Constitución, a pesar de que la vulneraron sostenidamente durante años. El Estado es demasiado débil para hacer otra cosa, pero sabe que esa tolerancia alienta el independentismo, más que lo contiene.

Esperpento cuarto, ningún partido ni medio de masas pone en duda que los problemas de España tienen su raíz en la partitocracia derivada del sistema electoral, de la inseparación de poderes ejecutivo y legislativo (y judicial como consecuencia) y de la ausencia total de representatividad de los diputados a sus votantes a causa de las listas de partido. El escándalo del PSC al incorporar a Espadaler como número 3 de la lista por Barcelona de cara al 21D es un botón de muestra. Las listas las confeccionan los jefes de partido, no los votantes. Estos sólo pueden adherirse a una lista de personas cuyas conductas no controlarán jamás.

Esperpento quinto, en Centro Nacional de Inteligencia español es una sucursal del Mossad y de la CIA (como el resto de servicios de inteligencia europeos), infiltrado hasta la médula. Y el Ejército español, una sucursal de la OTAN (también como el resto de ejércitos de Europa). Ninguno de ambos estamentos sirve a los intereses de los españoles. En un estado corrupto, todos campan por sus respetos, van a sus intereses, a sus momios y sus corrupciones.

Esperpento sexto, los propios españoles, aún sabiendo que España no es un estado democrático, dan por buena la corrupción institucionalizada de todos los poderes públicos y se limitan a polarizarse y acusarse mutuamente del popular «y tú, más». Los españoles no tienen dignidad ninguna. Sacar banderas a la calle demuestra que tan sólo les interesan los símbolos y no las realidades simbolizadas.

Y esperpento séptimo, la idea de auténtica democracia, de representatividad en circunscripciones unitarias cada 50.000 votantes con mandato imperativo del diputado, y elecciones en urnas independientes para ejecutivo y legislativo, es silenciada, amordazada, enterrada en los medios, entre la casta política y en el propio pueblo español en pleno. Nadie, excepto medios testimoniales como este diario o el Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional, habla siquiera de ello. Aunque todos sepan que resolvería los problemas que nos afectan en muy poco tiempo.

Ni siquiera propuestas tan sencillas de realizar mediante leve modificación del texto constitucional, como la propuesta de reforma del artículo 99 de la Constitución Española de 1978, han sido consideradas ni tienen eco en ningún medio ni de masas ni alternativo. A pesar de su importancia crucial, dando voz al pueblo español en la elección del Presidente del Gobierno para impedir que actúe cautivo de las bisagras nacionalistas. En España anida el oportunismo porque está en la masa de la sangre de todos los españoles.

Ya es demasiado tarde. El futuro de España fue decidido en 1978, cuando siete traidores a su patria, de espaldas al pueblo español y sus intereses, redactaron la Constitución autonomista monarco-partitocrática, prolongación del franquismo sociológico, que nació preñada de división e insolidaridad, y enferma del cáncer de la auto-destrucción. El detonador de su muerte programada se ha disparado, tras cuarenta años de cobertura de la corrupción sistémica y del bisagrismo nacionalista. Descanse en paz y salga el sol por Antequera.

(Visto en http://acratasnew.blogspot.com.es/)

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