Contra pronóstico ambientalista: las poblaciones de osos polares gozan de buena salud, según experta

Por Jesús de León – La Gran Época

Susan Crockford, posiblemente la mejor experta en osos polares del mundo, reveló recientemente datos que sugieren una realidad distinta a la que han pronosticado ambientalistas, según publicó en febrero en su “Informe sobre el estado del Oso Polar de 2017”.

En medio de muchas voces clamando sobre la fatalidad climática, el informe asevera que “las poblaciones de osos polares están estables, cuando no creciendo”.

Lo que algunos medios liberales informan es que los osos mueren de hambre por el delgado hielo marino del verano, según Breibart.

Según Crockford, “el número de osos polares se ha mantenido estable o ha aumentado ligeramente desde 2005, a pesar de que el hielo marino del verano desde 2007 alcanzó niveles no esperados hasta mediados de siglo: la disminución prevista del 67% en el número de osos polares no ocurrió”.

“La resistencia del oso polar debería haber significado el final de su uso como un ícono preciado del destino del calentamiento global, pero no fue así”, dijo Finacial Post, que agrego, “El alarmismo no va a desaparecer sin una lucha”.

Parte de esta lucha implica un choque científico sobre la transparencia en la ciencia en cuanto a la situación del oso polar.

Las presas abundantes y la adecuada cantidad de hielo marino en primavera y a comienzos del verano desde 2007 parecen explicar por qué el número de osos polares no ha disminuido, como podría haberse esperado como resultado de los bajos niveles de hielo marino en el verano.

El informe de Crockford indica que el mayor cambio en el hábitat del hielo marino desde 1979, lo experimentaron los osos polares del mar de Barents, y el menor cambio lo experimentaron los que viven en la Bahía del sur de Hudson, la región más meridional habitada por osos.

Luego “por lo que se sabe, el récord de la baja cantidad de hielo marino en marzo de 2017 no tuvo ningún impacto en la salud o supervivencia del oso polar”, expone el estudio.

Algunos estudios muestran que los osos pesan menos que en los años ochenta, pero ninguno mostró un aumento en el número de ejemplares muriendo de hambre o demasiado delgados como para no reproducirse.

Una gorda hembra embarazada sube una empinada ladera en Franz Josef Land en el sector ruso del mar de Barents durante el verano.

Las respuestas excesivamente pesimistas de los medios a los recientes problemas del oso polar han provocado noticias desgarradoras a partir de eventos científicamente insignificantes, sugiriendo que se está haciendo un intento por restaurar el estado de este ícono del fallido calentamiento global.

O sea, que “prácticamente todo lo que Greenpeace, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), The Guardian, CNN y el New York Times le han contado sobre los osos polares es mentira”, afirma Breibart a partir del informe de Susan Crockford.

Según Breibart, el informe de Crockford muestra extraordinarias similitudes entre el alarmismo del calentamiento global y el alarmismo del oso polar.

Aunque los estudios del calentamiento global involucran especialidades científicas como meteorología, climatología, física atmosférica, paleoclimatología, y los estudios sobre el oso polar, aplican más en el ámbito de la zoología, los científicos involucrados en cada uno de estos campos han llegado a sus conclusiones alarmistas usando el mismo método, o sea, modelos de computadora basados en supuestos defectuosos.

Una madre y dos cachorros del año en tierra en otoño.

“Los modelos de computadora para el cambio climático no funcionan porque sobreestiman el impacto en las temperaturas globales del CO2”, y en el mismo sentido “los modelos de computadora para las poblaciones de osos polares no funcionan porque sobreestiman factores como la delgadez del hielo marino durante el verano”.

Crockford resume el problema de esta manera:

Una razón por la cual las predicciones de 2007 sobre la futura supervivencia del oso polar estaban tan lejos de la verdad es que el modelo desarrollado por el biólogo estadounidense Steven Amstrup (ahora en Polar Bears International, una ONG) asumió que cualquier declinación de la población de osos polares estaría causada por la menor cantidad hielo veraniego a pesar de la experiencia del mar de Beaufort.

Amstrup y sus colegas ademas confiaron demasiado en su afirmación de que el hielo veraniego era “critica” para la supervivencia del oso polar aun cuando tenían pocos datos en los que basar su suposición de que menos hielo veraniego devastaría la presa de los osos polares.

En consecuencia, muchos científicos se sorprendieron cuando otros investigadores descubrieron después, que las focas anilladas y barbudas (la principal presa de los osos polares) al norte del estrecho de Bering, prosperaron especialmente con una temporada de aguas abiertas más larga, que es particularmente propicia para la pesca.

“Más alimentos para las focas en verano significan más crías de foca para los osos polares para comer en la primavera siguiente”.

Siempre que los osos polares tengan muchas focas bebé para comer en la primavera, engordarán lo suficiente como para sobrevivir incluso un ayuno de verano más prolongado de lo normal.

Si bien es cierto que los estudios realizados en algunas regiones muestran que los osos polares pesan menos que en los años ochenta,” no hay evidencia de que más ejemplares mueran de hambre o se vuelvan demasiado delgadas para reproducirse debido a menor cantidad de hielo en el verano”.

Para Breibart, los alarmistas no solo sobreestimaron la importancia del hielo veraniego en las poblaciones de osos polares, sino que también subestimaron (o ignoraron deliberadamente porque no se ajusta a su narrativa) los efectos del hielo grueso de primavera.

“Mi examen minucioso de investigaciones recientes ha revelado que existen serias inconsistencias dentro de la literatura del oso polar y entre esa literatura y las declaraciones públicas hechas por algunos investigadores”, afirma Susan Crockford.

“Por ejemplo, el biólogo de osos polares canadiense Ian Stirling aprendió en la década de 1970 que el hielo marino de primavera en el sur del mar de Beaufort periódicamente se vuelve tan denso que las focas parten, privando a los osos polares locales de sus presas y haciendo que sus números caigan en picada”.

“Pero ese hecho, documentado en más de una docena de artículos científicos, no se discute hoy como parte de la ecología del oso polar. En estos días de ciencia politizada, ni Stirling ni sus colegas mencionan en público los devastadores efectos del espeso hielo de primavera en el mar de Beaufort; en cambio, implican en documentos recientes que los osos muertos de hambre que presenciaron, son víctimas de la reducción del hielo marino en el verano, que según ellos agotó las presas de los osos”.

En otras palabras, la zoología del oso polar es otro campo científico que ha sido secuestrado por motivos políticos por los alarmistas, que eligen ignorar la evidencia del mundo real a favor de una narrativa engañosa.

(A pesar de las afirmaciones de que las poblaciones de osos polares están enfrentando la presión de la pérdida del hielo marino del verano ártico, su número ha aumentado. En este breve video, la Dra. Susan Crockford resume la evidencia de que los osos polares son mucho más resilientes de lo que ha dicho)

La prueba de que la situación real del oso polar ha sido usada engañosamente es que el oso polar ha llegado a la lista de especies en peligro en una serie de organismos de conservación.

Están en Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), (en 2006, luego nuevamente en 2015).

El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. (en 2016) lo ha incluido como “amenazado” en peligro de extinción bajo la Ley de Especies en Peligro de EE. UU.

Environment Canada (2008 y 2011) lo ha catalogado como de “especial preocupación”.

Por el reciente informe de Susan Crockford se puede inferir que no hay evidencia creíble en el mundo real que sugiera que el oso polar pueda estar en inminente peligro de extinción.

Susan Crockford, es zoóloga y profesora adjunta de la Universidad de Victoria, y es la autora del informe Estado del Oso Polar 2017.

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