La teoría del implexo: el gran árbol genealógico de la humanidad.

“Todo el mundo tiene dos progenitores, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, 16 tatarabuelos, etc. Por cada generación que retrocedamos, tendremos el doble de antepasados directos. Cabe advertir que este problema guarda mucha semejanza con el del ajedrez persa. Si, por ejemplo, cada 25 años surge una nueva generación, entonces 64 generaciones atrás serán 64 x 25 = 1.600 años, es decir, justo antes de la caída del imperio romano. De este modo, cada uno de los que ahora vivimos tenía en el año 400 unos 18,5 trillones de antepasados directos…, o así parece. Y eso sin hablar de los parientes colaterales.
Ahora bien, esa cifra supera con creces la población de la Tierra en cualquier época; es muy superior incluso al número acumulado de seres humanos nacidos a lo largo de toda la historia de nuestra especie. Algo falla en nuestro cálculo. ¿Qué es?
Bueno, hemos supuesto que todos esos antepasados directos eran personas diferentes. Sin embargo, no es ése el caso. Un mismo antepasado se encuentra emparentado con nosotros por numerosas vías diferentes. Nos hallamos vinculados de forma repetida y múltiple con cada uno de nuestros parientes, y muchísimo más con los antepasados remotos. Algo parecido sucede con el conjunto de la población humana. Si retrocedemos lo suficiente, dos personas cualesquiera de la Tierra encontrarán un antepasado común. (…) Cuando dos personas proceden de una misma nación o cultura, o del mismo rincón del mundo, y sus genealogías están bien trazadas, es probable que se acabe por descubrir a su último antepasado común.

 En cualquier caso, las relaciones están claras: todos los habitantes de la Tierra somos primos.”Carl Sagan.

Se trata de la teoría del implexo, como lo explica el genealogista Pablo Briand: «Todos necesariamente tenemos 2 padres. Y 4 abuelos. Y 8 bisabuelos. Y 16 tatarabuelos. Si seguimos a la sexta generación, descendemos de 32 personas. En la séptima, de 64. En la octava, de 128. En la novena, de 256. En la décima, de 512. En la onceava, de 1024. En la doceava, de 2048. Y así sucesivamente, hasta que encontramos (oh!) en esta progresión exponencial que en la generación Nº 18 descendemos de 131.072 personas. Hasta aquí todo es posible. Pero si seguimos adelante, en la generación nº 32 -sólo hace 800 años- descenderíamos de 2 mil millones de personas. Y en la generación Nº 41, de 1 billón (aproximadamente) de personas. Y aquí viene la pregunta: ¿cómo puede esto ser posible si en el siglo 9 no había esos habitantes en el mundo, sino tan sólo unos 200 millones?
La respuesta es una consecuencia necesaria: para que esto sea cierto (y lo es) los antepasados tienen que repetirse.
En genealogía, esto se llama «implexo». Es decir, hay un punto en el pasado en el que la ascendencia, en lugar de expandirse, se comprime.»

«Es por eso que hay que tener cuidado con las ideas sobre distintas razas, etnias y los prejuicios que ello acarrea: todos los seres humanos somos mucho más hermanos de lo que creemos!»
Ya en 1930, el escritor húngaro Frigyes Karinthy decía que cualquier persona está conectada a otra a través de una cadena de cinco intermediarios que se conocen. Es decir, entre dos personas cualesquiera de este planeta sólo hay una separación de seis grados o conectores.

En 2004 un grupo de científicos del MIT de Massachusetts ya calcularon el ancestro común de todos los seres humanos vivos, y explicaron que si nos remontamos 75 generaciones (unos 2.000 años), toda la humanidad está conectada a un mismo árbol genealógico. Es decir, tenemos los mismos ancestros en muchas ramas. Que todos somos familia, todos somos primos.

En 2015, el genetista Kari Stefansson creó deCODE en su país, Islandia, donde los vikingos hicieron su aparición alrededor del año 1.000. De esta manera, creó un inmenso y meticuloso mapa genético que se extiende a un tercio de la población del país. Así, evitan incestos en un país de unos 300.000 habitantes. La mayoría de los islandeses están relacionados en su 6ª y 8ª generación.

Un árbol genealógico de 6000 parientes, siete generaciones, con matrimonios en rojo.
Actualmente, un grupo de investigadores, dirigido por Yaniv Erlich de MyHeritage (una plataforma genealógica online), ha analizado el parentesco de 86 millones de personas y ha creado el mayor árbol genealógico construido hasta la fecha. En él, hay 13 millones de personas conectadas a lo largo de 11 generaciones y agrupados en 5,3 millones de familias distintas. Se remonta a 5 siglos y recoge datos de perfiles públicos que provienen únicamente de Europa y América del Norte desde Geni.com, una web donde las personas comparten sus árboles genealógicos y de la que es dueña MyHeritage. La información incluye cuándo y dónde nació y murió cada persona. Y visualiza que la endogamia, las relaciones sexuales entre parientes consanguíneos, ha sido muy habitual en la antigüedad. Y no solo entre la aristocracia o para conservar el linaje. Es más, el ferrocarril hizo que la gente se dispersara más, pero las parejas siguieron formándose entre parientes. Antes del año 1850 era un hecho común casarse con algún familiar lejano, sobre todo primos cuartos, cerca de donde habían nacido, más o menos a 10 kilómetros de distancia. Y no fue tanto los avances del transporte, sino un cambio cultural en occidente, la causa que evitó los casamientos entre familiares.
«>»Todo esto nos ayuda a comprender cómo se diseminan los genes en un área geográfica», dice Erlich.

«No importa el idioma que hablamos o el color de nuestra piel: compartimos los ancestros con los que plantaron arroz en las orillas del Yangtze, los que domesticaron los caballos en las estepas de Ucrania, los que cazaron perezosos gigantes en los bosques de Norte y Sur América, y los que trabajaron para levantar la Gran Pirámide de Gizeh», escribe Steve Olson en un artículo de la revista Nature.

La humanidad no es más que una gran familia.

Un comentario en “La teoría del implexo: el gran árbol genealógico de la humanidad.

  1. Es interesante, pero no despeja la duda, de si es mejor evolutivamente o genéticamente llegar al punto dentro de unas cuantas generaciones de completar la mezcla total de la humanidad o mantenerse igual sin mezclarse con otras etnias, como la realeza o los judíos de y otras culturas.

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