Por qué el solsticio es un momento de locura

Históricamente, el solsticio fue uno de los momentos más importantes del calendario ritual de numerosas civilizaciones humanas. Desde la cultura del valle del Indo hasta los druidas y los mayas, prácticamente todas las sociedades que en algún punto de su desarrollo miraron hacia el cielo y estudiaron la ruta del Sol encontraron en esta fecha un punto de profundo interés, altamente significativo, y por ello mismo le atribuyeron una enorme influencia en la vida y el destino humanos.

En un pasaje de Las bodas de Cadmo y Harmonía, Roberto Calasso comenta brevemente el «columpio de oro» del que se habla en el Rigveda; nos dice:

Cada vez que el Sol se acerca a los solsticios, está a punto de enloquecer; el mundo tiembla, porque la carrera del astro podría seguir, por inercia, en lugar de invertir la ruta. Y justamente allí se dibuja aquel arco del círculo que es el columpio de oro en el cielo. Llegado al final de su oscilación, el Sol retrocede, como la doncella ateniense que un Sátiro empuja en el columpio.

Quien esté familiarizado con expresiones culturales como la mitología, la cultura popular o ciertas expresiones poéticas, reconocerá en estas palabras de Calasso uno de los motivos más recurrentes que se asocian con el verano: ese momento en que el ánimo se distiende y, aún más que eso, alcanza extremos que se creían impensables. La locura a la que alude Calasso es la misma que en ciertas tradiciones folclóricas y artísticas se atribuye al estío, a los días de la canícula y el calor exacerbado, cuando las pasiones se desatan y se vuelven incluso incontenibles.

No es casualidad que cerca del solsticio se celebren festividades como la Noche de San Juan, el «Midsummer» o la Noche de Walpurgis, entre otras, que más allá de sus evocaciones «paganas» comparten ese ánimo frenético, como si de un momento a otro todo fuera a caer en descontrol; o puede pensarse también en ese momento de la Fábula de Polifemo y Galatea en que Góngora dice «Arde la juventud» y pinta a continuación el cuadro de campos de cultivo mal trabajados y hatos de ganado errantes, abandonados los unos y los otros por jóvenes más bien tomados por la pasión erótica que por la responsabilidad o la obligación.

La noche de Walpurgis, Constantin Nepo

Desde un punto de vista ritual, dicho desenfreno puede ser comprendido: si al observar al Sol desde el cielo pareciera que el astro podría descarrilarse y acabar con el orden del mundo, ¿por qué no entregarse también, como el astro, a esa inminente destrucción del cosmos?

Sin embargo, vuelve. En las culturas antiguas se elevaban ofrendas y plegarias para que sucediera así, porque se creía que, en efecto, el Sol podía no regresar. Pero la ofrenda y el ritual eran bien recibidos. De ahí el movimiento del columpio: elevación y descenso, empuje y quietud, éxtasis y calma, una oscilación rítmica que contiene en sí la esencia de la vida.

https://pijamasurf.com/2018/06/por_que_el_solsticio_es_un_momento_de_locura_y_de_celebracion_de_la_vida/

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