Pese a la clara evidencia del daño, la industria de los teléfonos móviles intenta ocultarle a toda costa la verdad sobre sus riesgos

Por Dr. Mercola / mercola.com

Con base en la evidencia encontrada en 2011, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) clasificó a los celulares como un “posible carcinógeno”1 del Grupo 2B. Desde entonces, el cúmulo de evidencia sobre su daño ha aumentado significativamente.

Este año, la ciencia arremetió con mordacidad a la industria de los celulares al presentar 3 estudios importantes donde se respaldaban las sospechas de que la radiación de los celulares aumenta el riesgo de cáncer2,3 y otras afecciones.

Aun así, la duda pública parece persistir. Dos artículos escritos por Mark Hertsgaard y Mark Dowie – uno en The Nation,4 y el otro en The Guardian5 – destacan cómo estas dudas son creadas por la industria de las telecomunicaciones que, salvo las protestas públicas, no parece tener interés alguno en hacer que sus productos sean más seguros.

La radiación de los celulares promueve el cáncer 

En febrero de 2018, se publicaron los resultados de 2 estudios de exposición vitalicia que fueron financiados por el gobierno6 (uno realizado con ratones y el otro con ratas). Los animales en ambos estudios fueron expuestos a la radiación que emana de los celulares durante 9 horas al día a lo largo 2 años, que por lo general es lo que dura la vida útil de dichos roedores.

Esta investigación de US$ 25 millones – realizada por el Programa Nacional de Toxicología (PNT), un programa de investigación interinstitucional que actualmente es auspiciado por el Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental – revela diversos problemas de salud, como los siguientes:

  • Las ratas machos expuestas tenían más probabilidades de desarrollar tumores cardíacos (schwannomas malignos) en comparación con las ratas cuya exposición fue nula. Estos tumores cardíacos son muy similares a los neuromas acústicos que se encuentran en los humanos, un tipo de tumor benigno que estudios previos han relacionado con el uso de celulares.
  • Las ratas hembras y aquellas recién nacidas que fueron expuestas a altos niveles de radiación durante el embarazo y lactancia tenían más probabilidades de tener un bajo peso corporal.
  • Las ratas macho y hembra exhibieron daño en el ADN y tejido cardíaco, sin embargo, no se observó este daño en ratones.
  • Se encontraron tumores cerebrales, prostáticos, hepáticos y pancreáticos tanto en ratas como en ratones que durante toda su vida fueron expuestos a la radiación que emana del celular.

De manera sorprendente, el PNT optó por minimizar los resultados y declararon que no existen motivos reales de preocupación.

Esta indolente desestimación no solo contradice las apremiantes advertencias que comunicaron los investigadores del PNT de hace 2 años, cuando se dieron a conocer los resultados preliminares,7 sino que también contradice las conclusiones de un panel de revisión independiente donde se establece que existen “pruebas claras” que correlacionan a la radiofrecuencia (RF) con tumores schwannomas del corazón y “algunos indicios” que la vinculan al cáncer cerebral y suprarrenal.

Y pese a haber minimizado la importancia de los efectos, el PNT declaró que, si estos resultados pueden confirmarse, entonces la radiación del celular podría ser un carcinógeno “débil”. Y en realidad hecho, no tuvimos que esperar mucho para esa confirmación.

En la primera semana de marzo de 2018, el muy respetado Instituto Ramazzini en Italia publicó los resultados de un estudio de exposición vitalicia8 que también señaló un claro vínculo entre la radiación de los celulares y los tumores de células de Schwann (schwannomas).9,10,11

Efectos reproducibles 

Los estudios financiados por el PNT encontraron que las ratas expuestas a la radiación de radio frecuencia (RF) comenzaron a desarrollar hiperplasias de células gliales – que son un indicio de lesiones precancerosas – alrededor de la semana 58; los tumores schwannomas del corazón se detectaron alrededor de la semana 70.

El estudio de Ramazzini consolida estos resultados al demostrar que la radiofrecuencia aumenta los tumores cerebrales y cardíacos en ratas expuestas incluso a niveles de potencia mucho más bajos que los utilizados por el PNT.

Aunque el PNT usaba niveles de RF comparables a los emitidos por celulares con red 2G y 3G (exposición de campo cercano), Ramazzini simuló la exposición a torres de celulares (exposición de campo lejano).

Las ratas de Ramazzini fueron expuestas a una radiación GSM de 1.8 GHz con intensidades de campo eléctrico de 5, 25 y 50 voltios por metro12 durante 19 horas al día, desde el nacimiento hasta que las ratas murieron por su edad o alguna enfermedad.

Para facilitar la comparación, los investigadores convirtieron sus medidas en vatios por kilogramo de peso corporal (W/ kg), que es la medida que utilizó el PNT. En general, la dosis de radiación administrada en el estudio de Ramazzini fue hasta 1 000 veces menor que la del PNT – sin embargo, los resultados fueron sorprendentemente similares.

Como en los estudios de PNT, las ratas machos expuestas desarrollaron tasas estadísticamente más altas de schwannomas cardíacos en comparación con las ratas cuya exposición fue nula.

También encontraron algunos indicios, aunque menos convincentes, de que la exposición a la RF aumentaba las tasas de tumores gliales en el cerebro de ratas hembras. Cabe señalar que los niveles de exposición utilizados en el estudio de Ramazzini estaban por debajo de los límites establecidos por la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos.

Lo anterior significa que las personas en dicho país pueden estar expuestos a niveles de radiación que causan cáncer bajo el marco de la ley. Tal y como lo señaló Ronald Melnick, Ph.D., antiguo toxicólogo del NIH quien dirigió el diseño del estudio del PNT y actual asesor científico del Environmental Health Trust,13 los gobiernos necesitan proteger a su población mediante el fortalecimiento de las regulaciones.

El IARC exhorto actualizar el riesgo de carcinogenicidad por el uso de celulares 

Ante estos hallazgos conjuntos, ahora los investigadores de Ramazzini exhortan al IARC a actualizar su clasificación de carcinogenicidad para celulares y cambiar su denominación de un “posible” carcinógeno humano a uno “probable”. Fiorella Belpoggi, directora de investigación del Instituto y autora principal del estudio, declaró lo siguiente para Microwave News:14

“Los hallazgos del [Instituto Ramazzini] sobre la exposición de campo lejano a RFR [radiación de radiofrecuencia] son consistentes y refuerzan los resultados del estudio realizado por el PNT sobre la exposición de campo cercano, ya que ambos informaron un aumento en la incidencia de tumores cerebrales y cardíacos en ratas Sprague Dawley expuestas a RFR …

Los 2 laboratorios trabajaron de manera independiente a una distancia de miles de kilómetros con la misma variedad de ratas, y obtuvieron los mismos resultados. No puede ser una mera casualidad.

Ambos hallazgos también son consistentes con la evidencia epidemiológica, donde una mayor incidencia de tumores de las mismas células (células de Schwann) del nervio acústico se ha relacionado con el uso de celulares …

[A]un y cuando el riesgo debe considerarse bajo, debido a la gran cantidad de personas expuestas, podríamos esperar que miles de personas resultaran afectadas por graves enfermedades como el cáncer de los nervios periféricos y el cerebro“.

De hecho, un reciente análisis15,16 revela que entre 1995 y 2015 la incidencia de glioblastoma multiforme, el tipo más mortal de tumor cerebral, se duplicó en el Reino Unido. De acuerdo con los autores, probablemente este drástico aumento se deba a “factores ambientales o de estilo de vida generalizados”, como el uso del celular.

Por qué los principales medios informativos ignoraron las noticias 

Uno pensaría que estos hallazgos similares figurarían en los titulares más importantes, sin embargo – como lo señalaron Hertsgaard y Dowie – la historia fue omitida a nivel mundial por los principales medios de comunicación tanto en Estados Unidos como en Europa.17

La pareja continúa detallando cómo, durante los últimos 25 años, la industria de las telecomunicaciones ha orquestado “una campaña global de relaciones públicas cuyo fin es engañar no solo a los periodistas, sino también a los consumidores y legisladores sobre la ciencia actual en torno a la radiación de los celulares“.

Como en otras industrias tóxicas, el artilugio de dudas es una estrategia de defensa clave. Cualquier indicio de consenso debe ser erradicada. Tal y como lo señaló una “iniciativa sobre el tabaquismo y la salud”18 escrita en 1969 por un ejecutivo de la compañía tabacalera Brown & Williamson con sede en los Estados Unidos: “La duda es nuestro producto y también es el medio para establecer una controversia … a nivel público”.

Una gran parte de sembrar dudas involucra restar importancia y refutar la investigación que encuentra daño; otra es financiar investigaciones “favorecedoras”. Mientras se mantenga la duda, no se impondrán nuevas regulaciones que puedan debilitar las ganancias de la industria. La duda también evitará que la mayoría de las personas deje de consumir sus productos o exija cambios significativos, y quizás costosos.

La Asociación de Internet y Telecomunicaciones Celulares (CTIA, por sus siglas en inglés) emprendió una investigación de seguridad dirigida por la industria en 1993, cuyo líder era el epidemiólogo George Carlo. ¿Por qué? Porque a principios de ese año, David Raynard había demandado a NEC America, alegando que el tumor cerebral letal de su esposa había sido causado por uno de sus celulares.

Conforme la historia de Raynard se fue dando a conocer, un subcomité del Congreso anunció que realizaría una investigación, lo que hizo que las acciones cayeran.

La CTIA tuvo que actuar y evitó el colapso de la industria al anunciar su propio análisis de inocuidad. Por desgracia, aunque Carlo fue seleccionado por CTIA para el trabajo, al final no pudo proporcionar la evidencia que buscaban.

A principios de 1999, presentó a la CTIA evidencia donde se demostraba que, de hecho, existía una correlación entre los tumores cerebrales y el lugar donde se colocaba el celular. También hubo evidencia donde se sugería que la radiación del celular dañó la función génica.

Quienes utilizan celulares necesitan información para tomar decisiones fundamentadas sobre su uso 

Carlo instó a la industria de las telecomunicaciones a que les brindaran a los consumidores la información necesaria para tomar una decisión fundamentada sobre el uso de celulares.

Obviamente, su súplica fue en vano. Le dijo a Hertsgaard y Dowie, que el CTIA, “haría lo necesario para proteger su industria”, y que “no tenían la intención de proteger a los consumidores o la salud pública”.19 Lo que “tenían que hacer” para protegerse incluía desprestigiar públicamente a Carlo por hacer el trabajo que le habían pagado para hacer en primer lugar.

En comparación con 1999, las apuestas de la industria ahora son más altas que nunca, e indudablemente las ganancias pesan aún más que la ciencia.

“Este artículo no alega que los celulares y otras tecnologías inalámbricas sean peligrosos; esa es una cuestión que deben decidir los científicos”, escriben Hertsgaard y Dowie, “más bien, el enfoque aquí es en la industria global detrás de los celulares – y la larga campaña de la industria cuyo fin es hacer que las personas crean que los celulares son seguros”.

De hecho, al igual que la industria de las vacunas, la industria de la telefonía móvil intenta a toda costa suprimir incluso la mera insinuación de un problema. Tome como ejemplo el caso de Berkeley, California.

Desde 2015, Berkeley les ha exigido a los proveedores de celulares que coloquen advertencias en sus tiendas donde le indiquen a sus clientes que llevar su celular encendido en el bolsillo o brasier puede exponerlos a niveles de radiación que exceden las pautas federales de inocuidad.

Al parecer, incluso esta advertencia de relativa importancia es un claro indicio de que, después de todo, la radiación podría tener efectos adversos, pues la CTIA lucha para que se eliminen estos avisos “provocativos” y “engañosos”.

Hasta ahora, Berkeley ha ganado 2 litigios legales sobre la señalización. Sin embargo, el 28 de junio de 2018, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos anuló el fallo del tribunal de apelaciones, y el caso ahora se está reconsiderando en el noveno tribunal de circuito.

Según lo informado por Lynne Peeples de FairWarning.org,20 “el argumento legal de la CTIA representa los esfuerzos de los grupos empresariales para impugnar las regulaciones … al argumentar que las reglas violan las protecciones de la libertad de expresión”.

Según el profesor de leyes en Harvard Lawrence Lessig, el caso de la CTIA ejemplifica cómo “la Primera Enmienda se ha convertido en una herramienta de las corporaciones para detener la regulación”.

La cuestión de la inocuidad es cada vez más apremiante conforme se van descubriendo más daños biológicos y ambientales 

La industria inalámbrica se ha convertido rápidamente en la de más rápido crecimiento a nivel mundial al haber recaudado US$ 440 mil millones tan solo en 2016. En la actualidad, el 95 % de los adultos en los Estados Unidos posee un teléfono celular, al igual que el 75 % de los adultos en el resto del mundo.

Además, la transición a 5G aumentará drásticamente la exposición a la radiación RF-EMF, ya que requerirá la instalación de antenas pequeñas cada 250 pies o más para garantizar la conectividad.

Es evidente que la cuestión de la inocuidad no puede ser más apremiante. En reiteradas ocasiones los estudios han encontrado motivos serios de preocupación y la necesidad de abordar el tema con prudencia. Los estudios realizados por el PNT y Ramazzini son solo 2 de los últimos en una larga lista donde se demuestra que el riesgo es real.

Otra reciente investigación descubrió que la exposición a la radiación de los celulares durante un año puede tener un efecto adverso en el rendimiento de la memoria figurativa en adolescentes,21 y un análisis22,23 de 97 estudios revisados por pares concluyó que las tecnologías inalámbricas están perjudicando a mamíferos, pájaros, insectos y plantas.

Como lo señalaron Hertsgaard y Dowie, la razón por la cual los consumidores siguen ignorando estos riesgos es porque la industria ha logrado engañar a la sociedad. La pregunta es, ¿por cuánto tiempo más creerán en las mentiras y el encubrimiento?

Después de todo, las tácticas de las grandes tabacaleras ya no son un secreto de la industria, y en cuanto comience a prestar atención, podrá ver claramente la jugada que se lleva a cabo. Hertsgaard y Dowie escribieron lo siguiente al respecto:24

[L]os ejecutivos de las tecnologías inalámbricas han elegido no divulgar lo que sus propios científicos han dicho sobre los riesgos de sus productos.

Por el contrario, la industria … ha gastado incontables millones de dólares en los últimos 25 años con el fin de proclamar que la ciencia está de su lado, que los críticos son charlatanes y que los consumidores no tienen nada que temer. Esto tiene como objetivo generar una deliberada adicción en sus clientes, incluso cuando la industria ha trabajado en encubierto – tal y como lo hizo su contraparte de grandes tabacaleras…

[L]a industria inalámbrica no solo adoptó las mismas decisiones morales que las industrias del tabaco y combustibles fósiles; también adoptó las mismas tácticas de relaciones públicas que aquellas industrias pioneras.

El fundamento clave de las tácticas es que una industria no tiene que ganar el argumento científico sobre la inocuidad; solo tiene que mantener activa su discusión … Para hacer que la discusión científica siga activa es esencial hacer parecer que no todos los científicos están de acuerdo al respecto”.

Existe un consenso científico – Los teléfonos celulares causan efectos biológicos 

Una de las formas más sencillas de fabricar una supuesta falta de consenso es mediante la financiación de investigaciones en favor de la industria. Diversos estudios han demostrado que la financiación de la industria influye significativamente en el resultado de la investigación, y el trabajo del profesor de bioingeniería Henry Lai25 revela que pasa lo mismo con la industria de las telecomunicaciones.

El catedrático analizó 326 estudios publicados entre 1990 y 2005 que analizaba la inocuidad de los celulares; el 56 % encontró un efecto biológico de la radiación del celular mientras que el 44 % no lo hizo.26

Seguramente esto le hace pensar que el campo de investigación estaba dividido prácticamente en partes iguales tal y como el profesor Lai lo hizo en un principio. Pero después de todo, ese no fue el caso. Cuando analizó los fondos de cada estudio, descubrió que el 67 % de los estudios financiados de manera independiente encontraron un efecto biológico, en comparación con solo el 28 % de los estudios financiados por la industria.

Estos hallazgos se repitieron nuevamente27 y demostraron que los estudios financiados por la industria de la telefonía móvil tienen una probabilidad 2.5 menor de encontrar un efecto en la salud por la radiación del celular. Este sesgo de financiación es lo que crea la ilusión de que no existe un consenso claro.

“Existe una pieza clave que no ha sido influenciada por toda esta investigación que favorece a las redes inalámbricas: La industria de seguros. The Nation no ha podido encontrar una compañía aseguradora que esté dispuesta a vender una póliza de responsabilidad del producto que cubra la radiación de los celulares”, escriben Hertsgaard y Dowie.28

“¿Por qué querríamos hacer eso?”, preguntó entre risas un ejecutivo antes de señalar más de 24 demandas en contra de las compañías de servicios inalámbricos, que en total exigían US$ 1.9 mil millones en daños y perjuicios.

Algunos jueces han ratificado tales demandas, esto incluye a un juez en Italia que se negó a permitir la investigación financiada por la industria como evidencia.”29

Protéjase de la radiación excesiva de los campos electromagnéticos 

No cabe duda de que la exposición a las tecnologías inalámbricas es un peligro importante para la salud que debe abordarse si está preocupado por la de su persona.

Para descubrir más información sobre los efectos de los campos electromagnéticos en su salud, consulte mi artículo “Cómo reducir la exposición a los EMF“, donde analizo algunos de los mecanismos de cómo esta radiación no ionizante afecta a su cuerpo.

Tenga en cuenta que los celulares no son el único peligro. También existen innumerables fuentes como enrutadores de Wi-Fi, teléfonos inalámbricos, monitores para bebés, computadoras y tabletas – así como la instalación eléctrica de su hogar. Los celulares son, indudablemente, una fuente importante de exposición, pero si realmente quiere proteger su salud, es posible que también deba abordar otras fuentes.

He aquí algunas sugerencias que ayudarán a reducir su exposición a los EMF:

  • Conecte su computadora de escritorio a Internet a través de una conexión Ethernet por cable y asegúrese de poner su equipo de escritorio en modo avión. También evite aditamentos inalámbricos como teclados, trackballs o ruedas de desplazamiento, mouse, sistemas de juego, impresoras y teléfonos portátiles. Opte por las versiones con cable.
  • Si debe usar Wi-Fi, apáguelo cuando no lo esté utilizado, sobre todo durante la noche cuando está durmiendo. Lo ideal es que intente instalar sistemas de cableado en su casa con el fin de eliminar el Wi-Fi por completo. Si tiene una computadora portátil sin puertos Ethernet, un adaptador USB para Ethernet le permitirá conectarse a Internet con una conexión por cable.
  • Corte la electricidad de su habitación por la noche. Por lo general, esto es útil para reducir los campos eléctricos de los cables en su pared, siempre y cuando no tenga una habitación contigua a su dormitorio. Si ese es el caso, necesitará utilizar un medidor para determinar si también necesita cortar la energía de dicha habitación contigua.
  • Utilice un despertador con baterías que idealmente no tenga luz. En lo particular utilizo un reloj parlante que suelen utilizar personas con discapacidad visual.30
  • Si todavía usa un horno de microondas, considere reemplazarlo por un horno de convección a vapor, que calentará sus alimentos de manera rápida y mucho más segura.
  • Evite utilizar electrodomésticos y termostatos “inteligentes” que dependen de la señalización inalámbrica. Esto incluiría a todos los nuevos televisores “inteligentes”. Se les llama inteligentes porque emiten una señal de Wi-Fi y, a diferencia de su computadora, no pueden apagar la señal de Wi-Fi. Considere la posibilidad de usar un monitor de computadora grande como su televisor, ya que estos no emiten señales Wi-Fi.
  • Evite los medidores inteligentes en la medida de lo posible, o bien, agregue un escudo al medidor inteligente que ya tenga, algunos han demostrado reducir la radiación entre un 98 % y 99 %.31
  • Considere la posibilidad de mover la cama de su bebé a su habitación, en lugar de usar un monitor inalámbrico para bebés. De manera alternativa, utilice un monitor con cableado.
  • Reemplace los focos CFL con focos incandescentes. Lo ideal es que elimine todas las luces fluorescentes de su casa. No solo emiten luz nociva, sino que realmente transfieren la corriente a su cuerpo con tan solo estar cerca de los focos.
  • Evite llevar su celular en su cuerpo a menos que esté en modo avión y nunca duerma con él en su habitación a menos que tenga activada la función antes mencionada. No obstante, incluso en modo avión puede emitir señales y por este motivo, en lo particular meto mi teléfono en una bolsa de Faraday.32
  • Cuando utilice su celular, hable por el altavoz y sosténgalo a una distancia de 3 pies (91 cm) como mínimo. Intente disminuir radicalmente el tiempo que paso utilizando el celular. En mi caso lo suelo utilizar menos de 30 minutos al mes, y sobre todo cuando viajo. En su lugar, utilice teléfonos de software VoIP que puede usar mientras está conectado a Internet mediante una conexión por cable.

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Fuentes y referencias

Visto en : Sott.net

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