La Libertad según Krishnamurti

por Alan Gullette

J. Krishnamurti

Discutiré el problema de la libertad y su solución según el pensamiento de Jiddu Krishnamurti.

Primero reconocemos que no somos libres en el sentido de que estamos casi completamente condicionados en nuestra acción, pensamiento y sentimiento debido a las experiencias del pasado, a la autoridad, a los sistemas de creencias, al conocimiento acumulado, a las respuestas aprendidas, a los hábitos y patrones, a los instintos, etc. Siendo casi en su totalidad un producto de nuestro medio ambiente y su condicionamiento, quizás no somos más que este mismo condicionamiento. La pregunta que surge es: «¿Es posible estar libre de este condicionamiento, actuar pura y espontáneamente, pensar ‘libremente’ (es decir, tener ‘pensamiento libre’), sentir verdaderamente y actuar en respuesta a lo que se percibe ― y es posible, además, percibir lo que realmente es? Esta pregunta es importante porque debe preceder tanto a la pregunta de lo que es verdad o lo que puede ser conocido y la llegada a cualquier posición moral o ética. (¿Cómo sabemos que esto o aquello es cierto? ¿Sabemos algo en absoluto? ¿Qué es lo correcto y lo incorrecto? ¿Por qué creemos que esto o aquello es correcto o incorrecto?)

Krishnamurti piensa que hay libertad del condicionamiento, del pasado, de lo conocido, y que esta libertad lo pone a uno en un «espacio» desde el cual se actúa e interactúa espontánea y creativamente con el mundo. Esta libertad también implica el fin del pensamiento, el despertar de la percepción clara y la comprensión de todas las cosas. ¿Exactamente, qué significan estas palabras? ¿Qué implica realmente la libertad, y cómo se puede alcanzar?

En primer lugar, Krishnamurti señala que preguntar «cómo» «implica que alguien le va a ofrecer un método, una receta que, si se pone en práctica, le traerá entendimiento» [1]. El «cómo», dice, «es el gran error. Es el factor que separa… si nunca usáramos esa palabra, estaríamos realmente investigando y no buscando un método para lograr un resultado determinado» (86). El error es que estamos creando un estado ideal (el de la libertad) y así nos definimos como estando casi desesperadamente lejos de esta idea. Además, «si uno es capaz de adivinar un resultado, es que ya lo conoce, y por lo tanto está condicionado y no es libre» (86). Pero lo que es más importante, una parte esencial del pensamiento de Krishnamurti es que uno debe pensar por sí mismo, indagar en uno mismo, observarse a sí mismo: no hay camino, ni método, ni práctica, ni gurú. «Lo importante es ser una luz para sí mismo, ser su propio Maestro y discípulo, ser tanto el profesor como el alumno», [2] ya que obedecer a cualquier autoridad es un caso de condicionamiento.

Aun así, podemos preguntar, ¿qué es la libertad?

En términos de resistencia, la libertad «es el estado mental en el que no hay ninguna forma de resistencia» (95). Esta resistencia es lo mismo que el apego y la posesividad, pues uno se resiste a la intrusión de otros en aquello que se posee, en aquello a lo que se está apegado. Por ejemplo, el apego a un tipo particular de mineral metálico podría llevar a alguien a luchar y/o matar para lograr y/o mantener la pasión por ese mineral. En esto radica el apego y la resistencia. Del apego surge la dependencia (se aprecia mejor en el ejemplo del apego a la atención de otro ser humano), y «estando apegados tratamos de cultivar un estado de independencia ― que es otra forma de resistencia» (94). Porque «la libertad no es un estado de no-dependencia, es un estado positivo en el que no hay dependencia», y por consiguiente ninguna resistencia (94). Del mismo modo, «la libertad no radica en el desapego. En el proceso de comprender el apego hay libertad, no en huir del apego» (95). Hablando más tarde de la libertad como positiva, Krishnamurti habla sobre la negación:

«La negación total es esa libertad del condicionamiento. Es negar todo lo que consideramos positivo, negar toda aceptación interna de autoridad, negar toda la moralidad social, negar todo lo que se ha dicho o concluido acerca de la realidad, negar toda tradición, toda enseñanza, todo conocimiento excepto el conocimiento técnico, negar toda experiencia, negar todos los compromisos de actuar de una manera en particular, negar todas las ideas, todos los principios, todas las teorías. Tal negación es la acción más positiva, por lo tanto es libertad» (116-7).

Esta negación es necesaria. Si la mente no puede «negar todo lo que ha conocido, el contenido total de su propio ser consciente e inconsciente, que es su esencia misma», entonces, «no hay libertad». Porque «la libertad no es liberarse de algo ― eso es solo una reacción; la libertad viene en la negación absoluta» (118).

Lo conocido ― ¿qué es eso? Es todo ― en la medida en que lo conocemos. Es el pasado. «El pasado es todos nuestros recuerdos acumulados. Estos recuerdos actúan en el presente y crean nuestras esperanzas y temores del futuro» (41). El pasado no es real, tampoco el futuro, solo el presente, que no somos libres de presenciar de manera genuina debido a la imposición de preconcepciones y creencias, la ilusión del reconocimiento, las respuestas involuntarias de la memoria. «Liberarse del pasado significa vivir en el ahora que no es del tiempo» y «en el que solo existe este movimiento de libertad, intacto por el pasado, por lo conocido» (41). Lo conocido, el pasado, no es más que el yo, el «mí» que es creado por el pensamiento. La libertad es (liberarse) «del yo» que depende del medio ambiente y es el producto del medio ambiente ― el «yo» que la sociedad y el pensamiento crean» (134). Sin embargo, es el «yo» el que quiere ser libre: «El factor mismo del condicionamiento en el pasado, en el presente y en el futuro, es el «yo» que piensa en términos de tiempo, el «yo» que se esfuerza; y ahora se esfuerza en la exigencia de ser libre; de modo que la raíz de todo condicionamiento es el pensamiento que es el «yo», y si no hay «yo» no estás condicionado, lo que significa que eres nada» (113-4). Entonces el deseo de ser libre, el deseo de negar y rechazar lo conocido, debe ser en sí negado. Cuando solo hay lo desconocido, cuando no hay reconocimiento, cuando  estás ausente, no hay nada. La libertad del condicionamiento y de lo condicionado es «claridad, la luz que no está iluminada por el pasado» (134). Con esta claridad, vemos lo que es y actuamos en una consonancia completamente armoniosa.

Permítanme citar una fuente bastante curiosa para avanzar hacia una mejor comprensión de lo conocido y lo desconocido, la claridad, la imposición del pasado de preconcepciones y creencias y, por lo tanto, de la libertad:

Hablábamos de creencias, creencias y condicionamiento. Toda creencia posiblemente podría decirse que es el resultado de algún condicionamiento. Así, el estudio de la historia es simplemente el estudio de un sistema de creencias que depone otro y así sucesivamente, sin parar.

Una creencia psicológicamente probada de nuestro tiempo es que el sistema nervioso central, que transmite sus impulsos directamente al cerebro (el consciente y el inconsciente), es incapaz de discernir entre la experiencia real y la vívidamente imaginada ― si es que hay una diferencia, y la mayoría de nosotros creemos que la hay.

¿Estoy siendo claro? Porque examinar estos conceptos requiere una tremenda energía y disciplina. Para experimentar el AHORA sin preconcepción o creencia, para que lo desconocido ocurra y ocurra requiere de claridad; porque donde hay claridad no hay elección, y donde hay elección, hay miseria. Pero, ¿por qué alguien me escucharía, o por qué hablo?, ¡si no sé nada! [3]

Experimentar nada, conocerla, es muy importante tanto en el budismo zen como en el misticismo occidental (el concepto das Nichts de Heidegger y le Néant de Sartre son algo diferentes) como lo es en Krishnamurti ― ver arriba, donde la ausencia de «yo» es ser nada. En otro sentido, no saber (saber nada) tiene igual significado en Krishnamurti. Él distingue entre el conocimiento y el aprendizaje, entre conocer y comprender. «Conocer está siempre relacionado con el pasado y por lo tanto le une a usted al pasado, a diferencia del conocer la comprensión no es una conclusión, no es acumulación» (101). Una vez más, «el conocimiento es acumulación, conclusiones, fórmulas, pero el aprendizaje es un movimiento constante, un movimiento sin centro, sin principio ni fin» (61). Aquí, el centro es el yo, «mí». La comprensión es «atención» y «cuando usted atiende completamente usted comprende» (101). Cuando no hay conocer, no hay ni lo conocido ni el conocedor, solo lo desconocido, lo real.

Krishnamurti introduce el amor en su terminología, aunque, por supuesto, lo que está diciendo es más que solo palabras. «Donde hay libertad, hay amor. Esta libertad y amor le muestran a usted cuándo cooperar y cuando no cooperar. Esto no es un acto de elección, porque la elección es el resultado de la confusión» (72). Recuerda que donde hay elección, hay miseria, y la elección no es cuando la claridad es. La libertad, el amor, la claridad permiten una acción sin elección ― una acción sin actor, sin un centro, que elige basado en el condicionamiento. Krishnamurti habla también de «sensibilidad, conciencia sin elección, inteligencia» (80), y del conocimiento de sí mismo que consiste en «conocerse a uno mismo sin acumulación, en la relación, momento a momento», lo que significa «que uno debe ser consciente, sin ninguna elección, de lo que realmente está ocurriendo». Continúa diciendo que esto es «vernos a nosotros mismos como somos, sin el opuesto, sin ideal, sin el conocimiento de lo que uno ha sido… El desprendimiento del pasado cada vez que uno se ve a sí mismo es la libertad del pasado». Este auto-conocimiento, estrictamente hablando, no es conocimiento sino auto-comprensión, y «esta comprensión se ilumina a sí misma todo el tiempo». (84). Actuar sin elección, actuar libremente, es la acción correcta. Actuar desde el estado de la «inteligencia, la inocencia, el amor», desde la comprensión, es «tener dentro de sí esa luz que no tiene principio ni fin, que no es iluminada por su deseo, que no es suya ni de nadie más… Cuando hay esta luz interior, cualquier cosa que haga siempre será correcta y verdadera» (136). Esta luz «es inteligencia y amor. Es la negación del desorden de la moralidad en el que hemos sido educados». La luz solo se puede tener «cuando usted realmente muere al pasado completamente» (136), y «cuando el ‘yo’ no está. El ‘yo’ llega a su fin cuando ve por sí mismo que debe terminar; el ver es la luz de la comprensión» (137).

La acción adecuada, la acción correcta, es por supuesto un punto importante que abordar. El acto incondicionado es espontáneo, puro, y debe provenir de un estado o de un «espacio» de entendimiento o «claridad». Uno ve claramente que esto o aquello es la acción correcta, la única acción. De hecho, no hay ningún «yo» en este estado, tampoco hay ningún ver la acción como buena o mala, correcta o incorrecta ― no hay un ver la acción antes de que se lleve a cabo, porque no hay elección; solo hay la acción, y hay consciencia de la acción. Cuando el actor, el observador, cesa, solo el acto permanece, y el estado de conciencia en el que se encuentra es bastante diferente a los estados normales de consciencia. La mente que se ha vaciado del pasado, de «mí», que ha negado todas las «trampas» (como la respuesta condicionada), «esa mente tiene una cualidad diferente, una dimensión diferente de conciencia. Esta conciencia no es consciente de que es consciente». Esto es muy importante. «Esta nueva cualidad de conciencia es atención, y en esta atención no hay ninguna frontera construida por el ‘mí'» (7). Sin un yo, no hay auto-consciencia. Solo hay la consciencia que existe aparentemente como una cualidad de lo que existe, de lo que es (aquí nos acercamos a Sartre). El paralelismo con el zen es más notable. «Tu mente es la mente del hombre; tu consciencia es la totalidad del hombre» (105). «La consciencia es la totalidad del hombre y no pertenece a ningún hombre en particular» (106). Esta mente superior está cerca de la idea de Mente o naturaleza de Buda en el zen. Wu-hsin es no-mente y wu-nien es no-pensamiento, y tanto la mente (en el sentido de la mente individual) como el pensamiento (como veremos) cesan en Krishnamurti. En otra parte, Krishnamurti habla acerca de la «percepción clara, de ver las cosas como son, no emocionalmente, no sentimentalmente» (21), y de «ver las cosas exactamente como son» (141), ver «el mundo realmente como es» (23), que no es nada más que el concepto zen de Prajna(sabiduría) como la habilidad de ver tathata (talidad), las cosas tal y como son. Recordemos también lo que mencionamos anteriormente acerca del vacío y la nada, aunque los roles de estos son algo diferentes en el zen. Y aunque mi tesis no es una demostración de paralelismo entre Krishnamurti y el zen, mi objetivo es llegar a la comprensión de la libertad en Krishnamurti, y esto implica, en parte, la comparación con otros sistemas de pensamiento.

Aclaremos lo que son la inteligencia y la atención, ya que esta conciencia atenta que no es auto-reflexiva es (obviamente) importante para cualquier comprensión de la naturaleza de la consciencia y, por lo tanto, es importante para la comprensión de la naturaleza de la realidad. ¿Qué es la mente atenta? Es no-mente, como lo indican estas líneas de Zenrin:

Los gansos salvajes no tienen intención de proyectar su reflejo; el agua no tiene mente para aceptar su imagen.

Krishnamurti habla de una mente «silenciosa». «La percepción solo es posible desde el silencio, no desde una mente parlanchina… es solo una mente silenciosa la que ve» (80). Cuando la mente está en silencio, «la percepción, que es inteligencia, está operando entonces, no la suposición de que uno debe estar en silencio para poder ver… Ver es atención» (80). Cuando la mente deja de tener un «centro» entonces su actividad no es egocéntrica (o centrada en absoluto) sino libre: «la mente funciona en libertad» (97). La mente debe cambiar, debe perder su centro, para poder ver. «Una mente nublada por el miedo o por la creencia es incapaz de tener ninguna comprensión, de captar nada que sea verdadero» (101). La creencia «proviene del miedo y es lo más destructivo que hay. Por eso uno debe estar libre de miedo y de la creencia» (100). «Comprender es atención», y «para comprender lo que es debe haber libertad, no solo de lo conocido sino también del miedo a lo conocido y del miedo a lo desconocido» (101). Puesto que el funcionamiento normal de la mente es desde el «yo», hay creencia y lo conocido y miedo de dejar de ser, de modo que la mente debe estar en silencio para que haya libertad y debe haber libertad para que haya comprensión. Porque la mente, como la entendemos normalmente, «es pensamiento» y «toda la actividad del pensamiento es separación, fragmentación» (87). «La mente es fragmentación» (31). Mientras usemos esta mente «vivimos en los símbolos» más que en el mundo real: «somos incapaces de una percepción directa e inmediata sin símbolos, palabras, prejuicios y conclusiones» pues esta percepción incompleta «es parte de la actividad centrada en el yo con sus defensas, resistencias, evasiones y temores» (103). El pensamiento es por naturaleza divisivo (74) en el sentido de que crea el «yo», el «mí», como un centro, como acumulación de conocimiento, desde el cual se actúa. Este «yo» es «la esencia misma del pasado y el pasado incide en el presente y también en el futuro», como hemos visto. Y es así que la división tiene lugar (144). Donde hay un centro hay un actor y un acto. El pensamiento crea al pensador. En esta división surge el conflicto, el cual desperdicia energía, de modo que cuando hay conciencia (no-reflexiva) no hay conflicto porque no hay división porque no hay ningún centro. (141), por lo tanto hay una energía que «puede eliminar el pasado» en un silencio que es «infinito» y pleno (111). La acción que se da desde el centro no es sin elección, porque hay voluntad», «que es violencia» (62). El centro, al ser fragmentario, no es inteligencia, y «la comprensión fragmentaria es lo más peligroso y destructivo que hay» debido a su actividad de fragmentación (78).

El aprendizaje solo es posible sin el centro: «este aprendizaje es observación ― observar sin acumulación, observar en libertad» (124). Porque, recuerden, la acumulación es lo que produce el centro. El aprendizaje solo es posible cuando hay libertad ― completa y total libertad (146). Aprender «es ser sensible a uno mismo y al mundo que le rodea, porque uno es el mundo… Esta sensibilidad es la más alta forma de inteligencia» (62). Aprender es ser sensible, es inteligencia, y uno debe ser libre para aprender. La libertad es de lo conocido, del pasado, del centro que forma el pensamiento. El centro engendra división y es división, y la división es conflicto, y el conflicto es dolor, infelicidad y sufrimiento. «Una vida de conflicto no es una vida religiosa. Una vida religiosa solo es posible cuando entendemos profundamente el conflicto. Este entendimiento es inteligencia» (40). Poner fin al conflicto es perder el centro, tener libertad. Pero «poner fin al conflicto es una de las cosas más complejas, requiere auto-observación y la sensibilidad de ser consciente de lo exterior tanto como de lo interior. El conflicto solo puede terminar cuando se comprende la contradicción en uno mismo. Esta contradicción siempre existirá si no hay libertad de lo conocido, que es el pasado» (40-1). Para ser conscientes del «movimiento del pasado», la mente, tiene que estar libre de éste; pero la conciencia debe ser sin elección «porque la elección es, a su vez, parte del mismo movimiento del pasado» – «observar sin la imagen del pensamiento es una acción en la cual el pasado ha cesado» (41). Siendo sensibles, estando atentos, sin un yo, siendo inteligentes, libres de pensamientos, somos religiosos. «Ser religioso significa ser tan consciente sin elección alguna que lo conocido no interviene, aun cuando lo conocido actúe donde y cuando tenga que hacerlo» (41). Esto significa ir más allá del pensamiento y la mente y seguir siendo capaz de actuar de una manera sana, de vivir en el mundo que es creado por la mente. Esta es la comprensión del pensamiento y la mente: la verdadera religión es «reunir toda la energía para averiguar cuál es el lugar del pensamiento, cuáles son sus limitaciones, e ir más allá de él.» [4] La mente es pensamiento, y el problema es, pues, con la mente. «Llegar a este punto no teóricamente, sino verlo en realidad es la forma más alta de inteligencia.» Calmar la mente, el cerebro, es estar completamente despierto, y «cuando el cerebro está completamente despierto no hay fragmentación, ni separación, ni dualidad…. Esta quietud es la más alta forma de inteligencia » (87). Y la inteligencia no le pertenece a nadie, «es completa e inmaculada», «desafía la descripción» y «no tiene cualidades». «Esto es conciencia, esto es atención, esto es amor, esto es lo supremo» (88).

La inteligencia nos permite actuar correctamente. Ya que «nosotros» no somos, solo la inteligencia actúa (40). «Esta acción de ver sin elección es la acción del amor. La vida religiosa es esa acción, todo vivir es esa acción y la mente religiosa es esa acción. Por lo tanto la religión, la mente, la vida y el amor son uno» (42). Este tipo de ecuación en forma generalizada es inevitable en una visión no dualista de la vida. Todo, entonces, es acción, movimiento. El aprender, dice Krishnamurti «es su propia acción». «Puede haber un actuar en el mismo momento de aprender. Es decir, aprender es actuar» (144). Esta acción es acción pura, verdadera, correcta, es acción perfecta. La verdadera acción «no es una acción acorde a una idea «[5]. «Si es imaginaria, personal, de acuerdo con una idea o concepto, deja de ser una acción correcta»[6]. Esta es solo una acción del centro que, creada por el pensamiento fragmentario, es un fragmento, como todo lo creado por el pensamiento ― religión, creencia, ideología, incluso el «mundo». «Si esto es visto de inmediato, muy claramente, entonces seremos capaces de descubrir qué es la acción correcta y precisa en la que no hay imaginación, ni pretensión, nada más que lo real»[7]. La acción con idea es esfuerzo, lucha, devenir, lo que crea un actor y un resultado final. Cuando no hay final, no hay propósito ― solo acción, puramente actuar ― no hay actor, ningún centro al que se vincule la acción. Este nuevo estado de acción es un estado de experimentar «sin experiencia ni experimentador» [8]. Esto es acción atenta, sin auto-consciencia, sin yo. Es experiencia porque hay consciencia (aunque no es reflexiva) del movimiento de la vida, que es acción. La actividad sin centro es cuando el actor deja de ser y simplemente fluye con lo que es. Solo cuando hay amor cesan las ideas, y entonces hay acción verdadera. [9]

¿Y qué es el amor? «El pensamiento no es amor» (75). «La libertad es amor», y la libertad «viene con la comprensión de toda la estructura y naturaleza del centro» (75). El amor solo viene cuando hay abandono ― «el sentido de no ser coartado, de no tener ninguna restricción, ni ninguna resistencia», [10] que es meramente libertad. «Solo tiene amor quien se abandona a sí mismo, quien se olvida de sí mismo por completo y, por lo tanto, facilita el estado de belleza creativa» [11]. Sin embargo, la austeridad es necesaria para evitar que esta libertad sea caótica. La austeridad es ser simple, satisfacerse con poco, es «cuando la mente es capaz de experimentar infinitamente ― cuando tiene experiencia, y sin embargo permanece muy simple», cuando no deviene en nada sino simplemente es[12] Esta acción incausada es acción incondicionada. «El amor es lo único que es sin causa, que es libre; es belleza, es destreza, es arte, y sin amor no hay arte… El arte es la ausencia del ‘yo'» así como «la destreza en acción es la ausencia del ‘yo'». La ausencia del ‘yo’ en el vivir es amor y belleza, lo cual genera su propia destreza. Este es el arte supremo: vivir con destreza en todo el campo de la vida» (92).

El amor es libertad, libertad de uno mismo o de «mí», y vivir libremente es una vida hermosa. Sin embargo, ¿cómo estar libres de nosotros mismos, de nuestro condicionamiento, de nuestro pasado, de nuestra memoria, de nuestro pensamiento ― dándonos cuenta de que «cómo» es el camino equivocado para formular esta pregunta? Esto es muy sencillo: comprender que el «yo» es «la acción del corazón y la mente humanos», es «tanto lo colectivo como lo individual» ― darse cuenta de de él es comprenderlo, y comprenderlo es eliminarlo» (139). «El ‘yo’ termina cuando él mismo se da cuenta de que debe terminar» (137). «Al ver la verdad de la naturaleza del pensamiento y sus actividades, el pensamiento se calma» (33). «Ir más allá del pensamiento es conocer lo que es el pensamiento» (150). La comprensión viene de la atención, y cuando uno atiende a su «uno», a su aparente uni-dad, a su «yo» o «mí», entonces este «yo» se esfuma. El «yo» es solo la creación del pensamiento: tú solo piensas que «tú» eres. Observar es aprender, un aprender que «exige inteligencia y sensibilidad», un aprender que es su propia acción y disciplina, que es libertad (61). La disciplina es necesaria, sin embargo no la disciplina de practicar el ejercicio formal, que solo asfixia y aburre. Observar la mente en silencio «exige realmente una tremenda vigilancia y disciplina, el tipo de observación que trae su propia disciplina» (149). Esta vigilancia, atención, sensibilidad es la inteligencia que nos libera de nuestros centros artificiales, trayendo amor, belleza y unidad, y permite que la acción sea pura y que la percepción y el ver sean directos.

Todo esto suena muy bien, ¿no? La pregunta, «¿Es esta libertad y el resto posible?» es una pregunta natural, y parece que la respuesta sería, «Usted tiene que experimentar esta libertad por sí mismo para conocer la respuesta». Pero, el «yo» y «usted mismo» no puede experimentar lo que hemos hablado. No existe tal experiencia, en la medida en que la experiencia tiene un experimentador ― en la medida en que la experiencia es «como la conocemos». Todo debe cesar, sin que quede nada por ser experimentado. Pues lo que pensamos que es «todo» no es nada en absoluto, y lo que creemos que es «nada» lo que queda es realmente todo. En la medida en que «nosotros» podamos conocer y en la medida en que «nosotros» conozcamos, no hay ninguna realidad. Es precisamente por eso que la experiencia de libertad completa ― esta negación de todo, incluyendo al experimentador ― es tan terriblemente difícil. Para citar al maestro zen Huang-po:

Los hombres temen olvidar sus propias mentes, por miedo de caer en el vacío sin nada de donde agarrarse. Ignoran que el vacío no es realmente el vacío sino el verdadero reino del Dharma» [13].

El Dharma es la Verdad.

Notas:

  1. The Urgency of Change (New York, Harper & Row, 1970), 21. Las citas posteriores son por número de página.
  2. Think on These Things (New York, Harper & Row, 1964), 38.
  3. The discourse of a swami in the motion picture Head por The Monkees (Columbia, 1968). El monólogo es de «Swami – Plus Strings.»
  4. From a talk at Brockwood Park, September 6, 1975. Krishnamurti Foundation Bulletin 27 (Winter 1975), 2.
  5. Think on These Things, 73.
  6. Bulletin, 3.
  7. Ibid., 4.
  8. The First and Last Freedom (New York, Harper & Row, 1954), 51.
  9. Ibid., 55.
  10. Think on These Things, 89.
  11. Ibid.
  12. Ibid, 90.
  13. Citado por Alan Watts en The Way of Zen (New York: Pantheon, 1957), 141.

https://www.nodualidad.info/articulos/la-libertad-segun-krishnamurti.html

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