En lugar de preguntarte por qué te pasan las cosas, pregúntate para qué

Preguntarnos «¿Para qué…?», en lugar de «¿Por qué…?», puede ayudarnos a tomar conciencia de nuestras acciones, revisarlas y modificarlas. Así, optando por la primera opción estaremos en disposición de aprovechar las oportunidades que sí se nos brinden.

«¿Para qué…?» es una pregunta que muchas veces no nos hacemos, cuando sí sería oportuna. Cuando en nuestra vida surgen problemas o adversidades que nos impiden avanzar con fluidez, con frecuencia pensamos que es injusto y nos posicionamos en el rol de víctimas. En este contexto, nos solemos preguntar «¿Por qué a mí?»

En base a esta pregunta, que contamina el resto de pensamientos, nos respondemos: «Yo soy buena persona, no me lo merezco, siempre hago el bien por los demás, ¡es injusto!»…

Con este tipo de pregunta -por qué- y sus consiguientes respuestas, poco podemos solucionar. De hecho, el único resultado que obtenemos es que nos anclan en la rumiación y en una espiral de pensamientos y emociones que terminan por desgastarnos.

Quizás es más beneficioso cambiar dicha pregunta y empezar a hacerse otra bien distinta: «¿Para qué me pasa esto?» Normalmente, los contratiempos vitales suman a nuestro bienestar cuando los tomamos como una oportunidad de aprender, cuando elegimos/decidimos darles ese sentido.

Desafortunadamente, existen enfermedades, accidentes, o juegos de azar negativos que son totalmente incontrolables: esas son las cartas que nos dan, pero nosotros seguimos teniendo libertad para decidir qué hacemos con ellas.

Perfil de una mujer con dudas con trastorno obsesivo-compulsivo

¿Para qué me está poniendo este obstáculo la vida?

Cuando nos preguntamos para qué, pasamos de ser víctimas a ser alumnos. El «¿por qué…?», como hemos dicho, no nos hace avanzar ni aprender. Sin embargo, el ¿para qué…? nos permite recuperar el control, posicionarnos, recuperar el papel protagonista de nuestras decisiones, reconocer nuestra libertad por estrecho que sea el margen.

Imaginemos una persona que de forma recurrente ha fracasado en el ámbito laboral. Tiene estudios, una gran capacidad cognitiva y recursos que podrían haberle llevado al éxito en esta área vital. Sin embargo, se encuentra en casa y en paro desde hace tiempo.

La persona podría preguntarse «¿Por qué yo? Yo que tanto he estudiado, me he esforzado y que soy inteligente». «Otros que no lo son tanto trabajan en puestos de importancia. ¿Por qué nadie me llama?» Con este planteamiento, lo más probable es que la persona se termine ahogando en una espiral sin salida: la respuesta a esa pregunta no llegará.

En una actitud diferente, la misma persona podría empezar a preguntarse «¿Para qué puedo utilizar esta dificultad?». Para adquirir estrategias de búsqueda más inteligente, para seguir formándome, para pasar más tiempo con mi familia, para viajar… De esta manera, nos pondremos a favor de corriente, dispuestos a buscar y aprovechar oportunidades.

Con este tipo de pregunta – «¿Para qué…?»- impediremos que el timón de nuestras vidas se quede por completo en manos de la inercia y las circunstancias. Además, lo cierto es que muchas de estas adversidades ocurren debido a la conocida «profecía autocumplida«. Si pensamos que la fortuna no nos ayudará, que hemos sido elegidos para ser los portadores de la mala suerte, lo más probable es que con nuestros actos nos hagamos merecedores de ella.

chica que sufre características de la filofobia

¿Qué está bajo mi control?

Formulando la pregunta de«¿Para qué…?» no nos desharemos de la responsabilidad sobre lo que nos ocurre, incluso teniendo en cuenta que existen infinidad de acontecimientos que se escapan a nuestro control

Así, en cualquier momento tengo la posibilidad de generar un cambio. En nuestro ejemplo, esta persona podría dejar de buscar el trabajo perfecto, empezando por uno que no cumpla del todo sus expectativas. A veces dar el primer paso puede ser lo más difícil, pero es el único que nos lleva hacia la meta.

Conocer qué acciones pueden llevarme en un futuro a estar en el lugar que aspiro es fundamental para empezar la transformación. Si hoy existe algo que sí que está bajo tu control y puedes empezar a tomar acción en ese sentido, ¡hazlo!. De lo contrario, la vida -inercia, azar o fortuna- te va a ayudar. 

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