El problema de que el ocio ha dejado de ser juego y se ha convertido en puro entretenimiento

Vivimos en gran medida en la sociedad del entretenimiento a la vez que, quizá paradójicamente, vivimos en una sociedad en la que el trabajo invade el tiempo, eliminando las fronteras demarcadas tradicionalmente. Según el filósofo coreano Byung-Chul Han, uno de los grandes referentes de nuestro tiempo, hemos olvidado jugar. «Para muchos el tiempo libre no es más que un tiempo vacío, un horror vacui«. El ocio, entonces, trata de matar ese horror al vacío con entretenimiento inane, y así olvidarnos de nuestra conciencia. Pero con esto perdemos algo esencial al ser humano, un modo de tiempo distinto, esa actitud creativa espontánea del juego. Hoy el entretenimiento ya no se trata de jugar sino de consumir, de pasivamente recibir contenidos, acaso algunos de ellos gamificados o ludificados.

En una reciente entrevista con el diario español El Mundo, Byung-Chul Han dijo:

Tratamos de matar el tiempo a base de entretenimientos cutres que aún nos entontecen más. El estrés, que cada vez es mayor, ni siquiera hace posible un descanso reparador. Por eso sucede que mucha gente se pone enferma justamente durante su tiempo libre. Esta enfermedad se llama leisure sickness, enfermedad del ocio. El ocio se ha convertido en un insufrible no hacer nada, en una insoportable forma vacía del trabajo. Incluso el juego ha sido absorbido hoy por el trabajo y el rendimiento. El trabajo se ludifica. Es decir, las ganas que todos tenemos de jugar se ponen al servicio del trabajo, que las explota y saca partido de ellas. Suponiendo que aún quede un entretenimiento al margen del trabajo, se ha degradado a una mera desconexión mental, que es cualquier cosa menos buen entretenimiento. Tenemos la tarea de liberar el juego del trabajo. La sociedad futura será una sociedad del juego.

Tradicionalmente el ser humano ha tenido un tiempo radicalmente distinto al tiempo laboral, un tiempo recreativo, el tiempo de la fiesta, de la fiesta religiosa o de la fiesta urbana, a través de los cuales encuentra balance y catarsis. No se puede subestimar el papel de la fiesta en la salud de la sociedad y cabe notar que la festividad moderna, salvo algunas excepciones, no es vivida de esta manera, sino que es sólo una excusa para no hacer nada, para descansar del trabajo siendo entretenidos. Según el filósofo coreano:

Yo contrapongo al tiempo laboral el tiempo festivo. El tiempo festivo es un tiempo de ociosidad, que hace posible recrearse y permite una experiencia de la duración. El tiempo festivo es un tiempo en el que la vida se refiere a sí misma, en lugar de someterse a un objetivo externo. Deberíamos liberar la vida de la presión del trabajo y de la necesidad de rendimiento. De lo contrario la vida no merece la pena vivirla.

Lo que perdemos es esa esencia lúdica del hombre, pues según Byung-Chul Han, el hombre puede definirse como un homo ludens:

Lo contrario de la sociedad del juego es nuestra sociedad del rendimiento, nuestra sociedad del cansancio, en la que cada uno se explota voluntariamente a sí mismo creyendo que así se está autorrealizando. Nos matamos a base de autorrealizarnos. Nos matamos a base de optimizarnos. Pero el hombre no es un homo laborans, sino un homo ludens. El hombre ha nacido para jugar, no para trabajar.

Hemos nacido para jugar, el ocio es más alto que el negocio, pero aunque nos prometemos que en el futuro tendremos «tiempo libre», en realidad este tiempo libre es sólo entretenimiento o una forma de trabajar a distancia, de siempre estar conectados al espacio laboral. La tecnología, con el automatismo, nos promete que tendremos tiempo de ocio, que las máquinas harán el trabajo duro, pero cuando tenemos el sagrado ocio lo empleamos para entretenernos o para optimizarnos para poder trabajar mejor.

https://pijamasurf.com/2019/09/el_problema_de_que_el_ocio_ha_dejado_de_ser_juego_y_se_ha_convertido_en_puro_entretenimiento/

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