Día de Muertos en México

El Día de Muertos es una de las fiestas más importantes de México. Declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es una tradición que nació en época precolombina y ha sabido adaptarse hasta llegar hasta nuestros días con más fuerza que nunca. Color y alegría para recordar a los que se fueron y que, según la creencia popular, vuelven para visitarnos y comen y beben con sus familiares como cuando estaban vivos. Los festejos del Día de Muertos comienzan el 31 de octubre, cuando se pone una ofrenda en cada casa a esperar la llegada de las ánimas. A la mañana siguiente, el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, llegan las de los niños y el 2 de noviembre, Día de Muertos, llegan las de los adultos.

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones desde la época precolombina. Entre los pueblos prehispánicos era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

A lo largo de todo México se colocan vistosos y coloridos altares. Por la noche, los panteones adquieren un semblante aún más solemne que de costumbre, ya que son visitados por cientos de personas que, juntas, alumbradas por cientos de velas, elevan sus plegarias hacia sus seres queridos en una atmósfera de tintes amarillos.

En algunas ciudades se organizan festivales y certámenes culturales y artísticos: dibujo, fotografías o elaboración del mejor pan de muertos. También hay concursos de disfraces, muy vistosos.

 

Las ofrendas colocadas en los altares representan a los cuatro elementos primordiales de la naturaleza: la tierra, representada por los frutos que alimentan a las ánimas mediante su aroma; el viento, representado por el papel picado o papel de china, mismo que por su ligereza se mueve al paso de la brisa; el agua, colocada en un recipiente para que las almas que nos visitan calmen su sed después del largo camino que recorren para llegar hasta su altar; y, finalmente, el fuego, en velas y veladoras, encendiendo una por cada alma recordada, y una más por cada alma olvidada.

Entre otros elementos que se pueden apreciar en los altares están el tradicional pan de muertos, las veladoras o velas, las calaveras de azúcar, los dulces de calabaza, frutas, agua, pulque, mezcal o tequila, un plato con sal, así como una cruz que señala los cuatro puntos cardinales para que el alma encuentre su camino de ida y de regreso.

 
  • Ofrendas como bienvenida

La creencia popular es que las almas de los seres queridos que se nos fueron regresan de ultratumba durante el Día de Muertos. Por tal motivo, se les recibe con una ofrenda donde se coloca su comida y bebida favorita, fruta, calaveritas de dulce y, si fuese el caso, juguetes para los niños. No faltan las fotografías de los difuntos y las coloridas flores de cempasúchil.

  • Iluminando el camino de regreso a casa

Una parte importante de ésta tradición implica visitar los cementerios. Ya sea durante el día o la noche, las familias acuden y colocan velas sobre las tumbas como una forma de iluminar el camino de las almas en su regreso a casa. Muchos pernoctan en los panteones que abren las 24 horas durante esas fechas. Otros más contratan grupos musicales que interpretan las canciones preferidas de los difuntos al pie de su sepulcro.

  • El humor mexicano frente a la muerte

En México se percibe a la muerte de una manera muy peculiar. Los mexicanos utilizan la sátira para burlarse de ella. Ejemplo de ello es la popular “Catrina”: una calavera vestida con diferentes atuendos como muestra de la presencia de la muerte en todo lo cotidiano.

  • Las calaveras literarias

En la celebración del Día de Muertos las calaveritas de dulce no son las únicas protagonistas. La cultura popular mexicana encuentra diversos medios de expresión para mostrar su sentir por esta tradición. Entre las más populares se encuentran las famosas calaveras literarias; se trata de versos rimados que ironizan situaciones de personajes populares e impopulares usando el tema de la muerte con una intención humorística. Cada año se promueve ésta actividad cultural mediante concursos en los que se premia la creatividad y la picardía de las composiciones.

  • El pan de muerto que se comen los vivos

Algo infaltable en cada cena y ofrenda es el delicioso pan de muerto. Los hay de diferentes estilos y formas. El más popular es redondo, cubierto de azúcar blanca o roja, con tiras que simulan huesitos. También están aquellos con formas de esqueletos o animales. Los ingredientes pueden varían dependiendo de la región, como es el caso de los panes cubiertos con ajonjolí, típicos de Xochimilco.

 
 
 

Celebración del Día de Muertos en las diferentes regiones de México

 
  • Estado de México

En el Estado de México la celebración de día de muertos inicia desde la tarde del 31 de octubre, los panteones se van llenando poco a poco de personas que van a decorar y limpiar las tumbas de los infantes que fallecieron. Cargados de flores, juguetes, dulces, comida y globos, los familiares van acomodándose para poder pasar el resto de la tarde y noche junto a sus pequeños angelitos. Al día siguiente es el turno de decorar los mausoleos y lápidas de los adultos fenecidos, es común vermariachis y tríos ofreciendo sus servicios para poder alegrar el rato. Pero no sólo los panteones se cubren del característico color naranja de la flor de cempasúchitl, sino también las calles del centro de la ciudad, los altares se colocan en portales alrededor de la ciudad, de tal manera que las familias oriundas del Estado de México y turistas nacionales e internacionales puedan pasear por las calles admirando cada uno de ellos. Comerciantes ofrecen una enorme variedad de calaveritas de dulce, hechas de azúcar, amaranto y chocolate, además de otros dulces típicos. Todos y cada uno de los municipios del Estado de México organizan programas culturales para celebrar este día, es el caso del municipio de Metepec que convoca a toda la población a colocar la ofrenda colectiva monumental en la escalinata del Calvario, posteriormente se realiza el encendido “Unidos en la Luz”, que consiste en encender todas las veladoras de la escalinata. Toluca por su parte organiza un desfile, amenizado por monumentales figuras de Catrinas, Adelitas y Quetzalcóatl, mojigangas y cabezones creados por artesanos de San Pablo Autopan. Teotihuacan no se queda atrás, siendo esta la zona arqueológica más visitada del país, la celebración a la muerte data desde las culturas prehispánicas.

 
  • Teotihuacan

Como aquí se mencionó el Día de Muertos es una tradición que se remonta a los tiempos de los antiguos mesoamericanos, que consiste en rendir homenaje y culto a las personas fallecidas, recordando sus aniversarios luctuosos el 1° de noviembre para los infantes y el 2° del mismo mes para los adultos. Es menester hacer mención que las culturas prehispánicas que habitaban en el territorio mexicano tenían una concepción distinta sobre la muerte, sin embargo la gran mayoría creía en la existencia de una vida después de la muerte. En tiempos prehispánicos, las culturas mesoamericanas (entre ellas la cultura teotihuacana), celebraban seis fiestas dedicadas a los muertos, destacándose dos de ellas: La primera, data del 12 al 31 de julio para pequeños difuntos y los veinte días siguientes eran destinados para los adultos. La celebración actual del día de muertos en las fechas del mes de noviembre surgieron a raíz de la evangelización de los españoles hacia los indígenas debido a que no pudieron erradicar sus ideas sobre la muerte, decidiendo santificar dicha concepción filosófica, combinándola con principios religiosos pertenecientes a la Iglesia Católica. El pueblo teotihuacano acostumbraba hacer ofrenda en honor a los fallecidos casi todo el tiempo, practicando cansados e intensos rituales con el propósito de que el difunto llegase con bien a uno de los cuatro paraísos según su forma de muerte, conteniendo comida, copal, vasijas, cuchillos, piedras de jade y semillas; utilizaban a los perros xoloescuintles para que les ayudasen a ser la luz en el paso por el inframundo y no se perdieran sin antes llegar al paraíso, sacrificándolos y enterrándolos junto con la persona fallecida. Los teotihuacanos consideraban subsectores a donde se dirigían sus difuntos según su edad:

  • Subsector I: En este recinto se encontraban los difuntos jóvenes y aquellos que no alcanzaron a nacer. Se les enterraba en posición fetal en la tierra.
  • Subsector II: A éste sector se dirigían los adolescentes, encontrándose en sus ofrendas distintos vegetales y huesos pertenecientes a animales.
  • Subsector III: En éste lugar pertenecían los adultos, tantos varones y mujeres. A éstos difuntos se les colocaba en vasijas grandes de barro prosiguiendo con el crematorio. Se creía que en este lugar prevalecía la abundancia y la paz eterna. En su ofrenda se encontraban cañas de azúcar y comidas típicas.
  • Subsector IV: A éste lugar se dirigían los adultos mayores (ancianos), colocándose hogueras de madera para la cremación de los cuerpos. Se creía que los ancianos regresaban a la Tierra después de la muerte en forma de animales.
  • Tlaxcala

En el municipio de San Pablo del Monte en la comunidad de San Isidro Buen Suceso la celebración del día de muertos inicia el día 28 de Octubre hasta el día 2 de Noviembre, entre esas fechas se conmemora a las personas fallecidas y cada día es dedicado a las personas que fallecen de diferente forma.

Las ofrendas puestas en los altares deben de tener la fotografía del difunto, pan de muerto u hojaldra fruta como manzanas, caña, guayabas, naranja, mandarina entre otras también se pone una hoya de mole y las cosas que más les gustaba a los difuntos junto con un humero con incienso, ceras y un camino de cempaxúchitl (flor de muerto) con o coxal la cual va desde la entrada de la casa hasta el altar esto se realiza por la creencia de que haciendo esto el alma de los difuntos no se perderá.

Las festividades se llevan a cabo a lo largo de una semana, iniciando el día 28 de Octubre, que es cuando se recuerdan a las personas que murieron en algún tipo de accidente y en el lugar del fallecimiento se coloca una cruz y se adorna con cempaxúchitl (flor de muerto) y se coloca una veladora, su familia coloca una ofrenda en su casa poniendo lo que al difunto le solía gustar (comida, bebidas, objetos, etc.)

Posteriormente, el día 30 de Octubre se recuerdan a los bebés que murieron antes de ser bautizados debido a que murieron en el vientre de la madre o que murieron al momento de nacer o días posteriores, este día los padres van a las tumbas de los bebes a dejar flores de nube blanca, cempasúchil (flor de muertos) y en la casa se pone su ofrenda con juguetes, pan, leche, y agua. Al día siguiente, 31 de octubre, se recuerda a los niño menores de 12 años, y en las ofrendas se les coloca lo que en vida les gustaba (juguetes, comida, dulces, etc.)

El día 1° de Noviembre, durante la conmemoración del Día de Todos los Santos se recuerda a la gente en general que ha muerto de causas naturales o por enfermedades a partir de los 13 años en adelante, en las ofrendas se colocan los alimentos de su predilección en vida.

Finalmente, el día 2 de noviembre después de las 12 del día (según las creencia es cuando el alma de los difuntos es cuando se van) se recogen las ofrendas y se levantan los altares y en esta, comunidad existe una tradición que existe desde hace más de 80 años, la cual consiste en llevarle la ofrenda a sus familiares(padrinos, padres, tíos, abuelos, hermanos) y estas contiene pan de muerto, fruta, mole, atole, entre otros alimentos; en correspondencia, el que recibe la ofrenda en correspondencia regala un plato y taza, cabe mencionar que con el transcurso del tiempo estas costumbres se han ido modificado con el tiempo pues en la actualidad es más frecuente ver que la gente regala juguetes a los niños, pelotas o aparatos electrónicos. Durante todo el día la gente visita a sus familiares con canastas en la cual se transporta la ofrenda aunque los padrinos de bautizo, comunión, casamiento etc. son los que tiene mayor prioridad en ser visitados pues ellos son los segundos padres de los ahijados.

  • Aguascalientes

En Aguascalientes se celebra año con año el tradicional «Festival de Calaveras», inspirado en la obra de José Guadalupe Posada, nacido en esta ciudad y creador de la mundialmente famosa «Calavera Garbancera», bautizada por Diego Rivera como «La Catrina». Durante 10 días la ciudad capital y sus municipios se transforman, y sus habitantes toman caracterización de singulares «calaveras vivientes». Las más de 180 actividades de este festival incluyen un particular desfile con más de 3,000 participantes en comparsas y carros alegóricos, una caminata con más de 5,000 participantes denominada «Ilumínale los Pies al Cerro del Muerto», pabellones gastronómicos, artesanales e infantiles, altares, conciertos, rituales, disfraces, corridas de toros, obras teatrales, expresiones artísticas y culturales.

La particularidad de este festival es que tiene una celebraciones menos prehispánicas y en un contexto más relacionado al último siglo, y que más allá de representaciones fúnebres, hace alusión a la forma tan peculiar que tiene el mexicano de entender e incluso reírse de la muerte.

La Calavera Garbancera, Celebración del Día de Muertos en Aguascalientes
La Calavera Garbancera
 
 
  • Zacatecas

En Zacatecas, se acostumbra consumir el pan de muerto y muchas familias visitan las tumbas de sus seres queridos dejando en ellas arreglos florales, principalmente elaborados con flor de cempasúchil. También existe una suerte de mezcla entre la celebración del Día de Muertos y la celebración estadounidense del Halloween donde en la noche del 2 de noviembre los niños salen a las calles con disfraces alusivos a la muerte y seres de ultratumba, tocando de puerta en puerta pidiendo «el muerto» a través de unas pequeñas rimas cantadas:

«El muerto pide camote, sino se le cae el bigote. La viuda pide una ayuda, para su pobre criatura».

Si los habitantes de la casa solicitada dan «el muerto», que generalmente suele ser dulces que depositan en bolsos que llevan los niños, estos últimos pueden recitar una bendición:

«Esta casa está bendita porque si nos dieron comidita». O bien una «maldición» si no se atiende a su canto: «Esta casa está embrujada porque no nos dieron nada».

  • Oaxaca

En la región de Acaquizapan se conmemora el día de muertos con la ofrenda de los “angelitos”. Dicha ofrenda se compone de canastas pequeñas, llevando en cada una de ellas, hojas de zapote, manzanas, naranjas, mandarinas, pan de “estrella” y pan de “conejo”.

Terminando esto se cubre la canasta con las hojas de zapote, se dice que estas hojas son para los muertos su servilleta, al terminar de cubrirlas se le ponen las velas, y a cada vela se le asigna el nombre de un angelito, estas velas son la luz que los acompaña en su camino.

  • Chiapas

El Estado de Chiapas cuenta con una gran gama de tradiciones y folklore. El día de muertos suele durar dos días, el primero lo utilizan para llamar y recibir a sus ancestros y el segundo para que las almas regresen a su lugar. Sin embargo el día de muertos es más que la celebración del 1 y 2 de noviembre, ya que desde mediados del mes de octubre todos los familiares comienzan a prepararse para la llegada de sus familiares finados.

Para el pueblo tzotzil una de las tradiciones más importantes es el día primero de noviembre en el cual todos los familiares llaman a sus difuntos y los invitan a disfrutar de la celebración, por último los despiden, deseándoles un buen regreso al lugar a donde pertenecen que es llamado K’atin Bak, o lugar de los huesos ardientes.

En las mismas fechas en San Juan Chamula, comunidad cercana a San Cristóbal de las Casas, se realiza una pequeña ofrenda de alimentos que corresponden en orden y número a los difuntos que se esperen. Se pasa a la Iglesia del Santo Patrono y ahí los lugareños tratan de despertar a sus familiares con el repique de las campanas.

Una vez pasado el festín es de vital importancia ayudar a regresar a las almas, para ello se dan tres vueltas al rededor del cementerio y se les invita a devolverse al lugar de las almas “K’atin Bak” diciéndoles «ya pasó tu fiesta, ya pasó tu celebración, ya te traje a tu casa». Finalmente se les encienden velas y cirios encima de las tumbas para que las almas se encuentren iluminados en su trayecto. En ésta, como en otras comunidades se puede ver claramente el sincretismo cultural de la zona. A las personas que visiten esta comunidad se les pide que respetuosamente se adentren en suscostumbres, ya que es un legado de suma importancia para ellos.

 
  • Michoacán

En Janitzio, Michoacán, se acostumbra erigir un altar sobre la tumba y las mujeres se sientan resignadas y llorosas a contemplar las llamas de los cirios y hacer oraciones por los muertos. A intervalos se arrodillan ante la cruz que indefectiblemente preside el rito, y quedan pensativos como evocando a los difuntos añorando su presencia.

Tiene además, un nombre y celebridad debidamente conquistado por la celebración de«Noche de Muertos», el día 1 al 2 de noviembre, aunque las celebraciones son las mismas en toda la región lacustre, se le han otorgado a esta Isla por antonomasia. Y refieren una historia tradicional indicando que durante esa noche, surge la sombra de Mintzita corazón, hija del Rey Tzintzicha, y la de Itzihuapa, hijo de Taré y Príncipe heredero de Janitzio: Locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores. Preso ya el Rey padre de Mintzita, por Nuño de Guzmán quiso la princesa rescatarlo ofreciéndole el tesoro fabuloso que se encontraba bajo las aguas, entre Janitzio y Pacanda. Y cuando el esforzado Itzihuapa se apresaba a extraerlo, se vio atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y que fueron sumergidos con él. Itzahuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza. Pero en la noche del día de muertos despiertan todos los guardianes del tesoro, al lúgubre tañer de los bronces de Janitzio, y suben la empinada cuesta de la isla. Los dos Príncipes, Mintzita e Itzihuapa se dirigen al panteón para recibir la ofrenda de los vivos a las luces plateadas de la Luna, los dos espectros se musitan palabras cariñosas y, a las llamas inciertas de los cirios, se ocultan de las miradas indiscretas. En Janitzio las flores son inspiración y gozo que se cantan en las pirekuas como Tzitziki Canela (Flor de Canela). Tzitziki Changunga (flor de Changunga), son cantos en los que se compara a la mujer con las flores por su delicadeza, finura y exquisitez. Nadie interrumpe sus coloquios amorosos, mientras tanto las estrellas fulguran interesantemente en las aventuras, las campanas tocan desesperadamente y el lago gime como una alma en pena.

Hacia las 12 de la noche del 1o. de noviembre la mujeres y los niños se desplazan con solemnidad, localizan los lugares de reposo de sus seres queridos, ponen hermosas servilletas bordadas sobre las tumbas y depositan ahí los manjares que en vida fueron del agrado de sus distintos difuntos, colocan ofrendas florales enmarcadas por las luces de numerosas velas, y así transcurre la noche entre alabanzas, rezos y cantos de las mujeres y niños, mientras los hombres de lejos, en las afueras del cementerio, observan atentos todo lo que sucede en el interior del panteón. Una campana colocada en el arco de la entrada del panteón, suena discretamente toda la noche, llamando a las ánimas a que se presenten a la gran ceremonia.

En toda la Isla hacen eco los cantos purépechas de dulce y musical cadencia que imploran el descanso de las almas de los ausentes y la felicidad de los que quedan en la tierra. Participar en esta fiesta es cumplir con un deber sagrado para los muertos, que hacen honor a quienes lo practican. En Michoacán, la conmemoración del Día de Muertos es una tradición solemne que aún conserva esa genuina manifestación de un profundo respeto y veneración a los seres que materialmente ya no existen, y a los que a través de la ofrenda se les rinde tributo.

  • Norte de México

Originalmente, el Día de Muertos como tal no era celebrado en el norte de México, donde era incluso desconocida hasta hace poco tiempo, todavía a principios del siglo XX, principalmente en el noreste de México la tradición era rechazada por sus habitantes y la iglesia debido al intentar sincretizar elementos paganos con la religión, y en su lugar era celebrado el tradicional Día de Todos los Santos de igual manera que el resto de los católicos en el mundo; esto debido a la escasa influencia mesoamericana en esta región del país. Sin embargo, hoy en día su presencia se debe a las políticas educativas implementas por el gobierno mexicano y la SEP a partir de la década de 1960, en sus esfuerzos por expandir la tradición en el norte del país.

 
 
 

¿Dónde celebrar el Día de Muertos?

Destinos curiosos para celebrar el Día de Muertos

 
  • San Andrés Mixquic, Ciudad de México

El pueblo de San Andres Mixquic es uno de los más visitados el Día de Muertos. Se localiza en la delegación Tláhuac de la ciudad de México. Su fuerte arraigo a estatradición le ha permitido conservar rituales como “la alumbrada”: un acontecimiento en el que el panteón del pueblo se ve iluminado por cientos de velas que intensifican aún más el color de la aromática flor de cempasúchil que decora las tumbas.

Los visitantes al panteón realizan la limpieza  y arreglan las seis mil tumbas que hay en el lugar para que las ánimas encuentren reposo y tranquilidad en su visita.

El día 1 de Noviembre, al mediodía, y con 12 campanadas, se da la bienvenida a las ánimas de los niños.

A partir de las 19:00 horas repican nuevamente las campanas llamando a esta “la hora del campanero”, en la cual se reúnen grupos de niños y jóvenes que en el transcurso de la tarde-noche recorren las calles y casas vecinas llevando consigo una campanita y un costal, visitan los hogares vecinos, cantan, rezan y piden ofrenda diciendo: “A las ánimas benditas les ponemos sus velitas. ¡Campanero mi tamal!

Las actividades continúan el día 2, también al mediodía cuando se anuncia la llegada de las ánimas adultas; al anochecer se les da la bienvenida y serán recibidos con un camino de flores desde la puerta de las casa hasta las ofrendas.

Bajo un ambiente festivo, los hogares de la comunidad están envueltos por el misticismo de la celebración a la muerte; altares de diferentes tamaños adornan el barrio.

Esta celebración de Día de Muertos en Mixquic es reconocida a nivel mundial,festividad a la que se espera la visita de cien mil personas.

Celebración del Día de Muertos en San Andrés Mixquic

San Andrés Mixquic, celebración del Día de Muertos
 
 
  • Xico, Veracruz

Xico está incluido en la ruta de los pueblos mágicos de México. Se encuentra en el estado de Veracruz y es uno de los mejores sitios para vivir en todo su esplendor el Día de los Fieles Difuntos. La celebración comienza desde el 28 de octubre y concluye el 2 de noviembre con la «velación» en el panteón del pueblo; para ello se realiza una alfombra floral que tapiza  y decora el camino al campo santo. Algo muy característico de Xico durante el Día de Muertos son los coloridos altares perfumados con cempasúchil, en los cuales se colocan frutas de la región como la naranja y un sinfín de platillos típicos que agasajan el olfato y la mirada. Y si de comer se trata, Xico se convierte en toda una experiencia culinaria en estas fechas, ya que para la ocasión se preparan  una de las mayores variedades de tamales que puedas imaginar.  

  • Pátzcuaro y Janitzio, Michoacán

La enigmática isla de Janitzio se encuentra en medio del lago de Patzcuaro en el estado de Michoacán. Durante la noche del 1 de noviembre, Janitzio se ilumina con las velas de las procesiones que transportan las ofrendas para los muertos, al tiempo que sus callejones se llenan de numerosos puestos de comida que ofrecen la gastronomía típica de la temporada. Es una oportunidad excepcional para conocer una de las cocinas regionales más ricas del país. Por otra parte, en el cercano poblado de Patzcuaro se realizan actividades culturales que realzan el carácter simbólico y ancestral que tiene el Día de Muertos para el pueblo purépecha.

Comienza el 31 de octubre con la “Cacería del pato” (que ahora es un ave que está en peligro de extinción en su hábitat), con el que se preparan algunos platillos para la ofrenda. Durante el día, la exposición de enormes ofrendas y los concursos de personificación de catrinas, hacen juego con exposiciones de teatro y danza.

El día 1 de noviembre se coloca un altar llamado “de angelitos”, para los niños muertos; antes de la medianoche, las mujeres y los niños se dirigen en silencio al cementerio llevando las ofrendas para sus muertos, sobre las tumbas de sus familiares fallecidos, irán colocando con cariño flores, así como los alimentos que tanto gustaron en vida al difunto. Las velas se irán encendiendo una a una transformando el oscuro cementerio en un espectáculo de luces. El día 2 de noviembre se festeja a los muertos adultos. En toda la isla se escucha el eco de los cantos en purépecha, que imploran el descanso eterno para las almas de los ausentes y la felicidad para quienes estamos aún vivos.

Decenas de lanchas parten del muelle, desde el atardecer y durante toda la noche hacia Janitzio, una de las tres islas en el lago de Pátzcuaro. Cientos de turistas, se transportan durante 20 minutos en lancha para recordar y festejar a los muertos, aunque no sean suyos.

En la cúspide de la isla, una construcción imponente que domina el lugar: el monumento a José María Morelos alumbra a los que suben cientos de escalones empinados para tener la mejor vista de los poblados que rodean el lago.

En la explanada del monumento, la fiesta es ruidosa y está repleta de comida y alcohol; la mayor parte de los visitantes son jóvenes dispuestos a amanecer en el la fiesta, como dicta la costumbre; algunos bailan al ritmo de la música; otros, suben a las bardas de los miradores o simplemente se sientan a observar en los alrededores.

El arreglo de las lápidas no es común  y corriente, se coloca un arco por la cual se considera regresarán a festejar los muertos con los que aún están en esta vida, se colocan velas, y claro, la comida más típica y del gusto de los fieles difuntos, las bebidas como el mezcal tampoco falta.

Toda la noche del día tan esperado, sin importar el frío, la familia del difunto que quedan toda la noche en el panteón, se plática con él, se comen los platillos preparados y se reza por su eterno descanso, al medio día del 2 de noviembre se retiran, en la espera de un nuevo año para convivir con las almas de los que se nos adelantaron.

Celebración del Día de Muertos en Patzcuaro y Janitzio

Día de Muertos en Patzcuaro
 
 
  • Ocotepec, Morelos

Este poblado tiene uno de los panteones más peculiares del país. Se trata de un excelente ejemplo de arquitectura funeraria mexicana: sus innumerables casitas, iglesias y catedrales, decoradas en colores llamativos, confirman su creencia en la continuidad de la vida después de la muerte.

Se distingue de otras partes del país por la costumbre de levantar ofrendas en honor a quienes fallecieron durante el año. Las “ofrendas nuevas” se montan sobre una mesa y se recrea el cuerpo del difunto, el cual se viste con ropa nueva, huaraches y sombrero o rebozo; a la altura de la cabeza se colocan las tradicionales calaveras de azúcar. Una vez vestido, el cuerpo se rodea de las bebidas y los platillos que fueron los favoritos del difunto.

Las casas con ofrenda nueva se reconocen por un camino de flores que se extiende desde el altar hasta la banqueta. Y aunque algunas de las casas con ofrendas nuevas son muy humildes, el honor a sus difuntos es enorme ya que se entregan a ellos por completo, tanto en el aspecto económico como en el tiempo que les dedican.

Otra de las peculiaridades del poblado de Ocotepec es la procesión que se realiza durante las noches del 31 octubre y 1 de noviembre. Todo el pueblo acude al panteón, llevan ofrendas a sus difuntos y más tarde se sientan todos a comer a un lado de las tumbas.

Celebración del Día de Muertos en Ocotepec

Ocotepec, Día de Muertos
 
 
  • Xochimilco, Ciudad de México

Pasar el Día de Muertos en Xochimilco es algo que no puedes perderte. En este barrio sureño de Ciudad de México, famoso por sus canales prehispánicos y sus chinampas, se realizan recorridos nocturnos a bordo de barcazas conocidas como «trajineras» hasta una pequeña isla donde se escenifica la famosa leyenda de La Llorona. También podrás visitar sus ofrendas y altares monumentales con motivos del Día de Muertos, los cuales son montados en las calles del centro del barrio. Tampoco olvides saborear el tradicional pan de muerto de sus panaderías. 

 
  • San Luis Potosí, S.L.P.

Se le llama la fiesta Xantolo que significa en náhuatl “todos los santos”. Comienza el 28 de octubre. En esta parte de la huasteca se considera la fiesta más importante del año. Los elementos más significativos de las ofrendas son: los arcos de flores,  el copal que santifica, las velas que iluminan el camino de regreso y no pueden faltar las imágenes de los que ya no están.

Los elementos gastronómicos del Xantolo son sumamente importantes: el aguaporque el finado en su recorrer llega cansado. El chocolate que es un legado prehispánico y cuenta una leyenda que decían nuestros ancestros que si te portas bien en vida, al morir irás a un lugar dónde podrás tomar mucho chocolate. Los tamales de zarabanda que es una variedad de frijol de la huasteca y los de palmito. Así como el pan de muerto. Y los platillos favoritos del finado.

Los huehues son bailarines enmascarados que representan a los difuntos y son parte fundamental del festejo. Bailan por las calles en comparsa y se acompañan de un diablo rojo y negro que representa la muerte. Todos juntos se burlan del hecho de morir. Los bailes inician el 1 a media noche cuando el diablo se viste en el panteón y hace sonar su látigo para despertar las almas.

El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, se hace una velación con rezos y alabanzas y se inciensan las imágenes y el altar, continuando la convivencia toda la noche. Los teenek (comunidades indígenas de la región) acompañan con algunas piezas que se tocan para la Danza de la Malinche.

El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, en las comunidades de los teenek y nahuas, se acostumbra llevar las ofrendas a los panteones, adornando las tumbas con flores. Existe la creencia de que las ánimas de los difuntos permanecen todo el mes de noviembre entre los deudos, por ello el día último se renueva toda la ofrenda y se adorna el Pulich (o altar) con frutas y flores para despedir “a los que ya no están”.

Otra costumbre que ha marcado esta fiesta es la gente que va de casa en casa y tiene la costumbre de chichilequiar (verbo náhuatl) que es comerse la ofrenda y la tradición es no dar las gracias, ya que el de la casa no le está haciendo un favor al visitante si no al contrario los visitantes están haciendo el favor para que el alma del difunto disfrute la ofrenda.

 
  • San Miguel de Allende, Guanajuato

San Miguel de Allende también celebra y honra a los muertos; con una celebración que se convierte en un jolgorio, adornando sus calles  con papel picado y un colorido desfile de catrinas gigantes, elaboradas bajo la técnica artesanal de las típicas mojigangas.

En la Plaza de la Soledad, se instala el Mercado de Alfeñique, donde se pueden adquirir dulces, figuras de azúcar glas en vistosos colores, y las populares calaveras. Otro de los principales atractivos es la “Ofrenda Monumental”, que se instala desde el 31 de octubre en la explanada del Jardín Principal, en honor a un personaje famoso como han sido Frida Kahlo y Mario Moreno “Cantinflas”, asi como la visita a los panteones de Nuestra Señora de Guadalupe y el de San Juan de Dios; únicamente abren al público el 2 de noviembre.

No debe faltar “La Ruta de los Muertos” que se realiza el 1 y 2 de noviembre, en las calles que rodean al jardín principal, así como en las iglesias, hoteles, restaurantes y algunos comercios se colocan los tradicionales altares u ofrendas; además de realizarse presentación de exposiciones de arte, altares en más de 15 galerías y el Instituto Allende.

Del 1 al 4 de noviembre se desarrolla el Festival de las Calacas, que busca darse a conocer como un evento de arte en donde se conmemorará una de las celebraciones más arraigas entre los mexicanos como lo es el Día de Muertos. Uno de los objetivos de este festival es promover el arte y la creatividad entre la juventud, así como apoyar a organizaciones sin fines de lucro. Por su parte las autoridades buscan dar a conocer las tradiciones que se viven en nuestro país, además de promover a San Miguel de Allende como un lugar en el que se puede vivir la tradicional fiesta de Día de Muertos en todo su esplendor.

 
  • Oaxaca, Oaxaca

La celebración de los Días de Muertos en Oaxaca es una ceremonia popular que invoca a los espíritus de los ancestros para invitarlos a «convivir» en el mundo terrenal, por lo que se procura agasajarlos en la forma más atenta. Su visita entre nosotros obedece a un permiso obtenido desde el más allá para que las ánimas de los difuntos puedan visitar a sus parientes. Los muertos retornan a su hogar porque son atraídos por sus antiguas pertenencias o por el amor de sus deudos.

En la actualidad la celebración de Muertos se inicia a mediados del mes de octubre con la adquisición de los productos que habrán de colocarse como ofrenda en un altar. Desde muy temprano, los mercados se instalan y se visten de olores y colores característicos, entonces comienza la concurrencia de deudos.

Puede encontrarse entre los productos característicos de la temporada: el mole negro, los dulces oaxaqueños, entre los que no puede faltar la calabaza en conserva, las manzanitas de tejocote y el nicuatole, acompañados por el chocolate y el pan de muerto. Todo esto y las frutas de la estación son elementos que se utilizan para adornar los Altares de Muertos y para rodear las ofrendas que se colocan en honor a aquellos que han partido ya de este mundo.

El primero de noviembre es día de «llevar los muertos», la costumbre consiste en obsequiar a parientes y amistades de la familia una dotada muestra de las viandas que integran la ofrenda de muertos. La entrega se hace casa por casa. Este día se venera a los«angelitos», es decir a los parientes que murieron siendo niños. El día dos de noviembre se venera a los finados adultos.

Las familias pasan la noche en los cementerios, engalanados para la ocasión de flores escarlatas y amarillas que aportan una vida más sugerente a las tumbas decoradas con diminutas calaveras de azúcar y otros objetos. Un símbolo del Día de Muertos es La Catrina, una mujer elegante, de aires alcanforados y cubierta por un velo que deja entrever unas órbitas vacías que rompen el rostro inmaculadamente blanco de la difunta.

En la medida que se aproxima el Día de Muertos invaden Oaxaca comparsas de estudiantes y asociaciones con raíces en los barrios, en las escuelas, en las universidades y que finalizan con sus fanfarrias invariablemente en el magnífico Zócalo de la ciudad.

En el mercado Benito Juárez y, por extensión, en el de Abastos, celebran su particular fiesta grande. La gente acude en masa para comprar, no solo disfraces con los que lucirse por Oaxaca, sino los elementos que decorarán los altares. En las casas y en numerosos comercios los erigen en el rincón más importante y no faltan, además de cruces, flores y calaveras, alegorías a los difuntos. Retratos, fruta, objetos que apreciaban en vida y que les esperan en la noche que acuden a sus panteones, aprovechando que aquel día los muertos tienen licencia para regresar con sus seres queridos.

 
  • Campeche, Campeche

La festividad de Todos los Santos o Día de Muertos es conocida en la región maya de la península de Yucatán como el Hanal Pixán o la Comida de las Ánimas. 
La creencia popular, resultado de la mezcla de creencias mayas y cristianas, es que el alma del que muere obtiene permiso para estar entre nosotros entre el último día de octubre al 1 de noviembre (para las almas de los niños o Hanan Paalal) y del 1 al 2 de noviembre (para las almas de la gente mayor).

En el caso de los Chichan-pixán o almas de los niños, se colocan juguetes y dulces. Para las almas de la gente mayor o Nochoch Pixán, se colocan los gustos de aquellos que ya partieron. De este modo se puede observar además de los dulces ya mencionados, tabacos o cigarrillos, refrescos, café, pozol (bebida a base de maíz), salsas, artefactos preferidos del difunto o difuntos, así como sus fotografías.

Previas a la celebración principal de Hanal Pixán, aún existen algunas prácticas tradicionales que se puede asegurar son únicas en el mundo y descendientes directas de las tradiciones del maya antiguo, como la Limpieza de Huesos. 
Algunos años después de fallecida la persona, cuando la mayoría de la carne se ha descompuesto y desaparecido, los familiares reciben el permiso para exhumar los cuerpos de su ser querido. Todos los huesos y, en caso de existir el cuero cabelludo, son tomados, lavados cuidadosamente mientras su familiar platica con ellos y son colocados sobre una caja de madera, sobre la cual se ha tendido previamente un manto de tela bordado por su ser querido más cercano. Una vez colocados los huesos, estos son cubiertos por las partes restantes del manto, dejando en algunos casos descubierta la parte donde existieron los ojos y son colocados en osarios abiertos en espera de la llegada del siguiente año en que volverán ser lavados y sus ropas cambiadas por nuevas.

 
  • Megaofrenda de la UNAM

Año con año las instalaciones de Ciudad Universitaria se transforman para celebrar el día de muertos en un gran altar que recuerda a los más destacados artistas e intelectuales mexicanos. Estos espacios también sirven para presentar y dar vida a todo tipo de propuestas culturales y artísticas durante los cuatro días que dura la Mega Ofrenda.

Las diferentes dependencias educativas y colectivos que forman parte de esta gran Casa de Estudios, colocan instalaciones artísticas inspiradas en la memoria del personaje que ese año se festeja.

 
  • Huaquechula, Puebla

Huaquechula ha adquirido relevancia en el ámbito cultural y turístico gracias a la tradición del Día de Muertos única de este lugar, pues año con año se levantan ofrendas monumentales que llegan a medir hasta tres metros de altura en honor a sus seres queridos finados.

Este tipo de representaciones, son hechas por manos expertas de los llamados “altareros” los cuales prestan sus servicios a las familias de los dolientes. Los altares se conforman de tres o cuatros niveles, cada uno de ellos con significados diferentes:

  • Primer nivel. En este nivel se coloca la foto del familiar fallecido frente a un espejo, de tal modo que uno sólo puede ver el reflejo de la misma. Lo anterior, según creencias, representa la entrada al más allá. La fotografía es flanqueada por dos figuras de cerámicas, conocidas como “lloroncitos”, alrededor encontrarás comidas o bebidas que gustaban al difunto. Cuando el altar está dedicado a un niño, observarás dulces de alfeñique en forma de diversos animales, así como panes de muerto cubierto de ajonjolí o azúcar.
  • Segundo nivel. Este nivel representa el cielo, por lo que se colocan figuras de ángeles y vírgenes en una tela de satín de color blanco, la cual simula las nubes.
  • Tercer y cuarto nivel. En estos niveles se hace alusión a la cúspide celestial, representada con un crucifijo.

A las dos de la tarde del día primero suenan las campanas del templo anunciando el arribo de los muertos, los cuales son “guiados” por caminitos de flor de cempasúchil dispuestos desde la base del altar hasta la mitad de la calle. Son los niños quienes arreglan la guía de pétalos y le bañan de agua bendita. Se sahuma con copal e incienso toda la ofrenda, en el interior de la casa, en una ceremonia de raíces prehispánicas y cristianas.

La apertura de las casas para recibir a los muertos también señala el momento en que es posible visitar las ofrendas. Es costumbre presentarse con alguna cera que se coloca al pie del altar, hacer una breve reflexión respetuosa o elevar una plegaria por el difunto. Una vez que el visitante se dispone a salir, el dueño de la casa le invita a “echarse un taquito”. Se estilan el mole y los frijolitos caldosos acompañados de pan blanco y champurrado o chocolate; a veces tamales de masa, arroz o alguna variante del guiso con carne de puerco, dependiendo de las posibilidades económicas de los anfitriones.

Por la tarde continúa la procesión callejera de visitantes. Se trata principalmente de gente de la misma comunidad y de la ciudad de Puebla, muchos de ellos estudiantes; sin embargo, es posible observar la presencia de extranjeros que llegan de sitios tan lejanos como Estados Unidos o Europa.

Durante las primeras horas de oscuridad se acrecienta el mágico efecto lumínico al interior de las casas. Las ceras se han multiplicado y las luces eléctricas, estratégicamente dispuestas, producen una mayor impresión. Los deudos-anfitriones, entre el dolor de la pérdida y el orgullo de presentar el magnífico altar, ofrecen esta vez a los visitantes chocolate con pan hasta bien entrada la noche.

Para el 2 de noviembre el bullicio de la jornada anterior ha disminuido considerablemente, al menos durante la mañana. Los familiares visitan el cementerio desde muy temprano para limpiar y adornar las tumbas de sus muertos con gran variedad de flores: margaritas, gladiolas, crisantemos, nube y cempasúchil, así como laurel y romero. En la breve ceremonia en que se “acompaña” al pariente fallecido, se sahuma con incienso o copal de la misma forma en que antes se ha hecho con la ofrenda. El resultado es un espectacular despliegue de colores y aromas que engalanan el camposanto.

 

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